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lunes, 17 de agosto de 2020

Las ovejas eléctricas de The Talos Principle

Este videojuego es básicamente la historia del Jardín del Edén… pero con inteligencia artificial. En esta nota repaso The Talos Principle (2014) y su relación con la literatura de ciencia ficción, la religión y aquello que nos hace ser humanos.

 

***

De filosofía y puzzles

The Talos Principle es un videojuego de puzzles fuertemente inspirado en la saga Portal y creado por la gente de Croteam, los desarrolladores de los frenéticos juegos de “Serious Sam”. Jugamos como un robot que explora una serie de ruinas antiguas y va resolviendo acertijos para recolectar los tetrominós (conocidos como sigils en el juego) necesarios para desbloquear nuevas zonas.

Aquellos jugadores que desean involucrarse más con el lore y el trasfondo filosófico de la historia pueden prestar atención a la voz incorpórea que se llama a sí misma Elohim. Esta entidad afirma ser el creador del mundo (y de nuestro robot) mientras hace comentarios de una inclinación abiertamente religiosa. También podemos interactuar con Milton, un software bibliotecario que critica todo lo que dice Elohim y discute filosofía con nosotros.


The Talos Principle es un gran juego que disfruté en su mayor parte. Aunque convengamos que no se compara con Portal ni de cerca.

Algunos puzzles sobre el tercio final son muy tediosos y la mecánica de grabación es un tanto confusa e inconsistente. Portal 1 era un experimento cortito que no llegaba a cansarte gracias al excelente humor, el intrigante argumento y su breve duración (en unas horitas lo terminabas).

Portal 2 directamente s un juegazo con tremenda historia y excelente ritmo. No por nada es considerado uno de los mejores videojuegos de la historia. Talos, por su parte, nunca llegó a interesarme tanto a nivel historia y creo que tiene una duración excesiva.

De todas formas, su componente filosófico es atrapante y tiene grandes mecánicas. A pesar de que hay acertijos bastante complicados, en su mayor parte siempre está ese momento donde te sale la solución y decís: “claro, tenía todo el sentido del mundo”.


El tema es que, sobre el final, se me empezó a hacer monótono. Estaba muy intrigado en su inicio y punto medio, pero luego me empecé a aburrir. Se volvió bastante repetitivo y odié el sistema de grabación, que hacía que varios puzzles del final fueran súper imprecisos. El juego me funcionaba como un pickup and play, donde yo resolvía dos o tres habitaciones en sesiones de media horita y después pasaba a otra cosa.


El juego nos vuelve humanos

Sí, convengamos que los animales también juegan, pero el componente lúdico ha sido algo intrínseco al ser humano desde tiempos ancestrales. Johan Huizinga ya viene hablando del “homo ludens” (el hombre que juega) desde 1938.

«No se trata del lugar que al juego corresponda entre las demás manifestaciones de la cultura, sino en qué grado la cultura misma ofrece un carácter de juego.» (Johan Huizinga)

Los procesos lúdicos son actividades que hacemos por naturaleza, libres y sin obligación. Crean experiencias que nos ayudan a tener conciencia sobre nuestro entorno y nos acercan a la competencia (y ésta al deporte)

No es casual que en determinados idiomas, como el inglés y el francés, los instrumentos musicales no se tocan sino que se “juegan”. Actores, jueces y sacerdotes se “disfrazan” para representar cada quien su espectáculo o ritual lúdico. Los corredores de bolsa juegan con las subidas y bajadas de las cotizaciones.


The Talos Principle también posee un componente lúdico un tanto metatextual. Somos nosotros los que jugamos, avanzando con el robot antropomórfico en puzzles cada vez más enredados, pero la dinámica creador/creación dentro de aquella simulación es también una suerte de juego.


Tres tipos de finales

Los humanos aparentemente sufrieron una extinción debido a un virus incurable. No completé el juego en su 100%, sino que hice lo mínimo necesario para obtener el primer final. Eso me llevó unas 12-14 horitas. Solamente necesitás recolectar alrededor de 90 piezas y algunos de los sellos reales para completar un primer playthrough.

Esto implica que vamos a estar resolviendo casi cien puzzles, lo cual es una locura. Y hay mucho más para los jugadores más dedicados. Existen una serie de sellos estelares que requieren mucha exploración y soluciones más creativas (como resolver uno de los rompecabezas de una manera diferente o encontrar formas de usar elementos de un rompecabezas fuera de los límites normales del mismo).

También hay diversos mensajeros que podemos “despertar” para completar más la mitología de la historia.


Hay tres posibles finales que van desde lo más fácil a lo más difícil. El que obtuve yo es “vida eterna”, que ocurre al atravesar las puertas resplandecientes en el Eje C, aceptando la sabiduría de Elohim.

Éste es considerado el “bad ending”, ya que la simulación nos indica que fallamos en mostrar independencia. Este implica que no tuvimos pensamiento libre y el juego nos reinicia hasta el principio.

“Libre albredio”, el segundo final, ocurre si completamos los tres ejes A, B y C y subimos a la cima de la torre, desafiando la voluntad de Elohim. Este final, que vi en gameplays, es muy curioso porque te lleva al mundo real, donde podés experimentar las ruinas de la civilización.

