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sábado, 10 de junio de 2023

Stacklands: gestión de recursos… con cartas

 

Stacklands es un constructor de aldeas en el que apilás cartas para recolectar alimentos, construir estructuras y luchar contra criaturas. También es el primer juego que completo al 100% en años. Reseña de este gran survival de gestión de recursos que es imposible de dejar.


 


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Una lista en (eterna) expansión

Mi wishlist de Steam se expande constantemente, como el Universo. Y también, igual que el Universo, en algún momento va a explotar. Pero entre los más de 50 juegos que tengo en la lista, había uno que me venía mirando con deseo desde hace rato.

Stacklands es un deckbuilder (juego de cartas) / simulador de gestión de recursos / roguelite que se lanzó en 2022 con reseñas súper positivas y a un precio que, en Argentina, es inexistente. ¡Hoy todavía puede comprarse por 67 pesos! Para los que no son de Argentina, imaginen que con esa plata hoy no te comprás ni siquiera un alfajor, apenas 3 o 4 caramelos. No es nada, no existe.


Humble beginnings…

La aventura de Stacklands comienza de manera humilde: tenés un primer aldeano y abrís un paquete de tres cartas, cada una con un recurso como "roca" o "madera", luego las vas apilando para crear nuevos recursos. Vendés cartas para obtener monedas, que se pueden gastar en paquetes más grandes con diferentes y mejores recursos.

Se trata de un ciclo de producción muy familiar para cualquiera que alguna vez jugó a un simulador de gestión. Yo me recontra enganché con las mecánicas de Stacklands, que son súper simples de aprender. Con mucha naturalidad, este videojuego te pone en una suerte de estado zen que te absorbe por horas.



El paquete engañosamente básico de Stacklands esconde un juego profundo y adictivo. Me llevó unas hermosas 20 horas liquidarlo en su totalidad. La campaña principal te llevará unas 5 horitas. El resto lo dediqué a sus dos DLC´s (la Isla y el Bosque Oscuro) y a completar las misiones secundarias que me faltaban.

Casi sin darme cuenta, pronto había terminado todas las misiones del juego, tanto las principales como las secundarias. ¡Y tenía todos los achievements en Steam! Ni yo lo podía creer. 


Para mí es realmente un hito considerando que suele darme bastante paja este tipo de juegos con mucho crafteo. Intenté varios como Minecraft, Valheim y Factorio. Sinceramente, nunca me termino de enganchar.

Como en general no me gustan los juegos de administración de recursos, esto hace que Stacklands sea una recomendación especial.

Perdí mis primeras 2 o 3 runs porque no terminé de encontrarle la vuelta al ciclo de alimentación de mis aldeanos o a equiparlos con suficientes armas para vencer a los enemigos que te asaltan. Pero en la cuarta ejecución ya aprendí cómo evitar que eso sucediera y encontré un balance que me permitió llegar a completar todo.

 

Las mecánicas anti-frustración de Stacklands

No pienso arruinar la experiencia por acá, pero sí mencionar que Stacklands presenta una serie de conceptos inteligentes que, al menos yo, no había visto antes. Me gusta también la enorme cantidad de mecánicas anti-frustración que presenta.

Por ejemplo, todo el tiempo tenés las posibles recetas disponibles a tu izquierda, así como las diferentes quests que te van guiando cuando no sabés bien cómo seguir. Otro ejemplo: todas las cartas e ideas descubiertas (recetas de elaboración) se guardan en la Cardopedia y se conservan en la próxima run, lo que facilita el armado de la aldea con los edificios esenciales desde el principio.

En otras palabras: Stacklands es un roguelike bien hecho, porque aunque pierdas siempre sentís que avanzaste y aprendiste un montón. El juego te hace sentirte muy inteligente cuando le vas agarrando la mano a equilibrar comida, edificaciones y aldeanos.

Llega un momento donde descubrís cómo poner tu aldea básicamente en piloto automático (el combo granja + zanahorias es la posta, me parece). También te empieza a caer la ficha de la mejor forma de armar a tus aldeanos para detener las fuerzas invasoras.


El diseño visual de Stacklands es muy cute, lo que hace que el juego sea muy agradable a la vista. Un cartel en la parte superior de la pantalla muestra los paquetes de cartas que podemos comprar, y el espacio del tablero te permite colocar o apilar cartas de recursos.

Yo lo encaré como una suerte de juego de alquimia, donde gran parte de la diversión proviene de probar combinaciones extravagantes, como usar dos aldeanos para crear un bebé aldeano (se requiere una tercera carta, de todas formas). Me gustó que prácticamente todas las configuraciones son más que obvias, como juntar un palo y un pedernal para armar una fogata, que luego permitirá cocinar algunos alimentos (entre otras cosas).

Me re divertía ver que, de casualidad, había juntado cartas que crearon algo nuevo, como cuando junté dos cadáveres y se creó la Catacumba. Igualmente, los paquetes de cartas van largando las recetas para que no tengas que hacer “prueba y error” constantemente.

 

Sistema de combate y palabras finales

A medida que el juego avanza y resolvemos el problema del alimento, extrañas criaturas empiezan a llegar de los portales (más o menos en la luna 9, si mal no recuerdo). Ahí es donde entra en juego el sistema de batallas de Stacklands, que está muy en línea con la mecánica autobattler que ofrecen experiencias como Loop Hero.

El jefe final de la campaña principal (Demon) es duro. Aparece recién cuando combinaste dos objetos dorados que tardás un buen rato en craftear. La primera vez casi me gana. Pude vencerlo con una combinación de swordmans, magos y algunos perros, pero a duras penas.

Para el próximo run (que era mi cuarto intento) ya la tenía bastante más clara. Había aprendido la mejor manera de mantener vivos a mis aldeanos (¡el combo granjas +  zanahorias!) y las bondades de tener ninjas con iron chests, que atacan rápido y stunean. Me lo comí crudo al Demon y luego pude continuar para hacer los DLC´s del Dark Forest y The Islands, que están buenísimos.


También me divierte que Stacklands trate las cartas y el tablero como cosas físicas. Los animales de granja (como conejos y vacas) se mueven para todos lados, interrumpiendo mi arreglo ordenado mientras depositan huevos, leche y estiércol para que los utilice más tarde.

Una actualización invaluable para mí fue construir un cofre de monedas para almacenar todas mis tarjetas de monedas en una sola tarjeta. Aunque también, a veces tener una gran pila de cartas es útil para retrasar a los duendes y bestias merodeadoras mientras persiguen a tus aldeanos.

Stacklands se convirtió, rápidamente, en uno de los roguelites basados ​​en cartas más atractivos y accesibles que he jugado. Prácticamente no me tomó tiempo aprender y me entretuvo durante muchas horas. Tiene mi más absoluta recomendación.

 

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