La entrevista que François Truffaut (un cineasta francés del movimiento llamado “nouvelle vague”) le hizo a Alfred
Hitchcock en 1962, a lo largo de una
semana, es una de las más famosas de toda la historia del cine.
Las 50 horas de preguntas exhaustivas –que repasan
cada película de la extensísima filmografía del director inglés– fueron tan
importantes para el cine como lo que fue para la política la entrevista Frost/Nixon.
Truffaut recopiló sus grabaciones y publicó, cuatro
años después, la obra más importante sobre este director: “El cine según Hitchcock” (1966).
Un libro que tuvo un impacto directo en el mundo del séptimo arte y contribuyó
a rescatar a Hitchcock de los
ataques de la crítica. Truffaut, un fanático suyo, ayudó a que su obra fuera
admirada, respetada y alabada universalmente. Como afirma en su prólogo:
«En
los años 50´ y 60´, Hitchcock se encontraba en la cima de su creatividad y de
su éxito. […] Este éxito y esa popularidad, la crítica americana y europea iba
a hacérselo pagar examinando su trabajo con condescendencia, denigrando un film
tras otro.»
Hoy nadie pone en duda el título de “maestro del
suspense” para el inglés bajo y regordete de nombre Alfred Joseph Hicthcock. Sin embargo, no hace mucho tiempo la
crítica lo consideraba un mero entretenimiento banal. Nadie lo vio como un
artista serio hasta que los críticos de la nueva ola francesa, particularmente François
Truffaut, corrigieron el curso de la historia dándole el papel que se merecía.
Películas como “Vértigo”
(que
ya reseñé en el blog), “Psicosis”,
“North by Nortwest”, “Rear Window” y “Los pájaros” son considerados algunas de las más grandes (e
influeyentes) películas del mundo. Otras se destacaron en aspectos técnicos, en
presentar toda la acción en pequeños sets (“Lifeboat”,
“Rope”) o en llevar circunstancias
cotidianas a situaciones extremas y poco frecuentes.
El particular estilo visual y narrativo de
Hitchcock tipificó un modo exclusivo de “thriller” que fue copiado una y otra
vez hasta nuestros días. En el fascinante libro que recopila la entrevista de
Truffaut, Hitchcock revela los detalles más íntimos de cada una de sus
producciones, cuenta anécdotas, detalla cómo filmó ciertas escenas (hoy emblemáticas)
y algunos de sus más conocidos efectos visuales.
El texto es un diálogo inteligente y atrapante
entre un maestro y un fiel admirador. Lo que me sorprendió es el nivel de
conocimiento que ambos (Hitchcock y Truffaut) tenían del cine del momento.
Especialmente Truffaut es muy certero con las preguntas y muy sagaz a la hora
de aportar datos adicionales o completar información.
¡Por momentos también la entrevista se invierte y
termina siendo Truffaut el entrevistado por Hitchcock!
El diálogo entre ambos es tan movido, tan picante,
que resulta impactante enterarse de que, en realidad, había una traductora en
el medio. Como uno hablaba francés y el otro inglés, Truffaut contactó a una
traductora y amiga suya (Helen Scott)
para hacer de nexo entre ambos.
El entrevistador preparó un cuestionario con el
colosal número de 500 preguntas,
ordenadas según un desarrollo cronológico.
Se centraban en las
circunstancias que rodearon el nacimiento de cada film, la construcción del guión,
los problemas particulares de los rodajes y la estimación personal de cada
producción. Hitchcock no calla nada y se atreve a aceptar qué películas le
desagradaron, cuáles fueron fiascos comerciales, cuáles son sus favoritas y
cuáles deseó nunca haber hecho.
Y Truffaut toma nota, como un estudiante recibiendo
una clase privada de su gran maestro, como tomando de mano en mano sus
secretos.
Hichtcock es divertido y casi académico: define (siempre
con ejemplos) el concepto del Macguffin,
la diferencia entre sorpresa y suspense.
Manifiesta cómo hizo algunos de sus efectos visuales y escenas más conocidas
(en Vertigo y en Psycho, por ejemplo). Es muy crítico de
sí mismo.
