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miércoles, 26 de junio de 2019

Teatro y existencialismo en “Through a glass darkly” (1961)


Cuatro personas están pasando unas vacaciones en la isla Fårö (clásica locación de Ingmar Bergman, quien filmó allí seis de sus películas). Una de ellas, Karin, sufre de esquizofrenia y cree que el mismísimo Dios le está hablando entre susurros. Ésa es la premisa de Through a Glass Darkly (“Como en un espejo”), emblemática película de 1961.




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Temas y estilos de Bergman

Con su cine tranquilo, aletargado y usualmente monocromático, el sueco es bastante complicado de seguir. No es nada fácil encarar Through a Glass Darkly, película que tuve que mirar dos veces. Sin embargo, creo que, junto a Persona de 1966, es una de las obras de Bergman más representativas de su cine.

En efecto, la película pone en relevancia las temáticas y estilos favoritos del director. Tenemos, por ejemplo, un espacio y tiempo acotado (la localización es sólo una isla, todo ocurre en un día, sólo hay un puñado de personajes en escena) y también aparece la doble representación como forma de metaficción. 

En este caso es a partir de pequeñas piezas teatrales dentro de una ficción que es, de por sí, muy dramática en su naturaleza.


Bergman siempre buscó un cine más intelectual (alejadísimo de los principios marketineros del actual cine hollywoodense) con énfasis en el existencialismo, la cuestión de Dios y el plano psicoanalítico en torno a la familia y la sexualidad. Toda esa mezcolanza hermosa aparece en esta película de una forma u otra.

Cuatro vidas en una isla

La historia gira en torno a Karin, una joven mujer que estuvo un tiempo ingresada en un hospital psiquiátrico debido a un caso de esquizofrenia. Está casada con Martin, un hombre mayor que ejerce como médico en el mismo hospital. Es el mejor amigo del padre de Karin, David, un escritor viudo más preocupado por su carrera literaria que por sus hijos.

Por último está Minus, el hermano y confidente de Karin. Un pibe que, con diecisiete años, está en plena efervescencia sexual (léase: caliente como una pava).


Todo la acción ocurre en la isla a lo largo de un día, periodo en el cual Karin va progresivamente sufriendo cada vez más su enfermedad. Ella cree que el espacio detrás de la pared del ático es una sala de espera donde las personas están sentadas esperando a que Dios aparezca. Mientras tanto, los tres hombres a su alrededor cuestionan sus propias vidas y sus relaciones entre ellos.

El silencio de Dios

Through A Glass Darkly obtuvo el Oscar a Mejor Película Extranjera​ y está estructurada como una obra teatral en tres actos. El enigmático título (que siempre me copó) está tomado de un fragmento de una carta de San Pablo a los cristianos de Corintios (como para seguir afianzando el simbolismo religioso de la obra).
«For now we see through a glass, darkly; but then face to face: now I know in part; but then shall I know even as also I am known.» (Corintios I. XIII, 12)

La cita hace referencia a lo poco que realmente conoce el Hombre y lo mucho que verá cuando Dios se materialice nuevamente ante nosotros. En mi opinión, utilizar esa cita no es más que una burla.

Con esta producción, el director inició lo que se conoce tradicionalmente como la “trilogía de la ausencia de Dios” (seguida por Winter Light, de 1962, y The Silence, 1963). Por aquella época, Bergman ya se había planteado una “total disolución de cualquier tipo de salvación sobrenatural”.


Efectivamente, Bergman se había convertido al ateísmo, razonando que si existe un Dios, debe ser alguien cuya indiferencia respecto al abandono de sus criaturas sólo puede explicarse de dos formas: o bien, es un ser maléfico que se regocija con el sufrimiento humano o, sencillamente, en verdad no existe.

Por supuesto, como todo buen ateo (grupo en el cual me incluyo) fue uno de los cineastas que más preguntas sobre la fe planteó a lo largo de toda su filmografía.

Esto puede resultar paradójico en principio, pero en realidad no lo es tanto. Sólo aquellos que nos “atrevemos” a poner en duda la existencia de Dios somos capaces de cuestionarnos su accionar.

Drama y existencialismo

¿Estás con ganas de ver 90 minutos de personas filosofando sobre el sentido de la vida y la naturaleza de Dios? ¿Querés agregarle un poco de incesto a tu combo? Entonces probablemente Through A Glass Darkly sea el tipo de arte independiente europeo en blanco y negro que tu ideal platónico está buscando.


Repito que no es una película fácil de ver (guarda con “cierro los ojos un ratito para descansar la vista”, porque corrés el riesgo de dormirte fuerte) pero si le agarrás la mano llega a ser muy interesante.

Una de las cosas que más me gusta de la película es la manera en la que está construido su guión. Con sólo los primeros diez minutos (y con mínima exposición y diálogos) Through a Glass Darkly te dice todo lo que necesitás saber sobre los cuatro personajes involucrados, sus relaciones y los conflictos que atraviesan.

Es un muy buen ejemplo de la idea de “mostrar en lugar de contar” (show, don´t tell).

Claro que en el medio de todo el drama está Karin, quien viene sufriendo por múltiples vertientes: los años de abandono paterno, la confusión mental que le produce la esquizofrenia y la pérdida de su fe (debido al silencio de Dios).

Pequeño spoiler alert. Cuando, en una de las escenas finales, la protagonista logra verle la cara a Dios (con mucho simbolismo en el medio) es en la forma de una monstruosa araña que intenta violarla. Por suerte, nosotros sólo vemos la reacción de ella y no al bicho en sí. Este cierre me recordó bastante a Enemy (2013), de Denis Villeneuve.


La cuestión es que todos en esta familia se encuentran bastante enquilombados y están aislados  tanto espacial como psicológicamente; ocupados en resolver ellos mismos los problemas que los aquejan.

David se ha refugiado en el trabajo y en la soledad, cuestionándose moralmente si podría utilizar la esquizofrenia de su hija como combustible para la escritura. El fósforo que prende el incendio es cuando Karin descubre, debido a una imprudencia del padre, el carácter crónico e incurable de su enfermedad.

Martin tiene una profunda insatisfacción sexual, agravada por la indiferencia de su esposa. Minus, por último, vive la crisis de la adolescencia entre confusiones e inseguridades. El egocentrismo y la falta de comunicación son, definitivamente, temas que atraviesan a la obra.

Sólo en los últimos momentos parecen asomar los necesarios intercambios de afecto y consuelo.

Palabras finales

Through A Glass Darkly es un drama poderoso. Elaborado con un bella fotografía y buenas interpretaciones, no se trata de una película agradable (decididamente no la “pasás bien” viéndola) pero sí una con mucha tela para cortar.

Recomendada, al menos, para tener la experiencia Bergman y ver si les mueve algo por dentro.


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