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martes, 23 de julio de 2019

Técnicas narrativas (VII): ¡No lo digas, mostralo!


“Show, don´t tell!” (algo así como “¡no lo digas, mostralo!”) es una de las técnicas de escritura más importantes en narrativa. Le confiere calidad a un texto y hace participantes activos a los lectores. Sorpresivamente, esta técnica también se ha aplicado para mejorar el cine, los videojuegos y otro tipo de obras artísticas.




***

¡No lo digas, mostralo!

La técnica “show, don´t tell” tiene su complejidad a la hora de aplicarla y puede resultar confusa en principio. Si se escribe con palabras… ¿cómo puedo “mostrar algo” con palabras? La buena noticia es que, cuando uno la internaliza, comienza a surgir naturalmente. Y es que es así: los escritores trabajan tanto con palabras como con imágenes.

Anton Chejov, el celebrado autor ruso, definió el “mostrar, no decirlo” de esta manera:

«No me digas que la luna está brillando. Mostrame el destello de luz sobre los vidrios rotos

La escritura utilitaria únicamente tiene un objetivo: comunicar un mensaje. El empleado de oficina que le escribe a su jefe: “Ayer vendí todas las naranjas rápidamente” está comunicando exactamente eso. No hay motivo para criticar su accionar. Utilizó las palabras justas.

Pero los que aspiramos a ser escritores sabemos que el objetivo es provocar alguna reacción determinada en el lector, llevarlo a sentir lo que nuestros personajes están sintiendo. La escritura literaria no es utilitaria: importa lo que se dice, claro, pero más importa cómo se dice. El “estilo” es una parte fundamental en narrativa.


La diferencia entre “mostrar” y “decir” es que la primera evoca la imagen mental de una escena/emoción, mientras que la segundo expresa acciones y emociones.

Ejemplos de “Show, don´t tell!”

Mejor vamos con un ejemplo concreto. En lugar de decir:

«Ayer vendí todas las naranjas rápidamente.»

Un escritor podría haber colocado:
«No sé cómo ocurrió. Apenas entré al mercado, unas quince mujeres corrieron hacia mí con tanta locura que tuve que ocultarme debajo de mi puesto de naranjas. Pero la cosa no era conmigo. Cuando asomé la cabeza no pude dar crédito a lo que veían mis ojos: ellas olían mis naranjas e inmediatamente las echaban a sus bolsas. Comenzaron a formar una fila. No supe reaccionar. Una señora mayor, irritada, dijo: “¿Me cobrás las naranjas, nene?”. Me puse de pie de un tirón. Agarré la bolsa de la cliente, la pesé y, soltando un suspiro, exclamé: “18 pesos, señora. Que tenga un buen día”. Pagó con una sonrisa. En cuestión de diez minutos no me quedaba una sola naranja. Casi siempre me llevaba horas venderlas todas.»

Es un caso tonto, pero se entiende la idea. En un relato o en una novela, la segunda versión le está mostrando al lector que las naranjas no tardaron en venderse. No necesita decirlo explícitamente.

La técnica es especialmente interesante para crear misterio o suspenso. En lugar de decir: “Escuché pasos arrastrándose detrás de mí y eso hizo que toda la situación fuera más escalofriante”, es más interesante si puede mostrarse así:  
Los crujidos golpearon mis oídos por detrás, acelerando el ya rampante latido de mi corazón.”

Vamos con otro. Podemos decir: “Ella era mi mejor amiga. Podía contarle todo.” o mostrarlo de esta forma: 
La encontré en la plaza de la ciudad, corriendo hacia mí con nuestro habitual abrazo que dura demasiado tiempo. Se nos iluminaron las caras mientras chusmeábamos de nuestras vidas”.


