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domingo, 28 de agosto de 2022

“Un mago de Terramar” (1968), una novela de Ursula Le Guin


En 1968, Ursula Le Guin se planteó crear una historia de magos que fuera en contra de la narrativa tradicional. El resultado fue una de las sagas literarias más influyentes del mundo. En esta nota, reseña del primer libro: Un mago de Terramar.



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¿Cómo nacen los magos?

El mundo de Terramar es un archipiélago en expansión donde la magia es parte de la vida cotidiana, los dragones son una amenaza ocasional y el más allá es un lugar muy real. La trilogía original se centra en Ged, un aprendiz de mago que se levanta de una vida modesta en un pueblo tranquilo para convertirse en el Archimago, el maestro de la escuela de magia que gobierna el lugar.

Para entender Un mago de Terramar, la primera novela de la saga, tenemos que empezar imaginando cómo era el mundo antes de los libros de Harry Potter (ya sé, no es fácil).

Antes de que salieran las primeras obras de J.K Rowling, si alguien decía “mago”, nadie realmente pensaba en un adolescente en una escuela, sino en un anciano de sabiduría tan grande como su blanca barca. Ya saben, Gandalf, Merlín, etc.


Lo que Ursula K. Le Guin (sí, la misma autora de aquella novela que amo, La Mano Izquierda de la Oscuridad) se planteó, allá por 1968, saber de dónde vienen todos estos viejos con largas barbas blancas e inmensa sabiduría. ¿Nacen así? ¿O comienzan como niños normales que tienen que aprender a ser sabios y dejarse crecer la barba? Esta curiosidad se convirtió en la inspiración para Un mago de Terramar.

 

Llevando la fantasía por otro camino

En muchos sentidos, el Ciclo de Terramar representó una desviación radical de la visión dominante de la fantasía en ese momento. Algunos de estos cambios fueron: presentar a un mago como el personaje principal (en lugar de un secundario), contar con un elenco de personajes en su mayoría de piel morena y roja, tener a mujeres en roles prominentes y explorar una sociedad isleña en lugar del entorno europeo medieval estándar.

Otra particularidad de esta saga es que los personajes avanzan en la historia, tomando decisiones morales y personales cada vez más complejas (en lugar de simplemente ganar en peleas de espadas u obtener tesoros).

Le Guin también evita volverse particularmente detallada; todos menos el quinto libro tienen menos de 300 páginas, con pocas palabras dedicadas a la exposición intrincada y lenta que define a otros autores de fantasía como Tolkien.

Parte de la saga fue adaptada en una película animada de Studio Ghibli llamada Tales from Earthsea y existe también una adaptación televisiva de Syfy, originalmente llamada Legend of Earthsea, y luego retitulada “Earthsea”. La BBC adaptó las obras como radionovelas dos veces: en 1996 y en 2015.


Hay seis libros en la serie de Terramar: cinco novelas más un libro de cuentos. Los tres primeros se publicaron bastante juntos (1968, 1971 y 1972), y los tres últimos se escribieron después de mucho tiempo (el cuarto salió en 1990, después de dieciocho años; el quinto, la colección de cuentos, y el sexto, ambos salieron en 2001).

 

Un antagonista de su propia historia

En Terramar, Le Guin toma a un mago que algún día será inmensamente poderoso, y nos muestra cómo fue de adolescente y joven. La infancia de este mago no es terriblemente bonita: Ged algún día será sabio y amable (y barbudo, seguramente), pero cuando es joven, es imprudente y orgulloso y –en el primer libro al menos–  se manda una cagada enorme que casi lo mata.

En Un mago de Terramar, Le Guin mete otros cambios interesantes respecto a los viejos estándares de la fantasía. En principio, el bien y el mal no están tan bien definidos como Aslan vs. Bruja Blanca o Gandalf vs. Sauron. De hecho, nuestro protagonista Ged es casi un antagonista en su propia novela, saboteándose a sí mismo la posibilidad de convertirse en un gran mago.

Aquel no es el único aspecto de este libro que lo distingue de otras novelas de fantasía: además posee un worldbuilding gigantesco, con mucho folklore y mitología por detrás.

Los padres de Ursula K. Le Guin fueron los famosos antropólogos Alfred y Theodora Kroeber, por lo que ella tenía un conocimiento especial sobre las tradiciones folclóricas de varias culturas. (Por cierto, la K. en su nombre es por “Kroeber”… ahora pueden sorprender a sus amigos en la próxima juntada).

Un ejemplo concreto es el siguiente: en algunas culturas, la gente creía que tu “verdadero nombre” era algo que podía usarse para controlarte, lo que luego se convierte en uno de los cimientos del sistema de magia de Terramar.


Finalmente, otro aspecto importante es que la mayoría de los personajes principales no son blancos. Le Guin no le da mucha importancia a eso (de hecho se menciona al pasar a mitad del primer libro), pero fue un cambio bastante grande en comparación a muchos otros libros de fantasía.

 

Las similitudes con Harry Potter

A esta altura ya está re claro que todo es un remix, y J.K Rowling no fue la excepción. Es muy probable que la autora no sólo haya leído toda la saga de Terramar, sino también otras ficciones donde tenemos a magos en escuelas de magia (hay un historia sospechosamente similar escrita por Neil Gaiman).

