“Show, don´t tell!” (algo así como “¡no lo digas, mostralo!”)
es una de las técnicas de escritura más importantes en narrativa. Le confiere calidad
a un texto y hace participantes activos a los lectores. Sorpresivamente, esta
técnica también se ha aplicado para mejorar el cine, los videojuegos y otro
tipo de obras artísticas.
***
¡No lo digas, mostralo!
La técnica “show, don´t tell” tiene su complejidad
a la hora de aplicarla y puede resultar confusa en principio. Si se escribe con
palabras… ¿cómo puedo “mostrar algo” con palabras? La buena noticia es que,
cuando uno la internaliza, comienza a surgir naturalmente. Y es que es así: los
escritores trabajan tanto con palabras como con imágenes.
Anton Chejov,
el celebrado autor ruso, definió el “mostrar, no decirlo” de esta manera:
«No me
digas que la luna está brillando. Mostrame el destello de luz sobre los vidrios
rotos.»
La escritura utilitaria únicamente tiene un
objetivo: comunicar un mensaje. El empleado de oficina que le escribe a su
jefe: “Ayer vendí todas las naranjas rápidamente” está comunicando exactamente
eso. No hay motivo para criticar su accionar. Utilizó las palabras justas.
Pero los que aspiramos a ser escritores sabemos que
el objetivo es provocar alguna reacción determinada en el lector, llevarlo a
sentir lo que nuestros personajes están sintiendo. La escritura literaria no es
utilitaria: importa lo que se dice, claro, pero más importa cómo se dice. El “estilo” es una parte
fundamental en narrativa.
La diferencia entre “mostrar” y “decir” es que la
primera evoca la imagen mental de una escena/emoción, mientras que la segundo
expresa acciones y emociones.
Ejemplos de “Show, don´t tell!”
Mejor vamos con un ejemplo concreto. En lugar de
decir:
«Ayer
vendí todas las naranjas rápidamente.»
Un escritor podría haber colocado:
«No sé cómo ocurrió. Apenas entré al mercado, unas quince mujeres corrieron hacia mí con tanta locura que tuve que ocultarme debajo de mi puesto de naranjas. Pero la cosa no era conmigo. Cuando asomé la cabeza no pude dar crédito a lo que veían mis ojos: ellas olían mis naranjas e inmediatamente las echaban a sus bolsas. Comenzaron a formar una fila. No supe reaccionar. Una señora mayor, irritada, dijo: “¿Me cobrás las naranjas, nene?”. Me puse de pie de un tirón. Agarré la bolsa de la cliente, la pesé y, soltando un suspiro, exclamé: “18 pesos, señora. Que tenga un buen día”. Pagó con una sonrisa. En cuestión de diez minutos no me quedaba una sola naranja. Casi siempre me llevaba horas venderlas todas.»
Es un caso tonto, pero se entiende la idea. En un
relato o en una novela, la segunda versión le está mostrando al lector que las naranjas no tardaron en venderse. No
necesita decirlo explícitamente.
La técnica es especialmente interesante para crear
misterio o suspenso. En lugar de decir: “Escuché
pasos arrastrándose detrás de mí y eso hizo que toda la situación fuera más escalofriante”,
es más interesante si puede mostrarse así:
“Los crujidos golpearon mis oídos por detrás, acelerando el ya rampante latido de mi corazón.”
Vamos con otro. Podemos decir: “Ella era mi mejor amiga. Podía contarle todo.”
o mostrarlo de esta forma:
“La encontré en la plaza de la ciudad, corriendo hacia mí con nuestro habitual abrazo que dura demasiado tiempo. Se nos iluminaron las caras mientras chusmeábamos de nuestras vidas”.
Un último ejemplo aplicado a los diálogos (que son
la manera de “mostrar” por excelencia en la escritura). En este caso se trata
de un fragmento de mi tercera novela. La protagonista adolescente habla con su
padre por celular:
—Hola, papá...
—Hola, corazón, ¿está todo bien?
—Sí, pa, todo bien. ¿Dónde estás?
