Sherlock, aquel célebre detective privado alto,
delgado, irónico, frío, astuto e intelectualmente inquieto, se hizo famoso por
utilizar diferentes métodos de razonamiento para alcanzar la verdad en
situaciones imposibles. Sin embargo, algunas (pocas) veces también se equivocó.
La aventura
de la cara amarilla (o, simplemente, La
cara amarilla) es una de las 56 historias cortas que forman el canon (junto
a sus otras cuatro novelas) de la obra de Arthur Conan Doyle.
El relato formó parte de la antología “Las memorias de Sherlock Holmes” y fue
publicado originalmente en 1893.
Este cuento es particular por varios motivos.
El primero es el error en el análisis de Sherlock, algo que pocas veces se vio
en sus relatos. Por otro lado, el texto tiene una estructura extraña donde la
historia del cliente ocupa la mitad de su extensión.
De todas formas, se
diferencia especialmente de otras historias del famoso detective por su
temática: el racismo. Algo que Conan Doyle trabajó muy poquitas veces en sus
escritos.
Holmes y Watson reciben la visita de Grant Munro, un próspero comerciante de
lúpulo viviendo en el sur de Londres (más precisamente en Norbury). Tras un par de años
de feliz matrimonio con su esposa Effie, comienza a observar un particular
comportamiento en ella, uno que lo sumerge en un mar de celos y dudas.
Effie le
pidió una gran suma de dinero sin decirle para qué, se despertó a mitad de la
noche para hacer una caminata noctura y estuvo merodeando en la casa de los
vecinos, un fantasmagórico lugar donde Grant jura haber visto una espectal cara
amarilla.
El cuento está disponible en Internet (por ejemplo,
en este link) por
si les interesa leerlo antes de arruinarse el final.
***
Resumiendo mucho de la historia, al final lo que
parecía ser un enfermizo complot de venganza y chantaje por parte del ex marido
de Effie (que confunde al implacable Holmes) termina siendo una historia de
amor materno-filial.
En este caso, el detective se agrandó con una
solución que le pareció la única posible y le erró feo.
Cuando Watson, Holmes y Grant entran en la
misteriosa casa, lo que descubren es que Effie estaba escondiendo a una pequeña
niña afroamericana, su hija que fue resultado de su último matrimonio.
Ella le
explica a Grant que su ex-marido era negro y que, luego de su muerte, escondió
a su niña haciéndola usar una márcara amarilla que impidiera que los vecinos
cuchicheen. Todo lo que hizo fue por amor a su hija y miedo a
que su marido la abandone debido a tan terrible secreto.
Si bien la historia no es especialmente ingeniosa
(aunque sí tiene un ritmo escalofriante), es el final lo que me parece
brillante. Holmes y Watson están de regreso en su casa, silenciosos ambos.
Sherlock,
dándose cuenta de lo errado que estuvo en sus deducciones, le dice a Watson lo
siguiente:
«Watson: si en alguna ocasión le parece que yo me muestro demasiado confiado en mis facultades, o si dedico a un caso un esfuerzo menor del que se merece, tenga usted la amabilidad de susurrarme al odio la palabra “Norbury”, y le estaré infinitamente agradecido.»
(Sherlock
Holmes, La aventura de la cara
amarilla)
Con esta frase, Sherlock no sólo se reconoce como
un ser imperfecto, capaz de equivocarse, sino que además busca algún mecanismo
para poder pelear con esa personalidad testaruda, orgullosa y altanera que lo
caracteriza. Es un momento chiquito en el cual vemos a su personaje evolucionar
hacia un ser más completo.
Por cierto: ¿les suena esa frase?
Eso es porque el primer episodio de la cuarta
temporada de la serie Sherlock
utilizó el relato de la Cara Amarilla como
inspiración parcial. Al final del episodio, luego de los fatídicos eventos que
ocurren, el protagonista está sentado con la Sra. Hudson y le dice a ella exactamente eso.
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No me parece muy atractivo el relato. Creo que el error de Holmes partió de suponer que había delito. De olvidar lo de no formular una hipotesis antes de tener datos.
ResponderEliminarCreo que puede sumarse al único relato en que interviene Irene Adler, quien termina venciendolo.
Interesante reseña.
Lo que me gusta a mí es que el se "hace el canchero" sacando conclusiones rápidas, y lo más lindo es que nada que ver. Por eso está muy bueno cuando le dice esa frase a Watson al final, reconociendo que se agrandó innecesariamente.
Eliminar¡Saludos!
creo que lo atractivo está en lo sorprendente del final, uno también piensa otro final al leer el cuento, algo similar sucede con "La melena del león" donde el final es totalmente distinto a lo que uno podría suponer.
EliminarCuál sería el delito en este cuento?
ResponderEliminarInvestigaba quien podría estar extorsionando a la esposa sacándole dinero a cambio de algún secreto. De ahí lo atractivo del relato porque el final es sorprendente.
EliminarCual es,el enigma se intenta descubrir
ResponderEliminarExcelente cuento, sorprende el final. Lo cuál no es muy común, porque casi siempre lo impresionante es la explicación que Sherlock hace sobre la resolución de los casos, pero en esta historia estaba equivocado. Algo similar sucede en "La melena del león" donde la explicación del final también resulta sorprendente y muy distinto a todo lo que uno podría imaginarse durante el transcurso de la historia.
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