Estuve una semana en la montaña, dando vueltas por
los impresionantes refugios de El Bolsón
(ya habrá nota al respecto) y por eso el blog quedó medio relegado.
Vuelvo con esta nota que le hice a Alejandro Laurenza,
una interesantísima persona que –como pocos– se animó a dejar un trabajo
estable y seguro por la incertidumbre de perseguir su sueño.
Hoy, varios años
después, lo logró y lo sigue logrando.
Alejandro escribe, escribe mucho (poesía, libros
infantiles, novelas para adultos) y dedica sus días a promocionar sus obras en
las calles de Buenos Aires.
Intercambiado historias, conociendo gente y disfrutando de su pasión.
Su vida
es el perfecto ejemplo de que, más veces de las que creemos, las trabas nos las
colocamos nosotros mismos. Un modelo a seguir para todos los que no nos animamos
a perseguir nuestra literatura con confianza plena.
Pero, mejor, dejemos que él mismo nos cuente su historia.
***
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ENTREVISTA A ALEJANDRO LAURENZA
Alejandro: dejaste un trabajo de oficina más
o menos seguro y “cómodo” para salir a la calle (literalmente)
y dedicarte a lo que amás: escribir. En notas de tu blog (como
acá y acá) hablás de lo
que sentías laburando en relación de dependencia. Hoy, ya varios años después,
vivís de tu literatura. ¿Se extraña esa "otra vida"? ¿Qué sentís que
ganaste y que perdiste con el cambio?
Creo que
logré combinar dos cosas que me gustan mucho: escribir y caminar por la ciudad;
sumando además poder vivir de eso que escribo.
Lo que gané
fundamentalmente es independencia, con todo lo que implica. Nunca sabés de qué
manera vas a llegar a fin de mes, como le ocurre a cualquier emprendedor, pero
tenés la satisfacción de estar trabajando todos los días en aquello que elegís
y te apasiona.
Gané también
el contacto directo con la gente. Ya van casi seis años que salgo a ofrecer mis
libros. Recorro fundamentalmente Gran Buenos Aires y un poco de CABA. Una vez
por año, o año y medio, suelo regresar a los lugares en los que antes estuve,
por lo que me encuentro de nuevo con quienes me han comprado libros y obtengo
comentarios de primera mano. Eso te ayuda a afianzarte y a crecer.
Lo que perdí,
quizá, al momento de cambiar de profesión fue el reconocimiento de mis pares,
de clientes, de posibles empleadores. Trabajé algo más de una década en
sistemas y después de ese tiempo, quieras o no, conocés a la gente y te
conocen, saben si trabajás bien o mal, te sentís seguro en el entorno,
protegido.
Cuando cambié
de actividad me despojé de todo eso, tuve que empezar de nuevo como cuando
tenía veinte años.
“Me siento a mitad de camino entre escritor
y emprendedor”, dijiste en tu blog. Comentame un poquito cómo vivís eso en el
día a día y cuáles creés que son los desafíos más grandes de ser un autor independiente.
¿Cómo es un típico día tuyo?
Lo más
importante, creo, es reconocer que no va a ser fácil, que vas a tener que
trabajar mucho como lo hace, insisto, cualquier emprendedor en lo suyo, y que
con pasitos de hormiga vas a ir consiguiendo cosas.
Divido mi
tiempo en varias partes. Por un lado está el hecho artístico de escribir, el
momento de la creación, en el que intento olvidarme de todo lo demás. Trato de
ser honesto con lo que quiero o necesito decir, después veremos si eso se
convierte en libro y si a la gente le interesa comprarlo.
En segundo
lugar viene, pasados dos, tres, cuatro años de la escritura, el proceso de
edición: el diseño, en algunos casos las ilustraciones para chicos, contratar
imprenta, etc. Las correcciones de los textos van ocurriendo en el medio.
Y por último
llega la venta del libro publicado. Esto lo hago todos los días, generalmente
de lunes a viernes durante la mañana. Salgo de casa sin saber bien adónde voy a
ir. Me tomo un colectivo o el tren, siguiendo las ganas de ese día, después
otro colectivo, y visito entonces un barrio de la ciudad. Llevo, claro, un
registro de los lugares en los que estuve en el último tiempo. Elijo, ayudado
por la memoria y por ese cuadernito lleno de flechas y tachaduras, pero sin
descuidar la motivación, el instinto, aunque suene exagerado.
Durante el
viaje escucho música, intento relajarme. Luego empiezo a ofrecer mis libros
negocio por negocio. Busco posibles lectores en todas partes: en una
verdulería, en un almacén, en una casa de repuestos para autos. En general la
respuesta es buena. Me compran o no, me dan una palabra de aliento, me empujan
a seguir.
Sos un caso de éxito: alguien que logra
vivir de lo que realmente le apasiona, en lugar de pasar los días monótonamente
encerrado entre cuatro paredes en un trabajo burocrático. Me gustaría saber
cómo superaste ese miedo a “pegar el salto” (que seguro tuviste en su momento)
y qué le recomendarías a alguien que, a lo mejor, piensa en hacer lo mismo pero
no se termina de animar.
