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viernes, 15 de febrero de 2019

“Nina”, con sonrisa pero sin cuerpo (entrevista a León Peredo)


A León Peredo se lo puede ver en playas, colectivos, plazas y calles vendiendo su propia literatura, que va desde textos poéticos hasta novelas de ciencia ficción y terror. Es un caminante, siempre acompañado por su bolsito de libros. No lo encontrás a él: él te encuentra a vos.




Mis libros no los coloco en librerías sino que los vendo por calles, plazas, parques, playas de veraneo, en los negocios de los centros comerciales. Es decir: mi librería es el mundo”, comenta el autor por acá.

Justamente me topé con una de sus novelitas de casualidad. Se llama “Nina” y me acompañó durante mi ascenso hasta Los Laguitos que relaté en esta otra entrada. Resultó ser una atractiva historia de terror con una estructura narrativa que le escapa a las convenciones del género. Lo cual siempre es bueno.

Después de terminar el relato, me quedé con ganas de conocer un poquito más al autor. Así que lo contacté y lo entreviste para el blog, como ya he hecho antes con otros autores que me interesaron. Los dejo con sus respuestas, que son mucho más interesantes que cualquier cosa que yo tenga para decir.


León Peredo, escritor y docente, mordiendo un cinta scotch. ¿Por qué no?

***

ENTREVISTA A LEÓN PEREDO

LUCHO: Conocí tu novela “Nina” porque se la vendiste a un amigo mío en un colectivo a Pehuen-Có. Mi amigo literalmente me dijo: “el flaco era muy entrador, muy carismático. Tuve que comprarle algunos libros. Si escribe como habla, de seguro me va a interesar”. Me quedé intrigado: vendeme “Nina” en pocas palabras, por favor.

LEÓN: Me arrancaste una risa sincera, “vendeme Nina”. Ahí va (situación de lugar: vos estás sentado en el banco de una plaza y yo me acerco): Hola, buenas tardes, te comento, mi nombre es León, soy escritor y lo que tengo en mis manos son novelas, novelas que escribo y vendo por distintas ciudades, las pinturas de tapa las realiza Sergio Santini (que es un artista plástico del litoral argentino), el diseño y edición lo hace Marcelo Meza (que es un escritor y editor de Buenos Aires).

Acá tenés, por ejemplo, Nina. Es terror, terror basado en hechos reales. Y es una novela interactiva, hay un capítulo en el que tenés que ver un video en Youtube y luego seguir leyendo. Narra la historia de una nena que tiene una sonrisa muy agradable, solo que no tiene cuerpo. Te la dejo, en dos minutos paso. Muchas gracias.

LUCHO: Ja, ja, ja. ¡Tremendo! Compré. Ahora: como escritor independiente que comercializa sus propios escritos, me imagino que debés sentirte mitad escritor y mitad emprendedor. Contame cómo vivís eso en el día a día y cuáles creés que son los desafíos más grandes de ser un autor independiente. ¿Cómo es un típico día tuyo?

LEÓN: Creo que no soy un escritor independiente. A no ser que la expresión sea un eufemismo de “no soy editado por grandes editoriales” o “no estoy obligado por contratos con nadie”, si es en esos sentidos, sí. Pero en otros no, en absoluto: soy un dependiente de muchas cosas, desde el clima (es muy difícil vender libros cuando llueve, hay que salir con el paraguas de un lado y el bolso del otro), hasta el contexto económico del país: mi emprendimiento, como el de tantos otros miles de emprendedores, no depende solo de mi “independencia” y convicción.

Si la gente no tiene trabajo, no tiene dinero y sin dinero se acabó la aventura. Es duro decirlo de este modo, pero es el real. Mis días se dividen, laboralmente hablando, en dos: doy clases de literatura en colegios del estado por las mañanas y por las tardes salgo a vender ambulantemente mis libros.


León Peredo vendiendo sus libros en plazas

LUCHO: Te considero un caso de éxito: alguien que logra vivir de lo que realmente le apasiona, en lugar de pasar los días monótonamente encerrado entre cuatro paredes en un trabajo burocrático. Me gustaría saber cómo superaste ese miedo a “pegar el salto” (que seguro tuviste en su momento) y qué le recomendarías a alguien que, a lo mejor, piensa en hacer lo mismo pero no se termina de animar.

