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martes, 19 de noviembre de 2019

Fin de semana en las Ruinas de Epecuén


Hace bastante que no publico ningún diario de viaje en el blog y quería aprovechar esta escapada relámpago que tuve con mi familia para hablar sobre Carhué y Villa Epecuén, protagonista de una de las inundaciones más impresionantes de la historia argentina.

Fue en 1985 cuando un desbordamiento provocado por una creciente del lago sumergió a todo un pueblo bajo el agua, obligando a que todos tuvieran que evacuar de emergencia. El lugar quedó prácticamente deshabitado y, recién en los últimos años, el agua ha comenzado a retirarse, dejando a la vista unas ruinas tan hipnóticas como escalofriantes.




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Llegada a Carhué

Tenía ganas de conocer las Ruinas de Epecuén desde hace mucho tiempo y, para una salida de fin de semana, nos resultaba bastante ideal. Carhué está a unos 200 km de Bahía Blanca (la ciudad adonde vivo actualmente) y es el lugar perfecto para hacer noche. Villa Epecuén se encuentra a unos 10 km de ahí.

Salimos temprano desde casa. Entre mates y cuentos de Hernán Casciari (genio de la vida) llegamos a Carhué a eso de las 10.30. Nos hospedamos en Apart Flavia, un complejo de departamentos súper recomendado situado en pleno centro.


La bruja y la bestia en Apart Flavia, Carhué

Pagamos 3800$ la noche por un departamentito con una habitación (2 camas individuales y una grande), bañito, patio interno y una cocina. Todo completamente equipado, aunque el tele lo había traído Cristóbal Colón en el segundo viaje, prácticamente.

El complejo tiene cochera amplia, un patio con varias parrillas y está realmente muy bien ubicado: a dos cuadras de la plaza principal, a cuadra y media de un chino y cerquita de El Hado, la heladería / cafetería que se re pone de noche.

La gente del lugar fue muy cordial y nos asesoró en todo lo que consultamos. Un plus es que te dan un voucher por un 40% de descuento para ir al nuevo Complejo Termal de Carhué, que se inauguró en junio de 2019 y dicen que es increíble. Igual nosotros no fuimos porque estábamos con Benjamín. No lo íbamos a poder disfrutar del todo.

Tarde en la Playa Eco-Sustentable

Después de un almuerzo liviano y una siesta general de la familia (donde yo aproveché a trotar un rato y jugar a la PC… porque voy a dormir cuando esté muerto) salimos a recorrer el lago.

Se llega derechito por la Avenida Colón hasta el Sendero El Cristo, un levantamiento creado para evitar que Carhué sufra el mismo trágico destino de su comunidad vecina. A la derecha se visualiza, imponente, el Parque Hidrotermal. Continuando por una calle de ripio, rápidamente aparece el espejado Lago Epecuén.

Una primera parada obligada es el Ex Matadero de Villa Epecuén, un símbolo del lugar. Unos metros más adelante se encuentra la Playa Eco-Sustentable donde pasamos la tarde.


Esta sección del balneario, situada en la mejor parte del lago, fue montada en 2015 con energía solar y materiales reciclados. La playita es muy cómoda, con un suelo arenoso y estable. Contrariamente a lo que yo habría creído, el agua es muy calentita, tanto que me recordó al mar caribeño.

Para muchos considerada “sanadora” e incluso “mágica”, este agua es conocida por su concentración de minerales y de sal (diez veces más que el mar).

Cada litro de agua tiene 280 gramos de sal, una locura que convierte al Lago Epecuén en el segundo a nivel mundial en concentración de sal (luego del Mar Muerto). El resultado está claro: se puede flotar naturalmente.


Gran manera de ingresar a los Record Guinness, si me preguntan...

La Playa Eco-Sustentable es verdaderamente un pedacito de cielo y un lugar, curiosamente, poco explotado. 

Cuando estacionamos pensé que vendría alguien a cobrarnos y no fue así. No tuvimos que poner ni un peso para usar los baños, duchas o cualquiera de las 60 sombrillas disponibles. Por otro lado, tampoco hay vendedores ambulantes o locales de comida. Es todo muy virgen y natural.


 La Playa Ecosustentable del Lago Epecuén, un pedacito de cielo

Ruinas que encantan

Un par de horas más tarde, retomamos el viaje para adentrarnos en las famosas Ruinas de Villa Epecuén, el segundo punto importante de nuestro viaje.

Allá por los años ´40, Epecuén era el segundo destino turístico de la provincia de Buenos Aires luego de Mar del Plata. Mientras tanto, la vecina ciudad de Carhué se quedaba atrás por no estar construida al borde del lago.

