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martes, 28 de abril de 2015

“Una sopa existencial” (cuento)

Lejos de la complejidad que suelo intentar colocar en mis relatos, este es sencillo, cortito y al pie. Prima la ironía y el sabor de lo cotidiano. Lo escribí inicialmente para la escena del mes de Literautas.com, que reúne a varios aspirantes a escritores.

En su momento lo llamé La maldición. Lo cambié a Una sopa existencial cuando quise presentarlo a un concurso que resultó ganar. ¡Espero que les guste! (Y si no... a cuento regalado no se le mira la trama).

La versión narrada del cuento la encuentran por acá: Podcast Cuentos de Luciano Sívori

► Este relato ganó el Primer Premio en la categoria de Narrativa Adulto en el XXX Certamen Literario del Club Mendoza de Regatas, el Segundo Premio en “Concurso de microrrelatos I+D: inclusión + diversidad” (UNS, Bahía Blanca) y una Mención de Honor en el  Segundo Certamen Literario Nacional "Alma en Letras" 2021


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“Una sopa existencial”
Luciano Sívori

Sucede una vez en un millón de veces. 
La mosca y el hombre compartieron una sopa sin que el otro se diera cuenta, justo en el preciso momento en el que ambos estaban preocupados por la cotidianeidad de sus vidas.

No sé bien cómo ocurrió –no soy médico, solo un humilde narrador– pero durante el intercambio de fluidos, utilizando la sopa como vaso comunicante, se produjo un reemplazo existencial a nivel neuronal. El hombre empezó a vivir como una mosca, y la mosca como un ser humano.

Fue raro para ambos. (Creo que sería raro para cualquiera.)

En principio, el hombre se sintió asqueado por su reciente actitud revoltosa. Le molestó vomitar su propia comida para volverla a comer, defecar cada cuatro minutos y que las personas intentaran sacárselo de encima. Sin embargo, su ángulo de visión de 360° no le resultó desagradable en lo absoluto. Veía todo a su alrededor, y además tenía más de 15.000 papilas gustativas repartidas en sus patas. Veía y sentía todo. Aprovechó para volar hacia lugares fascinantes.

Y así, por primera vez, se sintió realmente libre.

Vivió únicamente 30 días, como casi todas las moscas, pero fueron los mejores de su vida.

Por su parte, la mosca llevó una vida de humano. Le exigieron utilizar ropa incómoda para mostrarse en sociedad. Por la mañana se levantaba temprano, trabajaba, volvía a su pequeño departamento para mirar algo de televisión y cenaba; luego el día se repetía. 

Tuvo que pertenecer a una clase, a una sociedad, a un país, a un continente y a una civilización. Encontró que el universo era misterioso y desconcertante. Se sintió desahuciada. Necesitó amor y cuidados.  Acumuló cosas que luego tiró.

Vivió solo 30 años. Un pico de estrés terminó con su existencia.

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7 comentarios:

  1. Luciano! muy buen relato! Disfruté mucho al leerlo! Muy Bueno!

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  2. Grossso ! Si breve y bueno.. dos veces ... ( saludos )

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  3. Tus cuentos siempre tienen algo interesante.
    Este empezó con mucha ironía, pero me dejó un sabor amargo hacia el final por el golpe crítico a la sociedad y la cultura.
    Muy bueno y en muy poco espacio che!
    Una gambeta de Messi

    Abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Puf, me estás comparando con algo demasiado grande. ¡Pero se agradece, che!

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