No me aferro demasiado a la idea de completitud que
la palabra “explicación” denota. Ninguna obra puede asignarse definitivamente a
una perspectiva única, manifiesta, precisa e irrefutable.
Hace unas semanas escribí una nota sobre la
filosofía de Nietzche (Filosofía
a la mano I: el filósofo del martillo).
El autor alemán hablaba un poquito
sobre esto. Su frase: “No existen hechos solo interpretaciones” no es
exactamente textual (en realidad, el escribió algo similar que puede resumirse
de esa forma) pero se aplica a la perfección.
Para Friedrich Nietzsche la verdad es una creación,
un consenso, un aquí y ahora. Postulaba que no existen suficientes
interpretaciones para poder agotar un hecho o un acto. Siempre alguien más puede
ver algo diferente. No hay una verdad absoluta, sino interpretaciones múltiples
de la realidad.
Nunca un concepto pudo aplicarse tanto al cine como
con Caché, de Michael Haneke. Una película absolutamente ambigua que permite más
de una interpretación.
En esta nota quiero resumir las teorías más verosímiles
en relación a esta extraña historia.
***
Los planos
fijos como invitación
Este tranquilo thriller psicológico francés del 2005 es la obra que suele salir a flote
cuando alguien recomienda una película de Michael Haneke.
En efecto, muchas de las marcas registradas del
director aparecen, al punto que se la considera una de sus obras más
representativas. Por ejemplo, Haneke trabaja a partir de planos largos y fijos.
A veces registra lo ordinario del día a día, o muestra un cuadro en el que la
acción central pasa fuera del encuadre (quizás los asesinatos en Funny Games sean el mejor caso).
Sus planos se extienden más allá de la paciencia
del espectador. Es su forma de minimizar la manipulación de un medio como el
cine, que por definición es manipulador. A través de los movimientos de la
cámara, un director suele indicarnos (sin hacerlo directamente) adonde tenemos
que colocar la atención.
En cambio, Haneke dice: acá todo importa, o más
bien, nada importa. O, mejor aún, “estate
atento y activo, porque no te voy a decir qué es lo que importa o no de una
escena. Te invito a que lo descubras vos mismo”.
En este sentido, Caché (en inglés: Hidden,
escondido) es un caso ideal.
Culpa y
remordimiento en “Caché”
Georges
es el más típico de los burgueses: presenta un programa literario en televisión
y lleva una vida cómoda con su mujer y su hijo adolescente. Todo cambia cuando
empieza a recibir unos paquetes anónimos que contienen cintas de vídeo,
grabadas desde la calle y enfocando su propia casa, y unos dibujos tan
inquietantes como misteriosos.
No sabe quién se los envía. Lo que es aún peor, las
secuencias que aparecen en las cintas son cada vez más personales, lo que
parece indicar que el remitente conoce a Georges desde hace tiempo. Él siente
que una amenaza terrible se cierne sobre él y su familia.
***
#SpoilerAlert – a partir de este momento se revelan
detalles fundamentales de la trama. Si no querés arruinarte lo que sucede en la
película, metete a otra nota de las mías y después volvés con todas las ganas.
***
Al final del día, Caché nos habla de la insensibilidad hacia el otro, la culpa, la falta
de compasión y las dificultades para ponerse en el lugar del extraño. Georges
fue cruel con su hermanastro de chico y le tendió una trampa para que lo
enviaran a un hogar de niños, lo cual terminó por arruinarle la vida.
El tema es que todo eso sucedió cuando el
protagonista era muy chico y no podía recordarlo (o no quería hacerlo). Sin
embargo, aunque se revela lo que sucedió en el pasado, la película nunca
contesta a la pregunta más intrigante: ¿quién envió las cintas de video?
Si bien podemos armar varias conjeturas, lo cierto
es que el misterio acaba sin resolverse.
¿Quién envió
las cintas?
Otro de los rasgos del director austríaco es que le
gusta jugar con la audiencia a su antojo. Juega, claro, con todo el que esté
dispuesto a jugar.
Siguiendo el ejemplo de Funny Games, esa violentísima película de tipo home-invasion sobre unos jóvenes cometiendo asesinatos es una
deconstrucción del género donde el protagonista (Michael Pitt en la remake americana) hasta se da el lujo de
literalmente retroceder una escena con un control remoto para cambiar las
reglas del juego, y explica a los espectadores –rompiendo constantemente la
cuarta pared– que no mata a la familia inmediatamente porque eso sería
demasiado aburrido y todos se irían de la sala decepcionados.
Caché
está sembrada de trampas que nos hacen dudar del autor de las cintas. La
solución que encontró Michael Haneke, fiel a su estilo, es dejar la pregunta
sin resolverse.
La narración se apoya en la llegada de una serie de
extraños videocasetes, como ocurría en aquella espectacular película de David Lynch, Carretera
perdida (mi favorita del director). Por cierto, las referencias a Carretera Perdida son varias. Hasta
ambas familias se apellidan “Laurent”. Está claro que Haneke se inspiró mucho
en esta surrealista obra de Lynch.
Los VHS funcionan como registro de la realidad
mundana. Uno de los elementos más desconcertantes de Caché es el de la colocación de la cámara. Por su situación,
resulta imposible que no haya sido vista por los personajes que aparecen en
escena. La cámara filma con frialdad. El plano general produce la separación
del espectador, que pasa a ser más un voyerista, un espía entrometido, que otra
cosa.
