Juan Pablo Castel fue, una vez, un famoso pintor. Ahora
está en la cárcel por asesinar a la única mujer que realmente lo comprendió,
María Iribarne. Él va a contarte su historia de la forma más directa posible,
sin ningún tipo de justificación moral… o, bueno, como él quiera contarlo. El Túnel es una de las novelas
argentinas más emblemáticas y la que ocupa el análisis literario de esta nota.
La génesis
de “El Túnel”
Ernesto
Sábato tenía sólo 26 años cuando obtuvo el Doctorado en Ciencias Físicas y
Matemáticas en la Universidad Nacional de La Plata. Comenzó a trabajar como
investigador con una beca en París y –en aquel nicho para la creatividad– se fue
involucrando con el movimiento
surrealista, que terminaría por influir profundamente en su vida.
Para cuando regresó a Argentina, ya estaba decidido
a abandonar la ciencia y encarar una carrera como escritor. Fue en 1943, debido
a una de sus muchas crisis existenciales, cuando eligió dedicarse de lleno a la
literatura.
El Túnel,
su primera obra de ficción, llegaría cinco años después. Luego de ser rechazada
por prácticamente todas las editoriales de Buenos Aires, fue publicada en la
revista Sur, en la que colaboraban
personalidades destacadas del ámbito literario como Jorge Luis Borges y Adolfo
Bioy Casares.
Esta novela psicológica terminó recibiendo críticas
muy positivas de autores como Albert
Camus, quien se copó tanto con la historia de tinte existencialista que la
hizo traducir al francés. Si por casualidad leyeron El extranjero (de 1942) –o,
por lo menos, mi nota sobre Camus
y el absurdo– saben que ambas novelas comparten similitudes importantes.
El
existencialismo y el absurdo
Los protagonistas de las llamadas “novelas
existenciales” frecuentemente son personajes indiferentes y moralmente
ambiguos. Creen que la existencia humana no tiene gran significado. Como Sísifo eternamente empujando una roca,
la vida es absurda y sin sentido. Es esa aceptación la que les permite ser
realmente felices.
En El
extranjero, Meursault recibe con
apatía la noticia de la muerte de su madre. No demuestra tristeza o dolor, sino
que se limita a reportar el hecho de la forma más plana posible. El Túnel inicia con lo que quizás sea el
spoiler más grande de toda la literatura: “Bastará decir que soy Juan Pablo
Castel, el pintor que mató a María Iribarne”.
Ambos personajes pasan el resto de sus respectivas
novelas en una intensa búsqueda de una respuesta al enigma existencial,
tratando de disipar también la soledad emocional en la que se encuentran.
Castel, el protagonista de El Túnel, tiene la aceptación de la crítica y la sociedad en
general, pero cree que nadie comprende su arte. Interiormente se siente solo y
alienta la esperanza de que algún día vendrá alguien especial, dándole la
posibilidad de alcanzar la felicidad.
Fuertemente acomplejado por su propia existencia,
cree encontrar en María Iribarne un
alma afín que entiende su verdadera esencia. La realidad es que Castel también es
un personaje absolutamente abusivo, desquiciado y acosador.
Adaptación argentina de "El Túnel", de 1952
Los muchos estudios que se han hecho sobre la obra
tienden a ubicarse en dos posturas muy marcadas. Están aquellos enfocados en el
perfil psicológico del protagonista y otros quienes buscan un análisis más
filosófico que tiene sus huellas en los postulados del existencialismo
de Sartre. Ambos análisis tienden a coincidir en que Juan Pablo Castel reúne
todas las características de un ser esquizofrénico.
La estructura
de “El Túnel”
El llamado “escritor del pesimismo” eligió que su obra
se dividiera en 39 capítulos muy breves que promedian las tres o cuatro hojas
de longitud. Esto hace que estemos ante una novela corta que puede leerse con
relativa fluidez.
La narración es lineal y en primera persona, contada
por el mismo protagonista en forma de racconto.
Simulando a la novela policíaca (o, más probablemente, parodiándola) el primer
capítulo presenta el desenlace (la muerte de María Iribarne en manos de Juan
Pablo Castel) y luego van apareciendo, gradualmente, los móviles del crimen.
A medida que yo iba leyendo, se me ocurrió pensar
que, quizás, la confesión de Castel había sido más simbólica que real. Quizás
él había llevado las cosas hacia la muerte de María pero no era el autor
material. Quizás había asumido la culpa para salvar a alguien más. A lo mejor
le habían hecho la cama. Pero no, nada de eso. Es realmente el culpable, y la
novela no hace nada para esconderlo.
Todo lo contrario, desde la cárcel él describe los
distintos acontecimientos que justifican, a su manera de entender las cosas, su
conducta. Por supuesto que estamos ante un típico caso de narrador poco
confiable, como el Humbert Humbert de Nabokov
(novela que, de hecho, salió después).
Entre el
psicoanálisis y el policial
Lo interesante de El Túnel es que asume el crimen en sus primeras páginas, en lugar
de tener la pretensión de resolverlo.
En este sentido, se diferencia de la novela policial tradicional. Para continuar con los intertextos a la literatura rusa, funcionaría más como la segunda mitad de Crimen y castigo, donde Dostoievski reflexiona sobre la tragedia de la conciencia y la culpa que siente uno luego de un asesinato.
En este sentido, se diferencia de la novela policial tradicional. Para continuar con los intertextos a la literatura rusa, funcionaría más como la segunda mitad de Crimen y castigo, donde Dostoievski reflexiona sobre la tragedia de la conciencia y la culpa que siente uno luego de un asesinato.