Paradójicamente, ese detalle que la dejó en segundo plano fue el mismo que la salvó en 1985. Epecuén, como una suerte de Atlantis pampeana, se ahogó bajo las aguas del lago mientras Carhué pudo contenerlas y, desde hace unos años, volvió a florecer, convirtiéndose en el destino de turismo termal por excelencia.


La visita a las ruinas cuesta 100$ por persona. Es una caminata muy linda y tranquila donde pueden contemplarse el trazado de las calles, el dique de contención y las ruinas de las casas, hoteles y algunos edificios emblemáticos. Como parte del paisaje, abundan vehículos completamente oxidados, árboles muertos, juegos infantiles y edificios desolados.

La repentina destrucción de todo un pueblo despertó el interés de fotógrafos, antropólogos, turistas y periodistas, quienes siguen acercándose para experimentar aquellos horizontes apocalípticos, tan extraños como surrealistas, así como la historia que dio origen al lugar.
«Una vez desencadenada la tragedia, las ochocientas personas que vivían en la Villa de forma permanente debieron dejar sus casas primero con el agua en los tobillos, luego con el agua en la cintura, y más tarde con el agua en los hombros. En quince días todo se hundió y quedó bajo agua incluso el cementerio, por lo que hubo que contratar buzos que rescataran a los muertos.»

Las Ruinas de Villa Epecuén han sido el set natural de una película de terror argentina (Los olvidados, 2017), un video musical de Abel Pintos y un documental del youtuber mexicano Luis Arturo Villar Sudek que se hizo viral en mayo de este año.


Los flotantes: el capítulo más insólito

Una curiosidad de aquella tragedia de Epecuén (que vuelve al lugar en algo todavía más místico) es la inundación del cementerio.

Díganme si no es un argumento genial para una película: cuando el agua entró al cementerio, las puertas de vidrio de las nicheras empezaron a romperse y los ataúdes comenzaron a salir flotando. Cientos de muertos quedaron a la deriva.
«Los llamábamos los flotantes. Los veíamos con el largavistas y los íbamos a buscar para llevarlos a tierra. No sabés cómo caminan de ligerito en el agua (…) Era un olor que te penetraba como un gusto. Lo que comías tenía el olor de las cosas.»

Aquello cuenta Lito Sottovia, fundador del cuartel de bomberos de Carhué y uno de los principales encargados de evacuar la Villa cuando el agua avanzaba. Algunos vecinos identificaban a sus muertos y los llevaban a los cementerios de Pigüé o de Puan, dos pueblos cercanos que rápidamente se quedaron sin espacio para recibir más cuerpos.

Y después había cientos de cuerpos sin identificación alguna. Al no poder inhumarlos –por no tener ya dónde– en el municipio tomaron una inaudita decisión: llevarlos a la morgue del hospital zonal y dejarlos a metros de los enfermos.


Zombies... lo único que le falta a las Ruinas de Villa Epecuén

Con el paso de los días, la población de Carhué empezó a sospechar. Los bomberos entraban y salían del hospital, y sobre todo había mucho olor a muerto. Finalmente se sabría todo y estallaría un escándalo. El Municipio terminó comprando un terreno particular para armar, de urgencia, un nuevo cementerio.

Esta historia, y muchas otras sobre la tragedia, se compilaron en el libro El agua mala. Crónica de Epecuén y las casas hundidas (2014). Este post de Letras Libres tiene otras locas curiosidades más.

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Comparto algunas fotitos más para cerrar la nota.





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Palabras finales

Regresamos al departamento a eso de las 20 hs. La sal que tenía encima era tremenda. Todos nos bañamos, cenamos algo y salimos a recorrer el pequeño centro carhuense. Fue ahí donde aprovechamos a tomar un heladito en El Hado (no sé si amo u odio ese nombre). Al día siguiente regresaríamos a nuestro hogar.

Da para volver a visitar las hipnóticas ruinas o hacer otro chapuzón en aquel lago salado. Aclaro que no es para estar mucho más que uno o dos días, pero aquella fantástica Playa Eco-Sustentable, la calidez de un pueblo chico y la imperdible caminata por la Villa Epecuén más que justifican la escapada. 

Es un hermoso lugar para relajarse en familia que se lleva el 100% de mis recomendaciones.


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2 comentarios:

  1. Excelente ! Trataremos de ir con la vieja.. y la otra vieja..

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  2. Buena onda. qué locura ese lugar!
    Recuerdo las fotos que se sacó ahí el Indio Solari para la presentación del disco "EL Perfume de la Tempestad"
    y también elos videos de los ciclistas acrobáticos que andan por ahí en youtube

    Abrazo crack!

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