A principios de 2018, Netflix anunció
que estrenaría unos treinta animés en su plataforma, entre viejos conocidos y
producciones originales. Uno de los nuevos (y de los más esperados) fue Violet Evergarden, que inició en enero
del presente año y finalizó hace unas semanas.
***
Cicatrices
de la guerra
La corta serie de 13 episodios –brillantemente
animada por Kyoto Animation,
responsable de ese animé hermoso que es Hyouka–
tiene como protagonista a Violet, una niña huérfana y soldado que ha dejado el
campo de batalla de la Gran Guerra.
Sin un rumbo concreto, termina profundamente
conmovida por el trabajo de las llamadas “Auto Memories Dolls”, chicas que
deben trasladar los pensamientos de la gente y convertirlos en palabras.
Comienza su viaje como una de ellas. Su objetivo es comprender qué le quiso
decir su general y padre adoptivo antes de morir, unas curiosas palabras que
ella no puede olvidar ni comprender.
A partir de ahí, Violet trabajará en la oficina de
correo postal, viajando a diversos puntos del mapa y buscando el significado de
palabras y sentimientos que no es capaz de procesar.
La novela original se concentraba más en el
misterio de quién (o qué) es Violet. El animé, en cambio, revela aquel secreto
en los primeros episodios (una huérfana convertida en un arma imparable del
ejército) y dispara el conflicto a partir de algo mucho más humano: ¿cómo
superar la pérdida de alguien cercano?
Y, por sobre todo, ¿cómo adaptarse a la vida
después de la guerra?
La sutileza
de las palabras
Esta adaptación en formato animé de la aclamada
novela de Kana Akatsuki no es lo que
muchos en principio esperarían.
Si bien hay algo de acción esparcida (concentrada
especialmente en el clímax), y la protagonista tiene todas las condiciones para
ser una heroína tradicional –velocidad, fuerza, un poderoso brazo de metal– la
historia se configura más como un drama cocido a fuego lento y con capítulos
autoconclusivos de relativa autonomía.
Este detalle es el que quizás pueda alejar a muchos
espectadores. De hecho, la atmósfera recuerda más a una combinación de una
película tierna del estudio Ghibli
con una novelita romántica de Jane
Austen.
En esencia se trata de un animé muy charlado donde
Violet Evergarden va conociendo a alguien nuevo en cada aventura episódica. Sin
embargo, les aseguro que si le dan una oportunidad pueden llegar a conmoverse
de una forma bastante especial. Hay varios episodios preparados para hacerte
emocionar en serio.
Violet
Evergarden: un colorido mundo
Si este tipo de argumentos no llama tu atención, al
menos Violet Evergarden se ve
increíble. No me refiero únicamente a los sobrios colores o a la calidad de la
animación. Si ponés pausa en prácticamente cualquier escena de la serie tenés
una pequeña obra de arte, llena de detalles y lista para poner de fondo de
escritorio. Los planos, la fluidez, los colores elegidos… todo recuerda a una
producción cinematográfica del más alto presupuesto.
Esta calidad no es casual.
Todo es gracias a Taichi Ishidate, animador jefe en la
película de Una Voz Silenciosa que se
estrenó el año pasado (si no la vieron ya la tienen como tarea para el hogar) y
a su equipo de trabajo que puso especial énfasis en los diseños de personajes,
colores y fondos.
Conclusión
Violet
Evergarden es uno de los grandes estrenos de animé del 2018, aunque puede
no apelar al público que busca más acción, tiros y explosiones. No es una serie
perfecta, pero tiene los méritos suficientes para destacar dentro del montón de
animé que se suele encontrar en cada temporada.
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