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lunes, 3 de febrero de 2020

Mundodisco (I): El color de la magia (Terry Pratchett, 1983)


Publicado en 1983, El color de la magia –el primer libro en la saga de Mundodisco– fue el intento de Terry Pratchett de deconstruir y escribir en contra de la “fantasía de consenso” y, mientras lo hacía, contar algunos buenos chistes. Ésta era una de las novelas que más me debía y finalmente la pude encarar. Hoy: la reseña literaria.




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El origen de Mundodisco

La primera novela de Mundodisco narra las aventuras de Rincewind, un mago chanta y asustadizo cuyos talentos incluyen un solo hechizo (cuyo pronunciación y consecuencias desconoce), un don natural para los idiomas y la capacidad de molestar severamente a la Muerte.

Gracias a la desgracia, que parece perseguirlo constantemente, Rincewind termina convirtiéndose en el guía y protector de Dosflores, el ingenuo primer turista del Disco. A lo largo de esta obra –compuesta por cuatro relatos de relativa autonomía– ellos viajan desde las peligrosas calles de Ankh-Morpork, llenas de bandidos y criminales, hasta el borde literal del mundo plano.

En su juventud, Terry Pratchett fue un ávido lector de novelas de fantasía. Un buen día comenzó a preguntarse por qué todas las historias seguían las mismas reglas si se suponía que eran obras de la imaginación pura.


La novela –cortita y de lectura súper amena– fue lo suficientemente exitosa como para justificar una secuela y una adaptación radial en la BBC Radio 4, pero su conquista no fue masiva. No ganó grandes premios, y el escritor no pudo dedicarse a tiempo completo hasta el lanzamiento de la cuarta entrega de la saga.

Hoy Mundodisco es enorme. Se compone de más de 40 novelas (la última fue publicada en 2015) que siguen las diferentes líneas argumentales de los personajes.

Por ejemplo, el arco argumental de Rincewind se compone de 6 novelas (la secuela directa, La luz fantástica, pienso encararla el año que viene). Y tiene apariciones breves en otros textos donde otros van tomando el protagonismo. Algunos de esos personajes, de hecho, son introducidos en esta primera parte (Dosflores, Hrun el Bárbaro, la Muerte, etc).


Yo no soy súper fan del género de fantasía, pero sí logré identificar muchas de las propiedades intelectuales que El color de la magia parodia directamente. Y de forma muy divertida, si puedo agregar. Hacía mucho que no me reía tanto (y a carcajadas) con una lectura.

La narración tan directa del autor, quien no tiene problemas en detenerse para contarnos anécdotas sobre el mundo, hace que la lectura sea como un juego cómplice, en el que el propio lector se siente parte de aquel mundo soportado por cuatro elefantes montados sobre la enorme tortuga interestelar, Gran A'Tuin.
«Hemos entrado en una zona con un alto índice de magia. No me preguntes cómo. Había una vez un campo mágico verdaderamente poderoso que debió de generarse aquí, y estamos notando los efectos secundarios. -Exacto- dijo un arbusto al pasar.»

Por cierto, hay potenciales spoilers del primer libro, aunque trato de mantenerlos al mínimo.

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Las parodias en El color de la magia

Lo primero que me viene a la mente es el sistema mágico de Dungeons & Dragons, donde los hechizos ocupan una cierta cantidad de espacio en la cabeza y generalmente llevan el nombre de su creador. En el Disco, la magia funciona de esa manera pero tiene tantas reglas estúpidas que se convierte más en una molestia.

Ningún hechizo sirve de gran cosa. Un mago puede tardar tres meses en memorizar hasta el más sencillo, y luego, una vez usado, desaparece. Como le explica Rincewind a Dosflores en un momento, uno se pasa veinte años aprendiendo el hechizo que hace aparecer vírgenes desnudas en el dormitorio y, cuando lo consigue, está demasiado viejo y cansado como para acordarse de lo que viene después.


Por su lado, Rincewind tiene en su cerebro uno de los Ocho Grandes Hechizos, aunque nadie puede averiguar cuál es hasta que él no lo pronuncie. Incluso él mismo lo ignora (aunque a veces el hechizo está con ganas de pronunciarse a sí mismo y el mago tiene que hacer lo posible por no dejarlo escapar).

Los magos de la Universidad Invisible –de donde el protagonista fue expulsado– trataron de explicar el fenómeno sugiriendo que la memorización involuntaria del hechizo había ocupado todas sus células de retención de encantamientos.
«Los graduados solían salir como auténticos magos, pero Rincewind -tras un desafortunado acontecimiento- abandonó las aulas sabiendo sólo un hechizo, y ahora sobrevive en la ciudad explotando su talento innato para los idiomas. Evita trabajar por cuestión de principios, pero tiene un ingenio rápido que deja las mentes de sus conocidos a la altura de la de un roedor avispado.»

Hay otros elementos que recuerdan a Dungeons & Dragons, como cuando los dioses literalmente juegan a los dados con el destino de los protagonistas, teletransportando un troll en su camino. La caracterización de la Muerte como un ser activamente malévolo y azaroso también fue tomada de ahí, así como algunos nombres de ciudades y personajes.

