Lejos de la complejidad que suelo intentar colocar
en mis relatos, este es sencillo, cortito y al pie. Prima la ironía y el sabor
de lo cotidiano. Lo escribí inicialmente para la escena del mes de Literautas.com, que reúne a varios aspirantes
a escritores.
En su momento lo llamé La maldición. Lo cambié a Una sopa existencial cuando quise presentarlo a un concurso que resultó ganar. ¡Espero que les guste! (Y si no... a cuento regalado no se le mira la trama).
La versión narrada del cuento la encuentran por acá: Podcast Cuentos de Luciano Sívori
En su momento lo llamé La maldición. Lo cambié a Una sopa existencial cuando quise presentarlo a un concurso que resultó ganar. ¡Espero que les guste! (Y si no... a cuento regalado no se le mira la trama).
La versión narrada del cuento la encuentran por acá: Podcast Cuentos de Luciano Sívori
► Este relato ganó el Primer Premio en la categoria de Narrativa Adulto en el XXX Certamen Literario del Club Mendoza de Regatas, el Segundo Premio en “Concurso de microrrelatos I+D: inclusión + diversidad” (UNS, Bahía Blanca) y una Mención de Honor en el Segundo Certamen Literario Nacional "Alma en Letras" 2021
“Una sopa existencial”
Luciano Sívori
Luciano Sívori
La mosca y el
hombre compartieron una sopa sin que el otro se diera cuenta, justo en el
preciso momento en el que ambos estaban preocupados por la cotidianeidad de sus
vidas.
No sé bien cómo ocurrió –no soy médico, solo un
humilde narrador– pero durante el intercambio de fluidos, utilizando la sopa
como vaso comunicante, se produjo un reemplazo existencial a nivel neuronal. El
hombre empezó a vivir como una mosca, y la mosca como un ser humano.
Fue raro para ambos. (Creo que sería raro para
cualquiera.)
En principio, el hombre se sintió asqueado por su
reciente actitud revoltosa. Le molestó vomitar su propia comida para volverla a
comer, defecar cada cuatro minutos y que las personas intentaran sacárselo de
encima. Sin embargo, su ángulo de visión de 360° no le resultó desagradable en
lo absoluto. Veía todo a su alrededor, y además tenía más de 15.000 papilas
gustativas repartidas en sus patas. Veía y sentía todo. Aprovechó para volar
hacia lugares fascinantes.
Y así, por primera vez, se sintió realmente libre.
Vivió únicamente 30 días, como casi todas las moscas,
pero fueron los mejores de su vida.
Por su parte, la mosca llevó una vida de humano. Le
exigieron utilizar ropa incómoda para mostrarse en sociedad. Por la mañana se
levantaba temprano, trabajaba, volvía a su pequeño departamento para mirar algo
de televisión y cenaba; luego el día se repetía.
Tuvo que pertenecer a una
clase, a una sociedad, a un país, a un continente y a una civilización. Encontró
que el universo era misterioso y desconcertante. Se sintió desahuciada.
Necesitó amor y cuidados. Acumuló cosas
que luego tiró.
Vivió solo 30 años.
Un pico de estrés terminó con su existencia.
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=>> Otras CUENTOS DE MI AUTORÍA en el BLOG: “Un
sencillo diálogo”; “Los
perros de Seligman”; “Implacablemente
suyo”; “El
horno”.
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Magnífico cuento. Un placer leerlo.
ResponderEliminar¡Gracias! =)
EliminarLuciano! muy buen relato! Disfruté mucho al leerlo! Muy Bueno!
ResponderEliminarSimplemente, genial!
ResponderEliminarGrossso ! Si breve y bueno.. dos veces ... ( saludos )
ResponderEliminarTus cuentos siempre tienen algo interesante.
ResponderEliminarEste empezó con mucha ironía, pero me dejó un sabor amargo hacia el final por el golpe crítico a la sociedad y la cultura.
Muy bueno y en muy poco espacio che!
Una gambeta de Messi
Abrazo!
Puf, me estás comparando con algo demasiado grande. ¡Pero se agradece, che!
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