Cuando comenzás Celeste
–uno de los grandes plataformeros indies del 2018– el juego anuncia:
“enorgullecete de tus muertes”. Al principio el texto me generó confusión, pero
pronto lo entendí. Sólo en el primer nivel tuve casi 100 muertes. En algunos casos
llegué a contabilizar más de 500 para poder atravesar una zona determinada. Y
sin embargo, nunca quise dejarlo, sino todo lo contrario. ¿Cómo es que Celeste es un juego tan difícil y,
simultáneamente, extremadamente placentero?
***
No todo sale
como planeamos
Jugar Celeste
se siente realmente bien. Mitad plataformas y mitad puzzle, la obra de Matt
Makes Games que la rompió el año pasado tiene una historia súper identificable,
controles fantásticos y un gran soundtrack.
Para llegar a la cumbre del monte Celeste, el
jugador –en la piel de Madeline– tiene que recorrer cientos de peligrosas habitaciones.
Cada avance requiere de un balance entre destreza e ingenio (porque cada
habitación es un enigma en sí mismo). Nuestro personaje puede saltar, hacer un dash en el aire y treparse, por un
tiempo corto, a las paredes.
Con la combinación de tres simples habilidades, Madeline puede efectuar una enorme
cantidad de desplazamientos. Generalmente sólo tenemos un par de segundos para
tomar decisiones, elegir un camino y apretar los botones en el momento justo.
La consecuencia del error es una muerte instantánea.
Lo curioso es que, durante la historia principal
del juego, he muerto más de 200 veces en un nivel y nunca me dieron ganas de
largarlo a la mierda.
Recuerdo que no me sucedió lo mismo con Cuphead (gran heredero del Contra por lo ingrato y brutalmente
difícil que es). Por más bonito que sea vea, luego de un par de frustrantes
horas no tuve ganas de continuarlo.
Como en la vida misma, el fracaso es un hecho en Celeste. Los peligros castigan al
jugador por errar en un pixel. Luego de repetidos fracasos, es más fácil
aceptar que no todo va a salir según lo planeado.
La
indulgencia de Celeste
Acá es donde entra la asistencia que el juego le
brinda al jugador. Celeste apreta
pero no ahorca. Te obliga a repetir muchas veces una habitación hasta superarla
pero, al mismo tiempo, brinda todo tipo de ayudas (muchas veces mostrándote en
lugar de diciéndotelo
directamente).
Por supuesto, beneficia muchísimo tener un control
tan perfecto. Madeline acelera rápidamente (a diferencia de, digamos, Sonic, que precisa un tiempito para
alcanzar su máxima velocidad posible). Podemos guiarla fácilmente después de un
salto gracias a un fino control de caída. Además, ella puede correr en ocho
direcciones con solo presionar un botón.
Saltar se siente tan natural como respirar. Es
verdad que Celeste castiga la
ejecución defectuosa, pero los controles nunca traicionan las intenciones del
jugador.
Para los speedrunners
es realmente una joyita caída del cielo y ellos, en poco tiempo, lograron
explotar todas las mecánicas. Verlos jugar Celeste
es de una
armonía preciosa. El record mundial actualmente está en 27 minutos y 31
segundos.
Para condimentar, el juega presenta nuevas
mecánicas con cada nivel. Ningún “capítulo” (porque Celeste también tiene una poderosa narrativa) es igual al anterior.
Es muy emocionante descubrir, mediante prueba y error, cómo vencer cada nuevo
obstáculo que aparece.
En este sentido, otro aspecto importante es que el
juego te permite decidir hasta qué límite de dificultad querés llegar. Por
ejemplo, tiene implementado un “modo asistencia” para permitirle al jugador
elegir el desafío con el que se sienta cómodo.
El modo
asistencia de “Celeste”
El assist
mode es como una caja de trucos predeterminada que permite ajustar la
velocidad del juego, activar la resistencia infinita o incluso brindarle
invulnerabilidad a Madeline.
Yo no soy de esas personas que disfrutan jugando
videojuegos en su máxima dificultad. Sí, en general me gusta jugar de la manera
en que los desarrolladores lo planearon. Disfruto de un desafío equilibrado que
no llegue a ser desesperante. Quiero relajarme jugando videojuegos, no
frustrarme o ponerme nervioso.
No utilicé el “modo asistencia”, pero veo su
beneficio para abrirle las puertas a todo tipo de gamers (especialmente a los
más chicos). Es una buena opción dada la complicada naturaleza de este plataformero.
Celeste es un juego castigador que,
posiblemente, tenga la mejor experiencia sin este modo, aunque su inclusión es más
que bienvenida.
Las misiones
secundarias y los ítems coleccionables
La historia central está compuesta por ocho
capítulos (y uno adicional que se incorporó hace muy poquito tiempo). Al
completarla, existen todo tipo de cosas para seguir haciendo si se busca un
desafío todavía mayor.
Por ejemplo, hay frutillas escondidas en (casi)
todos los niveles, muchas de las cuales requieren salirse del camino principal
y realizar complicadas acrobacias para agarrarlas. Las frutillas no hacen nada,
son “solo para impresionar a tus amigos”.
Los niveles también tienen –y muy bien escondidos,
si puedo agregar– un Corazón de Cristal y un Cassette. El Cassette desbloquea
remixes especiales del “lado B” de cada nivel. Niveles que son súper difíciles,
pero no tanto como los del “lado C” que se habilitan más tarde.
Los 7
Corazones de Cristal son necesarios para acceder a la última fase del juego,
el capítulo 8, y poder completar el juego.
Básicamente, en Celeste
podés elegir qué tanto querés complicarte la vida. Con o sin modo asistencia,
juntar todos los ítems coleccionables o no, realizar los desafiantes niveles de
lados B y C, etc. Esto brinda mucha rejugabilidad y horas de ¿diversión? para
los obsesivos completionists.
***
TL;DR. Jueguen Celeste. Es una de las mejores experiencias gamers de los últimos años. Si se les hace demasiado díficil, hay muchas maneras de seguir disfrutándolo. El camino a la cima lo vale.
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=>> Otros posts sobre VIDEOJUEGOS en el blog: “5
grandes clones de Doom”; “La
solitaria distopia de INSIDE”; “6
webs que todo gamer debe conocer”; “Exploración
y comercio en Moonlighter”; “El
misterio meta-narrativo en The Hex”.
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Se que me vuelvo repetitivo, repetitivo, que me vuelvo repetitivo... pero... ¿cómo hacés para vivir todas estas vidas? Vos sos como Alejandro Dumas, le garpás a gente que escribe para vos.
ResponderEliminarAbrazo cráneo
PD: Bart Simpson, te debo una moneda por robarte el chiste
La gente me paga para que escriba para ellos (?)
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