Sábato no era un amante del policial. Lo
detectivesco implica establecer una rigurosa cadena causal de acontecimientos
que confluyen en un crimen. Es un universo de leyes inexorables y estrictamente
racional. Pero en la novela policial, dice en su ensayo Uno y el Universo, “se descartan los elementos irracionales o
demoníacos que no se pueden plegar al esquema”.
El autor no está interesado en la “explicación” del
crimen como posesión de lo verdadero. La novela no busca que un lector se
regocije (o haga catarsis) con el descubrimiento del asesino, para poder ser
procesado, enjuiciado y dispuesto como el trofeo de una investigación exitosa.
"Ahora estaban hablando de novelas policiales: oí de pronto que la mujer preguntaba a Hunter si había leído la ultima novela del Séptimo círculo. —¿Para qué? —respondió Hunter—. Todas las novelas policiales son iguales. Una por año, está bien. Pero una por semana me parece demostrar poca imaginación en el lector."
De esa forma, hay algo muy artificioso en la
narración de El Túnel. Hay algo del efecto
de distanciamiento de Brecht también.
Descartado el enigma de la muerte de María Iribarne, podemos centrarnos en lo
que Sábato nos quiere contar: la historia de este pobre tipo y cómo su
psicología enferma lo llevó al asesinato.
La crítica de Sábato a la novela policial se
cristaliza en el personaje de Castel, que superficialmente parece un hombre
racional (posee capacidad de abstracción y tiene la pensamiento lógico) pero
que, en su interior, su modo de razonar es distinto al que dicta la norma. Las
conclusiones que extrae son más propias de los paranoicos.
En fin, hay mucha tela para cortar en este aspecto.
¿Qué
significa “El túnel”?
El último tema que quería abordar es el que da
nombre al título. No hay ningún túnel literal en la obra, sino que hace
referencia a la oscuridad adonde Juan Pablo Castel dice encontrarse. Él mismo
describe la metáfora sobre el final:
«(…) en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida. Y en uno de esos trozos transparentes del muro de piedra yo había visto a esta muchacha y había creído ingenuamente que venía por otro túnel paralelo al mío, cuando en realidad pertenecía al ancho mundo, al mundo sin límites de los que no viven en túneles»
El túnel representa ese mundo encajonado de Castel,
donde siente que nadie puede comprenderlo. Camus
decía que sólo existe un problema filosófico realmente serio: el suicidio.
Castel no dice explícitamente querer quitarse la vida, pero aquel pensamiento
se recorre entre líneas de forma muy marcada.
Simultáneamente, la idea de un túnel hermético con
sólo una entrada (el nacimiento) y una salida (la muerte), nos habla de una
idea de destino fijo y predeterminado. En su cabeza, Castel siempre estuvo
destinado a terminar en la cárcel por matar a María. Nada pudo haberlo evitado.
Palabras
finales
Ésta no es una novela difícil de leer. De hecho,
todo lo contrario. En su superficialidad se halla un argumento directo y
comprensible. Sin embargo, los lectores más avispados pueden realizar múltiples
interpretaciones con los simbolismos y aspectos psicológicos que presenta. Es
una obra que, aún hoy, nos sigue interpelando.
Por eso El
Túnel es un verdadero clásico de la literatura argentina. Y por eso vale la
pena seguir leyéndolo.
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=>> Otros posts relacionados en el blog: “Albert
Camus y El extranjero”; “Técnicas
narrativas: el cadáver exquisito”; “The
Sunset Limited y el mito de Sísifo”; “Los
aportes de Sartre a la crítica literaria”; “White
Ribbon y el efecto de distanciamiento”; “El
existencialismo de Sartre”.
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No me había percatado de la similitud con El Extranjero, y tenés mucha razón. Concuerdo.
ResponderEliminarEn cuanto leí esa parte de tu reseña pensé en Crimen y Castigo, pero en los siguientes párrafos te me anticipaste olímpicamente.
Tendría que volver a leer El túnel, ya pasaron casi 20 años desde que la leí, ahora la vería con otros ojos.
Sos crack, ¿lo sabés no?
Abrazo grande cráneo!
Ja, ¡cuántas flores! Debe haber sido el Día del Padre.
EliminarA mí me viene medio pasando al revés. El Túnel lo leí recién este año. Son esos clásicos que uno va postergando vaya uno a saber por qué.
¡Abrazo!
Uf, lo tienen mis viejos hace eones y a pesar de haber leído obras de este autor, se me pasó olímpicamente. Habrá que darle una oportunidad, caramba. Gracias por la reseña
ResponderEliminar¡Caramba, qué coincidencia! Ven, juglar, acércate. Mira, quisiera cantarle a María pero el destino me ha castigado con dura mano en mi inspiración musical.
EliminarImpresionante tu blog. Ya llevo leyendo varios de los artículos publicados y me encantan. Un gusto haberlo encontrado. Seguiré dando vueltas por él y atento de nuevas publicaciones.
ResponderEliminarPor lo demás, me gustaría recomendar, si es que no la haz leído ya, Sobre Héroes y Tumbas, de Sábato, sin duda otra de las grande novelas de Argentina. Saludos!
¡Muchas gracias! Me debo Sobre Héroes y Tumbas todavía. Sigue en mi eterna lista de lecturas pendientes.
Eliminar¡Saludos!
La relectura me hizo bien. Encontré similitudes entre la novela y la cantidad de casos de femicidios que aparece en la crónica roja.
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