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martes, 13 de agosto de 2019

El atroz encanto de los villanos como protagonistas


Darth Vader, Hannibal Lecter, Frank Underwood, Joffrey Baratheon, Cruela De Vil y el Joker son solo algunos ejemplos. El cine y la televisión han logrado que los personajes más crueles y oscuros nos seduzcan con su maldad. Hace unos días vi Brightburn (traducida en Argentina como “Hijo de la oscuridad”). Pronto la voy a reseñar en la fan-page, mientras tanto es un buen momento para hablar de los villanos como protagonistas centrales del relato.




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Simpatía por el Diablo

En la actualidad, servicios de streaming como Netflix están realizando una tarea activa para “romantizar” a los asesinos seriales con docu-series como Las cintas de Ted Bundy, que narra los 36 crímenes cometidos por el popular criminal americano.

Mientras tanto, una película del mismo director tiene a Zac Efron en el rol de Ted Bundy (¡Zac Efron! ¡Qué está más bueno que comer pollo con la mano!).

¿De dónde proviene ese culpable (y un tanto desconcertante) gusto por la maldad bien destilada?

Ha pasado ya un buen tiempo desde que aquel primer cinematógrafo fuera utilizado para plasmar el movimiento con imágenes reales (la llegada de un tren, por ejemplo). Hoy el cine es el medio más popular y masivo para contar historias a través de imágenes y sonidos.


La crisis económica de 1929 dio lugar al éxito de las películas de gánsteres y al policial negro, narraciones en las que personajes de rasgos morales ambiguos (o, directamente, antagonistas y villanos) pasaron a ocupar un lugar central.

Eran épocas donde la complejidad psicológica iba un poco más allá de “el bueno” y “el malo”. Los mafiosos cederían luego su espacio a los asesinos en serie, recuperando aquella extraña fascinación con la muerte que, probablemente, se remonte a los crímenes del legendario Jack el destripador. Un ser humano detestable que sigue siendo un ícono popular.

Villanos como protagonistas en el cine

A Alfred Hitchcock le debemos muchas cosas. Nos educó en la diferencia entre suspenso y sorpresa, sus producciones fueron esenciales para el movimiento del slasher dentro del cine de terror, entre sus primeros trabajos encontramos los elementos esenciales del film noir y hasta pudo haber creado la primera película de James Bond sin saberlo.

Luego del arrollador éxito de Psicosis (1960), el asesino en serie recibiría un nuevo empujón. Norman Bates causó auténtico terror entre los espectadores. No era un monstruo repugnante ni un extranjero en nuestras tierras. Bates era un tipo de apariencia normal, como vos, como yo. Alguien muy cercano al núcleo de lo familiar, de lo conocido.



El atroz encanto de los villanos como protagonistas

Igual que Hitchcock, otros directores independientes como Stanley Kubrick (imposible no pensar en La naranja mecánica o en El Resplandor) y Martin Scorsese, prefirieron que los malvados llevaran las riendas de sus argumentos.

De hecho, la idea de tener a villanos como protagonistas es una marca de autor en el cine de Scorsese. Travis Bickle de Taxi Driver es más un antihéroe, pero no podemos negar que los personajes principales de Casino, El Lobo de Wall Street y Goodfellas no son directamente maliciosos.

En esta misma sintonía, la trilogía de El Padrino tiene como estrellas a una familia de brutales mafiosos liderada por Vito y Michael Corleone.

En el terreno de la fantasía, el mismísimo Darth Vader es el hilo conductor de toda la franquicia de Star Wars. George Lucas explicó, en repetidas ocasiones, que toda su saga es fundamentalmente sobre Anakin y su progresión desde la inocencia, las fuerzas del bien, la caída hacia la oscuridad y su subsecuente redención en El retorno del Jedi (1983).


Estos nuevos directores lograron llevar a los villanos hacia un paradójico lugar de simpatía. Incluso no siempre eran castigados o condenados al final como en los clásicos westerns.

Esos carismáticos villanos modernos

Décadas más tarde de la gran época hitchcockiana, Thomas Harris llegaría con la saga de Hannibal Lecter. Del otro lado del mundo, Godzilla había sido un villano protagonista en decenas de películas. También nacerían asesinos carismáticos como John Doe (Seven, 1995), Patrick Bateman (American Psycho, 2000) y Louis Bloom en Nightcrawler (2014).

Con los años nos seguimos enamorando de villanos como protagonistas porque, muchas veces, resultan más compuestos que los héroes de armaduras brillantes. El villano ya no es un mero antagonista (oponiéndose a los objetivos del héroe) sino un personaje cuya complejidad psicológica lo hace atractivo y hasta noble a ojos del gran público.

Thanos es el verdadero protagonista de Avengers: Infinity War (2018) y tenía la enorme responsabilidad de comerse la cancha. Afortunadamente, cumplió con todas las expectativas. Su filosofía nihilista, motivaciones fuertes y extremo poder, rápidamente lo transformaron en el villano más especial que tuvo el MCU.


Encontramos otros malvados interesantes (y seductores) en aquellos políticos que manipulan los medios a su favor. Son el caso de Frank Underwood en la serie House of Cards y todo el elenco de Wag the Dog (1998), interesantísima película que desarrollé en esta otra nota.

Algunas otras películas menos convencionales se animan a presentar personajes realmente nefastos que, en la vida real, no dudaríamos en repudiar.

El año 2005 nos entregó tres casos ejemplares: Nick Naylor en Thank You for Smoking, los dos protagonistas de Hard Candy  –un pedófilo predador y una violenta asesina serial– y Yuri Orlov, un traficante de armas ruso que recorre los países en guerra comercializando su producto (Lord of War).


Y, por cierto, ¿sabían que el Joker de The Dark Knight (2008) es considerado por el Instituto de Cine Americano (AFI) como el mejor villano de la historia del cine?

El manto protector de la ficción

Como espectadores de series y películas nos hemos vuelto más exigentes. La clave de nuestro entretenimiento reside, casi siempre, en los personajes por sobre todo lo demás. Ellos son el principal motivo por el que se activan respuestas emocionales en nuestro cerebro: empatía, alianzas, enojos, etc.

Annie Wilkes, Dexter Morgan y Walter White generan una empatía que no deriva simplemente de un proceso imaginativo, sino que está profundamente conectada con otros procesos mentales, aquellos relacionados con lo afectivo.

Estudios científicos revelan que podemos identificarnos mejor con personajes que son una mezcla de moralidad, conflictos e ideales antes que con aquellos puramente morales o inmorales. Game of Thrones ha sabido brindar más y mejores villanos multidimensionales qué héroes clásicos.

Hoy triunfan aquellos relatos cuyos protagonistas abandonaron el terreno de lo moralmente correcto: antihéroes y villanos se erigen en tierra de nadie como los grandes favoritos del público.

La línea entre el bien y el mal (si es que algo así realmente existe) hace tiempo que comenzó a diluirse. Con ello se erigen los villanos como protagonistas, moviéndose a gusto en espectros de grises.

Sí, es verdad. Los villanos están de moda. Pero se lo han ganado porque ofrecen personalidades narrativamente más ricas.



Amamos odiar a políticos inescrupulosos, anarquistas sociales, asesinos seriales y traficantes, porque construyen personalidades tan misteriosas como magnéticas. Ellos, bajo el solemne manto protector de la ficción, fácilmente se vuelven íconos populares y fan-favorites.

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