Un último ejemplo aplicado a los diálogos (que son la manera de “mostrar” por excelencia en la escritura). En este caso se trata de un fragmento de mi tercera novela. La protagonista adolescente habla con su padre por celular:

—Hola, papá...
—Hola, corazón, ¿está todo bien?
—Sí, pa, todo bien. ¿Dónde estás?
—En el auto, yendo para casa. Recién salgo del Club Náutico.
—¿Podés hablar?
—Sí, decime.
—Emm… los papás de Feli se fueron de viaje… me propuso quedarme a dormir en su casa.
—Ajá. ¿Y qué le dijiste?
—No sé… tengo ganas. Pero no sé. No me esperaba que fuera esta noche… Si no voy, se va a enojar, ¿no? ¿Qué hago?
—Corazón, no pienses en su reacción, ése no tiene que ser el motivo.
—No, claro… obvio.
—Y tampoco esperes que yo dé saltos de alegría si decidís hacerlo.
—Papá…
—Es una noche importante, hija. Una que seguramente te acuerdes por el resto de tu vida. No es algo para cancherear mañana con tus amigas en la escuela.
—Lo sé.
—Si vos pensás que… mierda… si vos pensás que cuando vuelvas a recordar esta noche, lo vas a hacer con una gran sonrisa en la cara… si es así, entonces dale para adelante. Felipe es un buen chico. Pero si no estás segura…
—No estoy segura, pa.
—Si no estás segura, esperá. Tenés todo el tiempo del mundo, creeme. No necesitás quemar esa etapa ya mismo…
—Bueno. Lo voy a pensar.
—Pensalo tranquila.

¿Cuántas cosas, que no se dijeron directamente, podemos deducir de esta conversación? Muchas, espero. Porque la idea era mostrar las personalidades y la relación entre ambos aplicando la técnica de “show, don´t tell”.

El texto no es un narrador diciendo: “Ella quería mucho a su padre y tenía confianza para hablar de sexualidad con él”. Podemos comprender que padre e hija tienen un lazo fuerte y honesto, con la suficiente confianza como para hablar de un tema tan delicado como es perder la virginidad.

El padre es comprensivo, pero no por eso avala el hecho de que su hija tenga sexo por primera vez tan pronto. Los puntos suspensivos, el masculleo y el “mierda” ayudan a vislumbrar que al padre le está costando encontrar las palabras adecuadas (“Si vos pensás que… mierda… si vos pensás que cuando vuelvas a recordar esta noche”). Ella necesita su consejo para tomar la decisión, busca su aprobación, pero no está convencida tampoco.

Mostrar vs. decir

Al “decir” en lugar de “mostrar” le estamos robando al lector la oportunidad de que descubra, por sí mismo, el mundo creado por el autor. “Mostrar” permite agregar algo más personal a la escena. En términos generales, un lector no quiere que le digan que un personaje está feliz o enojado, sino que quiere poder sentirlo.

En cambio, cuando mostramos algo, sea con diálogos o acciones, permitimos que sea el lector el responsable de interpretar el mensaje. No le estamos imponiendo nada, sino haciéndolo partícipe de la narrativa.

En las (buenas) películas, el lenguaje audiovisual hace exactamente eso. Y los mejores videojuegos de la historia han sabido incorporar técnicas de “show, don´t tell” para volver entretenidos los fastidiosos tutoriales que todos odian.

No hay mejor diseñador de videojuegos que el que logra enseñarte las mecánicas de un juego sin hacerte pasar por el clásico tutorial. Recuerdo joyitas como Megaman X y Super Metroid que hacen exactamente esto.


El primer nivel de Megaman X es un excelente ejemplo de tutoriales que muestran en lugar de decir...

Otros videojuegos que no tratan al jugador como un imbécil (es decir, aplican las técnicas de mostrar en lugar de decir) son los dos de Portal y Shadow of the Colossus. Estos tienen una narrativa ambiental fascinante.

Todo se reduce a lo siguiente: mostrar las cosas, en lugar de simplemente decirlas, convierte al lector/espectador/jugador en parte de la historia. ¿Quién querría abandonar un argumento del que ya forma parte?

