En la secundaria nos enseñan que hay, básicamente,
dos tipos de narradores: en primera y en tercera persona. Eso, claro, sin
contar textos como los de “Elige
tu propia aventura” que están narrados en segunda persona (casos
muy atípicos, por cierto).
Esa visión de dos tipos de narradores es bastante
limitada, y la realidad es que hay muchos “subtipos” que hacen del tema algo un
poco más complejo. Uno de los más interesantes que ha sabido brindar la
literatura es el “Narrador testigo” (o “Narrador periférico”).
Este tipo de narrador puede presentarse tanto en
primera persona como en tercera. Lo importante es que él no es el protagonista, sino que vio los eventos que desarrolla la
historia desde afuera, desde un punto de vista concreto porque lo presenció de
primera mano, pero sin afectar de manera contundente en lo sucedido.
En la célebre novela de Umberto Eco “El nombre de la
rosa”, Adso (el narrador) es el asistente del detective medieval William de
Baskerville, y provee la exposición de la historia dejando constancia de lo
acontecido. Uno de los ejemplos más conocidos del narrador testigo.
No es tan sorprendente remarcar que Adso y William
de Baskerville estuvieron inspirados en los inmortales personajes de Arthur Conan Doyle. En efecto, es el
Dr. Watson quien brinda el ejemplo más clásico de “narrador testigo” que alguna
vez conoció la literatura. Sherlock Holmes es quien resuelve los casos, pero es
Watson el encargado de describir lo
que ve, hacer fluir la trama y documentar los descubrimientos y razonamientos
del detective.
Uno de los grandes objetivos del narrador testigo
es preguntarle al verdadero protagonista aquellas preguntas que el espectador o
lector quiere (o necesita) saber.
Algo así sucede en la película Ex
Machina (una de las mejores del pasado 2015) donde Caleb frecuentemente hace las mismas preguntas que la audiciencia
quiere conocer, de manera que Nathan
pueda proveer una exposición.
Autores como Franz
Kafka han incursionado en la elaboración de historias con narradores
téstigos. En “Un Fraticidio”, por
ejemplo, expone
un violento asesinato desde la mirada de un vecino.
Hay un par de reglas, muchas veces tácitas, que
tienen que darse para que el narrador pueda considerase como “testigo”. Entre
ellas, la esencial es que el narrador testigo nunca es el protagonista directo de
los hechos relatados e intenta ser lo más objetivo posible. Un relato mío que
pronto voy a subir al blog (“Homicisium”,
ganador del 2° Premio en Certamen
Nacional "Roberto Arlt 2015") es un modelo de esto.
Otra pauta: su visión limitada. No es omnisciente, está restringido por sus
percepciones. Tampoco conoce lo que siente o piensan el resto de los personajes
(aunque puede inferirlo). Se confina a describir lo que vio y, en todo
caso, sugiere lo que cree que pasa (siempre
desde su perspectiva).
La literatura clásica ha brindado grandes novelas
con narradores testigos, como “El Quijote”
(de Miguel de Cervantes) y “Mujercitas” (de Louisa May Alcott). Allí el narrador es más bien un informante que transcribe
los hechos acontecidos.
Edgar Allan
Poe tiene un buen número de relatos escritos con este tipo de narración.
Las historias del detective Auguste Dupin, por ejemplo, son transmitidas a
través de un testigo anónimo.
Por último, el animé presenta casos interesantes (y
extremos) de esta manera de contar una historia. El Director´s cut de “Deathnote”
no sólo revela el verdadero final de la historia de Light Yagami sino que
además sucede desde el punto de vista del shinigami Ryuk. Este interesantísimo personaje, a lo largo de la serie,
usualmente actúa como “El Watson” frente a los planes de Light.
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=>> Otros post sobre TEMAS RELACIONADOS en el blog: “Técnicas
narrativas (III): In Medias Res, en medio del quilombo”, “La
suspensión de la incredulidad en la narrativa”, “Una
caracterización vertiginosa de la minificción”, “Las
cuatro filosofías de vida en la Literatura”, “Las
ventajas de ser epistolar”. <==
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Interesante lo del narrador testigo. Un recurso fundamental en algunas historias como las de Sherlock Holmes. El personaje de Watson permite que se hagan las preguntas que justifiquen que el detective explique el caso. Y mientras tanto conocer las pistas, desde el punto de vista de Watson, quien más de una vez intenta usar la capacidad de deducción.
ResponderEliminarEse punto de vista permitió que Conan Doyle matara a su personaje y que, a pedido, del público, lo reviviera, con el recurso de que no había muerto. Watson no vio la pelea final como Moriarty, por lo tanto no se mostró en la historia.
La ciencia ficción podría presentar casos en que el narrador testigo tenga una capacidad especial de observación, siendo un telepata.
Interesante entrada.
Saludos.
Recuerdo un par de cuentos de Asimov que cuentan con un narrador testigo. Es interesante la posibilidad de un narrador que no lo sabe todo, sino únicamente lo que experimenta con sus propios sentidos. ¡Gracias por pasar!
Eliminarno sabía que no era tan común, pensé que era utilizado este recurso mucho mas...
ResponderEliminarKafka, Asimov, Poe, se nombran a todos los que me gustan! salu2-...
Creo que el mejor ejemplo es el de Watson. Está muy bien que hayas rescatado el narrador testigo de El Quijote.
ResponderEliminarA mí me inquietan algunos narradores testigos en los cuentos de Cortázar, porque por momentos son testigo, por momentos omnisciente y se van mezclando en el mismo cuento. Creo que el mejor ejemplo es "La salud de los enfermos" en donde el narrador llama a todos los personajes por su apodo, y con el sentimiento de pertenencia en el círculo familiar, pero a la vez pareciera que conoce mucho más.
Tendría que releerlo desde esa perspectiva.
Buena entrada
Abrazo!
Me agendo "La salud de los enfermos". ¡Gracias por el dato!
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