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martes, 8 de octubre de 2019

La clínica de cuentos de Guillermo Martínez


El pasado sábado 28 de septiembre, en el Museo de Artes Contemporáneo y Bellas Artes de mi ciudad Bahía Blanca, participé de una Clínica de Cuentos coordinada por el escritor Guillermo Martínez. En esta nota quiero dejar algunas impresiones mías del “taller express” y las enseñanzas que dejó el autor.




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Clínica de Cuentos

Nunca hice un taller literario (excepto aquella vez que generó esta anécdota curiosa). Pero me copé con esta propuesta que se presentó en mi ciudad. Había que mandar un relato y, de quedar seleccionado, podías participar de este taller que brindaba Guillermo Martínez.

Justamente estaba leyendo Los crímenes de Alicia (novela que tiene su reseña por acá) cuando me llegó la convocatoria (las locas vueltas de la vida). Así que me animé y mandé Implacablemente Suyo, uno de mis cuentos más sólidos, según mi subjetivo punto de vista. Sí, estaba tirando toda la carne al asador porque realmente quería poder participar.


Y quedé, claro. Si no, esta nota no existiría. Aunque, lo admito, el taller duraba dos días (sábado 28/09 y domingo 29/09) y yo sólo pude estar presente el sábado.

De todas maneras, creo que lo fundamental estuvo el sábado, donde rescaté varias cosas positivas sobre la escritura de cuentos. Martínez no es el mejor orador del mundo (de hecho, está bastante lejos de serlo) pero se nota que sabe del tema.

A continuación comparto sus enseñanzas.

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Los consejos de escritura de Guillermo Martínez

Hay tres grandes aspectos a la hora de sentarse a escribir un cuento: originalidad, resolución y escritura. Previamente debería aparecer cierta “tensión de un hallazgo”. Adolfo Bioy Casares decía que uno sabe que tiene un buen cuento entre manos cuando no quiere comentarlo hasta sentarse a escribirlo.

Por supuesto, es esencial nunca dejar de leer y rodearse de temas afines a lo que uno pretende escribir. En parte para estudiar el “estado de arte”: qué es lo que se hizo alrededor del mismo tema para poder encontrar enfoques nuevos y más productivos.

Debe existir la conciencia de crear un lenguaje específico para cada cuento o cada novela. Cada obra requiere su propia retórica. El lenguaje tiene que ser una preocupación al escribir.


Sobre inicios y finales

En relación al principio, Martínez recomienda visibilidad, que haya una claridad de intención. En otras palabras, evitar la ambigüedad no deseada. Tener cuidado de que el lector no interprete algo radicalmente diferente a lo que pensó el escritor (nota mía: yo no termino de casarme con esta idea, pero me limito a transmitir lo que el autor nos explicaba).

Martínez sugiere “no establecer un primer principio en falso” y buscar una “autoridad narrativa” (que el lector identifique que el escritor tiene su propia voz y algo que contar).

A continuación expuso lo que, para él, son algunos de los más grandes inicios de la literatura. Estos eran algunos:

Aura (Carlos Fuentes)
Lees ese anuncio: una oferta de esa naturaleza no se hace todos los días. Lees y relees el aviso. Parece dirigido a ti, a nadie más. Distraído, dejas que la ceniza del cigarro caiga dentro de la taza de té que has estado bebiendo en este cafetín sucio y barato. tu releerás. Se solicita historiador joven. Ordenado. Escrupuloso. Conocedor de la lengua francesa. Conocimiento perfecto, coloquial. Capaz de desempeñar labores de secretario. Juventud, conocimiento del francés, preferible si ha vivido en Francia algún tiempo. Tres mil pesos mensuales, comida y recamara cómoda, asoleada, apropiada estudio. Solo falta tu nombre.”

