“El hombre de
negro huía a través del desierto, y el pistolero iba tras él”. Así inicia El
pistolero, la primera parte de esa fantástica saga épica de Stephen King que es La Torre Oscura. Y aquella frase inicial
es considerada una de las mejoras y más influyentes aperturas de una novela en
la historia de la literatura.
Es, ciertamente, un comienzo bastante perfecto para
una épica novela. Con sólo una oración nos enteramos de quién es el
protagonista (El pistolero), quién el antagonista (El hombre de Negro), los
objetivos de cada uno (uno persigue, otro es perseguido) y el escenario (el
desierto), que funciona también como el principal obstáculo.
***
Las primeras líneas de una novela
Este inicio in
medias res nos arroja directamente en la acción, que es exactamente lo que
Stephen King buscaba y lo que caracteriza a su estilo.
En aquella genial autobiografía que es Mientras
escribo (de lectura obligatoria para cualquier amante del autor y para
los que aspiran a escribir), King indica que sus libros tienden a basarse en
situaciones más que en historias. Expresa:
«Desconfío de los argumentos por dos razones: la primera, que nuestras vidas apenas tienen argumento, aunque se sumen todas las precauciones sensatas y los escrupulosos planes de futuro; la segunda, que considero incompatibles el argumento y la espontaneidad de la creación auténtica.»
Él pone a un grupo de personajes (o a dos, o puede
que hasta a uno, como en Gerald´s Game)
en alguna clase de aprieto, y ve cómo ellos intentan salir. Su tarea, explica,
no consiste en ayudarlos a salir, ni manipularlos para que queden a salvo, sino
observar qué sucede y transcribirlo.
A mí me gusta más leer la primera página de un
libro antes que su sinopsis. O ver los primeros tres minutos de una película
antes que su trailer. Hoy existen tantas obras de ficción, miles y miles de
textos literarios, producciones cinematográficas o cómics, que se hace difícil
distinguir entre lo bueno y lo malo. O, peor aún, entre lo que nos puede llegar
a interesar y lo que no.
Allí es donde el inicio de cualquier ficción cobra
especial relevancia.
Los escritores tienen (tenemos) a veces no más que
la primera página para determinar si vamos a impactar al lector o no. Hablamos
de menos de un minuto, unos segundos siquiera. Ese es el tiempo con el que contamos.
Por eso es tan importante la forma en la que arranquemos nuestra historia.
¿Qué diferencia a mi novela de las otras miles, millones,
que hay dando vueltas? Novelas que, seguramente, son de una calidad literaria
superior. Que saben hacer mejor uso de las palabras, que logran al máximo
evitar los lugares comunes y presentar argumentos increíbles, originales,
creativas, sorprendentes.
Mi segunda novela (El
alma dividida) está lejos de ser una obra maestra. Fue publicada en
España y obtuvo un segundo lugar en un importante concurso literario. Hay gente
a la que le encantó, y gente que la odió, públicamente.
(De paso, como quien no quiere la cosa, tiro el chivo)
Pero por lo menos me gusta creer que es un relato
cautivador que engancha de principio a fin. Por eso quise que su primera frase pudiera
impactar y llamar la atención desde la primera página. Arranca así:
«Yo era un monstruo, y lo sabía. Mi desafío más grande consistía en vivir con ello. Si realmente quieren saber mi historia, lo primero que querrán conocer será mi nombre, dónde nací, cómo fue mi infancia o cómo mis padres me convirtieron en lo que soy ahora. (…) Podría pecar de ambicioso y abrumarlos con todos esos detalles en forma de testamento, o relatarles (con los desvíos, en la historia, pertinentes) los tres o cuatro días que cambiaron mi vida.»
No sé a ustedes, pero a mí me aburren esos inicios
de novelas que introducen datos irrelevantes del tiempo o cuestiones
rutinarias. Algo como esto:
«El sol se filtraba alegremente por la ventana, esquivando las cortinas, iluminando las motas de polvo que revoloteaban por el aire.»
No estoy diciendo que esté mal o incorrecto, sólo
que a mí no me engancha. Lo que es peor: me espanta. En cambio, vean cómo
inicia Robert Louis Stevenson su
conocido relato
de aventuras piratas.
«El squire Trelawney, el doctor Livesey y algunos otros caballeros me han indicado que ponga por escrito todo lo referente a la Isla del Tesoro, sin omitir detalle, aunque sin mencionar la posición de la isla, ya que todavía en ella quedan riquezas enterrada.»
¿Quién es el narrador? ¿Qué es la Isla del Tesoro y
qué secretos esconde? ¿Quiénes son Trelawney y Livesey? ¿Qué ocurrió en aquel
lugar? Todas estas dudas, y otras más, son arrojadas al lector desde el minuto
cero gracias a esta brillante introducción.
Edgar Allan
Poe fue famoso por muchas cosas. Entre ellas, por tener algunos de los
arranques literarios más intrigantes y atrapantes. Así empieza El gato negro:
«No espero ni pido que alguien crea en el extraño aunque simple relato que me dispongo a escribir. Loco estaría si lo esperara, cuando mis sentidos rechazan su propia evidencia. Pero no estoy loco y sé muy bien que esto no es un sueño. Mañana voy a morir y quisiera aliviar hoy mi alma.»