Técnicas para el “show, don´t tell”

Hay muchísimos autores que brindan estrategias diferentes para aplicar esta técnica. Una de las más populares es eliminar los adverbios finalizados en “–mente”, en la medida en la que sea posible (y tenga sentido hacerlo).

Un adverbio modifica al verbo. Dicho de otra forma, ofrece información extra sobre el verbo. Volviendo al primer ejemplo, las naranjas no sólo se vendieron, sino que se vendieron “rápidamente”.

Un texto literario se enriquece notablemente cuando encontramos la manera de describir esa información adicional de otra forma que no sea tan seca.


Escribir es como una partida de ajedrez donde se puede iniciar desde un lugar común y, rápidamente, llegar hasta un punto nunca antes visitado. Un personaje puede “desbaratar a piñas” a otro en lugar de simplemente “golpearlo”. Todos los cinco sentidos y las imágenes o metáforas pueden ponerse en juego también.

Lo que yo hago al escribir es armar un primer borrador de un tirón y después hacer revisiones posteriores para pulir todos esos clichés y lugares comunes.

Emociones como “feliz”, “triste”, “enojado” o “ansioso” fácilmente pueden enriquecerse mostrándolas en una escena concreta o enfocándose en el lenguaje corporal (acá es donde el lenguaje audiovisual del cine ha logrado grandes cosas).

Es muy fácil describir la personalidad de un personaje en palabras, pero más atractivo es poder hacerlo con acciones y situaciones determinadas.

La primera escena de House of Cards, por ejemplo, nos dice todo lo que necesitamos saber sobre Frank Underwood (Kevin Spacey). Cuando un auto atropella a un perro en la calle, Frank intenta confortarlo mientras le habla a la audiencia (rompiendo, por primera vez de muchas, la cuarta pared). Luego, con calma y tranquilidad, estrangula al canino. Su naturaleza fría y cruel queda a la vista.


"There are two types of pain: The sort of pain that makes you strong, or useless pain...the sort of pain that's only suffering. 
I have no use for useless things."

Palabras finales

Si alguna vez estás leyendo algo y te da la sensación de que el autor puso “pausa” para vomitarte una serie de detalles sobre el personaje o la trama, probablemente estés ante el “decir” que tanto buscamos evitar. En inglés se suelen llamar a estas situaciones como “exposition dumps”.

El “decir” implica que tenemos que creerle al autor, quien no nos considera capaces de darnos cuenta por nosotros mismos. “Mostrar” suele ir más en sintonía con la historia, sin impedir que fluya. Podemos describir la personalidad de nuestro personaje sin necesidad de despegar al lector de la narración.

¡Pero ojo con esto! El escritor es quien debe decidir qué decir y qué mostrar, y la regla no implica hacer un 100% de mostrar y 0% de contar (y menos al revés). Es necesario encontrar un balance entre ambas partes.

Paciencia. Ni yo ni los escritores verdaderamente exitosos del mundo logran perfeccionar esta técnica. Puede dar un par de dolores de cabeza porque es bastante contraintuitiva, pero les aseguro que mejora considerablemente la calidad literaria de la obra, el nivel del videojuego o la escena de la película.

Show, my friend. Don´t fucking tell.

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2 comentarios:

  1. Las naranjas es un ejemplo donde contarlo funciona bien. Lo otro es tal vez demasiado extenso.
    Pero el diálogo del padre con la hija, funciona muy bien, en como se da a entender la relación con su padre.
    También he leído que mostrar un borracho tambaleandose es mejor que decir era un borracho incurable.
    Supongo que lo de mostrar en lugar de narrar podría ser fundamental en una historieta.
    Interesante artículo.

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    Respuestas
    1. Ja, sí, lo de las naranjas fue un ejemplo tonto y exagerado. Pero era para dar a entender la idea. Buen ejemplo el del borracho tambaleándose... gran aporte.
      ¡Saludos!

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