Aprovechando el estreno de su segunda temporada, maratonié la primera parte del “animé de furros” de Netflix. En esta nota, mis impresiones de Beastars (Temporada 1) para entender what the fuss is all about.
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Zootopia: versión adulta
Para el tímido lobo adolescente Legoshi, lo único más fuerte que el deseo de comerse a su compañera de escuela Haru (una tierna conejita) podría ser el deseo de amarla.
En el mundo de Beastars, los “furros” coexisten en una sociedad que es estructuralmente similar al Japón moderno. Estas criaturas se dividen en dos grupos: herbívoros y carnívoros, el último de los cuales todavía tiene el instinto de comerse al grupo más débil.
Si bien, a simple vista, la premisa de animales antropomórficos suena como un sucesor espiritual del amado (y recientemente finalizado) BoJack Horseman de la plataforma, Beastars presenta algo completamente diferente.
Imaginen una versión adulta de Zootopia, completa con un trasfondo de sexo, violencia y asesinatos. Esto ilustraría perfectamente lo que la esta oferta de animé de la Gran N propone.
Entre hervíboros y carnívoros
La serie abre con un asesinato, lo que hace pensar que todo rondará alrededor de quién fue el carnívoro que mató a la querida alpaca Tem, miembro del club de Teatro de la escuela.
En realidad, el crimen es un disparador para sacurdir las relaciones y dinámicas entre los carnívoros y herbívoros de la Academia Cherryton, donde nuestros protagonistas estudian.
Si bien aclaremos que, como en todo buen drama adolescente, los vemos estudiar poco y nada (por no decir, nada). También –fiel a la naturaleza del género– el foco está puesto en los “clubes” de esta secundaria, en particular el club de drama.
La construcción de este mundo no tiene todo el sentido del mundo, pero permite explorar los complejos sentimientos de Legoshi por Haru. La historia es interesante si sabemos, de antemano, de qué va la cosa.
Pese a un primer capítulo emocionante y un final violento, en general Beastars se apoya en el género romántico y el slice-of-life. Es decir, es más bien ligera en su desarrollo, con episodios más o menos autoconclusivos que nos cuentan el día a día de estos personajes.
En este sentido, el resultado es mixto. Cada episodio de 23 minutos puede hacer que nos maravillemos en reflexiones filosóficas sobre nuestra propia esencia… o que nos cuestionemos qué carajo estamos viendo.
Para que se den una idea, acá los conejos usan lencería y los leones dirigen un sindicato del crimen organizado. El cerebro humano simplemente no está preparado para dar sentido a una mierda como ésa.
Su diseño visual y estético
Entre los personajes principales, Rouis, el ciervo rojo, me pareció el más dinámico. Se presiona demasiado a sí mismo para ser el ciudadano modelo, en parte debido a sus traumáticas experiencias infantiles. Está lleno de odio a sí mismo, resentido por haber nacido herbívoro y al mismo tiempo hace todo lo posible para afirmar su poder e influencia.
Esta mentalidad le hace percibir sus objetivos de desempeñarse con éxito en la obra de la escuela y lograr el aclamado título de “Beastar”.
Donde Beastars brilla es con su diseño visual y estético. Cada episodio muestra estilos ligeramente diferentes de animación. No es la más frecuente, pero hay ciertos momentos de acción muy logrados donde se aprecia un uso de CGI sutil y una calidad de animación muy fluida.
El estudio Orange es conocido por su exagerado estilo 3D. No es mi estilo predilecto para el animé (creo que es uno de los motivos por los cuales nunca me convenció Ghost in the Shell: Standalone Complex) pero afortunadamente acá está muy medido y se siente orgánico.
Palabras finales
Beastars no tiene miedo de volverse súpern ridículo y, de hecho, es mucho más agradable cuando no se toma a sí mismo demasiado en serio. A veces, las extensas voces en off de Haru y Legoshi le quitan la diversión a un animé que, de por sí, no ofrece mucho alivio cómico.
Por suerte, para cuando llega el final de temporada, Beastars encuentra alguna especie de equilibrio favorable. Por más rutinaria que fuera, la conquista de Legoshi para ganarse el corazón de Haru dominó la mayor parte de la trama de la temporada, pero la serie logró navegar a su alrededor para construir un gran elenco de personajes secundarios.
Si bien la primera temporada de Beastars no me voló la peluca, tengo ganas de saber cómo sigue esta loca historia. Quedaron algunos emocionantes hilos narrativos para explorar en la segunda parte.
Fans de Riverdale, quizás quieran darle una chance a este animé, porque la extravagancia narrativa va por ahí.
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