Una primera similitud con Harry Potter es que los magos de Terramar son capaces de transformarse en animales, al mejor estilo Profesora McGonagall. Sin embargo, el proceso es peligroso, debido a que los instintos de la forma animal dominan y anulan lentamente sus procesos de pensamiento humanos.

En un ejemplo particularmente memorable, Ged se convierte en un halcón para escapar de un enemigo y, obligado a pasar semanas en su nueva forma, casi termina atrapado de esa manera.


Otra conexión más: Ged y Harry tienen cicatrices en el rostro. En el caso de Ged, después de desatar a la Sombra, es rasguñado terriblemente por la cosa en un lado de su cara y queda marcado de por vida.

 

¿De qué va el argumento?

Esta es la versión increíblemente breve: Un mago de Terramar es un coming-of-age. Conocemos a un joven protagonista que es salvaje y orgulloso, luego lo vemos cometer un terrible error (libera a un monstruo en un acto de vanidad) y tiene que enfrentarse a él sin entender bien cómo. Ya crecido un poco, lo vemos tratar de arreglar aquel terrible error que cometió.

El poder del lenguaje es un tema central del libro. Terramar comienza de manera bastante simple, como un mundo con un lenguaje de la verdad que también funciona como un lenguaje de magia. La magia acá depende de la memorización de los nombres verdaderos de las cosas, pero a medida que avanza la historia, vamos entendiendo que la magia basada en el lenguaje es una forma de magia relativamente superficial, y que existen formas más profundas…

Sobre este punto, sería importante explicar un concepto. En Terramar, el nombre es la cosa, y el nombre verdadero es la cosa verdadera. Si conocés el verdadero nombre de las cosas, podés controlarlas.

Este poder está limitado en el sentido de que hay, literalmente, innumerables nombres en el mundo, y ningún ser humano puede aprenderlos todos. No podés controlar el mar, por ejemplo, porque tendrías que saber el nombre de cada orilla que toca, algo imposible de hacer para una persona en una vida.

Un punto atractivo de esta novela es la moralidad gris que maneja. A Le Guin no le gustan los personajes inequívocamente malvados. Incluso figuras obviamente antagónicas son retratadas como deformadas por la sociedad o por sus propios miedos. Los dragones de este mundo pueden ser peligrosos para los humanos, pero no son activamente malvados.

Continuando un poco con el argumento, Ged va a la escuela de magia en Roke donde conoce a un amigo, Vetch, y a un rival, Jasper (el Draco Malfoy de la novela). Nuestro héroe es un tanto vanidoso y para callar a Jasper, intenta convocar a un espíritu muerto. 


En cambio, trae a un monstruo de las sombras. El Archimago de Roke salva a Ged, aunque muere después de desterrar la sombra de Roke. Claramente, Ged la embarró hasta el fondo.

Éste es el conflicto principal en Un mago de Terramar, que me sorprendió por ser algo bastante fuera de lo ordinario. Ged continúa estudiando magia y, progresivamente, se va convirtiendo en alguien menos arrogante. Luego de ayudar a varias personas, decide que tiene que comenzar a perseguir a la Sombra si alguna vez quiere deshacerse de ella.

 

El llamado a la aventura

Con todo lo que vengo contando, queda claro que Un mago de Terramar es fantasía pura. Tiene hechizos, dragones y magos. Es también un coming-of-age que nos habla de la perdida de la inocencia. Nuestro héroe crece, aprende y se convierte en un hombre. Es también una aventura muy entretenida donde Ged, a partir del cuarto capítulo, debe buscar a su sombra para que no lastime a nadie más.

Pero hay un posible género adicional: Un mago de Terramar como parábola. El relato brinda lecciones sobre la oscuridad que existe en cada uno de nosotros. Así como Ged tiene que reconocer esta parte sombría de él para que no lo controle, cuando negamos una parte negativa de nosotros mismos, esa parte negativa puede volverse peligrosa.

Por lo que tengo entendido, este primer libro es una mera introducción al mundo y el más “liviano” de toda la saga, si bien presenta todos los ingredientes de una buena aventura. Quizás en el futuro pueda ir encarando el resto, si bien tampoco es que la historia me haya volado la cabeza como lo hizo La Torre Oscura en su momento.

 

Palabras finales

Un mago de Terramar es una lectura corta y ágil que se disfruta. Ged es un protagonista cautivante y su conflicto se destaca por no ser la típica pelea del bien contra el mal, sino más buena una lucha interna consigo mismo.

Con esta obra, Le Guin abrió puertas –en el mundo de la fantasía– que hoy todavía siguen siendo exploradas. Sin Un mago de Terramar quizás no tendríamos Harry Potter, y eso (claro), sería una lástima. Puede que este primer libro pierda un poco el foco en su parte media (la autora se dispersa un poco mientras hace viajar a Ged por diferentes islas) pero el desenlace tiene mucha potencia.


En resumidas cuentas, éste es un libro ideal para introducir a la fantasía a los niños, con un simbolismo equilibrado, nunca demasiado obvio, y una aventura lo suficientemente épica como para mantener el ritmo. Recomendable.

 

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