Yo hago listas
es el relato #40 que publico en este blog. Un pase de comedia sobre una manía, creo,
compartimos varios… (obviamente, se compone de algunos elementos biográficos). Espero
que lo disfruten. Yo me divertí mucho escribiéndolo.
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“Yo
hago listas”
¿Por qué hago listas?
Qué buena pregunta. A mi mujer solía molestarle que
me la pasara haciendo listas. A lo mejor es mi principio ordenador de las
cosas. Todos tenemos uno, me parece. Algunos van y rezan, cada noche se ponen
de rodillas a un lado de la cama y piden por algo. Otros se toman su taza de
café por la mañana a la misma temperatura. Siempre a la misma temperatura,
porque si no el día ya arrancó mal.
Lo mío son las listas. A ver, qué tipo de listas.
Algunas son necesarias. Bueno, lo que se dice “necesarias” no son. ¿Qué es
realmente necesario en esta vida? Tengo la lista de las compras en el súper, la
lista de cosas pendientes en mi correo electrónico. Hay una lista de cosas que
no tengo ganas de hacer en mi laburo y otra–tiernamente depositada en la mesa
de luz de mi habitación– de pavadas que debería ponerme a hacer. Ahí está esa
lista, muerta de risa. “Arrancar el gimnasio”, “Análisis de sangre”, “Volver a
escribir en serio”, “Decir más seguido: gracias, perdón y por favor”.
Hace poco me afanaron el celular. Fue una
situación muy incómoda porque los dos estábamos muy nerviosos. Yo, por lo que
el tipo me podía llegar a hacer. Él, porque no sabía bien lo que estaba
haciendo (y si la cosa se le podía ir de las manos). A ninguno de los dos nos
importaba mi celular, que vale dos mangos. Sólo queríamos que aquel momento
incómodo se terminara. Ahora tengo uno con tapita que teníamos tirado en casa,
por un tiempo, hasta que consiga otro.
Cosas positivas de tener un celular con tapita:
- Cumplen con la función original del teléfono:
llamar y recibir mensajes.
- La batería te dura días. (¡Sí, días!)
- Generalmente tienen la viborita.
- Siempre podés inventar una historia diferente
sobre: “¿Sabés cómo conseguí esta cicatriz tecnológica?”
- Es inhackeable (creo) e indestructible
(comprobado).
- No te bajás boludeces.
- Si alguien te hace enojar, le podés cortar
cerrando la tapita con fuerza. Él lo va a notar. Lo va a notar.
Esa lista la compartí por Facebook y recibió 72 me
gusta. 72, ¿entendés? Es un montón. Y ni hablar de los mensajes, desde el “qué
garrón, espero que estés bien” hasta el “jajaja” que muestra un claro signo de
apoyo hacia mi jocosa observación sobre nuestro quehacer cotidiano. Mi mujer no
puso un “me gusta”, de todos modos; porque dice que ya está re podrida de mis
“listitas”. Para ella, la forma de ser exitoso en la vida no es enumerando lo
que falta hacer, sino haciéndolo en serio.
Yo tengo diez reglas de oro para parecer exitoso en
el trabajo (“Para todo clavá un powerpoint”, “Siempre caminá apurado por los
pasillos… y ¡por el amor de Dios! Lleváte una carpeta debajo del brazo”, “Una
mesa de trabajo llena de papeles es tu mejor compañera”, “Siempre poné cara de
preocupado”), veinte pelis que prefiero ver dobladas al castellano, treinta
chistes sobre “un hombre entra a un bar”, cinco motivos por los que me llaman
carbón y seis cosas con las que tendría sexo (una cerveza escarchada, una
biblioteca llena de videojuegos retro, todas las películas de Woody Allen
juntas, Zac Efron, una buena milanesa napolitana con puré de zapallo, Jennifer
Connelly).
Cosas que me hicieron darme cuenta de que mi mujer
me dejó:
- Las camisas sin planchar se empezaron a acumular.
- Si busco sexo, no hay nadie a quien le duela la
cabeza.
- Cuando digo “hola” no recibo un “¡cállate un
poco, carajo!”
- El cuarto estaba vacío desde hace días.
La vida transcurre entre situaciones donde lo que
hagas es irrelevante. No importa, no va a cambiar nada. Por ejemplo, se cae un
puente por la fatiga de los materiales, hay un maremoto en Japón o tu mujer te
dice que tiene a un amante y que se va de casa. Son cosas que pasan, fuerzas de
la naturaleza. Podés afeitarte la cabeza, gritar, patear un puerta o hacer una
lista sobre cómo vas a cambiar a partir de ahora. Es lo mismo, ya está, ya
pasó. Como cuando me robaron el celu. Ya está, ya pasó. No, no hace falta que
me lo discutas, menos que me expliques por qué no estás de acuerdo. Para eso
sos mi psiquiatra, che. ¡Que para eso te pago! Bueno, dale, una pregunta sí te
puedo contestar. ¡Pero una sola, eh!
¡Ah! ¿Qué por qué hago listas? Mirá, tengo varias
razones. Cuarenta y ocho específicamente. Ahí van…
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=>> Otros notas sobre MIS
CUENTOS en el blog: “Los
malabaristas son prácticamente personas”; “La
iniciación”; “Manifiesto
literario (y una anécdota curiosa)”; “Los
microdélicos”; “No
requiere el uso de pilas”; “Del
texto a la vida”.
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Tiene su ingenio tu relato. Satiriza algo a lo que no soy necesariamente ajeno.
ResponderEliminarLa esposa es un buen personaje, con su fastidio, con su negación a poner un Me gusta.
Saludos.
Justamente hoy estuve leyendo tu nuevo relato. La sátira siempre es un componente clave en tu escritura.
EliminarGracias por el comentario, en serio.
¡Slds!
No estás solo; yo también hago listas.
ResponderEliminar¡Arriba los maniaticos de las listas!
EliminarSeee... a mi tambien me gustan las listas ! .. con papas !!
ResponderEliminarMuy bien retratadas esas situaciones que nos embroman frecuentemente. Muy ameno todo el relato y muy buenas las sátiras.
ResponderEliminar¡Te agradezco muchísimo tu comentario!
EliminarPienso que la gente debería hacer más listas.
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