Por su parte, el inmortal Lovecraft aparece homenajeado en la tercera trama ubicada en el templo de Bel-Shamharoth, de Robert Howard el autor toma a Conan, el Bárbaro (para concebir a su Hrun, el Bárbaro) y de Michael Moorcock rescató el concepto del héroe eterno (Rincewind condenado a estar siempre en el medio de la lucha del bien y el mal) y la existencia de Dioses caprichosos y caóticos.


Claramente hay una parodia hacia el mito artúrico, por ejemplo en relación a la presencia de una cierta espada mágica capaz de hablar (y que resulta ser muy pedante), la mágica espada negra Kring.
«En la mano derecha lleva la mágica espada negra llamada Kring. Fue forjada a partir de un trueno, y tiene alma, pero no soporta las vainas. Hrun la robó hace tan sólo tres días en el inexpugnable palacio del Archimandrita de B'Ituni, y ya empieza a lamentarlo. Le está consumiendo los nervios.»

El color de la magia en otros medios

Si bien esta novela inicial no fue un éxito absoluto cuando se lanzó, sí disparó el fenómeno de Mundodisco. Además de las cuarenta novelas ambientadas en aquel universo literario, hay una gran cantidad de películas, dramas radiales, videojuegos, juegos de mesa, de cartas, novelas gráficas y miniaturas.

En particular, El color de la magia fue adaptada en varios medios diferentes. Tuvo una muy divertida película inglesa para televisión en 2008 (donde participan actores de renombre como Tim Curry, Christopher Lee, Sean Astin, Jeremy Irons y Brian Cox) y hasta se llevó al formato del cómic (puede leerse completo en este link).


En cuando a videojuegos, hay dos casos memorables. Existe una aventura de texto para gamers de la vieja escuela, publicada en 1986 para la Commodore 64. 

Mejor aún, hay una aventura gráfica de tipo “point and click” de 1995 –fuertemente inspirada en los juegos de Sierra– que recuerdo haber jugado de chico. Tiene como protagonista a Rincewind, aunque en realidad se basa en otra de sus novelas (¡Guardias, guardias!, de 1993).


La deconstrucción de un género

El color de la magia trata de cuestionar, deconstruir y luego reírse a costa del género de fantasía y sus muchos elementos narrativos convencionales (o “tropos”, si bien odio eso traducción de tropes).

A diferencia de lo que mucha gente cree, las historias de fantasía pueden no estar ambientadas en el mundo real, pero, a su manera, hablan sobre la realidad. Los personajes El Señor de los Anillos o de Harry Potter se ocupan de problemas con los que podemos identificar, simplemente están enmascarados en un universo donde existen la magia, las hadas y los orcos.

Es cierto que la novela de Pratchett aprovecha muchos clichés de fantasía para burlarse, pero también cuestiona cómo debería funcionar un mundo: real, fantástico o cualquier cosa intermedia.


Las aventuras de Rincewind y Dosflores –a lo largo de las cuatro historias planteadas– nos hablan sobre la importancia equivocada que las personas le dan a la riqueza, la relación entre la vida y la muerte (y todos los acontecimientos que se interponen), el poder de la persuasión y las maravillas de la ciencia, por mencionar sólo algunos temas.

En cuanto al título del libro, el color de la magia es el octarino, el octavo color, el pigmento de la imaginación. La esencia misma del encantamiento. Dependiendo de la escena, es invisible o más negro que negro si no sos una criatura que pueda ver magia (como un mago o un gato). Pero a Rincewind siempre le parecía una especie de púrpura verdoso.

La obra también presenta dragones diferentes a la literatura clásica. En Mundodisco existen dos razas: Draco (nis) vulgaris, el pequeño dragón realista del pantano, y Draco (nis) nobilis, dragones enormes que solo pueden existir gracias a una fuerte magia o creencia (también, debido a que no son exactamente reales, a menudo son en su mayoría transparentes).

Un aspecto anecdótico, y muy divertido, es cuando Terry Pratchett coquetea con los viajes temporales. Al parecer, existen unas especies de plantas muy escasas, las retroanuales, que gracias a un extraño giro cuatridimensional en su código genético, se pueden plantar un año para que crezcan el anterior.
«Las cepas de nuez vul son un caso todavía más extraño, puesto que pueden crecer hasta ocho años antes de que se plante su semilla. Se dice que el vino de nuez vul proporciona a los que lo beben ciertas visiones del futuro. Un futuro que, desde el punto de vista de la nuez, es el pasado. Increíble, pero cierto.»

Palabras finales

El libro tiene cierta continuidad argumental, si bien cada uno de los relatos se enmarca en una aventura completamente diferente. La primera y la última historia las disfruté un montón, mientras que la segunda y la tercera tal vez no tanto. Suele suceder así con los libros que funcionan a modo de antología.

De todas maneras, Pratchett propone un universo fascinante que, a simple vista, parece una burla básica a los universos conocidos, pero que en realidad es un mundo complejo con su propia mitología, héroes e historias. Disfruté mucho de la lectura y ya tengo ganas de entrarle al segundo, La luz fantástica (1986), que agendé para el próximo año.


Todo apunta a pensar que la serie de Mundodisco es parodia y homenaje en partes iguales, crítica de un género al mismo tiempo que le rinde tributo. Por sobre todo, es muy cómico y eso hace que se vuelva súper llevadero.
«Como bien sabía por experiencia, sólo era cuestión de tiempo que el equilibrio del universo volviera a sus cauces normales y empezaran a sucederle las cosas terribles de siempre.»

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