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lunes, 18 de diciembre de 2017

Filosofía a la mano (IV) – El banquete: amor de sobremesa


Hablar del amor parece estar ligado a algo más bien irracional, que no sigue ninguna lógica. Quizás esté atado a una falta o a una necesidad. Muchas veces se dice que “amar” es en realidad una acción, como una búsqueda que sólo se le hace posible a unos pocos, pero una búsqueda en definitiva.

Hoy la sociedad está configurada desde el amor como una posesión. Se concreta en diferentes instituciones como el matrimonio, donde la pareja establece un contrato de convivencia. Pero, entonces, ¿el matrimonio tiene que ver con el amor o, más bien, con el orden establecido de nuestras sociedades? ¿Y, el amor, con qué nos conecta en realidad?





Tampoco es lo mismo hablar de amor, pasión, matrimonio y sexualidad. En ocasiones nuestra cultura ha tendido a unir todos los conceptos. ¿Pero… qué es verdaderamente el amor? ¿Cómo podemos pensar al amor como concepto? Se trata de uno de los temas universalmente más discutidos. Para explicarlo existen, en primera instancia, dos vías de análisis, dos maneras de interpelarlo: una científica y otra filosófica.

El amor en términos científicos

Para la biología, el amor se explica como un mero instinto de reproducción animal. La ciencia entiende que la atracción entre dos individuos de la especie humana se debe a una serie de estimulaciones nerviosas y reacciones químicas, producto de la liberación de feromonas (sustancias producidas por nuestro organismo y que se propagan a través de la transpiración).

La acción no registrada de esta sustancia en cada individuo, a nivel del hipotálamo, da como resultado la aparición de la excitación sexual y distintas emociones positivas que llevan al sexo (y con ello a la reproducción de la especie).

No obstante, el hombre que creó la cultura también creó el concepto de amor con todas sus indicaciones espirituales y románticas, como una manera de hacer más tolerable su deseo sexual y su tendencia a la perpetuación de la especie.

La filosofía platónica y su estudio sobre el amor

Por supuesto, hay explicaciones metafísicas que transcienden en nuestra definición científica del amor. Para algunos, el secreto del amor se encuentra en el arte o en la religión, que a su vez recurren a símbolos y mitos. Entonces: ¿hay algo más que cuerpos que se desean para la reproducción de la especie? Tal vez sí: fuerzas que se atraen, destinos que se encuentran, misterios y razones más allá de lo concreto.



La filosofía ha pensado la temática del amor desde el principio de los tiempos. Platón, uno de los padres de la filosofía, fue también uno de los primeros grandes pensadores del amor y sus significados. En su conocido libro El banquete, escrito en el 385 a.C, narra un encuentro en la casa de Agatón, poeta que acaba de ganar un premio e invita a mucha gente a festejar en su hogar.

Tras la comida, se decide conversar sobre el dios Eros (Cupido para los romanos). El diálogo se convierte, así, en una manera de reflexionar sobre la naturaleza del amor.

El amor según Fedro

Cada uno de los invitados empieza a exponer su discurso. Entre ellos están Fedro, Aristófanes y Sócrates. El primero en hablar es Fedro. Argumenta que Eros pertenece a los dioses más antiguos; junto a Gea (la tierra) y Urano (el cielo) los tres van procreando al resto de los dioses; por eso son origen de todas las cosas.

Por su antigüedad y por el bien que causa entre los hombres, los dioses deciden premiar al que se sacrifica por amor pero por sobre todo a aquel que decide sacrificar su propia vida. Fedro cita tres relatos míticos para caracterizar la situación.

El primer relato cuenta la historia de Alcestis, hija de Pelias, quien decide dar la vida por Admeto, su marido y rey de la comarca. La muerte llega a buscarlo a Admeto. Alcestis, por amor a su marido y a su pueblo, decide tomar su lugar y morir por él. Esto la lleva a encaminarse al Hades, lugar donde vivían todos los muertos. Alcestis es un ejemplo del sacrificio que genera el amor, y por eso es recompensada por los dioses.

Otro ejemplo que da Fedro en su discurso sobre el amor es el de Orfeo, pero acá la situación cambia. La mujer de Orfeo, Eurídice, muere y es llevada al Hades. Orfeo logra lo que ningún otro ser humano jamás había podido conseguir: entrar vivo a la tierra de los muertos. Cuando encuentra a su mujer y quiere abrazarla, no puede, ésta se le revela como un fantasma. Lo que podría aplaudirse como un acto de inteligencia (haber ingresado vivo al Hades) es mal visto por los dioses, que entienden que Orfeo no murió por amor, y quiso seguir poseyendo a su esposa. Se priorizó a sí mismo por sobre el otro, y por eso los dioses lo castigaron.

