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miércoles, 12 de octubre de 2022

Cazar por deporte: la deconstrucción de Ready or Not (2019)


En este 2022, la dupla Olpin-Giller volvió para dirigir la nueva entrega de Scream. Hoy: un análisis de la deconstrucción de Ready or Not, su excelente obra anterior.




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Ready or Not (“Boda Sangrienta”, como se la conoció Latinoamérica) fue una de las grandes sorpresas de 2019 pese a que pasó un tanto desapercibida entre los Endgames, Parasites y Once Upon a Times… de ese año.

No le fue nada mal en la taquilla ($57 millones de recaudación contra un presupuesto de $6 millones de USD) y fue bien recibida por la crítica gracias al ocurrente humor y la exaltada interpretación de Samara Weaving. Ahora es posible disfrutarla en la comodidad del hogar porque está disponible en el catálogo de Star+.

La película es una comedia de terror fantásticamente dirigida por Matt Bentinelli-Olpin y Tyler Gillett, quienes surgieron de aquel colectivo de cineastas que fue Radio Silence (V/H/S).

 

El juego más peligroso (y sangriento)

Grace (Weaving) se acaba de casar con Alex Le Domas (Mark O’Brien). La noche de su boda, la familia de Alex le pide a Grace que participe en una tradición: cada nuevo miembro de la familia debe intervenir en un juego que se determina sacando una carta de una misteriosa caja de rompecabezas.

Todos esperan que sea una ronda estándar de algún juego de mesa clásico (ya saben… un Monopoly, un T.E.G…), pero cuando Grace saca la carta de “Hide and Seek”, todos los Le Domas se quedan extrañamente callados.

Y es que, en realidad, se trata de una versión perversa de las escondidas que jugábamos de chicos: Grace debe permanecer escondida hasta el amanecer… y pronto se entera de que su “nueva familia” la está buscando para cazarla y matarla, armados con todo un arsenal entre manos.



Ready or Not marcó la primera película de terror estrenada en cines y distribuida por Disney (si bien a través de Fox Searchlight Pictures) en 7 años, sin haber lanzado una película de este tipo desde la poco recordada Frankenweenie.

 

La cacería como un juego

La idea de “el juego más peligroso del mundo” no es nueva, como casi nada en la ficción actual. Se trata de un subgénero en el cual los villanos son cazadores y el héroe es la presa.

El origen parece remontarse a un relato clásico (“The Most Dangerous Game”) escrito por Richard Connell y publicado por primera vez en la revista Collier en enero de 1924. El texto nos habla de un cazador que se convierte en presa de un general ruso retirado que persigue humanos por deporte en su isla privada.

Como ejemplos contemporáneos tenemos la franquicia de PredatorJumanji (sí, en serio: esta inocente película nos muestra a un cazador del siglo XIX que sale del juego y trata de atrapar a uno de los personajes principales solo porque “él tiró los dados”) y The Running Man, con Arnie Schwarzenegger, donde los convictos tienen la oportunidad de luchar por su libertad en un campo de batalla algo unilateral.



La japonesa Battle Royale (2000) convirtió a este subgénero en un tipo especial de historia que luego evolucionaría a franquicias millonarias (Los Juegos del Hambre) y series como El Juego del Calamar.

En Battle Royale, un gobierno japonés totalitario deja a un grupo de estudiantes de secundaria en una isla desierta y los obliga a matarse entre ellos por deporte.

 

La deconstrucción de Ready or Not

La película de Olpin y Giller se apropia de todas estas ideas, pero las convierte en algo diferente. La deconstrucción de Ready or Not viene dada por la variedad de clichés que se retuercen y modifican para generar tanto sorpresas como risas.

Acá los villanos son una familia adinerada que participa en la caza como parte de un supuesto trato con el diablo… y están armados hasta los dientes para hacerlo. Excepto que han pasado algunas décadas desde que tuvieron que cazar a alguien para completar el ritual, lo que significa que están increíblemente oxidados. Y tampoco es que estaban listos para hacerlo esa noche.

Para colmo, son todos unos haraganes ricos, acostumbrados a que otros los atiendan, con los vicios habituales que esto implica. Entonces, en lugar de ser Grace una persona que se enfrenta a un equipo de cazadores despiadadamente eficiente (como suele ser más frecuente en el cine) resulta que la cacería es mucho más equitativa.



De ese modo, Ready or Not es una parodia deconstructiva muy divertida. La cantidad de situaciones delirantes y bizarras que ocurren a lo largo de sus 95 minutos de duración no tienen desperdicio. Esta gente de clase alta apenas sabe lo que está haciendo, e incluso los más competentes son demasiado apáticos o sin práctica para ser tan amenazantes como podrían llegar a ser.

 

Las conexiones con You ´re Next

Podemos pensar la deconstrucción de Ready or Not también en comparación con You ´re Next (“Cacería macabra”, 2013), una suerte de película hermana con la que existen conexiones.

You´re Next es un home invasion + una cacería macabra que forma parte del mismo subgénero de “caza por deporte”. Se trata de otra comedia de terror oscura sobre una mujer joven que lucha por sobrevivir en el hogar de una familia adinerada, grande y jodida.

Convengamos que You ´re Next se inclina un poco más hacia el terror y agregó que la familia estuviera entre las víctimas de los asesinos, cuyos verdaderos objetivos e identidad se presentaron como un giro argumental. Ready or Not es un poco más básica en su narrativa y mucho más cómica, teniendo a la propia familia como villanos. Ambas historias son protagonizadas por actrices australianas.



Las películas se estrenaron con ocho años de diferencia y, casualmente, se centran en cuestiones de herencia, cuentan con familias numerosas y adineradas como personajes principales, y tienen una “Final Girl” inteligente, ingeniosa y decidida que lucha (en gran parte sin ayuda) contra un gran grupo de asesinos. Ambas ficciones también muestran a estas mujeres sufriendo una suerte de traición a manos de sus seres queridos.

 

La peor noche del mundo

Uno de los aspectos más divertidos de Ready or Not es su ambigüedad respecto a la “magia” en todo este embrollo. Le Bail –el patrón demoníaco de la familia Le Domas– es aparentemente invisible y, mientras los miembros mayores del culto le temen, los miembros más jóvenes dudan de su existencia.

Sin embargo, hay una serie de coincidencias extrañas cada vez que los Le Domas intentan romper con las tradiciones o Grace intenta escaparse. La escena final impacta con una sorpresa que es demasiado buena como para arruinarla acá. Un desenlace placenteramente fúnebre.

Antes de llegar a eso, Grace atraviesa el infierno mismo para sobrevivir a la noche. Prácticamente toda la acción (excepto un prólogo situado 30 años antes) ocurre en un par de horas. Durante ese periodo, Grace se hace un enorme agujero de bala en la mano y sufre: un corte profundo en la espalda, un accidente automovilístico y un cuchillo en el hombro. Nada le impide seguir adelante para vivir.



La deconstrucción de Ready or Not la convierte en cine de género bien hecho. Tiene mucho gore y muchas risas. Samara Weaving es una protagonista sólida. Expone un derribo divertido de la riqueza y la corrupción familiar. La película toma una idea divertida, la inyecta de emoción y la ejecuta de formas creativas. En sus ideas innovadoras del género, es comparable con la primera Happy Death Day.

 

Nota originalmente publicada en Alta Peli

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