LEÓN: No superé el miedo. No creo que jamás supere el miedo. El tánatos está ahí, siempre. Pero, como dice alguien cuyo nombre no recuerdo: no es valiente quien no tiene miedo sino quien, a pesar del miedo, lo hace de todas formas. Cada vez que salgo a vender libros a la calle me tiemblan las rodillas, luego de media hora lo supero, pero siempre cuesta al principio. Aunque no parezca soy un tipo reservado y tímido, salir a la calle implica convertirme en otro yo, te diría que casi literalmente me transformo en otro. Y esa metamorfosis da miedo.

¿Qué le diría a otro? Solo esto: la vida es un segundo, nadie va a recordar el polvo que fuiste, la tierrita que pisaste. ¿Tenés miedo? Genial, pero no es una excusa. Y de última nos queda el mar, el siempre mar, esperando de brazos abiertos.

LUCHO: Fue Nelson Mandela (lo googlé, eh… que yo no soy Wikipedia). Hablemos de “Nina”. Es un relato de terror poco convencional, con una estructura rara que se apoya en un diario íntimo, algunos elementos visuales (incluso hipertextuales) y mucha ambigüedad narrativa. ¿Qué te inspiró a escribirla? ¿Hay realmente algo de “verdad” en lo que se cuenta?

LEÓN: Nunca la literatura es verdad. Un cuento, una novela, una poesía nunca son verdad. A sangre fría, de Capote, es una novela basada en una matanza sanguinaria que fue verdad, que ocurrió, aconteció, fue “hecho”. Pero la novela no es un hecho. Narra ese hecho, pero NO es el hecho. En literatura puede hablarse, me parece, solo de esto: belleza. Si queremos algo más académico: verosimilitud o inverosimilitud.

Borges era un tipo que renegaba bastante de la idea pulcra de REALISMO. Habría que volver siempre a Borges para perder ingenuidades, Borges era un tipo que manejaba como pocos el arte de hacer creer una historia.

No, Nina no es verdad. Es ficción. Y la ficción no busca la verdad. Sí puedo decir lo siguiente: para escribir la novela hablé con varios comerciantes, docentes y vecinos de Villa Elisa-Parque Pereyra, y en base a esos relatos orales yo FICCIONALICÉ la historia de Nina.

LUCHO: Si bien podemos entender a “Nina” como una historia de terror sobrenatural, yo también leo entre líneas un estudio psicológico sobre una persona muy perturbada, incluso con pensamientos suicidas. Pienso, por ejemplo, en esta frase: “(…) ningún chico se fijará nunca en mí. No es algo que me interese por ahora, pero supongo que un día me importará. No le temo a mi muerte, sino a este tipo de muerte. No darme cuenta de que empezó a pasar también sería tremendo. No darse cuenta es tremendo”. ¿Creés que puede pensarse la novela de esa forma?

LEÓN: Es importante que haya un monstruo afuera, pero lo es aún más que lo haya adentro. Es conveniente, incluso resulta mucho más atractivo un personaje que sufre porque un Cuco lo quiere comer pero que además él mismo esté habitado de cucos: miserias, tendencias suicidas, tristezas, vicios, egoísmos y duelos.

King es el gran e indiscutible maestro en este aspecto: todos sus personajes sufren por algo, por la pérdida de la esposa, por la muerte de un hijo, por la amputación de un brazo, por ser feos, por no tener amigos.

Miremos el caso de El exorcista, el padre Damien Karras no es un pulcro agente de la iglesia, sufre crisis de fe, se murió su madre, e incluso ¿cómo muere? Se suicida arrojándose por la ventana. Y afuera de todo ello: el demonio. Monstruo afuera, monstruos adentro. El monstruo afuera en Nina es sobrenatural, pero en su interior no: la separación de sus padres, su soledad, sus miedos. Creo que hiciste una buena lectura. Gracias.


"Nina", novela de terror con elementos visuales. Los dedos de arriba son míos. Creo.

LUCHO: Justamente que lo mencionás, la novela inicia con una cita del maestro del terror: Stephen King. Como sos escritor, necesariamente también sos un gran lector. ¿Qué lees? ¿Cualés considerás tus influencias a la hora de escribir?

LEÓN: Soy un lector desbordado, desmedido. Y eso no es bueno. Creo que se gana más siendo ordenado y selectivo, pero no es mi caso: leo todo. Recetas de cocina, Hegel, ciencia ficción, Víctor Hugo, amo encontrarme restos de papeles escritos en la calle e imaginar un contexto para esa escritura.

