La segunda mitad del viaje incluye
mis días por Villa de Merlo y Potrero de los Funes, ataques de animales
salvajes, tatuajes improvisados y un recorrido final por San Luis capital.
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Llegada a Villa de Merlo (lunes 6/3)
Continuando con la temática del lupa aburguesado, para Merlo me había reservado el Hotel Algarrobo porque estaba bien céntrico, tenía pileta climatizada y salía 16000$ las dos noches, lo cual no me pareció una locura.
Si recuerdan de mi post anterior (la parte 1 que pueden leer por acá), el viaje desde San Luis a Merlo es larguísimo porque el bondi se va metiendo en cada uno de los pueblitos. Para empeorar las cosas, ese lunes llovió torrencialmente por todos lados. Merlo no fue la excepción, por lo que al llegar a la terminal tuve que tomarme un tacho (cosa que odio).
Al llegar al hotel –MUY pituco, por cierto– me di cuenta de que quizás yo no era el target. El promedio de edad de los huéspedes era de 85 años, más o menos.
Seguía lloviendo mucho, pero al menos pude meter unos buenos chapuzones en la pileta climatizada, mi habitación era un lujo (demasiado, de hecho) y, como no había demasiado para hacer, aproveché a matear y escribir la primera parte de este diario de viaje.
El wi-fi del hotel –oh, sorpresa– apestaba fuerte. Parece ser una constante de toda la provincia de San Luis. Hasta ahora no he encontrado un solo lugar con buena señal y velocidad del wi-fi, lo que no sólo me impidió bajarme mis capítulos pendientes de series y animés, sino que también me complicó laburar. Al final terminé pagándome un paquete de datos adicional y compartía internet con mi celu.
Durante la tarde contacté a los
muchachos de Norris Bikes, que te
alquilan bicis MTB nuevas, con frenos a disco, cambios Shimano y un candadito.
Tremendas bicis para explorar un poco la villa. Las 4 horas salían 3800$. El
servicio es puerta a puerta. Me traerían la bici a las 14 hs del día siguiente.
Tipo 19.30 hs paró la lluvia, salió el sol y yo salí a pasear por el centro. El hotel del PAMI estaba ubicado en la Av. Del Sol al 1100. Literalmente en el centro, con un patio cervecero enfrente. Salí a a chusmear vidrieras mientras escuchaba música. En una juguetería encontré uno de los regalitos que me había encargado Benja (un paquicefalosaurio de Lego).
Aquella tarde en Merlo todo estaba medio muerto. Supongo que porque la lluvia hizo que todo el mundo se acobachara. Se veía poca gente y muchos jubilados. Da la sensación de que la villa es un lugar medio chetón pensado más para el turista abuelo. O quizás sea la época.
Por su arquitectura serrana, me
recordó mucho a Sierra de la Ventana
y a Tandil. En las vidrieras se ve
mucho alfajor, dulces, quesos y salamines. Llegué hasta el casco histórico, me
tomé una pinta con un sanguchito en la cervecería Merlina y volví para el hotel
para meter un poco de Shovel Knight: King
of Cards (sí, me había traído el joystick al viaje).
Pedaleando por un sueño en Villa de Merlo (martes 7/3)
Luego de un lunes prácticamente descartable, el martes retomó un montón y pude aprovecharlo a full. Luego del desayuno continental en el Hotel del PAMI, salí a trotar por los alrededores.
Pasé por el Hostel Casa Grande y aproveché para recorrerlo un poco. Estaba hermoso y un poco me arrepentí de no haber reservado ahí. Es cierto que habría estado mucho menos cómodo y más lejos del centro, pero había una guitarra y muchísima más juventud que en el Hotel Algarrobo. Las piezas compartidas de 8 personas estaban a 3000$. El lugar tiene un predio enorme de pasto, árboles e incluso una pileta.
Continuando el trote, pasé por un lindo lugarcito llamado El Ojo del Tiempo (¡gran nombre!) que además tiene una pista de salud.
