Hay una verdad incómoda en las citas contemporáneas que la película independiente Fresh (2022) se encarga de desmembrar, tanto literal como metafóricamente.
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Entre el ghosteo y las red flags
Fresh no es la primera ficción interesada en explorar esa rutina angustiante de apps, red flags, ghostings y violencias más o menos veladas. Pero, ciertamente, es una de las perspectivas más originales de los últimos años.
La directora debutante Mimi Cave transforma esta experiencia en un banquete macabro donde el horror se entrelaza con la comedia negra para dar lugar a una sátira sobre la misoginia y el mercado de la carne humana. Spoilers, ups.
Vi esta película en una double-feature con la nueva de la directora, Holland (que, de hecho, me resultó bastante insulsa). Actualmente, Holland (2025) puede verse en MAX, mientras que Fresh está disponible en Disney+.
Desde su primera y genial escena, Fresh nos sumerge en la decepción moderna: una cita horrible con un energúmeno salido de Tinder.
Chad (nombre de manual) critica la ropa oversize de Noa (una magnética Daisy Edgar-Jones), insiste en que lleve efectivo, sugiere que las mujeres de hoy no son suficientemente femeninas y, como broche de oro, la llama “zorra estirada” cuando ella no le devuelve el beso.
Esa acumulación de pequeñas agresiones –a veces más sutiles, a veces no
tanto– se convierte en una especie de prólogo perfecto para lo que va a venir:
una mirada despiadada a los micro-machismos que atraviesan el universo
romántico heterosexual.
Here comes the Stan
Ahí es donde aparece Steve (Sebastian Stan, en su versión más encantadora… y aterradora). El tipo aparece en el supermercado -en el pasillo de “carne fresca”, ni más ni menos- con su sonrisa fácil y su presencia segura.
Durante el primer acto Fresh flirtea con la comedia romántica. Incluso se permite jugar con su estructura, posponiendo los títulos de apertura hasta pasados los 30 minutos, cuando el film se revela como lo que verdaderamente es: una historia de terror psicosexual con tintes gore.
Ese cambio de tono, tan brusco como efectivo, encapsula la experiencia de muchas mujeres que, tras cruzarse con un supuesto “buen tipo”, descubren que detrás de la fachada hay algo mucho más siniestro.
La misoginia no es solo un tema central; es la columna vertebral de Fresh.
Y a partir de acá sí les propongo un stop. Si no vieron la película, háganlo
porque es buenísima. El resto de esta reseña incluye momentos clave porque la idea
es analizar algunas cositas más a fondo. Así que ahora sí: #SpoilerAlert.
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El cuerpo como mercancía
Resulta que Sebastian Stan no solo secuestra mujeres, sino que además las corta en pedazos y las vende a millonarios que consumen carne femenina como si fueran cortes de lujo.
El cuerpo de la mujer es literalmente mercancía, placer, objeto de consumo. Y en este mundo tan grotesco como posible, hay incluso cómplices femeninas –como Ann, esposa y exvíctima de Steve– que sostienen el sistema, reproduciendo el daño en nombre de la inseguridad, los celos o simplemente la supervivencia.
Lo que separa a Fresh de otras sátiras sociales post-Get Out es su inteligencia para integrar el comentario social sin caer en el sermón.
El guion de Lauryn Kahn reconoce los códigos del género (y los subvierte), sin olvidarse de entretener. Porque dentro de su oscuridad, la película es genuinamente divertida.
Acá hay tropes muy reconocibles –la mujer que no ve venir el peligro, el amigo negro que no entra en la casa embrujada, el falso galán encantador– pero todos son explotados con conciencia metanarrativa, al mejor estilo Scream.
El personaje de Mollie, por ejemplo, es la amiga “con sentido común”, la voz de alarma que nadie escucha, y su awareness contrasta con la ingenuidad (o esperanza) de Noa, que quiere creer que está viviendo su comedia romántica.
También hay humor –negro, retorcido, deliciosamente incómodo– en cada giro. Desde los nombres de las bebidas (ese “Old Fashioned” que seduce y duerme), hasta los guiños culturales (las princesas Disney, Sean Connery, El Resplandor). Cave dirige con ritmo, estilo y una notable habilidad para construir tensión sin perder el tono satírico.
Lo que termina de elevar la película es su apuesta por la sororidad como contrapeso a la violencia masculina. Noa, Mollie y Penny no son exactamente damiselas en peligro: son mujeres que se cuidan entre sí, que se rescatan.
Incluso el personaje masculino que podría haber sido “el salvador”,
Paul, prefiere no intervenir (consciente del cliché de “el negro que muere
primero”) y… ¡se va a la mierda! Lo cual me pareció espectacular porque Fresh
no necesita héroes hombres: tiene heroínas que sobreviven, se organizan y
pelean con lo que queda de su cuerpo y su dignidad.
Palabras finales
Fresh es tan entretenida como incómoda, y tan sangrienta como necesaria. Una película chiquita que convierte el hartazgo de las citas modernas en una experiencia visceral y absurda, con una premisa que da risa por lo macabra.
Con el romance de hoy cruelmente dividido en deslizamientos a la derecha y a la izquierda, las citas han sido durante mucho tiempo un concepto indigno en el mundo digital. La película juega dulcemente con este concepto en una obra de terror dulcemente satírica.
Entren por Sebastian Stan (qué hombre) y quédense por todo lo que tiene Fresh
para contar. Eso sí, tiene su cuotita de momentos gore e intensos, así que
ojo con eso.
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=>> Otras notas sobre CINE en el blog: “Last Action Hero: el homenaje metatextual a la acción”; “Leave no trace y las películas que exploran el PTSD”; “El Gran Sueño: películas con personajes en coma”; “The Blackening y las parodias de terror”; “El Bebé de Rosemary y la modernización del terror” <==
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¿Micro machismos? Diría unas conductas indeseables de la que toda mujer debería huir.
ResponderEliminarTenebrosa e interesante premisa, que puede ser tomada como algo literal como metafórica.
Tiene sentido que una mujer, ex víctima se convierta en cómplice.
Y los clichés pueden ser bien usados.
Saludos.
¡Qué placer tenerte por acá! Sí... en realidad son más "macro-machismos", ¿no?
EliminarSlds.
Estuvo divertida, aunque en la realidad eso no sea nada gracioso. Y lo de la sororidad es una farsa.
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