Pese a que, como dije, The Talos Principle me generó un poco de aburrimiento sobre el final, se ve absolutamente increíble. Los niveles, que imitan las ruinas de la arquitectura romana, egipcia y gótica, son muy hermosos de ver. Que no puedas huir de estas ruinas (al fin y al cabo, es una simulación por computadora) es apropiado desde el punto de vista temático.


El último ending (“bendito mensajero”) requiere encontrar todos los collectibles del juego, como estrellas y sellos grises, y resolver los puzzles del piso 6 de la torre. Con esto nos convertimos en dignos mensajero de Elohim, ayudando a las generaciones futuras de tu especie a alcanzar la iluminación.


¿Sueñan los androides…?

El propósito del mundo simulado es crear un robot que sea lo suficientemente inteligente como para resolver acertijos y planificar a largo plazo, pero también curioso y tenaz como para desafiar la autoridad.

Así, el tema central detrás de los acertijos es una discusión sobre lo que significa ser humano y si es posible programar una máquina que pueda calificar como humana en algún sentido.

Hay tres IA diferentes en The Talos Principle: nuestro robot, Elohim y Milton. El objetivo final es alcanzar una conciencia artificial capaz de traicionar a Elohim, al mejor estilo primera temporada de Westworld.

Elohim está a cargo de mantener el mundo virtual en el que estamos corriendo, asegurándose de que todo funcione sin problemas, además de guiarnos. El propósito de Milton, por su parte, es desafiar a las IA, incluido a nosotros mismos, en sus creencias.


Las referencias literarias en las que se basan son muy evidentes. Por ejemplo, Isaac Asimov (un gran protagonista de este blog) tuvo sus aproximaciones a la robótica y los planteos existenciales de esta índole a lo largo de toda su obra.

La eterna cuestión sobre lo que nos hace humanos fue el leit-motiv de Philp K. Dick en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, que fue inmortalizada en la película Blade Runner. El tema de si los androides sueñan (es decir, si pueden acercarse a una de las cualidades más destacadas del ser humano) se plantea en tres niveles en The Talos Principle.

El primero es directo y proviene de los logs que encontramos en los terminales, contemplando esta pregunta. El segundo nivel viene del asistente de biblioteca, con quien podemos discutir sobre aquello durante el desarrollo del juego.

El tercer nivel es el más literal. Existe una habitación secreta –uno de los tantos easter-eggs del juego– en la que podés caer, sin otra salida que dormir en una cama. Cuando lo hacés, el robot sueña con ovejas eléctricas.


El aspecto religioso en The Talos Principle

Todo el juego es una referencia inmediata a la historia del Jardín del Edén, protagonizada por robots e inteligencias artificiales desgarradas por la lealtad a Elohim (Dios) y la tentación de Milton (que representa a la serpiente).

No es un spoiler que todo ocurre en una realidad virtual ya que es algo que queda claro desde el principio. El ser divino Elohim es solo una IA diseñada para monitorear el sistema. El nombre es uno de los muchos nombres hebreos para Dios, que se usa de manera más prominente en el primer capítulo del Génesis. Ya saben, el comienzo de la narración del Jardín del Edén adonde se crea el mundo y la humanidad. No hay nada sutil acá.


Lo interesante en The Talos Principle es la ausencia de antagonistas. Ni Elohim ni Milton realmente quieren que fracases. Milton solo está programado para insertar dudas en la simulación y fomentar el pensamiento crítico, y Elohim simplemente se muestra reacio a ser desafiado, sabiendo que eso terminará la simulación y posiblemente lo matará, pero nunca se vuelve hostil y hasta te felicita si tenés éxito.

El punto de la existencia del robot protagonista (y el mundo que habita) es que evolucione desde una IA básica hasta una conciencia artificial definitiva. Según las decisiones que tomemos, estamos al final o cerca del final de este proceso.


Palabras finales

Los amantes de los puzzles no van a decepcionarse con este título. Los amantes de la ciencia ficción especulativa tampoco. Sí, es cierto que el juego se vuelve un tanto repetitivo; pero más frecuentemente presenta ideas muy originales con resoluciones que llegan como una iluminación divina.

Lo último que me queda por comentar es el origen del título. “El principio de Talos” es un concepto filosófico que generalmente se resume en esta idea: “Incluso el filósofo más fiel no puede vivir sin su sangre”. Para simplificar demasiado, afirma que tener una existencia dependiente de la presencia de una cosa en particular es el gran ecualizador que elimina cualquier distinción entre humanos y máquinas.

Otra interpretación de esto es que todo lo que se necesita para que exista un ser vivo es una fuente de vida, ya sea sangre o maquinaria, y sin dicha fuente, esa cosa dejará de existir. En este sentido, el mayor temor de Elohim es que él también podría estar sujeto a este principio, lo que significa que no es tan inmortal como le dice constantemente al jugador que es.


Para alguien como yo, que he dedicado varias notas a estudiar las ideas más importantes de algunos de mis filósofos favoritos (ya llevo ocho episodios, por cierto) estas cuestiones me resultan fascinantes.

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=>> Otros posts sobre VIDEOJUEGOS y SCI-FI en el blog: “La fascinante IA en Dicey Dungeons”; “El emotivo viaje de Brothers: a Tale of Two Sons”; “Into the Breach y el arte de perder”; “El océano de referencias pop de Alan Wake”; “Alphaville: ciencia, ficción y ciberpunk”; “¿Sueña Phillip Dick con ovejas eléctricas?”.

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