La verdad sobre el caso del señor Valdemar (Edgar Allan Poe)
De ninguna manera me parece sorprendente que el extraordinario caso del señor Valdemar haya provocado tantas discusiones. Hubiera sido un milagro que ocurriera lo contrario, especialmente en tales circunstancias. Aunque todos los participantes deseábamos mantener el asunto alejado del público -al menos por el momento, o hasta que se nos ofrecieran nuevas oportunidades de investigación-, a pesar de nuestros esfuerzos no tardó en difundirse una versión tan espuria como exagerada que se convirtió en fuente de muchas desagradables tergiversaciones y, como es natural, de profunda incredulidad.”

Para mí también Poe tiene los mejores comienzos de cuentos. Su estrategia es establecer una ley humana general o principio filosófico que el cuento va a poner en cuestión. Liliana Heker aprovecha la misma táctica:

Vida de familia (Liliana Heker)
Hay individuos particularmente no emotivos. Nicolás Broda pertenecía a esa especie. Con seguridad que si al mirar hacia arriba cualquier noche hubiera visto dos estrellas rodando por el cielo en sentido contrario y a punto de chocar, en vez de esperar el cataclismo se habría puesto a reunir las informaciones necesarias y a la mañana siguiente, después de mucho manipular las ecuaciones de Lagrange aplicadas a la mecánica de tres cuerpos, habría llegado a comprobar que, en efecto, un satélite lanzado treinta y ocho días atrás y otro lanzado hacía apenas cuatro días, debían crear la ilusión de choque desde el lugar y a la hora en que él había estado contemplando el cielo.”

Las alas de paloma (Henry James)
Ella -Kate Croy- esperaba que su padre bajase, pero él se demoraba allá arriba desconsideradamente, y había momentos en los que se mostraba a sí misma, en el espejo de la chimenea, un rostro decididamente pálido por esa irritación que la había llevado hasta el punto, casi, de retirarse sin verlo. Pero era en ese punto, precisamente, cuando decidía quedarse, cambiando de lugar, yendo desde el raído sofá hasta el sillón tapizado con una tela brillante que daba a la vez -ella lo había probado- la sensación de lo resbaladizo y lo pegajoso.”

También se refirió a Borges, analizando brevemente el inicio de La muerte y la brújula. Borges escribía los cuentos como trucos de magia, como actos de ilusionismo.

Al escribir no hay que tener miedo a ser ambicioso. Es recomendable leer en voz alta para encontrar cacofonías, gerundios, palabras anticuadas o secciones que podrían mejorarse. “La escritura es una maquinaria narrativa”, repitió en varias ocasiones.

El cuento es, también una narrativa breve, por lo que hay que ser delicado en cuanto a la información que se le brinda al lector. Hay que tener en cuenta las “dos historias” (como decía Piglia): la historia que se cuenta y la que carga el verdadero significado.

Martínez es un escritor de novelas policiales, por lo que está claro que le da una importancia fundamental al suspenso como tejido colectivo de la narración. Mantiene al lector interesado, encaminado. Es la sensación de que algo emocionante va a pasar.

En cuanto a los personajes, recomienda “pocos rasgos pero decisivos, como decía Borges”, aunque admite la posibilidad de ir revelando capas a medida que avanza la trama. Los personajes pueden cambiar, progresar o modificar sus rasgos. A veces un personaje es sólo un modo de hablar. A veces eso es suficiente.


El último punto clave es el lenguaje. Escribir es, en gran parte, escribir contra los lugares comunes. Evitar frases hechas, expresiones como “se le dibujó una sonrisa en la cara”, que no está mal, pero se ha dicho mil veces.

Da la casualidad que siempre que estamos describiendo una situación plácida, cantan los pájaros. O que llueve cuando estamos particularmente tristes. Hay que buscar otras maneras para no caer en estas frases hechas y conocidas. Es la guerra contra el cliché.

En relación al tema, explicó: “Henry James decía que el tema es lo único que debe darse como crédito a cada autor: cada uno puede elegir el que quiera”. ¿Y respecto al final? Dijo, severamente: “El final siempre es un problema.”

