Como lo indica oportunamente en
su título, Darío Sztajnszrajber
se propone utilizar una serie de frases filosóficas como
disparadoras para estimular el pensamiento. En esta nota, reseña de Filosofía en 11 frases, una obra que es
parte ensayo filosófico y parte novela combativa.
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Reseña: Filosofía en 11 frases
Me encanta Darío y su manera de divulgar la filosofía. Tiene un estilo muy claro para hacerte llegar conceptos que pueden llegar a ser verdaderamente complejos. Lo vi en teatro, escuché sus múltiples clases/conferencias y sigo varios de sus programas de radio (su antigua columna en Metro y medio, Demasiado Humano, etc). Darío siempre es una experiencia enriquecedora.
En el fondo no hay fondo, dice el autor, pero la pregunta de por qué hay algo donde podría no haber habido nada siempre cuestiona e interpela. En Filosofía en 11 frases (2018) el autor nos vuelve a convencer de que todos podemos hacer y entender la filosofía, aunque no lo sepamos.
«La presentación de la frase dispara un juego de palabras que es siempre un juego del pensamiento (…) emancipa al sentido común de su dirección unilineal. La frase provoca un efecto, inspira a la pregunta y, en ese acto, algo de la filosofía acaece.»
Las frases no fueron elegidas al azar, sino que cumplen un propósito dentro de la estructura del libro. Hay varias clásicas, pero también me sorprendí con muchas que desconocía. Sztajnszrajber, un explorador subversivo, aprovecha las citas para incitar a la reflexión y recorrer las ideas más importantes de pensadores como Foucault, Aristóteles, Heráclito, Descartes y Marx.
Lo que más me llamó la atención es que acá la cuestión filosófica se ve atravesada por una narrativa con principio, nudo y desenlace.
El argumento no siempre funciona del todo (al personaje principal le pasan más cosas bizarras en un día que a mí en 33 años de vida) pero sí es un dispositivo ideal para poner en juego los temas de cada filósofo.
Recorriendo Buenos Aires
La historia de Filosofía en 11 frases es la de un hombre vagando por Buenos Aires, buscando algo que no sabe bien qué es. Se ve que el autor tiene algo con los medios de transporte como disparadores para el divague filosófico. Darío ya presentaba un conflicto similar en aquella obra inicial, Para qué sirve la filosofía: pequeño tratado sobre la demolición (2013).
Si en Para qué sirve la filosofía, la narrativa se iniciaba dentro de un colectivo lleno de gente, Filosofía en 11 frases tiene al protagonista esperando el subte, rodeado de desconocidos. Allí ocurre una revuelta que termina en tragedia.
A lo largo de 24 horas, nuestro héroe recorre Buenos Aires yendo a un lugar incierto, buscando algo que no puede recordar…
Esta odisea es a veces surrealista y, otras tantas, hasta onírica. La muerte de un tal Martín, luego de un evento de brutalidad policiaca que se desata en el primer capítulo, lleva al protagonista por un camino de angustia, cruzándose a un sinfín de personajes que lo motivan a pensar en filosofía.
La excusa narrativa recuerda un poco a obras como El guardián entre el centeno o el Ulises, de James Joyce.
El recorrido filosófico
El libro abre con la metáfora del río de Heráclito (que yo también utilicé, casualmente, en mi tercera novela) y el hitazo “Sólo sé que no sé nada” de Sócrates. Es un comienzo idóneo porque, sin duda, se trata de dos clásicos de la filosofía antigua.
Sigue con Aristóteles, tomando una frase inquietante (“Oh amigos, no hay amigos”) que aprovecha para reflexionar sobre los vínculos sociales.
Vale aclarar que Darío no va en orden cronológico. Aparece un ingenioso desvío por el filósofo de la modernidad (Descartes) para luego decantar en el costado más político. La metáfora de Marx (“Todo lo sólido se desvanece en el aire”) es una oportunidad para cuestionar el capitalismo actual y las estructuras sociales que naturalizamos tanto que se nos vuelven invisibles.
Hay una tendencia izquierdista, sin duda, fiel a las inclinaciones políticas de Sztajnszrajber. Por eso no es extraño que se haga un fuerte énfasis en la idea del poder y cómo aquellos que nos gobiernan construyen relatos que nunca cuestionamos.
Es la típica “se hace así porque siempre se hizo así”. Ahí aparecen Nietzsche y Foucault como filósofos del poder, o el asunto de la naturaleza humana vs lo salvaje que plantea Hobbes (“El hombre, lobo del hombre”).
Filosofía en 11 frases como propuesta literaria
La obra de Darío no es una lectura particularmente sencilla. Es decir: no es filosofía inicial. Creo que se precisa de un lector ya ávido en el tema para terminar de captar los conceptos que se ponen en juego.
Esto no está ni bien ni mal. Los lectores tranquilamente podrían arrancar con Para qué sirve la filosofía para tener una suerte de tutorial, y luego continuar con este título. Pero sí quería comentar que, si bien Darío logra bajar a tierra muchos conceptos abstractos, el libro tiene una dificultad media. No es para todo el mundo.
Como propuesta literaria es atractiva, mezclando narrativa con ficción de forma orgánica. Es un estilo similar al que usa Jostein Gaarder en su literatura. Siempre voy a recomendar El misterio del solitario¸ que probablemente sea mi novela filosófica más favorita de todos los tiempos.
Similar a El mundo de Sofía, en Filosofía en 11 frases un mismo capítulo va avanzando una trama mientras intercala monólogos de reflexión filosófica. Como novedad, acá Darío incluye “diálogos” entre tres diferentes “Daríos” que discuten los temas en cuestión como si se tratara de una charla de bar.
La segunda mitad del libro para mí decae un poco en el aspecto narrativo, porque lo que le sucede al protagonista se me fue haciendo cada vez más inverosímil. Entiendo a qué va, entiendo que es la excusa para hablar de filosofía, pero a mí no me terminó de copar del todo (especialmente en relación al forzado vínculo entre el autor y una tal Julia).
Hay un giro sorpresivo sobre el final que nos daría a interpretar que todo lo que ocurrió en aquel subte estuvo planificado al detalle. Todavía no me termino de decidir si aquella revelación me gustó o no…
Palabras finales
Filosofía en 11 frases es una gran lectura que recomiendo. El libro está muy bien contado, si bien creo que apunta a un público específico. En todo caso, es una caricia para todos aquellos que seguimos las palabras de Darío a lo largo de los años.
No es un librito para leer de un tirón y desconcentrado, sino que requiere de un esfuerzo activo para ir avanzando despacito, madurando y masticando cada tema propuesto.
El ritmo se mantiene siempre con inercia gracias a una narración que suma a la problematización filosófica. El argumento es básico, pero funcional a lo que se quiere contar, haciendo que forma y contenido se disuelvan en una sola entidad.
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