El tercer y último ejemplo que pone Fedro es el de Aquiles, el hombre más valiente, más fuerte y más bello de la antigua Grecia. Cuando en la guerra de Troya, Héctor, el troyano, mató a Patroclo su amante, Aquiles decidió vengarse, aun sabiendo de la maldición que lo condenaba a morir si se vengaba. Sin embargo, no lo dudó, mató a Héctor y la muerte le sobrevino; se sacrificó por amor.


¿En qué se diferencia esta historia de la de Alcestis? En que Aquiles es el amado, mientras Alcetis era el amante y los dioses valoran más el sacrificio de los amados.

¿Pero a qué nos referimos con esto de “amantes y amados”? Todos somos un poco amantes y amados con el otro, o es bueno que así sea. Amante es aquel que ama, es aquel que busca en el otro “algo”, aunque no sepa bien qué es. Amado es el buscado, es aquel que sabe que posee “algo” que no sabe lo que es, pero que el otro desea.

El amor según Aristófanes

Según el relato de Aristófanes, el cuarto discursista de El Banquete, cada uno de nosotros no es más que una mitad que se ha desprendido de un todo que lo constituía. Y desde hace mucho tiempo es el amor el que intenta unir esas dos mitades. Es el amor el que intenta sanar la naturaleza humana, restaurar nuestra condición originaria. El amor es la búsqueda de nuestra otra mitad, y alcanzarla nos llevaría a la plenitud, nos completaría.


¿Pero... y si encontrar a esa otra mitad se convirtiera en algo imposible? Los mitos nos muestran situaciones ideales, que tienen como objetivo cuestionar las ideas existentes. La idea de que hay una otra mitad para todos nosotros, dando vueltas por ahí, puede no ser cierta. Sin embargo, ¿pensar que estoy buscando no serviría para “afinar” la búsqueda?

El amor según Sócrates

La narración finaliza con la palabra de Sócrates, el sexto discurso del libro. Dice él que uno ama lo que no se tiene, y que una vez que lo encuentra, lo quiere para siempre. Si el amor es la búsqueda del absoluto, entonces cuando se produce el encuentro, es ese absoluto el que nos hace plenos.

Bajo este punto de vista, el otro se convierte en una plataforma que nos eleva a ambos a partir de nuestra particular conexión, por encima de cualquier individualidad. La pregunta obvia es: ¿Existe el absoluto? ¿Alcanzaremos alguna vez a completar, de modo definitivo, aquello de lo que carecemos? Quizás no, y sin embargo, no por ello dejamos de buscar.

Si el amor, según Sócrates, es la búsqueda de un faltante, entonces lo que ama la perecedera humanidad es la inmortalidad, la vida eterna, la trascendencia. ¿Cómo la alcanzamos? A lo mejor, a través de la creación de obras y la procreación de la especie, como lo entiende Sócrates.


El amor sería igual que una escalera que va subiendo desde la atracción entre los cuerpos hasta un amor más profundo. El amor por la cultura, el amor por las ideas, el amor por el saber. Así, enamorarnos del otro es una manera reducida de enamorarnos de la humanidad entera, es una manera también de ser cada vez más humanos. El amor nos conecta un poco más con el todo y nos saca de nosotros mismos.

Y eso no es poca cosa, ¿no?

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Notas del autor:

(1) Bajo ningún punto de vista puede considerarse a este pequeño ensayo sobre el amor como un resumen de El Banquete de Platón, obra infinitamente más compleja y que requiere un análisis bastante más profundo. Texto completo acá.
 (2) Los personajes de los diálogos de Platón son productos de ficción, y no necesariamente representaban las verdaderas personalidades y pensamientos de sus contrapartes reales. Que Platón hable a través de su personaje de Sócrates puede considerarse una vía para exponer las propias ideas filosóficas, o incluso como una burla/crítica hacia las teorías de su maestro.

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Saga “Filosofía a la mano”



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1 comentario:

  1. Un libro corto, pero tremendo. Un verdadero banquete. No como esos banquetes a donde me invitan, que se come poco, se hablan pavadas, y se escucha música pedorra.

    Hay otro banquete que me gusta mucho:
    https://www.youtube.com/watch?v=Kh7Yyn9mIAY&list=PLSapYOaKRrrZRliTW90XOUNqO4uNVt46q

    Abrazo!

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