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miércoles, 27 de noviembre de 2019

Stoner: la gran novela académica de John Williams


Me enganché con Stoner a través de un programa de radio que la recomendó. Curiosamente, comencé a leerla un 17 de septiembre, justo cuando se celebra el Día del Profesor. Lo cual fue más que adecuado porque ésta es la vida de un profesor académico. A primera vista suena aburrido, pero es una de las novelas más conmovedoras que leí este año.




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Stoner: retazos de una vida

Similar a lo que hizo la película Boyhood (2014), de Richard Linklater, Stoner cuenta la vida de un joven desde sus años formativos hasta entrada la adultez. No, no tiene absolutamente nada que ver con un drogadicto, es sólo el apellido del protagonista (que tiene sentido desde el argumento debido a su personalidad estoica).

La novela fue escrita en 1965 por John Williams (no confundir con el compositor John Williams), quien fue profesor de inglés durante toda su vida. Cuando se publicó, el New Yorker la describió como “un magistral retrato de la vida de un hombre ordinario, casi invisible”. El propio Williams era invisible. Stoner no recibió mucha más cobertura que eso y nadie lo recordaba al año siguiente.

Hace unos años tuvo un resurgimiento importante. No conozco bien los motivos. Lo cierto es que hoy tiene una segunda chance como uno de los grandes clásicos olvidados de la literatura norteamericana. Desde su nueva publicación viene disfrutando de un milagroso segundo acto, incluso convirtiéndose en best-seller en algunas regiones de Europa.


Hay rumores de que una adaptación cinematográfica se estaría cocinando con Casey Affleck...

La obra narra la vida de un modesto y erudito literario de nombre William Stoner. El autor hace hincapié en su poco llamativa e insignificante existencia desde la primera página:
«Los colegas de Stoner, que no le tenían particular estima cuando estaba vivo, ahora raramente hablaban de él; para los más viejos, su nombre era un recordatorio del final que nos espera a todos, y para los más jóvenes es meramente un sonido que no evoca ninguna sensación del pasado ni ninguna identidad con la que ellos pudieran asociarse ni a sí mismos ni a sus carreras.»

Sin embargo, esta ordinaria vida es retratada con una sinceridad tan vigorosa que nos hace sentirnos inmediatamente identificados. Pocas novelas (pienso, quizás, en El Gran Gatsby como un caso similar) me han cautivado tanto. Creo que me la pasé lagrimeando las últimas 15 o 20 páginas. 

Destinos inciertos

Asistimos la vida de Stoner de manera testimonial, como vecinos espías. Sus logros y fracasos, la relación con su esposa y su hija, la enemistad con un odiable colega en la Universidad, su pasión por la enseñanza y, últimamente, su triste y solitario final.
«Y había querido ser profesor, y lo fue, aunque sabía, siempre lo supo, que durante la mayor parte de su vida había sido uno cualquiera. Había soñado con un tipo de integridad, un tipo de pureza cabal, había hallado compromiso y la desviación violenta de la trivialidad. Se le había concedido la sabiduría y al cabo de largos años había encontrado ignorancia. ¿Y qué más?, pensó. ¿Qué más?»

Aclaro que a partir de acá podrían aparecer ciertos #Spoilers del argumento.


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William Stoner nació en una humilde familia granjera en 1891. Su futuro predestinado era el de trabajar en la granja con su padre al terminar la secundaria, pero el agente del condado aconseja que continúe sus estudios en Agricultura como una manera de aprender mejores técnicas para arar la tierra.

Al ingresar a la Universidad de Missouri, tiene que tomar obligatoriamente un curso en Literatura Inglesa durante su segundo año. Lo que descubre en este curso introductorio (como el Soneto 73 de Shakespeare) lo enamora por completo y le abre una puerta a un mundo nuevo. Rápidamente se apasiona por los estudios literarios y decide cambiar de carrera.

Una hermosa historia que contar

La novela no es una defensa entusiasta de la Universidad, sino que nos obliga a considerar cuestiones fundamentales sobre el valor y el propósito de las Ciencias Humanas.

William se convierte en un apasionado profesor de literatura durante la Primera Guerra Mundial, donde muere su amigo Dave Masters, quien será como un fantasma (y un agridulce recuerdo) recorriendo toda la vida del protagonista.

Vida que, dicho sea de paso, tiene un final abrupto e inesperado unos años después de la Segunda Guerra Mundial, cerrando el arco argumental que se había iniciado unos 30 años antes. Lo maravilloso de Stoner es que nos recuerda que las personas comunes que viven vidas comunes también pueden tener una hermosa historia que contar.
«En su año cuarenta y tres de vida, William Stoner aprendió lo que otros, mucho más jóvenes, habían aprendido antes que él: que la persona que uno ama al principio no es la persona que uno ama al final, y que el amor no es un fin sino un proceso a través del cual una persona intenta conocer a otra.»

Un aspecto de mi vida que no sale a la luz tan fácilmente en este blog donde hablo de literatura, filosofía, cine, animé y videojuegos (entre otros vicios personales) es que yo soy un Ingeniero Industrial que dedica gran parte de su tiempo al oficio de ser profesor universitario. Hasta estudié unos años la Licenciatura en Letras.


Ahí estoy yo... tirando magia en el aula (?)

Soy docente en tres cátedras en la Universidad Nacional del Sur (Bahía Blanca) donde enseño contenido específico de Ingeniería Industrial. 

