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martes, 30 de enero de 2024

“Cruzando el meridiano”, las transgresiones de Federico Amigone

 

Este libro es una excelente iniciación para comprender cómo está configurado el espectro autista en nuestra sociedad actual. Al mismo tiempo, funciona como una gran obra de filosofía que atraviesa varias temáticas y contradicciones que nos hacen humanos. Reseña de “Cruzando el meridiano, transgresiones políticas en el espectro” (2023), una obra de Federico Amigone.

 




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Códigos sobre la piel

Soy un fiel creyente de que todo tema puede volverse interesante si es contado de una forma atractiva. A mí hay cuestiones que no me interpelan particularmente, pero las termino disfrutando un montón cuando se me presentan de forma creativa y elaborada.

Me alegra poder decir que Cruzando el meridiano, transgresiones políticas en el especto es uno de estos extraños casos donde me copé con temáticas que no suelo abordar. Abriendo un disclaimer enorme, este no es un libro que yo habría agarrado por motus propio.

Los que me siguen en el blog saben que mis intereses van por otro lado. Digamos que llegó a mis manos de casualidad. Sin embargo, apenas comencé a leerlo, me enganché profundamente con la búsqueda de su autor, Federico Amigone.

Realizando una simplificación enorme (porque no soy especialista en temas de discapacidad y, mucho menos, de niñes en el espectro autista), entiendo que el autor intenta plasmar cómo es el modelo político y social actual en relación al autismo, y qué podemos hacer cada uno de nosotros para abrir los ojos ante sus grietas.

Lo que más me impresionó de la narración es que estos pequeños ensayos de no-ficción se van intercalando con muchos intertextos literarios, varios autores de la filosofía y algunas referencias pop-culturales a obras como Matrix o El Señor de los Anillos.

«Mirarse al espejo es como observar un algoritmo desnudo. Un espejo siempre devuelve una codificación escrita en imágenes, formas y colores a los que nos acostumbramos poco a poco, hasta creer que eso que vemos, es lo que somos.»

Es uno de esos libros para ir leyendo despacito y hasta tomando notas todo el tiempo, rescatando frases y reflexiones. 



Entré por los excelentes títulos que se proponen (“Códigos sobre la piel”, “Instrucciones para fabricar niñes autistas”, “Dioses en el espectro”, etc.) y me quedé por las múltiples referencias al mundo geek y la profundidad temática de cada texto.

Amigone es Licenciado en Ciencias de la Computación y programador, por lo que su obra también salpica mucha jerga y analogías del mundo de los sistemas… algo con lo que puedo sentirme identificado por mi propio trabajo con consultor funcional SAP.

«Los programadores no somos ingenuos: sabemos que para cambiar el código primero hay que aprender a leerlo.»

Cruzando el meridiano es un librito corto, ácido y cargado políticamente. Podés abrirlo prácticamente en cualquier lugar azaroso y encontrarte con una metáfora fascinante, un ejemplo clarificador o una gran frase reflexiva.

Este libro es también un acto de guerra, una proclama. Un manifiesto incluso. Al respecto, dice el autor: «Padres y madres de jóvenes en el espectro, no necesitamos más relatos tranquilizadores en la posmodernidad. Lo que sí necesitamos es reconocer que somos parte del problema hasta tanto no salgamos a transgredir las narrativas de la tiranía neurotípica.»

 

Neurodivergentes somos todas y todos

Si bien se centra en cómo está configurado el modelo del niñe autista en la actualidad —con mucha ironía fina, por cierto— me parece que no se limita exclusivamente a eso. Habla también sobre la discapacidad en general y, al final del día, busca deconstruir aquellos binarios clásicos que nos definieron siempre.

«Somos 8 mil millones de neurodiversas personas en el sistema solar pero, vaya milagro, desde un punto de vista neurológico sólo las hay de dos tipos. El binario siempre está ahí para construir falsas representaciones, exageradas simplicidades y, fundamentalmente, una jerarquía de dos niveles: Hombre/Mujer, Blanco/Negro, Cielo/Infierno, Neurotípico/Neurodivergente (...)»

