Hace bastante que no publico ningún diario de viaje
en el blog y quería aprovechar esta escapada relámpago que tuve con mi familia
para hablar sobre Carhué y Villa Epecuén,
protagonista de una de las inundaciones más impresionantes de la historia
argentina.
Fue en 1985 cuando un desbordamiento provocado por
una creciente del lago sumergió a todo un pueblo bajo el agua, obligando a que
todos tuvieran que evacuar de emergencia. El lugar quedó prácticamente
deshabitado y, recién en los últimos años, el agua ha comenzado a retirarse,
dejando a la vista unas ruinas tan hipnóticas como escalofriantes.
***
Llegada a
Carhué
Tenía ganas de conocer las Ruinas de Epecuén desde hace mucho tiempo y, para una salida de fin
de semana, nos resultaba bastante ideal. Carhué está a unos 200 km de Bahía
Blanca (la ciudad adonde vivo actualmente) y es el lugar perfecto para hacer noche.
Villa Epecuén se encuentra a unos 10 km de ahí.
Salimos temprano desde casa. Entre mates y cuentos
de Hernán Casciari (genio de la
vida) llegamos a Carhué a eso de las 10.30. Nos hospedamos en Apart
Flavia, un complejo de departamentos súper recomendado situado en pleno
centro.
Pagamos 3800$ la noche por un departamentito con
una habitación (2 camas individuales y una grande), bañito, patio interno y una
cocina. Todo completamente equipado, aunque el tele lo había traído Cristóbal Colón en el segundo viaje,
prácticamente.
El complejo tiene cochera amplia, un patio con varias
parrillas y está realmente muy bien ubicado: a dos cuadras de la plaza principal,
a cuadra y media de un chino y cerquita de El
Hado, la heladería / cafetería que se re pone de noche.
La gente del lugar fue muy cordial y nos asesoró en
todo lo que consultamos. Un plus es que te dan un voucher por un 40% de
descuento para ir al nuevo Complejo
Termal de Carhué, que se inauguró en junio de 2019 y dicen que es
increíble. Igual nosotros no fuimos porque estábamos con Benjamín. No lo íbamos
a poder disfrutar del todo.
Tarde en la
Playa Eco-Sustentable
Después de un almuerzo liviano y una siesta general
de la familia (donde yo aproveché a trotar un rato y jugar a la PC… porque voy
a dormir cuando esté muerto) salimos a recorrer el lago.
Se llega derechito por la Avenida Colón hasta el
Sendero El Cristo, un levantamiento creado para evitar que Carhué sufra el
mismo trágico destino de su comunidad vecina. A la derecha se visualiza,
imponente, el Parque Hidrotermal. Continuando por una calle de ripio, rápidamente
aparece el espejado Lago Epecuén.
Una primera parada obligada es el Ex Matadero de Villa Epecuén, un
símbolo del lugar. Unos metros más adelante se encuentra la Playa
Eco-Sustentable donde pasamos la tarde.
Esta sección del balneario, situada en la mejor
parte del lago, fue montada en 2015 con energía solar y materiales reciclados.
La playita es muy cómoda, con un suelo arenoso y estable. Contrariamente a lo
que yo habría creído, el agua es muy calentita, tanto que me recordó al mar
caribeño.
Para muchos considerada “sanadora” e incluso “mágica”,
este agua es conocida por su concentración de minerales y de sal (diez veces
más que el mar).
Cada litro de agua tiene 280 gramos de sal, una
locura que convierte al Lago Epecuén en el segundo a nivel mundial en
concentración de sal (luego del Mar
Muerto). El resultado está claro: se puede flotar naturalmente.
Gran manera de ingresar a los Record Guinness, si me preguntan...
La Playa
Eco-Sustentable es verdaderamente un pedacito de cielo y un lugar,
curiosamente, poco explotado.
Cuando estacionamos pensé que vendría alguien a
cobrarnos y no fue así. No tuvimos que poner ni un peso para usar los baños,
duchas o cualquiera de las 60 sombrillas disponibles. Por otro lado, tampoco
hay vendedores ambulantes o locales de comida. Es todo muy virgen y natural.
Ruinas que
encantan
Un par de horas más tarde, retomamos el viaje para
adentrarnos en las famosas Ruinas de Villa Epecuén, el segundo punto importante
de nuestro viaje.
Allá por los años ´40, Epecuén era el segundo
destino turístico de la provincia de Buenos Aires luego de Mar del Plata. Mientras tanto, la vecina ciudad de Carhué se
quedaba atrás por no estar construida al borde del lago.
Paradójicamente, ese detalle que la dejó en segundo
plano fue el mismo que la salvó en 1985.
Epecuén, como una suerte de Atlantis pampeana, se ahogó bajo las aguas del lago
mientras Carhué pudo contenerlas y, desde hace unos años, volvió a florecer,
convirtiéndose en el destino de turismo termal por excelencia.