Los errores más comunes

Luego de aquel apunte teórico, Martínez pasó a comentar las correcciones realizadas a los 30 cuentos que habían quedado seleccionados. Hablo sobre las virtudes y defectos de cada relato sin mencionar al autor.

Mi ansiedad por saber qué iba a decir sobre el mío era norme. Al final no fue tan grave. Leyó la primera hoja mencionando que “estaba muy bien” mientras esbozaba una mueca de picardía. 

Me sugirió varios cambios, eso sí, la mayoría en relación a un lenguaje un tanto anticuado. Tomé las cosas que me parecieron válidas y aproveché para pegarle una revisada completa a este cuento que tanto me gusta. Pueden leerlo por acá.


Entre los errores más comunes destacó (y explicó) todos estos:

  • Lugares comunes y frases hechas.
  • Cambios de registro en el lenguaje.
  • Deslizamiento al modo coloquial de un personaje.
  • Empastamiento de voces.
  • Falta de visibilidad.
  • Exceso o mal uso de gerundios.
  • Exceso de información
  • Falta de información
  • Abuso de sueños.
  • Simbolismos demasiado marcados u obvios.
  • Autor que se confunde con los personajes.
  • Generalidad.
  • Exceso de lirismo
  • Exceso de declamación
  • Esquematismos ideológicos
  • Concordancias verbales
  • La pérdida progresiva de la extrañeza
  • Palabras librescas o de otra época
  • Comienzo en falso
  • Postales poéticas

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Al finalizar el taller de ese día, brindó charlas personales sobre los cuentos con cada autor (con quienes quisieran, claro) y dos ejercicios para el día siguiente:

1) Traer corregida la primera página del cuento.
2) Pensar el primer apunte de una nueva historia que se salga de lo habitual, que sea diferente a lo enviado. Un esfuerzo por encontrar un tema interesante. Crear solo el germen, para buscar hacia adelante la estrategia del cuento. El punto de cocción del cuento. (10 líneas)

La actitud de quedarse a charlar con cada escritor novato me pareció muy loable de su parte, aunque yo tenía otros planes para la tarde y tuve que retirarme. Me quedé con ganas de escuchar las ideas y estrategias que habrán salido el domingo siguiente.

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4 comentarios:

  1. Todo muy interesante. Me gustaron las frases de Bioy, existe ese egoísmo propio de la creación, y también la de Borges la de ser escuetos pero decisivos. Creo que de eso va el cuento.
    Bien por Guillermo en la actitud de quedarse a charlar.
    No se suelen ver reseñas sobre clínicas de cuentos. No descubro nada: sos crack.

    abrazo!

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    1. En este blog vas a ver las cosas que no se ven en ningún otro lado, sólo en mi inútil cabeza. Es así, sin vueltas. Un blog sobre vicios personales.
      ¡Gracias por pasar!

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    2. Ayer vi "El Hijo" película con Joaquin furriel y Martina Gusman, con dirección de Sebastián Schindel... está basada en un cuento de Guillermo Martínez.
      Me acordé de vos

      Abrazo

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    3. La vi, de hecho. Es interesante, aunque al final no me terminó de convencer. Lo que le sucede al personaje de Furriel es tremendo y hace eco en los temas de violencia de género, feminismo y grupos anti-vacunación que se viven hoy en el contexto argentino.
      Me recordó un poco a “La cordillera” (2017), de Santiago Mitre. Claro que ambas tienen argumentos diametralmente diferentes, pero optan por una ambigüedad narrativa tan abismal que, cuando llegan los créditos, no se puede saber qué catzo sucedió o si realmente importa.
      Para mí acá reside el mayor problema de “El hijo”. Es cierto que el suspenso está construido de forma brillante. Sin embargo, en el desenlace te quedás con demasiadas preguntas sin respuesta, muchas de ellas cuestiones que eran claves para poder determinar la calidad o incluso el género de esta producción.

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