En efecto, y parafraseando al escritor, la simplificación de dividir el complejísimo ecosistema neurológico en sólo dos tipos termina por crear una jerarquía binaria con una mayoría dominante y una minoría dominada. Una jerarquía donde quien mejor actúe su guion teatral de “normalidad” termina quedándose con los mejores accesos a las arquitecturas sociales.

Un poco la tesis del libro es que todos somos neurodivergentes, de una forma u otra, en mayor o menor medida. Y yo no podría estar más de acuerdo con esta idea. No hay que ser súper despierto para entender que nadie tiene, realmente, nada de “normal”.


Como dice el autor, están también “los ansiosos de su propia muerte, los panicosos de la vida, los fóbicos de su imagen en el espejo (…)”. Yo mismo podría nombrar un montón de “discapacidades sociales” que veo en amigos, familiares y en mi propia persona… por más que no tengan ningún tipo de certificado médico.


Instrucciones para fabricar a un niñe autista

Curiosamente, leyendo Cruzando el meridiano yo no terminé de comprender cómo vive el día a día alguien diagnosticado con autismo, pero me parece que no va por ahí la cosa. Es un libro con una búsqueda completamente diferente. Quiere entender la discapacidad en función de lo político. Así, por lo menos, lo explica Amigone en uno de los primeros ensayos:

«Podríamos decirle que en realidad el Dispositivo Autista no es una condición esencial de la plataforma biológica de niñe, sino el producto de un proceso social y político de discapacitación. Pero le diremos algo mejor: relájese, porque puede usted afirmar con orgullo que ha fabricado a Niñe Autista.»

Aquella frase es de uno de mis capítulos/ensayos favoritos del libro: “Instrucciones para fabricar niños autistas”. El intertexto con Cortázar es evidente y el homenaje queda claro en la forma de redactar esta curiosa idea.

Básicamente, el capítulo describe cómo se va creando “artificialmente” a un niñe autista, desde el punto de vista de la sociedad. Es un recuento muy irónico y picante, pero elegante al mismo tiempo. Realmente un placer que, además, te da mucha risa/bronca por la cantidad de contradicciones e ironías de la vida que aparecen.

«Niñe está creciendo y, cuando cumpla esa bella etapa de su ciclo vital, (…) a los ojos de la sociedad niñe autista dejará de ser niño o niña, pero seguirá siendo discapacitado.»

 

Discapacidad, tolerancia y hospitalidad

Por su forma de escribir —y porque, en gran parte, Cruzando el meridiano es un libro de Filosofía”— Amigone me recordó muchísimo a otro autor que leo frecuentemente: Darío Sztajnszrajber.

Un ejemplo “muy Darío” es su postura respecto a la Otredad: «Al neurotípico se le opone su par binario, el neurodivergente. Claro, divergente da la idea de algo separado, distinto. Si yo soy lo típico, el Otro es el diferente. La construcción de una identidad se alcanza siempre a través de la negación de otro.»

Por cierto, ese capítulo sobre la Otredad (llamado “Aporías de la inclusión” … los títulos de estos ensayos son buenísimos) me recordó a mi cuento La Hospitalidad Desierta, disponible tanto como relato clásico así como en su versión narrada para el podcast. (Sabrán disculpar el chivo, me quedó justito…)

En este genial ensayo, el autor comenta una realidad sobre la hospitalidad con la que estoy muy de acuerdo: Es muy fácil ser tolerante y hospitalario con aquella otredad a la que comprendemos claramente. El verdadero desafío está en abrirnos a aquello que, por su diferencia, se escapa de nuestras categorías de comprensión”.

Ambos autores (Darío Z. y Federico A.) parecen compartir varias ideas y hasta autores favoritos de la filosofía, que son los que terminan citando en sus textos. En el caso de Amigone, a lo largo de los ensayos podemos encontrarnos con las ideas de Derrida, Nietzsche y Foucault, por mencionar algunos.


Darío y Fede: el crossover que pide el pueblo...


Otros capítulos se agarran de autoras feministas, como es el caso de “Todo lo autista es político” (indudablemente haciendo referencia a la famosa frase de Carol Hanisch). Se nota que el autor se nutrió bastante de la filosofía contemporánea y diversas lecturas feministas antes de concebir este libro

«No nos alcanza con leyes. La Ley siempre se arrodilla ante la Norma. Ya existen leyes laborales que protegen los derechos de los autistas y, sin embargo, nadie sabe dónde están esos cuerpos en sociedad, nadie les encuentra lugar, si es que alguien se molesta en buscarlo.»

