Hay belleza en la oscuridad, en las sombras y en la
insondable soledad. Por lo menos, el monocromático videojuego Limbo así lo
demuestra.
Este pequeño juego independiente del 2010 se convirtió rápidamente
en uno de los favoritos de muchos debido a la sencillez de sus controles, los
ingeniosos rompecabezas que presenta y una narrativa ambigua que nos sumerge en
un universo tenebroso.
Limbo es
el juego ideal para quienes (ya) no tienen mucho tiempo para jugar videojuegos.
Es relativamente corto (unas tres horas y media para completar el modo historia
principal) y puede jugarse de a ratos sin problemas.
La trama nos pone en los zapatos de un personaje
sin nombre, un niño que comienza una odisea por un mundo gris y peligroso en
busca de su hermana.
Este juego de plataformas y rompecabezas en 2-D
llama especialmente la atención por su estética de luces y el ambiente de
terror que presenta. Se trató del primer videojuego independiente creado por Playdead, un estudio independiente en
Dinamarca.
La mecánica de juego es de tipo “prueba y error”,
aunque los desarrolladores la describieron más bien como de “prueba y muerte”.
Esto es porque, de hecho, las chances son que uno muera con bastante
frecuencia, y de las formas más horribles posibles.
***
En Limbo se
lidia constantemente con la muerte, y el juego pretende que aprendamos una
lección importante cada vez, sin llegar a ser frustrante. Un reto que se consigue
de forma admirable.
En general no hay demasiadas indicaciones de la
solución a cada rompecabezas más que mandarse a ver qué pasa. Consta de 24
niveles y, como en la mayoría de los plataformeros de dos dimensiones, el protagonista
puede desplazarse hacia la izquierda o a la derecha, saltar, trepar, subir y
bajar escaleras, y empujar o jalar ciertos objetos.
La primera mitad del juego
tiene lugar en un bosque tenebroso y la segunda en una especie de
ciudad/fábrica abandonada.
Los gráficos minimalistas le confieren una atmósfera
de misterio que inquieta, y representan el aspecto más original. Acompañan
pequeños efectos de sonido que aportan a un ambiente oscuro y gris.
Otro aspecto interesante es que su sistema de
capítulos se traduce en un videojuego que puede recorrerse de principio a fin
sin las molestas interrupciones de tiempos de carga e interludios. Si a esto le
sumamos la posibilidad de hacer diferentes “retos” (pasarlo sin morir,
recuperar todos los 11 huevos, realizar ciertos “achievements”), no es raro que
Limbo se haya convertido rápidamente en un favorito de los speedrunners (jugadores cuyo
objetivo principal es acabar un videojuego lo más rápido posible, aprovechando
las bondades del juego, sus bugs, glitches y atajos).
En cuanto a los puzzles, es destacable que apenas
se repitan entre sí.
Cada sección tiene formas de resolverse distintas,
asegurando que el juego nunca se vuelva repetitivo. Sí me parece que la primera
mitad es superior a la segunda, que se torna un poco más convencional del
género de plataformas e incluso nos dirige hacia un final que es, a mi parecer,
muy anticlimático.
Sin embargo, hay pocos juegos que sean tan
originales, atmosféricos y consistentemente brillantes como Limbo. Gracias a su elegante sencillez,
ofrece un sinnúmero de posibilidades.
En resumen: Limbo es una hermosa pesadilla que recomiendo para quienes –como yo–
buscan juegos cortos, desafiantes e ingeniosos. Es brillantemente crudo, y detrás
del infantil aspecto de su protagonista se esconde una oscuridad tan
amenazadora como la del propio universo que nos rodea en esta enigmática aventura.
Muy recomendable.
LIMBO está disponible en varias consoles, en versión mobile y en Steam.
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Player One: nostalgia y videojuegos”; “Geminie
Rue y la narrativa de los videojuegos”; “La
nostalgia ya no es lo que era: el Doom”; “Crusader
of Centy: el precursor de Pokemon”; “La
nostalgia ya no es lo que era: el Contra”.
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Una hermosa pesadilla, un oximoron, que puede describir un juego con esa historia.
ResponderEliminarCreo que hay una influencia de la historieta en blanco y negro.
Interesante.
Qué linda palabra "oxímoron". Como decía Baudelaire: "Placeres espantosos y dulzuras horrendas".
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