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martes, 29 de enero de 2019

El misterio meta-narrativo en “The Hex” (2018)


En un rincón oscuro y olvidado del universo del videojuego, brama una tempestad…

The Hex es un juego formidable. Pero no por una cuestión técnica o de calidad, sino más bien porque representa una radiografía de la época que estamos viviendo en el mundo gamer. En el Six Pint Inn –un bar de mala muerte que se cae a pedazos– seis arquetipos de videojuegos beben cerveza. Un misterioso llamado telefónico advierte que se cometerá un asesinato esa misma noche. Ahí es donde entramos nosotros.




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Flashbacks traumáticos

La idea principal es que vamos tomando control de cada uno de seis personajes/sospechosos que resultan ser clichés de diferentes tipos de videojuegos: plataformas, RPG, pelea, etc. En principio, acá ya hay una doble lectura posible, porque además el argumento se apoya en el hecho de que todos son conscientes de la falta de libertad para elegir sus propios destinos e identidades.

A medida que se va desenredando el misterio (que es muy interesante, por cierto), vamos saltando de personaje en personaje, cumpliendo mandados atípicos del dueño de la posada y protagonizando cada uno de los seis segmentos.


Alguien está planeando un asesinato...

Tenés al personaje cool de juegos de plataformas 2D (Super Weasel Kid), a un marine espacial en una especie de shoot-em-up (Vicious Galaxy), a un cocinero fortachón convertido en luchador para un juego de pelea en dos dimensiones (Combat Arena X), una elfa hechicera en un RPG al mejor estilo Final Fantasy –con un look muy Legend of Zelda– (Secrets of Legendaria), el sobreviviente del apocalipsis nuclear en uno de estrategia por turnos (Waste World) y, finalmente, el enigmático protagonista de un simulador narrativo que parodia a The Beginner's Guide o a Stanley Parable (Walk).

Como me dijo acertadamente un amigo (que fue quien me lo recomendó): The Hex es un tipo de historia que sólo se podía contar en forma de un videojuego.

La invitación es a hurgar en la perturbada mente de estos personajes. Para ellos, estas secciones que nosotros jugamos son como una especie de flashback traumático. Desde un primer momento queda claro que algo muy raro está pasando.

Un cóctel de géneros

Por detrás alguien (o algo) está ahogando a estos personajes de videojuegos. Están sumergidos en una trampa de la cual no pueden escapar.

Las seis memorias son un hermoso cóctel de géneros e historias que nos meten de lleno en el plano metatextual. Decir que se rompe la cuarta pared sería quedarse corto. Acá directamente no existe. Estos representantes de géneros clásicos son conscientes de sí mismos (el juego nos hace creer que siempre lo fueron) y pronto se topan con las fuerzas externas que dominan su existencia.


Ninja Apple es una personalidad jodida del mundo gamer

The Hex nunca deja que te acomodes con un único género. Es como una ruleta rusa donde no terminamos de acostumbrarnos a una mecánica que ya nos la están cambiando. La historia principal lleva unas seis horas, pero los estilos de juego cambian, se mezclan y se intercalan muchas más veces de las que puedo recordar.

Además de los seis juegos principales, el mundo hub que es el Six Pint Inn –aquel bar-hotel de pésimas condiciones y varios recovecos secretos– funciona como una aventura point and click, donde tenemos que resolver acertijos, juntar ítems para abrir nuevas secciones y hablar con todos los presentes para descubrir la verdad última: quién va a ser asesinado esa noche.


Los momentos de aventura gráfica de "The Hex"

Del creador de “Pony Island”

El desarrollador de este juego de suspenso e ingenio es un tal Daniel Mullins, quien también fue el creador del extrañísimo Pony Island.

Pony Island es un pony saltando varas y tirando rayos láser. Y es también mucho más. Está formado por decenas de puzzles que incluyen una metanarrativa propia y conforman también un relato global. Daniel Mullins consigue engañarte tantas veces que, por momentos, parece más un mago que un desarrollador.

Yo, francamente, no me acuerdo de ningún juego en el que el objetivo sea destruir el propio juego. Por eso, si tienen la posibilidad de jugarlo, se los recomiendo. En Steam se consigue por 60 ARS, que es menos de lo que pagan por una pinta de cerveza.


Pony Island (Daniel Mullins, 2018)

Lamentablemente, yo lo terminé después de dar vuelta The Hex… y creo que la forma más correcta de hacerlo es al revés.

Ambos son meta-narraciones que tiran abajo la cuarta pared y deconstruyen ideas de los videojuegos. Pony Island parece más la versión de prueba donde el desarrollador se divirtió viendo cómo le funcionaban ciertas mecánicas.