Rodeé la Plazoleta de los Poetas (olvidable) y volví por el costado de las sierras. Almorcé, respondí algunos mails laborales (compartiendo con mi paquete de datos… no se olviden que el wi-fi apesta) y estudié el mapa para el circuito de bici que pensaba hacer por la tarde.
La biclicleteada estuvo tremenda, si bien muy cansadora. Recorrí Pasos Malos y sus varias cascadas (es interesante el origen de su nombre), fui hasta el Mirador del Indio, llegué hasta el Refugio Natural Piedra Blanca y conocí el Algarrobo Abuelo. Volví por Pantanillo hasta el centro de Merlo. Es un montón. Debo haber hecho más de 20 km.
Pasos Malos son 7 km en subida que no te dan respiro. Arriba hay artesanos, morfi y muchísimos brazos del arroyo y cascaditas para sentarse a matear. En el ascenso a la Cascada Grande me crucé con unas pibas que había visto en la terminal (compartimos el taxi aquel día que llovía) y charlé con un dinamarqués pura facha que se copó sacándome unas fotos.
Para llegar hasta la cascada más grande hay que seguir un sendero que, según se dice, está más o menos indicado con pintura roja sobre las piedras. No sé; yo dejé de ver las manchas rojas rápidamente y me tuve que ir haciéndome camino entre las piedras. Llegar, llegué, aunque a la vuelta pude haberme perdido un poco… (parte de la aventura).
Luego bajé al Mirador del Indio, que no me pareció la gran cosa y el camino para llegar está horrendo. La bajada de Pasos Malos (aquellos 7 km de subida que ahora eran de bajada) son la puta gloria. Sí o sí tenés que ir clavando los frenos o te vas a la mierda.
Camino al Refugio Natural Piedras Blancas pasé por la Cervecería Dos Venados (cerrada, lamentablemente), que dicen que es de las mejores del lugar. Piedras Blancas está muy lindo también para recorrer y tirarse a la orilla del arroyo. Un aspecto curioso es que podés pasar el límite provincial y, automáticamente, estar en la provincia de Córdoba.
Todos los lugares a donde estuve daban para colgar un rato más. Lamentablemente, el tiempo es tirano y tuve que continuar. De regreso en el hotel, charlé un rato con Abril (la piba recepcionista que me había tirado data de qué lugares visitar), me tomé un café e hice una videollamada con mis niños. Benja y Mateo me venían extrañando bastante… y honestamente yo también.
Tipo 19 hs, luego de una ducha, me abrigué bien (la noche de Merlo se pone más fresquita) y salí para el trocen. Tomé dos Chunkana –muy buena birra artesanal del lugar– y caminé por un centro que ahora estaba mucho más concurrido que el día anterior. De hecho, la Av. Del Sol explotaba de gente. Antes de volver al hotel, pasé a chusmear un poco el Casino.
A la noche terminé la primera temporada de Velma (malaza la serie) y me vi el impresionante capítulo de Attack on Titan, el especial de una hora que va a formar parte de la temporada final.
Como impresiones generales, Villa de Merlo me gustó mucho. Hay básicamente
todo de lo que me gusta: naturaleza, tranquilidad y buenas energías. Creo que
sería muy lindo volver con Naty y los chicos… o incluso con mi compañera cuando
ya seamos jubilados
Llegada a Potrero de los Funes y el Parque Nativo (miercoles 8/3)
En el bondi de regreso a San Luis tenía 4 horitas para matar. Empecé Infinity Pool (la extrañísima nueva película de Brandon Cronenberg), terminé Rick and Morty (temporada 6) y leí bastante.
Llegue tipo 15 hs a San Luis y en seguida pude agarrar el colectivo a Potrero de los Funes (160$). Por suerte, el viaje a Potrero es cortito y agradable. Son 15 km de paseo. Un ratito más tarde, ya estaba en la puerta de la bellísima hostería Los Naranjos (11000$/día). El lugar está súper lindo, aunque medio escondido.
