¿Te gusta el contenido de mi blog? Ayudame a seguir manteniéndolo

Invitame un café en cafecito.app
Por el momento, sólo podés invitar cafecitos si sos de Argentina. Ahora sí, lee tranquilo.

miércoles, 25 de junio de 2025

La dicha está en la escalada

Todos sufrimos. No importa si vivís en una mansión con pileta climatizada o en un departamento alquilado con goteras: el malestar no discrimina. Como dice el filósofo contemporáneo Ricardo Arjona: “usted sufre en su mansión, yo sufro en los arrabales”. La insatisfacción no es un error del sistema: es el motor que nos empuja a buscar, mejorar, reinventarnos. Esta incomodidad constante es, paradójicamente, el ingrediente esencial para construir una felicidad estable.



Y es que la felicidad se consigue al resolver problemas. No es un estado mágico que aparece cuando todo está bien, sino una forma de acción. Es el resultado de elegir conscientemente los problemas que estamos dispuestos a tener, y luego ensuciarnos las manos resolviéndolos. Porque, spoiler alert: los problemas nunca se terminan. Simplemente cambian, se intercambian o mejoran. Un día lidiás con el alquiler, al otro con una hipoteca. Un día te cuesta levantarte para estudiar, y al otro estás gestionando una PyME. El truco no está en no tener problemas, sino en encontrar los que te den ganas de levantarte cada mañana.

A veces esos problemas son chicos: decidir qué comer sin caer en fideos con crema. Otras veces son complejos: reparar un vínculo, reinventarte profesionalmente, hacer las paces con quien fuiste. Pero el patrón se repite: la dicha está, justamente, en la escalada.

Por eso, cuidado con el que te susurra que la felicidad es estar tirado sin preocupaciones, flotando en un mar de likes y dopamina. No. La felicidad no se siente siempre bien. No es cómoda, ni instantánea. De hecho, muchas veces exige pasar por emociones incómodas. Sólo porque algo se sienta bien, no significa que sea bueno. Deberíamos cuestionar nuestras emociones más seguido, ¿no?

Porque a todos nos gusta imaginarnos en la cima, pero a pocos nos gusta realmente escalar. Sin embargo, es ahí, en el barro, en la lucha, en el esfuerzo con propósito, donde habita una forma más profunda y real de alegría. Y sí, con suerte, después de mucho transpirar, te encontrás con la cima... solo para descubrir que hay otra montaña esperándote.

Y eso ya no te importa.

Porque aprendiste a amar la escalada.

@ViajarLeyendo451

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Quizás te pueda llegar a interesar...