Me parece que The Hex es más adulto, serio y completo. De hecho, es mucho más que el doble de juego en duración y contenido. Es una versión más prolija y ambiciosa que pulió muchas mecánicas similares que utiliza el primero.

La analogía que puedo hacer es con Portal 1 y Portal 2 (siendo el segundo mucho más especial y sólido) o también con MiniDOOM 1, que fue un lindo guiño y homenaje al juego original –pero en versión 2D– y MiniDOOM 2 que ya es un juego en sí mismo. En ambos casos yo sugiero no saltear la primera parte, aunque sea inferior, para tener la experiencia gaming completa.

The Hex: crítica en modo comedia

Pero volvamos al título de la reseña. Es curioso cómo nombres como Portal y Stanley Parable siguen apareciendo como pilares referenciales cuando hablamos de videojuegos que deconstruyen. Y es que estos clásicos siguen agrandándose cada vez más a medida que aparecen obras magnas como The Hex que beben directamente de ellos.

Aun así, acá vi cosas que no había visto en ningún otro juego de este estilo. Por ejemplo (y esto no lo descubrí yo) me vuela la cabeza que el verdadero final se encuentre bien escondido… ¡en otro videojuego!

Como sea, quiero evitar spoilers porque me parece que es de esos que se disfrutan especialmente sabiendo poco y nada.


"Secrets of Legendaria", un segmento de "The Hex"

Sí quiero mencionar que lo metaficcional de la historia lleva la batalla al corazón mismo del videojuego. El Six Pint Inn es, en realidad, una suerte de refugio. Un lugar donde chocan las políticas de producción y consumo. Y es que The Hex termina siendo mucho más obvio de lo que parece, pero por pura necesidad. Hace bastante que ya no estamos para metáforas pintorescas.

Esta pequeña obra de arte se divierte con el poder que tienen los usuarios y modders sobre los videojuegos actuales. En “Combat Arena X”, los personajes descubren que pueden escaparse del juego si comienzan a estar OP (overpowered). ¡Y lo buscan de forma consciente! En “Waste World”, las quejas de los jugadores lo han llevado a desvirtuarse, incorporándose trucos que se convirtieron en mecánica principal del juego.

En la vida real, las distinciones que antes existían en los géneros se han ido separando. Fortnite no es sólo un FPS clásico. Tiene elementos de estrategia y de supervivencia. Es también un nuevo género: Battle Royale. Con los in-app purchases, el jugador puede, literalmente romper el juego poniendo dinero real para tener el mejor ítem o el mejor personaje.

Convenientemente, en The Hex también van tomando lugar estas fusiones de géneros. A mitad del segmento de “Secrets of Legendaria” pasamos a un modo pelea del estilo “Combat Arena X”. “Vicuos Galaxy” es un shoot-em-up bien noventoso, pero en un momento dado va alternando entre el estilo RPG de “Secrets of Legendaria”.


"Combat Arena X", segmento de pelea en "The Hex"

El gaming AAA (los “tanques” comerciales) hoy se ha vuelto una tarea imposible. Un tanque tiene que ser de mundo abierto, darte más de 20 horas de juego entre la historia principal y las “side quests”, tener riqueza narrativa y lootboxes para seguir currando. Tiene que haber muchos secretos sin ser frustrante, mecánicas innovadoras y un juego balanceado que, además, permita modalidad online. Porque ahí está la papa.

Son expectativas demasiado difíciles de cumplir. Más si sos un desarrollador independiente tratando de sacar tu jueguito adelante desde el sótano de la casa de tus viejos. Con un toque de suerte metés un Celeste que llega a los Game Awards al lado de gigantes como God of War y Red Dead Redemption 2.

The Hex nos habla mucho de esta industria a punto de explotar. Y lo cuenta con gran sentido del humor. Un humor oscuro y cínico, y divertidísimo. Por más que el panorama pinte negativo para nuestros personajes (y para la industria del gaming en general), el juego lo pone en relevancia con una sonrisa.

Y es que, lo sabemos, no hay mejor vehículo para la crítica social que una buena comedia.


"Waste World", uno de mis segmentos favoritos en "The Hex"

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Palabras finales

Por si quedaron dudas después de leer esto: tienen que jugar The Hex. Para mí fue una gran sorpresa que desconocía. Es una aventura que van a disfrutar especialmente los que (como yo) se criaron con videojuegos desde pequeños.

Una loca y surrealista aventura de misterio llena de mecánicas imaginativas, lindos juegos de ingenios y una reflexión aguda sobre la industria del gaming. De paso, hay toda una crítica –a lo efecto Pigmalión– sobre cómo nos relacionamos con la ficción y con nuestras propias creaciones. Un viaje emocionante, sin lugar a dudas.


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