 

Buscándole el pelo al huevo

Si puedo criticarle algo a este librito (porque, al fin y al cabo, ¿este no era un blog sobre literatura?) es que el trabajo de edición de la editorial La Hendija me dejó pagando un poquito. Por un lado, la costura del libro duró poco y ya se me está empezando a romper por todos lados. Entiendo que es un detalle menor, seguramente para abaratar costos de impresión.

Lo que me parece un poco menos perdonable es que encontré errores de tipeo que saltan a la vista. En un lugar leí “el pueblo se chica” en lugar de “el pueblo se achica”. Hay tildes en lugares donde no corresponde y en una página me encontré con algo curioso: dice “embace” (en lugar de “envase”) pero, no muchas páginas después, aparece la palabra escrita de forma correcta.

Nada, no son tantos errores tampoco ni es tan grave. Yo fui marcando algunos mientras tomaba notas del libro, solo para mantener entretenido a mi neurótico cerebro. Los menciono solo porque para mí es re importante cuidar estas cosas, y porque soy de releer un montón de veces mis propios textos (y cuando encuentro un error, NECESITO corregirlo…).


A lo mejor, con una mínima corrección de estilo, estos errorcitos de tipeo desaparecían por completo y quedaba todo más prolijito. Como dije, ya le estoy buscando el pelo al huevo, ¿no?

 

Palabras finales

Uno de los últimos ensayos del libro se titula “Un signo para gobernarlos a todos” y, claramente, parodia a Tolkien, quien era un neurodivergente según el autor.

Allí se nos explica cómo los seres humanos no andamos buscando verdades divinas ni científicas, sino modelos que nos den seguridad y nos quiten el dolor. “Modelos que nos presenten un tránsito más amigable por el mundo sensible”.

Este libro busca un poco desautomatizarnos de esos conceptos. Trabaja grandes temas (Dios, política, el amor, el destino, etc) desde una perspectiva neurodivergente. Y desde una posición donde, la única forma de salir del laberinto -o, mejor dicho, de nuestra rueda de laboratorio- es a través de la transgresión. “Porque sin transgresión no habrá empoderamiento”.

Además de ser un libro de ensayos súper valioso por los temas que trabaja, el verdadero triunfo de Cruzando el meridiano. Transgresiones políticas en el espectro (vamos a colocarle el título completo al menos una vez en esta nota) es que se hace muy llevadero al mismo tiempo que te deja pensando con cada página.

Lo que no se nombra se invisibiliza, ¿no? Que todos y todas somos neurodivergentes es una realidad que es necesario comenzar a aceptar. Que la categoría “Discapacidad” está políticamente construida es otra. El libro te va tirando esas postas que seguramente conocés, pero que quizás nunca te sentaste a reflexionar realmente.


Todo acá es una proclama cargada de bronca. Amigone no se guarda nada. Y lo hace sin pelos en la lengua. “Producimos autistas para normalizar su rol de consumidores en el mercado de la discapacidad”, explica en un momento. El libro también es, frecuentemente, muy divertido (“Los adultos no preguntamos por qué, sólo preguntamos en cuántas cuotas se puede pagar”).

Siento que me ayudó a movilizarme con una fracción del mundo que, honestamente, no conozco del todo: «Menos frecuente no significa improbable. Menos frecuente son muchas caritas sonrientes bajo el sol. Menos frecuente es niñe preparando sus lápices para ir a la escuela. (…) Menos frecuente lucha por aprender porque quiere saber, crecer y tener una vida plena.»

Pese a que la temática parezca ser súper específica, Cruzando el meridiano es una obra para todas y todos. Una lectura súper placentera y comprometida para abrir, aunque sea apenitas, un poquito más los ojos.

Pueden encontrar información sobre el libro en Editorial La Hendiga. También hay una muy linda nota al autor en este link.

«Seremos lo que quede de pie cuando las ficciones neurotípicas caigan delante de los ojos de sus artesanos. Oigan, seremos lo que queramos. Seremos los que habrán cruzado el meridiano.»

 

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