Pero para no ser un entrevistado desobediente ahí van unos autores: King, Borges, Murakami, Ballard, Onetti. Todo me influye a la hora de escribir. Cuento esta breve anécdota: una vez entré a vender pastaflora a un comercio, me compraron, a los tres días volví y me dijeron que la pastaflora que yo vendía era horrenda; eran dos hermanos y eran grandotes, yo sentí eso como una gran humillación, entonces escribí una novela de ciencia ficción llamada “Los hijos de Darwin”, donde estos dos hermanos mueren decapitados.

Sin la rabia, sin esa influencia, no hubiera escrito la novela. Me influye más lo cotidiano que lo libresco. Pero a la hora de sentarme a escribir no olvido jamás las lecciones narrativas de dos norteamericanos: Melville y Vonnegut.

LUCHO: Justo sacaste a colación algo que te quería preguntar. Entiendo que el terror no es el único género literario que cosechas. ¿Qué otro tipo de escritura has publicado?

LEÓN: Poesía, ciencia ficción, novelas experimentales, novelas de amor, cuentos graciosos, tengo una novela policial que toca el tema de la trata de personas: EMUJ. Y una novela autobiográfica: El cerdo y la nada.

LUCHO: Dos preguntas relacionadas con la parte más “comercial” de la literatura. ¿Qué opinión tenés del negocio editorial actual? Por otra lado: ¿qué opinás de los concursos literarios? ¿Solés participar?

LEÓN: La palabra negocio tengo entendido que significa negación del ocio: neg- ocio. Quizá la etimología la inventé yo, no estoy seguro. Pero hagamos de cuenta que es válida. Entonces digo: creo en el ocio de los griegos, el ocio productivo, el ocio liberador, el ocio encantador que humaniza aún más a los humanos. Me gustaría que los emprendimientos que no solo buscan lucrar sino crear se llamen de otro modo, por ejemplo: gran-ocio, granocio, en lugar de neg-ocio.

El negocio editorial actual no creo que difiera mucho del negocio editorial del siglo XIX, ni del trabajo de los copistas medievales: como todo negocio, no entran todos, los locales comerciales no son tan grandes para albergar a todos, muchos quedan afuera. Y a mí no me gusta que se queden afuera. El tema es muy complejo y apasionante: hay una extensa bibliografía sobre el tema “editoriales”. Me alegra por los que pueden publicar en Anagrama o en Tusquets, y me desalegro por quienes no pueden hacerlo.

Tontamente negué la importancia de los concursos literarios durante 40 años de mi vida, voy a empezar a enviar. Y cuando lo gane, lo rechazaré. Eso hará que se me publicite más y mejor todavía. Haré eso: rechazaré todos los premios hasta que pongan tanto su atención sobre mí que me quieran endilgar el Nobel, que, por supuesto, también rechazaré.


LUCHO: ¿En qué estás trabajando ahora? ¿Cuáles son tus próximos proyectos?

LEÓN: Ahora estoy con una novelita que aún no tiene título, el personaje se llama Craso y por ahora se está mojando muchísimo sentado sobre un banco, mirando la lluvia y pensando que ha vivido en vano.

LUCHO: Por último: ¿algo más que nos quieras contar? ¿De qué manera puede contactarte la gente?

LEÓN: Les dejo mi teléfono 221 5590674. Si ponen mi nombre en Google salen distintas páginas donde leer poesía y fragmentos de novelas. Gracias por la invitación. Felicito a esta página por su empeño en intentar mejorar el mundo.

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Cómo contactar a León Peredo: Blog y Facebook.

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2 comentarios:

  1. Buena entrevista, buenas preguntas, interesantes respuestas. Ya lo agregué a León entre los blogs que sigo así que gracias por presentármelo.
    Noto la cantidad de coincidencias literarias que tiene con vos.
    Por otro lado, luego de aquella nota que te hice a vos, Lucho, pude descubrir realmente a King, y me tapó la boca ese señor al que creí sólo un buen promotor de su literatura. Estaba muy equivocado, y estas futuras vacaciones que me tomaré me llevo bajo el brazo It, para leerlo como se debe. Gracias!

    Abrazo a ambos!

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    Respuestas
    1. Sí, más interesantes las respuestas... definitivamente.
      Gran entrevista aquella, don Frodo. Aguante King.
      ¡Abrazo!

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