—En el auto, yendo para casa. Recién salgo
del Club Náutico.
—¿Podés hablar?
—Sí, decime.
—Emm… los papás de Feli se fueron de viaje…
me propuso quedarme a dormir en su casa.
—Ajá. ¿Y qué le dijiste?
—No sé… tengo ganas. Pero no sé. No me esperaba
que fuera esta noche… Si no voy, se va a enojar, ¿no? ¿Qué hago?
—Corazón, no pienses en su reacción, ése no
tiene que ser el motivo.
—No, claro… obvio.
—Y tampoco esperes que yo dé saltos de
alegría si decidís hacerlo.
—Papá…
—Es una noche importante, hija. Una que
seguramente te acuerdes por el resto de tu vida. No es algo para cancherear
mañana con tus amigas en la escuela.
—Lo sé.
—Si vos pensás que… mierda… si vos pensás
que cuando vuelvas a recordar esta noche, lo vas a hacer con una gran sonrisa
en la cara… si es así, entonces dale para adelante. Felipe es un buen chico.
Pero si no estás segura…
—No estoy segura, pa.
—Si no estás segura, esperá. Tenés todo el
tiempo del mundo, creeme. No necesitás quemar esa etapa ya mismo…
—Bueno. Lo voy a pensar.
—Pensalo tranquila.
¿Cuántas cosas, que no se dijeron directamente,
podemos deducir de esta conversación? Muchas, espero. Porque la idea era
mostrar las personalidades y la relación entre ambos aplicando la técnica de
“show, don´t tell”.
El texto no es un narrador diciendo: “Ella quería
mucho a su padre y tenía confianza para hablar de sexualidad con él”. Podemos
comprender que padre e hija tienen un lazo fuerte y honesto, con la suficiente
confianza como para hablar de un tema tan delicado como es perder la
virginidad.
El padre es comprensivo, pero no por eso avala el
hecho de que su hija tenga sexo por primera vez tan pronto. Los puntos
suspensivos, el masculleo y el “mierda” ayudan a vislumbrar que al padre le
está costando encontrar las palabras adecuadas (“Si vos pensás que… mierda… si vos pensás que cuando vuelvas a recordar
esta noche”). Ella necesita su consejo para tomar la decisión, busca su
aprobación, pero no está convencida tampoco.
Mostrar vs.
decir
Al “decir” en lugar de “mostrar” le estamos robando
al lector la oportunidad de que descubra, por sí mismo, el mundo creado por el
autor. “Mostrar” permite agregar algo más personal a la escena. En términos
generales, un lector no quiere que le digan que un personaje está feliz o
enojado, sino que quiere poder sentirlo.
En cambio, cuando mostramos algo, sea con diálogos
o acciones, permitimos que sea el lector el responsable de interpretar el
mensaje. No le estamos imponiendo nada, sino haciéndolo partícipe de la
narrativa.
En las (buenas) películas, el lenguaje audiovisual
hace exactamente eso. Y los mejores videojuegos de la historia han sabido
incorporar técnicas de “show, don´t tell” para volver entretenidos los
fastidiosos tutoriales que todos odian.
No hay mejor diseñador de videojuegos que el que
logra enseñarte las mecánicas de un juego sin hacerte pasar por el clásico
tutorial. Recuerdo joyitas como Megaman X
y Super Metroid que hacen exactamente
esto.
El primer nivel de Megaman X es un excelente ejemplo de tutoriales que muestran en lugar de decir...
Otros videojuegos que no tratan al jugador como un imbécil (es decir, aplican las técnicas de mostrar en lugar de decir) son los dos de Portal y Shadow of the Colossus. Estos tienen una narrativa ambiental fascinante.
Todo se reduce a lo siguiente: mostrar las cosas,
en lugar de simplemente decirlas, convierte al lector/espectador/jugador en
parte de la historia. ¿Quién querría abandonar un argumento del que ya forma parte?
