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viernes, 3 de abril de 2020

La Bruja Berta: el valor de la tolerancia


Cuando pienso en libros infantiles que marcaron mi vida, recuerdo a El Principito, a Momo o a La Isla del Tesoro. Sin embargo, si tengo que remontarme un poco más al pasado, a una edad más temprana, mi mente me lleva inevitablemente a La Bruja Berta, un magistral relato visual de 1987 escrito por Valerie Thomas, con ilustraciones de Korky Paul.




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Un problema de gatos

Desde su colorida primera hoja, La Bruja Berta es un cuento fascinante porque juega con nuestra concepción natural sobre las brujas en la fantasía. En los cuentos infantiles tradicionales, las brujas son consideradas solitarias, feas y malvadas, dotadas de oscuros poderes mágicos y capaces de montar en una escoba.

Si bien la protagonista comparte algunas de las características clásicas de las brujas, no es particularmente malvada, horrible o solitaria. De hecho, simplemente prefiere la tranquilidad de su hogar y disfruta mucho de la compañía de Bepo, su gato.

Al comienzo de la historia, Berta vive en una casa negra, con alfombras, cama, sillas, sábanas, cuadros, y hasta el baño, pintados de negro. Como es de esperar, su gato Bepo también es negro. Es ahí donde comienzan sus problemas.

Una imagen dice más que mil palabras

La Bruja Berta se recomienda para niños a partir de los 5 años, aunque mi niño de 3 ya lo está disfrutando muchísimo. Incluso creo que un adulto podrá disfrutarlo mucho por los ricos valores que otorga a los niños.

Se trata de un libro dotado de textos breves y atractivas ilustraciones que logran una calidad estética poco usual. Así, este es un libro con hermosas imágenes que ocupan un lugar destacado o, en algunos casos, hasta páginas enteras.

En Internet es fácil conseguirlo en forma online. También hay muchas narraciones disponibles en Youtube. Una narración que me gustó mucho es la de Andrea Dos Santos. Este video, acompañado de las imágenes del libro, es una producción del Departamento de Tecnología Educativa del Consejo de Educación Primaria de Uruguay.



¡Abracadabra!

El conflicto del cuento es que Berta no puede ver a su gato (por ser del mismo color que su casa) y se la pasa tropezando con él. Entonces agita su varita y lo torna de color verde, un color que también lo confundía con el pasto del jardín.

Luego de un último gran tropiezo, Berta decide cambiarlo a un gato multicolor.

«Bepo tenía la cabeza colorada, el cuerpo amarillo, la cola rosada, los bigotes azules y cuatro patas violetas. Pero sus ojos seguían siendo verdes. Se veía ridículo y él lo sabía. Hasta los pájaros se reían de Bepo.»

Luego de ver lo infeliz que había hecho a su gato, Berta decide resolver su problema con un poquito más de creatividad. Se esfuerza por pensar su conflicto de forma diferente, atacarlo desde otro ángulo. Entonces, retorna a Bepo a su color original y –varita de por medio– colorea todo su hogar.
«Ahora, en lugar de una casa negra, tenía una casa amarilla con un techo colorado y una puerta también colorada. Las sillas eran blancas y coloradas, con almohadones blancos. La alfombra era verde con flores rosadas. La cama era azul, con sábanas blancas y rosadas, y frazadas rosadas. El baño era blanco reluciente. Y ahora, Berta podía ver a Bepo no importaba donde estuviera. »

El valor de la tolerancia

El relato es interesante para trabajar con los niños la temática de la tolerancia. ¿Por qué la bruja tomó la decisión de cambiar el color del gato negro?  ¿Cómo creen que se sentía Bepo cada vez que lo cambiaban de color? Y, más importante aún: ¿la bruja Berta aceptaba a su gato Bepo tal y como era?


La palabra “tolerancia” proviene del latín tolerantĭa, que significa: “cualidad de quien puede aguantar, soportar o aceptar”. Es respetar las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias. A nivel individual es la actitud que tiene un individuo de aceptar aquello que es diferente a sus valores. Pero tolerar no significa aguantar. Tolerar es aceptar, comprender y saber afrontar.

La bruja Berta es un cuento muy sencillo que funciona como disparador para elaborar conceptos como la aceptación de los demás (aunque sean físicamente diferentes o piensen de otro modo). ¿Cuántas veces tomamos el camino corto al buscar una solución? ¿Cuántas veces nos ponemos realmente a pensar en las consecuencias de nuestros actos?

Entendida a la tolerancia como respeto y consideración hacia la diferencia, una disposición a admitir en los demás una manera de ser y de obrar distinta a la propia, una actitud de aceptación del otro, entonces es definitivamente una virtud de enorme importancia para enseñarle a los más chicos y, ¿por qué no?, a algunos adultos también.


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«Si no podemos poner fin a nuestras diferencias, contribuyamos a que el mundo sea un lugar apto para ellas» (John F. Kennedy)

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¡Adios!

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