Una brillante fábula sobre un hombre perdido en un
bosque oscuro. Reseña de “Blancura” (2023), la nueva ficción de Jon Fosse que disuelve
la frontera entre el mundo material y el espiritual.
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Un resplandor en el bosque
Lo primero que sale en Google cuando ponés “Blancura + Jon Fosse” es “explicación”. Y puedo entender por qué. La obra del más reciente ganador del premio Nobel de Literatura es surrealista, onírica y decididamente inquietante.
El argumento es bastante simple. En los bosques de Noruega, un hombre empieza a conducir sin saber adónde se dirige. Alterna entre girar a la derecha y a la izquierda y finalmente se queda atascado al final de un camino forestal. Pronto oscurece y empieza a nevar, pero en lugar de volver para buscar ayuda, decide aventurarse en el bosque.
Perdido, cansado e inevitablemente enfriándose, el
hombre se encuentra con un ser brillante que comienza a acompañarlo en su
trayecto. Es una especie de “blancura” o, más bien, un “resplandor” (que le
hace más justicia a su título original A shining).
Sincronismos y alegorías
Este libro me lo prestó/recomendó una amiga y pude leerlo durante un viajecito laboral a Rosario (que estuvo tremendo, por cierto).
Durante la lectura -que es muy cortita- experimenté un raro sincronismo. Resulta que justo unos minutos antes había terminado de ver una película (“Hundred of Beavers”, una bizarreada hermosa) que tenía una premisa curiosamente similar a Blancura.
En ambas ficciones tenemos a un hombre perdido en un bosque nevado, si bien las obras se enfocan en géneros completamente diferentes. Hundred of Beavers es una comedia alocada a lo Looney Tunes, mientras que la novelita de Jon Fosse se enmarca dentro del género dramático y alegórico.
La prosa de Fosse es como un flujo de la conciencia.
Durante unas 50 páginas (como mucho), experimentamos lo que el protagonista piensa,
ve y siente. Sus encuentros con formas espectrales y sus recuerdos son difusos;
nos ayudan a ir llenando los espacios en blanco con cuestiones de nuestra
propia existencia.
Un relato hipnótico y sin cortes
No sé bien porqué, pero el relato es bastante hipnótico. No hay cortes, ni capítulos. La estructura es bastante disruptiva en este sentido. Como el protagonista, no sabés para donde vas, sólo que querés seguirte moviendo al ritmo de las palabras.
Sin duda hay un enfoque muy religioso en Blancura. El propio autor es católico practicante, de hecho, y por lo que puede investigar hay una cierta línea espiritual en el centro de todas sus obras.
Ahora: no crean que Fosse busca descubrir verdades o venderte un cielo azul. La experiencia de leer Blancura es más humilde y lo suficientemente ambigua como para que cada uno pueda armar sus propias conclusiones.
Por cierto, el “brillo” al que alude el título es una
figura brillante en el bosque que se parece demasiado al Sr. Burns en aquel
episodio de Los
Simpsons. No podía deshacerme de esa imagen mental.
Barthes, Shinji y Fosse tomándose un café
La explicación más sencilla de Blancura gravita fácilmente hacia la idea de la muerte, si bien nunca se menciona directamente. Más de una vez se me ocurrió pensar que el tipo murió de frío y el resto es lo que flashea antes de pasar al otro mundo.
Sin embargo, la historia está claramente abierta a la interpretación porque existe más allá de las palabras. Hay mucho de la “muerte del autor” como conceptos, en ese sentido (si no sabés que es, pasate por acá). El valor de la obra, y su potencial significado, ya es colectivo, es de todos.
A mí no sé por qué (miren la asociación bizarra que voy a hacer acá) todo el libro me llevó a pensar en los últimos dos episodios de Evangelion, cuando finalmente se lleva adelante el Proyecto de Instrumentalidad Humana y todos los seres humanos se vuelven una única cosa con Shinji.
(Sí, necesito terapia).
Lo cierto es que Blancura puede leerse de muchísimas
maneras: un monólogo realista, quizás una fábula, a lo mejor una alegoría cristiana,
una pesadilla dantesca, el horror de una experiencia cercana a la muerte…
incluso algo horrible mitigado por el pequeño milagro de la luz del día.
Palabras finales
Blancura es un librito extraño y conmovedor. Al principio parece un poco tedioso, y la afirmación del narrador de que “el aburrimiento se había apoderado de mí; normalmente nunca me aburría, pero ahora había sido víctima de él”, puede que también te afecte un toque al principio.
La historia se va construyendo a través de los pensamientos del narrador, que son bastante cortitos y parecen montarse unos sobre otros como bloques de ideas que se ensamblan. Hay un uso excesivo de la repetición. Todo es adrede, por supuesto. Aún así, Blancura es un relato que se lee rápido (un par de horitas y termina) y te llena de significado.
No creo que vaya a quedar entre mis lecturas favoritas del año porque leí cosas muy copadas que me interpelaron quizás un poco más. Aunque sí puedo entender el entusiasmo masivo por este libro.
La prosa de Jon Fosse es atrapante, envuelve
nuestra conciencia tirando de nosotros hipnóticamente. El texto te va
sumergiendo en una ansiosa serenidad. Y eso no es poca cosa.
«Estoy conduciendo. Es agradable conducir. Se siente bien estar en movimiento. No sé a dónde voy. Sigo conduciendo. Ahora conduzco por un camino forestal. Y ahora el auto está atascado; no se moverá. No puedo revertirlo. Un impulso me impulsó a conducir el coche; Un sentimiento parecido al aburrimiento. Ahora estoy sentado en el auto. Y ahora me siento vacío.»
(Jon Fosse, Blancura)
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Gracias por la reseña.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Gracias a vos por el agradecimiento. Sos mi lector #1.
EliminarAh, se tiraban flores los guachos.