Por ejemplo, respecto a la diferencia entre
“sorpresa” y “suspense” comenta:
«La diferencia (…) es muy simple. Nosotros estamos hablando, hay una bomba debajo de esta mesa y nuestra conversación es muy anodina, no sucede nada especial y de repente: bum, explosión. (…) Examinemos ahora el suspense.
La bomba está debajo de la mesa y el público lo
sabe, probablemente porque ha visto que el anarquista la ponía. El público sabe
que la bomba estallará a la una y sabe que es la una menos cuarto (hay un reloj
en el decorado); la misma conversación anodina se vuelve de repente muy
interesante porque el público participa en la escena. (…) En el primer caso, se
han ofrecido al público quince segundos de sorpresa en el momento de la
explosión. En el segundo caso, le hemos ofrecido quince minutos de suspense.»
Hitchcock fue uno de los propulsores de la idea de
“mostrar” antes que “decir”, porque el cine es imagen. Sus filmes exponían
ideas concisas de forma visual, prácticamente suprimiendo cualquier necesidad
de explicación mediante el diálogo.
Un ejemplo concreto:
En “The Man
Who Knew Too Much”, el espectador sabe que durante la actuación de la
orquestra, cuando los platos choquen entre sí y produzcan un sonido agudo, el
asesino va a disparar contra su objetivo para pasar desapercibido; de modo que
toda la interpretación previa de los músicos se convierte en la tensa espera de
un clímax que está por llegar.
De estos y muchos otros casos hace referencia
durante la entrevista.
Me va a llevar toda la vida ponerme al día con la
filmografía del director (debo llevar una diez películas hasta ahora) pero este
texto te acerca muchísimo al hombre detrás del nombre.
Es fascinante leer sobre
cada una de sus producciones.
Para los más perezosos (o quizás como complemento)
en el año 2015 salió el documental “Hitchcock/Truffaut ”, donde varios
cineastas de renombre (entre ellos, Wes
Anderson) discuten cómo “El cine
según Hitchcock” influenció su propio trabajo. Ahí pueden verse grabaciones
de la entrevista original, editadas de forma amena y mostrando fragmentos de
cada una de las películas mencionadas.
Lo interesante del documental es que muestra el
punto de vista de directores que hoy son más viejos de lo que Hitchcock era
cuando se hizo la entrevista (Martin
Scorsese, Paul Schrader) y
muchos directores jóvenes que están floreciendo hoy: David Fincher, Wes Anderson,
Richard Linklater, etc.
Me encantó “El cine
según Hitchcock” y se lee con mucha fluidez.
Creo que cualquier cinéfilo lo va a disfrutar tanto
como yo lo hice. Es genial aprender sobre la urgencia del director para
“superar” a su audiencia, para sorprenderla constantemente. Él reseña sus
propias técnicas, habla sobre cómo manejar a los actores, cómo le dio forma a
sus películas. También se explaya en sus pensamientos sobre la religión, sobre
los sueños, qué cosas lo inspiraron a conformar cada historia. Dos grandes secciones se dedican a “Vértigo” y a “Psicósis”, analizándolas a fondo. A su vez, se toma su tiempo para
hablar de cuáles fueron sus grandes experimentos y qué saco de cada uno.
Un libro imperdible para los amantes del cine. No
tiene desperdicio.
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=>> Otras notas sobre HITCHCOCK Y EL CINE en el blog: “Sobreanalizando
Vertigo (1958), de Alfred Hitchcok”; “Rope
(1948): la controversia y el teatro de Alfred Hitchcock”; “Técnicas
narrativas (I): el Macguffin en el Cine y la Literatura”; “Ingredientes
matemáticos en el cine”.
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Leí esta entrevista es excelente. Me parece genial que hayas hecho un post de este libro. Era lo que faltaba! Tu blog es buenísimo Lupera te felicito
ResponderEliminarGracias por pasarte, querido. Sí, me lo devoré bastante rápido al libro. Es super interesante. ¡Saludos!
EliminarQué buena onda. No lo leí así que lo anoto en "pendientes"
ResponderEliminarMe gustó mucho la primer imagen que pusiste, esa tapa es un homenaje al diseñador Saul Bass, un genio poco reconocido
Abrazo!