La visita a las ruinas cuesta 100$ por persona. Es
una caminata muy linda y tranquila donde pueden contemplarse el trazado de las
calles, el dique de contención y las ruinas de las casas, hoteles y algunos edificios
emblemáticos. Como parte del paisaje, abundan vehículos completamente oxidados,
árboles muertos, juegos infantiles y edificios desolados.
La repentina destrucción de todo un pueblo despertó
el interés de fotógrafos, antropólogos, turistas y periodistas, quienes siguen
acercándose para experimentar aquellos horizontes apocalípticos, tan extraños
como surrealistas, así como la historia que dio origen al lugar.
«Una vez desencadenada la tragedia, las ochocientas personas que vivían en la Villa de forma permanente debieron dejar sus casas primero con el agua en los tobillos, luego con el agua en la cintura, y más tarde con el agua en los hombros. En quince días todo se hundió y quedó bajo agua incluso el cementerio, por lo que hubo que contratar buzos que rescataran a los muertos.»
Las Ruinas de Villa Epecuén han sido el set natural
de una película de terror argentina (Los
olvidados, 2017), un video musical de Abel
Pintos y un documental del youtuber mexicano Luis Arturo Villar Sudek que se hizo viral en mayo de este año.
Los
flotantes: el capítulo más insólito
Una curiosidad de aquella tragedia de Epecuén (que
vuelve al lugar en algo todavía más místico) es la inundación del cementerio.
Díganme si no es un argumento genial para una
película: cuando el agua entró al cementerio, las puertas de vidrio de las
nicheras empezaron a romperse y los ataúdes comenzaron a salir flotando.
Cientos de muertos quedaron a la deriva.
«Los llamábamos los flotantes. Los veíamos con el largavistas y los íbamos a buscar para llevarlos a tierra. No sabés cómo caminan de ligerito en el agua (…) Era un olor que te penetraba como un gusto. Lo que comías tenía el olor de las cosas.»
Aquello cuenta Lito
Sottovia, fundador del cuartel de bomberos de Carhué y uno de los principales
encargados de evacuar la Villa cuando el agua avanzaba. Algunos vecinos identificaban
a sus muertos y los llevaban a los cementerios de Pigüé o de Puan, dos pueblos
cercanos que rápidamente se quedaron sin espacio para recibir más cuerpos.
Y después había cientos de cuerpos sin
identificación alguna. Al no poder inhumarlos –por no tener ya dónde– en el
municipio tomaron una inaudita decisión: llevarlos a la morgue del hospital
zonal y dejarlos a metros de los enfermos.
Zombies... lo único que le falta a las Ruinas de Villa Epecuén
Con el paso de los días, la población de Carhué
empezó a sospechar. Los bomberos entraban y salían del hospital, y sobre todo
había mucho olor a muerto. Finalmente se sabría todo y estallaría un escándalo.
El Municipio terminó comprando un terreno particular para armar, de urgencia,
un nuevo cementerio.
Esta historia, y muchas otras sobre la tragedia, se
compilaron en el libro El agua mala.
Crónica de Epecuén y las casas hundidas (2014). Este post de Letras Libres tiene otras locas curiosidades
más.
***
Comparto algunas fotitos más para cerrar la nota.
***
Palabras
finales
Regresamos al departamento a eso de las 20 hs. La
sal que tenía encima era tremenda. Todos nos bañamos, cenamos algo y salimos a
recorrer el pequeño centro carhuense. Fue ahí donde aprovechamos a tomar un
heladito en El Hado (no sé si amo u
odio ese nombre). Al día siguiente regresaríamos a nuestro hogar.
Da para volver a visitar las hipnóticas ruinas o
hacer otro chapuzón en aquel lago salado. Aclaro que no es para estar mucho más
que uno o dos días, pero aquella fantástica Playa Eco-Sustentable, la calidez
de un pueblo chico y la imperdible caminata por la Villa Epecuén más que
justifican la escapada.
Es un hermoso lugar para relajarse en familia que se
lleva el 100% de mis recomendaciones.
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=>> Otros posts sobre VIAJES
en el blog: “Cerro
Tres Picos: haciendo camino al andar”; “Refugios
de El Bolsón: el ascenso a Los Laguitos”; “Mis
días por el norte argentino: Tucumán, Salta y Jujuy”; “Los
refugios de El Bolsón (diario de viaje)”; “Europa
2015: mi itinerario”.
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Excelente ! Trataremos de ir con la vieja.. y la otra vieja..
ResponderEliminarBuena onda. qué locura ese lugar!
ResponderEliminarRecuerdo las fotos que se sacó ahí el Indio Solari para la presentación del disco "EL Perfume de la Tempestad"
y también elos videos de los ciclistas acrobáticos que andan por ahí en youtube
Abrazo crack!