Está claro que no revelar la identidad del autor
fue una movida consciente del director.
Sin embargo, porque le encanta jugar con nosotros,
dejó pistas desparramadas por todos lados. Cuando parece que las cintas de
vídeo van a dejar paso a la trama (incluso cuando uno casi se olvidó de ellas),
Haneke cierra y muestra los créditos finales con una escena que, como
escondidos entre paisajes, conecta a dos personajes. Por supuesto, para quien
estaba prestando atención, saltan todas las alarmas.
Veamos:
1. La teoría
de Majid o el hijo de Majid
La respuesta más simple sería suponer que el autor
de las cintas es Majid, la persona a quien Georges hirió durante su infancia.
Majid es un hombre de Algeria que vivió con la
familia de Georges. Sus padres pensaban adoptarlo pero el pequeño Georges no
quería saber nada, por lo que le tendió una trampa inocente que lo llevó a que
lo echaran. Majid admite no tener nada que ver con las cintas e incluso
descubrimos que hay una filmación en su departamento, donde él quiebra durante
varios minutos.
Más posiblemente, pudo haber sido el hijo de Majid,
joven, enojado, con mucha bronca encima por lo que Georges le hizo a su padre.
2. La teoría
de Pierrot Laurent
Hay una teoría generalmente aceptada que expresa
que Anne Laurent estaba teniendo un amorío que Pierrot le descubrió (por eso
escapa de la casa en un momento). El comportamiento de este niño de 12 años es,
por lo menos, bastante extraño durante toda la película.
La última escena permite generar más sospechas
sobre él, quien se reúne con el hijo de Majid y ambos hablan (aunque estamos
demasiado lejos para poder saber exactamente de qué). Es posible que ambos se
hayan unido para filmar y enviar las cintas.
3. La interpretación
xenófoba (o: por qué las cintas las envió el mismo director)
Caché es
también un comentario sobre la violencia. Específicamente la violencia de los
europeos contra los inmigrantes. Hay una escena del protagonista teniendo una
discusión con un negro que parece indicar que Georges no es muy tolerante con
los extranjeros.
La escena del ascensor es muy simbólica en esta
interpretación. El hijo de Majid, siguiendo a Georges por su oficina hasta que
se digne a hablarle (a reconocerlo) nos indica que la nueva generación de
inmigrantes no está dispuesta a soportar lo mismo que sus padres (no están
dispuestos a someterse del mismo modo que lo hizo Majid).
En mi opinión, bajo esta mirada es donde la
película se pone verdaderamente interesante.
Es importante notar que las cintas de video se ven
muy parecidas al resto de la película. Sí hay cierto ruido naturalista y falta
de montaje, pero eso sucede durante todo el desarrollo de la historia.
Podemos asumir que las cintas fueron filmadas por
algún tipo de profesional que tuvo acceso a los recursos de un cineasta.
Además, se trata de una persona que conocía la verdad oculta entre Georges y
Majid, que quería hacer que Georges se hiciera responsable.
Por último, quien quiera que sea quien filmó y
envió las cintas tiene algún tipo de omnipotencia y la necesidad de llevar la
historia hacia un lugar en particular.
Esa persona no es otra que el mismo director, Michael Haneke. Uno que, ya sabemos,
tiene la obsesión por jugar con su propia audiencia y que tenía un mensaje para
transmitir con su obra.
Palabras
finales: la mirada del director
Haneke fue entrevistado muchas veces para responder
a esta misma pregunta sobre el verdadero autor de las cintas. En una de las
charlas dijo:
«No voy a dar ninguna respuesta concreta. Si creés que fue Majid, Pierrot, Georges, el malvado director, Dios o la misma consciencia humana, todas las respuestas son correctas. Pero si lo único que querés saber es quién envió las cintas, no entendiste nada de la película. Hacer esa pregunta es evitar la verdadera cuestión del film: ¿cómo tratamos a nuestra consciencia y cómo trabajamos la culpa y el remordimiento para vivir con nuestras acciones?»
Agrega:
«La gente sólo pregunta “¿quién lo hizo?” porque yo elegí utilizar el género y la estructura de un thriller para hablar sobre la culpa y la conciencia. Estos métodos narrativos usualmente demandan una respuesta. Pero mi película no es un thriller. Y, además, ¿quién soy yo para decirle al resto cómo vivir con su consciencia culposa?»
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=>> Otros posts sobre ANÁLISIS DE CINE en el blog: “El
simbolismo escondido en Eyes Wide Shut”; “Synecdoche,
New York: la obra maestra de Charlie Kaufman”; “Mulholland
Drive: ¿la mejor película del siglo XXI?”; “Holy
Motors y la fusión de géneros”; “Claves
para entender The Mirror, the Andrei Tarkovsky”.
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Interesante, llegué como siempre hasta el spoiler alert.
ResponderEliminarVuelvo luego.
Abrazo!
Seee, es una cuestión de etiqueta. Internet es muy sensible... hay que avisar cuando se vienen los spoilers.
EliminarMe gusta la explicación de que es el propio directo. Confirmaría su negación a revelar el misterio. Eso sería un interesante recurso.
ResponderEliminarMe gustaría apuntar que en la mayoría de las películas de Haneke la familia se apellida Laurent y sus protagonistas se llaman Georg/Georges y Anna/Anne, así que esa conexión con "Carretera perdida" me parece más bien casual.
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