Técnicas
para el “show, don´t tell”
Hay muchísimos autores que brindan estrategias
diferentes para aplicar esta técnica. Una de las más populares es eliminar los
adverbios finalizados en “–mente”, en la medida en la que sea posible (y tenga
sentido hacerlo).
Un adverbio modifica al verbo. Dicho de otra forma,
ofrece información extra sobre el verbo. Volviendo al primer ejemplo, las
naranjas no sólo se vendieron, sino que se vendieron “rápidamente”.
Un texto literario se enriquece notablemente cuando
encontramos la manera de describir esa información adicional de otra forma que
no sea tan seca.
Escribir es como una partida de ajedrez donde se
puede iniciar desde un lugar común y, rápidamente, llegar hasta un punto nunca
antes visitado. Un personaje puede “desbaratar a piñas” a otro en lugar de
simplemente “golpearlo”. Todos los cinco sentidos y las imágenes o metáforas
pueden ponerse en juego también.
Lo que yo hago al escribir es armar un primer
borrador de un tirón y después hacer revisiones posteriores para pulir todos esos
clichés y lugares comunes.
Emociones como “feliz”, “triste”, “enojado” o
“ansioso” fácilmente pueden enriquecerse mostrándolas en una escena concreta o
enfocándose en el lenguaje corporal (acá es donde el lenguaje audiovisual del
cine ha logrado grandes cosas).
Es muy fácil describir la personalidad de un
personaje en palabras, pero más atractivo es poder hacerlo con acciones y
situaciones determinadas.
La primera escena de House of Cards, por ejemplo, nos dice todo lo que necesitamos saber
sobre Frank Underwood (Kevin
Spacey). Cuando un auto atropella a un perro en la calle, Frank intenta
confortarlo mientras le habla a la audiencia (rompiendo, por primera vez de
muchas, la cuarta pared). Luego, con calma y tranquilidad, estrangula al
canino. Su naturaleza fría y cruel queda a la vista.
Palabras
finales
Si alguna vez estás leyendo algo y te da la
sensación de que el autor puso “pausa” para vomitarte una serie de detalles
sobre el personaje o la trama, probablemente estés ante el “decir” que tanto
buscamos evitar. En inglés se suelen llamar a estas situaciones como
“exposition dumps”.
El “decir” implica que tenemos que creerle al
autor, quien no nos considera capaces de darnos cuenta por nosotros mismos. “Mostrar”
suele ir más en sintonía con la historia, sin impedir que fluya. Podemos
describir la personalidad de nuestro personaje sin necesidad de despegar al
lector de la narración.
¡Pero ojo con esto! El escritor es quien debe
decidir qué decir y qué mostrar, y la regla no implica hacer un 100% de mostrar
y 0% de contar (y menos al revés). Es necesario encontrar un balance entre ambas partes.
Paciencia. Ni yo ni los escritores verdaderamente
exitosos del mundo logran perfeccionar esta técnica. Puede dar un par de
dolores de cabeza porque es bastante contraintuitiva, pero les aseguro que
mejora considerablemente la calidad literaria de la obra, el nivel del
videojuego o la escena de la película.
Show, my friend. Don´t fucking tell.
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escritura telescópica: un recurso para docentes”; “10
consejos de escritura de Arturo Perez-Reverte”; “10
curiosidades del idioma español”; “Técnicas
narrativas: preguntas perforantes”; “Las
ventajas de un final bookend”; “In
medias res: en medio del quilombo”.
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Las naranjas es un ejemplo donde contarlo funciona bien. Lo otro es tal vez demasiado extenso.
ResponderEliminarPero el diálogo del padre con la hija, funciona muy bien, en como se da a entender la relación con su padre.
También he leído que mostrar un borracho tambaleandose es mejor que decir era un borracho incurable.
Supongo que lo de mostrar en lugar de narrar podría ser fundamental en una historieta.
Interesante artículo.
Ja, sí, lo de las naranjas fue un ejemplo tonto y exagerado. Pero era para dar a entender la idea. Buen ejemplo el del borracho tambaleándose... gran aporte.
Eliminar¡Saludos!