Publicado en 1983, El color de la magia –el primer libro en la saga de Mundodisco– fue el intento de Terry
Pratchett de deconstruir y escribir en contra de la “fantasía de consenso” y,
mientras lo hacía, contar algunos buenos chistes. Ésta era una de las novelas
que más me debía y finalmente la pude encarar. Hoy: la reseña literaria.
***
El origen de
Mundodisco
La primera novela de Mundodisco narra las aventuras de Rincewind, un mago chanta y asustadizo cuyos talentos incluyen un
solo hechizo (cuyo pronunciación y consecuencias desconoce), un don natural
para los idiomas y la capacidad de molestar severamente a la Muerte.
Gracias a la desgracia, que parece perseguirlo
constantemente, Rincewind termina convirtiéndose en el guía y protector de Dosflores, el ingenuo primer turista
del Disco. A lo largo de esta obra –compuesta por cuatro relatos de relativa
autonomía– ellos viajan desde las peligrosas calles de Ankh-Morpork, llenas de
bandidos y criminales, hasta el borde literal del mundo
plano.
En su juventud, Terry Pratchett fue un ávido lector
de novelas de fantasía. Un buen día comenzó a preguntarse por qué todas las historias
seguían las mismas reglas si se suponía que eran obras de la imaginación pura.
La novela –cortita y de lectura súper amena– fue lo
suficientemente exitosa como para justificar una secuela y una adaptación
radial en la BBC Radio 4, pero su conquista no fue masiva. No ganó grandes
premios, y el escritor no pudo dedicarse a tiempo completo hasta el lanzamiento
de la cuarta entrega de la saga.
Hoy Mundodisco
es enorme. Se compone de más de 40 novelas (la última fue publicada en 2015)
que siguen las diferentes líneas argumentales de los personajes.
Por ejemplo, el arco argumental de Rincewind se
compone de 6 novelas (la secuela directa, La
luz fantástica, pienso encararla el año que viene). Y tiene apariciones
breves en otros textos donde otros van tomando el protagonismo. Algunos de esos
personajes, de hecho, son introducidos en esta primera parte (Dosflores, Hrun
el Bárbaro, la Muerte, etc).
Yo no soy súper fan del género de fantasía, pero sí
logré identificar muchas de las propiedades intelectuales que El color de la magia parodia
directamente. Y de forma muy divertida, si puedo agregar. Hacía mucho que no me
reía tanto (y a carcajadas) con una lectura.
La narración tan directa del autor, quien no tiene
problemas en detenerse para contarnos anécdotas sobre el mundo, hace que la
lectura sea como un juego cómplice, en el que el propio lector se siente parte
de aquel mundo soportado por cuatro elefantes montados sobre la enorme tortuga
interestelar, Gran A'Tuin.
«Hemos entrado en una zona con un alto índice de magia. No me preguntes cómo. Había una vez un campo mágico verdaderamente poderoso que debió de generarse aquí, y estamos notando los efectos secundarios. -Exacto- dijo un arbusto al pasar.»
Por cierto, hay potenciales spoilers del primer libro, aunque trato de mantenerlos al
mínimo.
***
Las parodias
en El color de la magia
Lo primero que me viene a la mente es el sistema
mágico de Dungeons & Dragons,
donde los hechizos ocupan una cierta cantidad de espacio en la cabeza y
generalmente llevan el nombre de su creador. En el Disco, la magia funciona de
esa manera pero tiene tantas reglas estúpidas que se convierte más en una
molestia.
Ningún hechizo sirve de gran cosa. Un mago puede
tardar tres meses en memorizar hasta el más sencillo, y luego, una vez usado,
desaparece. Como le explica Rincewind a Dosflores en un momento, uno se pasa
veinte años aprendiendo el hechizo que hace aparecer vírgenes desnudas en el
dormitorio y, cuando lo consigue, está demasiado viejo y cansado como para
acordarse de lo que viene después.
Por su lado, Rincewind tiene en su cerebro uno de
los Ocho Grandes Hechizos, aunque
nadie puede averiguar cuál es hasta que él no lo pronuncie. Incluso él mismo lo
ignora (aunque a veces el hechizo está con ganas de pronunciarse a sí mismo y
el mago tiene que hacer lo posible por no dejarlo escapar).
Los magos de la Universidad Invisible –de donde el
protagonista fue expulsado– trataron de explicar el fenómeno sugiriendo que la
memorización involuntaria del hechizo había ocupado todas sus células de
retención de encantamientos.
«Los graduados solían salir como auténticos magos, pero Rincewind -tras un desafortunado acontecimiento- abandonó las aulas sabiendo sólo un hechizo, y ahora sobrevive en la ciudad explotando su talento innato para los idiomas. Evita trabajar por cuestión de principios, pero tiene un ingenio rápido que deja las mentes de sus conocidos a la altura de la de un roedor avispado.»
Hay otros elementos que recuerdan a Dungeons & Dragons, como cuando los
dioses literalmente juegan a los dados con el destino de los protagonistas,
teletransportando un troll en su camino. La caracterización de la Muerte como
un ser activamente malévolo y azaroso también fue tomada de ahí, así como
algunos nombres de ciudades y personajes.
Por su parte,
el inmortal Lovecraft aparece homenajeado
en la tercera trama ubicada en el templo de Bel-Shamharoth, de Robert Howard el
autor toma a Conan, el Bárbaro (para concebir a su Hrun, el Bárbaro) y de Michael Moorcock rescató el concepto
del héroe eterno (Rincewind condenado a estar siempre en el medio de la lucha
del bien y el mal) y la existencia de Dioses caprichosos y caóticos.