También doy clases en una Diplomatura de Logística, tengo un curso de Educación a Distancia y otro para docentes sobre Técnicas para potenciar el aula. Soy Secretario de la Comisión Curricular de mi carrera, tutor de Tesis Finales de Carrera y estoy metido en Grupos de Investigación.

Así que sí, la vida de William Stoner definitivamente caló hondo en mí. Me sentí súper identificado con un buen número de las situaciones académicas planteadas.

La exploración filosófica en Stoner

Uno de los aspectos más fascinantes de la novela es la exploración de la filosofía epicúrea. Hablé un poquito sobre esta idea de que “felicidad es ausencia de dolor” en esta nota. Acá tenemos a un personaje con una vida que, la gente en general, consideraría como bastante miserable.

Su matrimonio fue un fracaso absoluto, su carrera se vio socavada constantemente por ese detestable personaje que es Hollis Lomax y el alcance de su autorrealización se limitó a la satisfacción de ser fiel y genuino consigo mismo (nunca quiso comprometer su moral, al mejor estilo Rorschach … lo cual le trajo más que un problema en el campus).

E incluso frente a todo, Stoner nunca sintió pena por sí mismo ni se quejó de nada. Simplemente tomó la vida tal como vino y aceptó los eventos por lo que eran.


El mito de Sísifo, un clásico de este blog...

Hay algunas ideas del budismo subyacentes en el libro y algo del absurdo que plantea Albert Camus en obras como El extranjero (1942). Stoner nunca tiene la voluntad de deshacerse de las personas claramente tóxicas en su vida, lo cual te pone un poquito nervioso y lo convierte en una suerte de Sísifo de la vida.

La estructura de Stoner

Stoner es una novela puramente psicológica donde el punto de vista está casi siempre puesto sobre el protagonista (pese a ser un narrador en tercera persona y omnisciente). Se divide en 17 capítulos de moderada longitud y repartidos en unas 300 páginas. No se lee con facilidad. No es una lectura particularmente amena o fluida con la que quieras seguir avanzando sin parar.

Específicamente hay algunos tramos donde no parece pasar nada y cuesta un poquito darle para adelante. Pero hay que darle tiempo porque termina valiendo la pena.

La novela está contada de tal manera que cada capítulo se enfoca en un aspecto específico de la vida de William. Tiene episodios mejores que otros… pero los que son buenos son realmente buenos, sólidos y temáticamente redondos.


Yo encontré mucho valor, por ejemplo, en todas las secciones que se dedican a reflexionar sobre la pasión por enseñar.
«A pesar de que sólo iba a enseñar fundamentos de gramática y composición a un grupo poco selecto de alumnos, aguardaba la tarea con entusiasmo, apreciando profundamente lo que representaba. Programó el curso la semana antes del comienzo del semestre de otoño, valorando las posibilidades que había mientras luchaba con los materiales y temas correspondientes (…) En los simples ejercicios de composición que preparó para sus alumnos advertía las potencialidades de la prosa y su belleza y ansiaba animar a sus alumnos en la medida de su entusiasmo.»

El autor también trabaja muy bien las relaciones de Stoner con las mujeres que lo rodean, en particular con su hija Grace y su alumna –convertida en amante– Katherine Driscoll, con quien tiene un amorío muy tierno y sensible.
«Ambos eran muy tímidos y se fueron conociendo despacio, a tientas; se acercaban y se separaban, se tocaban y se retiraban, sin que ninguno quisiera imponer al otro más de lo que le fuese grato. Día a día caían las capas de reserva que los protegían, por lo que finalmente fueron como son los extraordinariamente tímidos: cada uno abierto al otro, sin protección, perfectamente cómodos y sin conciencia de sí mismos.»

Palabras finales

¡Cómo me va a costar armar el TOP 10 de libros! Todos los años seleccionó mis 10 lecturas preferidas y esta vuelta va a ser un poco más complicado porque me encontré con obras fantásticas. Stoner es, decididamente, una de ellas.

La gran enseñanza de John Williams es que una vida sin grandes logros, con serios contratiempos incluso, puede ser llevada con gran dignidad y hasta es posible obtener algo parecido a la felicidad. Dueña de uno de los desenlaces más emotivos de la literatura que me haya tocado leer, esta obra pega fuerte y directo cuando se lo propone, desarmándote por completo.

Will Stoner es una víctima del destino, de las expectativas sociales y familiares, de la falta de voluntad ante lo que realmente desea. No es casual que todo lo que toque lo destruya: siempre vivió a merced de fuerzas más poderosas. Ésa es verdaderamente su tragedia.


A lo largo de sus páginas, personajes nacen y mueren, ocurren las dos grandes guerras mundiales y aparecen tanto el amor como la pasión. No es un libro de lectura sencilla o veraniega. Sus lectores tienen que ser activos y estar comprometidos.

Pese a haber sido escrita hace más de 50 años, es una historia madura, emocionalmente profunda y atemporal. Con razón se ha ido fortaleciendo conforme avanzó el tiempo. Cuando uno lee un libro con esta calidad literaria, no queda otra que recomendarlo. Stoner hechiza gradualmente, con suavidad, pero de manera permanente y definitiva.
«El señor Shakespeare le habla a través de trescientos años, señor Stoner, ¿usted lo oye?».

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