Rápidamente me preparé la mochila y salí caminando para el Parque Nativo, donde sí, realmente hay que saltar un paredón de medio metro para poder entrar. El lugar está tremendo: con playita sobre el lago, mucho verde, juegos infantiles y vistas impresionantes. En ese momento tomé la decisión de traer a Naty y los niños en el futuro.
El centro de Potrero es muy
chiquito y se encuentra rodeando la Av. del Circuito. Me tomé un café en una
esquina donde la mujer estaba chocha de poder hablar con alguien. Resultó que
ella se había criado en Bahía Blanca, así que pudimos charlar sobre cómo ha cambiado
(o no) la ciudad.
El Salto de la Moneda, arañas cazadoras y un tatuaje improvisado (jueves 9/3)
Sin querer, el jueves 9 se convirtió en el punto más alto del viaje (tanto metafórico como literal). Luego de un desayuno muy gourmet que me trajo Rubén, el dueño de la hostería Los Naranjos, dejé la valija y partí con la mochila a hacer el trekking hacia la cascada más famosa de Potrero de los Funes: el Salto de la Moneda.
Desde donde estaba tenía 45 (duros) minutos en ascenso hasta el ingreso del trekking y luego otros 45 minutos más para llegar a la cascada. En la entrada me recibió Francisco y me cobró unos módicos 800$.
Para subir tenés dos opciones: un camino de 4x4 que es fácil y aburridón –pensado más para la gente grande– y el original, adonde te metés bien por la montaña y se considera de dificultad media (mucha piedra, subir, bajar, etc). Es un paseo súper agradable y arriba tenés vistas increíbles del lago. El Salto de la Moneda está atrás de una montaña que hay que rodear.
Arriba había varias parejitas. Pese a que el agua está muy fría, algunos valientes se animaban a un chapuzón. Hay dos pozones: uno de 2 metros de profundidad y otro de más de 4 metros (no ves el fondo).
El Salto de la Moneda en Potrero de los Funes
Mientras comía unas empanaditas rodeado de flores silvestres, tuve una epifanía: quería hacerme un tatuaje que simbolizara a Benjamín y Mateo. Empecé a pensar cómo podría ser el diseño y hasta lo comenté con mi hermano Tomás, quien resultó ser el primero en enterarse de la noticia.
Hice la vuelta por el camino de 4x4, sólo para poder conocerlo. Es re tranca, más rápido y sí, muy aburrido. Lo que es peor, está siempre al sol, no hay ni una sombra. Recomiendo 100% el camino original.
A la entrada ya no estaba Francisco, sino otro flaco a quien le consulté donde podía tatuarme en San Luis. Me mandó a Critikal Studio, en la Av. Colón al 1100. Bajé hasta Potrero, clavé un panchito mientras hablaba con una familia que me había cruzado arriba en el salto y ahí fue cuando sucedió la primera gran cosa loca del día.
Una araña chiquita y peluda estaba sobre mi mesa. Cerca había una mosca. Se me ocurrió grabar el momento porque me intrigó. La araña se fue acercando lentamente y de pronto ¡ZAS! Agarró a la mosca y se la empezó a morfar. Subí el video a mi reels de Instagram por si quieren verlo. Es realmente impactante.
De hecho, ahí me quedé pensando en la cantidad de fauna que había visto en Potrero subiendo al Salto de la Moneda. Hubo una lagartija que me pasó entre las piernas, un saltamontes bastante grande que ni se percató de mi presencia y un ratón muerto con una cola larguísima.
Todo lo relacionado con el tatuaje pareció una obra del universo conspirador. Resulta que el colectivo de regreso a San Luis me dejó en la puerta de Critikal Studio (Coincidence? I think not!). Allí me recibieron Pedro y Carla. Carla resultó ser la ex del pibe que me recomendó el lugar. Pedro era el hijo de la señora que administraba el Hostel Casa Blanca adonde me estaba hospedando.
Me dijeron que no había ningún turno. Yo les lloré la carta de que me quedaban pocos días en San Luis y otro de los tatuadores (Gianluca) me ofreció un lugarcito a las 19 hs. Golazo.