Claramente hay una parodia hacia el mito artúrico,
por ejemplo en relación a la presencia de una cierta espada mágica capaz de
hablar (y que resulta ser muy pedante), la mágica espada negra Kring.
«En la mano derecha lleva la mágica espada negra llamada Kring. Fue forjada a partir de un trueno, y tiene alma, pero no soporta las vainas. Hrun la robó hace tan sólo tres días en el inexpugnable palacio del Archimandrita de B'Ituni, y ya empieza a lamentarlo. Le está consumiendo los nervios.»
El color de la magia en otros medios
Si bien esta novela inicial no fue un éxito absoluto
cuando se lanzó, sí disparó el fenómeno de Mundodisco.
Además de las cuarenta novelas ambientadas en aquel universo literario, hay una
gran cantidad de películas, dramas radiales, videojuegos, juegos de mesa, de
cartas, novelas gráficas y miniaturas.
En particular, El
color de la magia fue adaptada en varios medios diferentes. Tuvo una muy
divertida película inglesa para televisión en 2008 (donde participan actores de renombre como Tim Curry, Christopher
Lee, Sean Astin, Jeremy Irons y Brian Cox) y hasta se llevó al formato del
cómic (puede leerse completo en este
link).
En cuando a videojuegos, hay dos casos memorables. Existe una aventura de
texto para gamers de la vieja escuela, publicada en 1986 para la Commodore
64.
Mejor aún, hay una aventura gráfica de tipo “point and click” de 1995 –fuertemente
inspirada en los juegos de Sierra– que recuerdo haber jugado de chico. Tiene
como protagonista a Rincewind, aunque en realidad se basa en otra de sus novelas
(¡Guardias, guardias!, de 1993).
La
deconstrucción de un género
El color de
la magia trata de cuestionar, deconstruir y luego reírse a costa del género
de fantasía y sus muchos elementos narrativos convencionales (o “tropos”, si
bien odio eso traducción de tropes).
A diferencia de lo que mucha gente cree, las
historias de fantasía pueden no estar ambientadas en el mundo real, pero, a su
manera, hablan sobre la realidad. Los personajes El Señor de los Anillos o de Harry
Potter se ocupan de problemas con los que podemos identificar, simplemente
están enmascarados en un universo donde existen la magia, las hadas y los orcos.
Es cierto que la novela de Pratchett aprovecha
muchos clichés de fantasía para burlarse, pero también cuestiona cómo debería
funcionar un mundo: real, fantástico o cualquier cosa intermedia.
Las aventuras de Rincewind y Dosflores –a lo largo
de las cuatro historias planteadas– nos hablan sobre la importancia equivocada
que las personas le dan a la riqueza, la relación entre la vida y la muerte (y
todos los acontecimientos que se interponen), el poder de la persuasión y las
maravillas de la ciencia, por mencionar sólo algunos temas.
En cuanto al título del libro, el color de la magia
es el octarino, el octavo color, el
pigmento de la imaginación. La esencia misma del encantamiento. Dependiendo de
la escena, es invisible o más negro que negro si no sos una criatura que pueda
ver magia (como un mago o un gato). Pero a Rincewind siempre le parecía una
especie de púrpura verdoso.
La obra también presenta dragones diferentes a la
literatura clásica. En Mundodisco
existen dos razas: Draco (nis) vulgaris, el pequeño dragón realista del
pantano, y Draco (nis) nobilis,
dragones enormes que solo pueden existir gracias a una fuerte magia o creencia
(también, debido a que no son exactamente reales, a menudo son en su mayoría
transparentes).
Un aspecto anecdótico, y muy divertido, es cuando
Terry Pratchett coquetea con los viajes temporales. Al parecer, existen unas
especies de plantas muy escasas, las retroanuales, que gracias a un extraño
giro cuatridimensional en su código genético, se pueden plantar un año para que
crezcan el anterior.
«Las cepas de nuez vul son un caso todavía más extraño, puesto que pueden crecer hasta ocho años antes de que se plante su semilla. Se dice que el vino de nuez vul proporciona a los que lo beben ciertas visiones del futuro. Un futuro que, desde el punto de vista de la nuez, es el pasado. Increíble, pero cierto.»
Palabras
finales
El libro tiene cierta continuidad argumental, si
bien cada uno de los relatos se enmarca en una aventura completamente
diferente. La primera y la última historia las disfruté un montón, mientras que
la segunda y la tercera tal vez no tanto. Suele suceder así con los libros que
funcionan a modo de antología.
De todas maneras, Pratchett propone un universo
fascinante que, a simple vista, parece una burla básica a los universos
conocidos, pero que en realidad es un mundo complejo con su propia mitología,
héroes e historias. Disfruté mucho de la lectura y ya tengo ganas de entrarle al
segundo, La luz fantástica (1986), que agendé para el próximo año.
Todo apunta a pensar que la serie de Mundodisco es parodia y homenaje en
partes iguales, crítica de un género al mismo tiempo que le rinde tributo. Por
sobre todo, es muy cómico y eso hace que se vuelva súper llevadero.
«Como bien sabía por experiencia, sólo era cuestión de tiempo que el equilibrio del universo volviera a sus cauces normales y empezaran a sucederle las cosas terribles de siempre.»
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=>> Otros posts sobre LITERATURA en el blog: “Un
caballero de los siete reinos, una novela de George Martin”; “Riding
the bullet, una novela corta de Stephen King”; “The
Galley Slave, una novela de Drago Jancar”; “La
Torre Oscura (II): La llegada de los Tres”; “Un
planeta llamado Traición, una novela de Orson Scott Card”.
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