Y este es el principio de uno de los más grandes
horrores: ser
enterrado vivo:
«Hay ciertos temas de interés absorbente, pero demasiado horribles para ser objeto de una obra de mera ficción. Los simples novelistas deben evitarlos si no quieren ofender o desagradar. Sólo se tratan con propiedad cuando lo grave y majestuoso de la verdad los santifican y sostienen.»
Lo interesante es que la primera frase de cualquier
obra literaria ponga algo en juego, que comience (desde el vamos) a mover las
piezas del tablero. Por ejemplo, me fascina todo lo relacionado con la novela
de Juan Rulfo, Pedro Páramo (acá está su
correspondiente reseña), y en especial su comienzo:
«Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría; pues ella estaba por morirse y yo en plan de prometerlo todo.»
¿Y qué me dicen de Historia de dos ciudades, de Charles
Dickens? Es un inicio tan poderoso que todavía no puedo creer que no me
haya hecho el tiempo de leer esta obra:
«Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación.»
Casos ejemplares hay a montones.
Como Stephen King, aunque con una literatura
absolutamente diferente, Julio Cortázar también introduce a sus dos
protagonistas, el escenario y el conflicto principal (los encuentros y
desencuentros de Oliveira y La Maga) en el primer párrafo Rayuela (¡qué
buena novela!):
«¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua.»
Ni hablar del clásico disparador de La metamorfosis de Kakfa, probablemente uno de los mejores y más conocidos de la
Literatura Universal:
«Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto.»
***
Palabras
finales
La primera obligación de cualquier novela –si es
que podemos considerar que una novela tiene obligación alguna– es hechizar a su
lector. Manipularlo, absorber toda su atención, abstraerlo del mundo,
sumergirlo en una ilusión.
El novelista, como un buen mago, quiere engañarnos,
hipnotizarnos, seducirnos, mentirnos en la cara con algo que sabemos que no es
real, pero que bien podría serlo en nuestra imaginación. Pero la oferta es
amplia y diversa. Los escritores abundan (desafortunadamente, me animo a
agregar). Con lo cual: la literatura abunda y sigue creciendo en un mundo en el
que las ofertas para el escapismo son cada vez más variadas.
¿Por qué perder diez, veinte o cincuenta horas de
mi vida en leer una maraña de páginas sin sentido cuando puedo ver una serie de
Netflix, que también me cuenta una
historia, pero con sonido, explosiones, imaginería visual? ¿Por qué tengo que
poner mi cabeza en funcionamiento cuando hay otras formas de entretenerme que
son más sencillas y cómodas?
Por eso, hoy más que nunca, la clave está en
atrapar a ese lector escurridizo con nuestros textos con una primera buena
frase. Y después (por supuesto) mantenerlo hechizado a través de un buen
relato.
“El lector huía a través del desierto, y el novelista iba tras él”
¡Hasta la próxima!
***
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=>> Otros notas de LITERATURA relacionadas en el blog: “La
Torre Oscura (I): El pistolero”; “In
medias res: en medio del quilombo”; “Mientras
escribo: la autobiografía de Stephen King”; “Una
reflexión sobre las críticas negativas”; “Pedro
Páramo: el realismo mágico de Juan Rulfo”; “Kafka,
o como transformarse en algo infinito”
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ResponderEliminarAhora no estoy seguro de si mi comentario anterior se borro o simplemente no lo envié. :/ Bueno resumiendo.
ResponderEliminarEl inicio de toda obra es muy importante. Confieso que quizás no le he dado la importancia debida a las palabras iniciales. Tu entrada y los ejemplos que pones han cambiado un poco mi perspectiva y reflexionare para que el inicio de mis próximas obras sean mas enganchantes desde la primera frase.
No estoy seguro de que tan bien o que tan lento puede catalogarse el inicio de mi primer libro. Quizás un punto intermedio. Aquí está el primer párrafo:
El sonido de pasos sordos resuena a través del pasillo. El olor a humedad impregna las paredes talladas en piedra. La tenue luz de las antorchas deja ver a una figura femenina seguida de dos masculinas moviéndose a pasos rítmicos. Los tres se detienen frente a una reja de barrotes de acero. En la celda se escuchan los llantos y lamentos de algunas personas. La naarkiana saca una llave de su pantalón de tela beige con manchas negras. Extiende su brazo y la introduce en la cerradura. Su piel es color bronce y sus gruesos dedos carentes de uñas muestran hendiduras para las garras.
Si os llama la atención el prologo completo (capitulo 0) esta aquí:
https://www.wattpad.com/story/156910136-naarkiain-kies-el-exilio-pr%C3%B3logo
Estaré pendiente de tu blog. Saludos desde Venezuela.
¡Gracias por compartir! Es un inicio interesante. Voy a pasarme a ver de qué trata tu obra.
Eliminar¡Saludos!
Muy interesante lo que planteas, me hacer querer ver forma distinta las historias que visualizo tanto en los libros como en el cine y la televisión.
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