Me fui al hostel por un baño y una merienda y volví entusiasmado a la hora del turno. Gianluca resultó ser de Puerto Madryn –donde yo estuve con mi familia en 2022. Juntos diseñamos lo que quería para mi tatuaje y él se puso en acción. En el medio, con toda la gente de ahí charlábamos de cine y series. Muy piolas todos.
Tatuajes improvisados en San Luis...
Iba a juntarme con Santiago –el pibe que estudiaba guion que había conocido en el hostel unos días atrás– pero terminé muy tarde con el tatuaje y a él ya se le complicó también. Así que me compré unos JyQ de miga y me fui para un barcito medio alejado.
Creí que aquel iba a ser el final
de la noche. ¡Qué equivocado estaba! Al lado mío había tres puntanos tomando
birra. Sin querer nos pusimos a charlar, me sumé a su grupo y terminamos
clavando varias pintas juntos. Eran todos un cago de risa. Me fui a dormir a
las 2 a.m. con la cabeza dando vueltas.
Final del viaje (viernes 10/3 y sábado 11/3)
El resto del viaje tuvo mucha menos aventura. Me levanté resacoso y Andrea me dio un café salvador. Luego de bañarme, salí para el bellísimo Parque IV Centenario y recorrí el shopping de San Luis.
La playita de Parque IV Centenario, en San Luis
Por la tarde salí a trotar por el Parque La Cerámica para terminar de tachar los puntos de interés que me había anotado para el viaje. Luego me encontré nuevamente con Dardo, paseamos un poco más y dediqué el resto del viaje a comprar giladas y regalitos para la familia.
La verdad que yo no sé por qué me gasto tanto si ya nadie lee blogs. Once upon a time there were some small worms. De hecho, podría escribir cualquier cosa en estas líneas finales porque ningún ser humano va a llegar hasta acá. who got very very annoyed and decided to go to arms. In order to wipe out their vicious enemy counterparts.
Mis amigos me dicen que me haga tiktoker o que arme un canal de Youtube. , they developed some really cool weapons, such as Banana Bombs and Magic Bullets.
“Los blogs ya fueron, Lupa… ahora lo que va son vlogs”, me dicen. A la gilada ni cabida. Recontra disfruto escribir estos Diarios de Viaje. Amé San Luis y amé la posibilidad de poder seguir conociendo mi hermoso –a veces polémico, a veces contradictorio– país de Argentina.
¡Hasta la próxima!
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=>> Otros posts sobre VIAJES y TURISMO en el blog: “SAP y paseos en San Nicolás de los Arroyos”; “Mis días por el Norte Argentino”; “Playas, dinos y pingüinos en Puerto Madryn”; “Trekking por Bariloche”; “Cerro Tres Picos: haciendo camino al andar”; “Refugios de El Bolsón: el ascenso a Los Laguitos”; “Mis días por San Luis (PARTE 1)”.
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Vaya! Anduve justamente por ahí pero hasta el 20 de febrero, por poco no nos cruzamos!
ResponderEliminarYo tampoco conocía. Y fui en flia, con la pibita de 2 años y el perro... Así que no pude hacer todo lo que hiciste vos, pero la pasé super tranca.
Recuerdo haber pasado por ese hotel que mencionas en la Av. Del sol.
Buena descripción de todo lo vivido, es tal cual.
Abrazos, crack
Ah y es cierto: extra extra, el wi-fi apesta
Eliminar¡Qué loco! Mirá que es grande el país para ir los dos para el mismo lado por la misma época.
EliminarSí, che, más allá del wi-fi y algunos cuestiones más humorísticas, súper disfrutable el viaje. Tengo ganas de volver en formato familia (obviamente con mucha menos aventura y muchos más cambios de pañales).
¡Abrazo, genio!
Leí hasta el final. No es cierto que nadie lee los blog. Gracias por todos los datos. Silvia
Eliminar¡Gracias por leer hasta el final Silvia! (yo también leo todos los comentarios).
EliminarQué ganas de volver a San Luis. =)