El miedo lo
supero poniéndome en movimiento.
Claro,
durante mucho tiempo sentí que estaba en el lugar equivocado. Programaba, hacía
análisis de sistemas, especificaciones técnicas, y trataba de tomármelo de la
mejor manera, realizando mi trabajo a conciencia. Pero a la noche me volvía a
preguntar qué debía hacer con mi vida, hacia dónde llevarla.
Me costó
reconocer que era posible vivir de la escritura. Tenía dos o tres libros
publicados. Salía a venderlos en mis tiempos libres. Iba a la plaza San Martín,
en Retiro, los días de semana. Ofrecía en Palermo, en el parque Tres de
Febrero, los sábados y domingos.
Escribir y
publicar estaban ahí. Aprendía poco a poco a hacerlo. Pero ganarme el pan con
eso me parecía imposible. Incluso el día en que dejé mis antiguas labores no
estaba seguro de cómo iba a seguir. Pero sabía (ja, sabía) que iba a encontrar
la forma.
Lo cierto es
que las ideas y las soluciones aparecen cuando uno las necesita, cuando te
empeñás en resolver. Lo que recomiendo es que no se pasen de rosca pensando.
Cuando pensás demasiado te paralizás y lo único que encontrás son excusas.
Me encantó la "saga" de tu
blog “Encuentros (Cosas que pasan en la calle, en relación a los libros)”,
donde relatás con humor diferentes experiencias que te fueron pasando con la
gente. ¿Cómo y cuándo surgió esa idea?
Surgió por
casualidad como tantas cosas. Muchas veces llegaba a casa y le contaba a mi
mujer tal o cual situación, y ahí quedaba.
Por otro
lado, cuando empecé con mi blog tenía mucho para decir, pero con el tiempo me
fui quedando sin tema. Si comparás la cantidad de publicaciones de los primeros
años con la de los actuales, vas a ver que se redujo drásticamente. No quiere
decir que no escriba, pero viré hacia otros lugares y contenidos.
La serie
“Encuentros” vino a paliar la situación.
Como sos escritor, necesariamente también
sos un gran lector. ¿Qué lees? ¿Cualés considerás tus influencias a la hora de
escribir?
Los primeros
escritores que se me vienen a la cabeza son Sábato, Benedetti, Galeano,
Dostoiewski, Neruda, Storni, Hemingway, Faulkner, Cortázar, Camus, Murakami,
Cervantes, García Márquez, Isabel Allende.
Hay
muchísimos otros. Esos son los primeros que siempre recuerdo aunque no sean los
que esté leyendo en este momento. Las influencias son de todos (los que nombro
y los que no), en mayor o menor medida, según la época.
Estoy por ser padre y en un par de años voy
a estar leyéndole literatura infantil a mi hijo antes de dormir. ¿Qué creés que
es lo más importante a la hora de escribir para los más chicos? ¿En qué tipo de
cosas te enfocás vos en tus libros?
¡Felicitaciones
por ese bebé en camino!
Lo más
importante para mí es sentirme un nene mientras escribo. Disfrutarlo siendo
nene. No querer enquistar una enseñanza o una moraleja forzada. Si después
aparece, será, pero ante todo las ganas de escribir.
Dos preguntas relacionadas con la parte más
“comercial” de la literatura. ¿Qué opinión tenés del negocio editorial actual?
Por otro lado: ¿qué opinás de los concursos literarios? ¿Solés participar?
Dicen que el
negocio editorial está en crisis. Yo no lo conozco mucho. Lo que sé es por lo
que leo. Me gusta seguir a Guillermo Schavelzon, el agente editorial. Tiene un
blog (https://elblogdeguillermoschavelzon.wordpress.com/)
en el que periódicamente cuenta los avatares de ese mundo.
Yo me muevo
en el margen. Sin renegar de nada. Buscando un hueco donde aparezca.
En cuanto a
los concursos literarios, no suelo participar. Lo hacía al principio, cuando
empecé a escribir, tratando de que alguien me dijera si valía o no la pena lo
que había volcado en ese pedacito de papel. Nunca gané.
Con el tiempo
me di cuenta de que en cualquier competencia sólo gana uno. No quiere decir que
los otros sean malos. Habrá de todo. Pero el ganador es uno. Y la vida no es
así.
¿En qué estás trabajando ahora? ¿Cuáles son
tus próximos proyectos?
El proyecto
más cercano es un libro para chicos con ilustraciones de Marcos Amayo Acosta,
con quien nos conocimos trabajando en sistemas. Está en imprenta y su aparición
es inminente: estoy esperando que me lo entreguen, cosa que debería suceder en
estos días.
Su título, “El
mago Pascualito”. Es una historia de fantasía, sobre un pingüinito que quiere
ser mago. Emprende un viaje para lograrlo, y esa línea principal se va
mezclando con situaciones más breves, ya siendo mago el pingüino, en las que ayuda a los animales de la
Patagonia que vienen a buscarlo.
También
tenemos en marcha el diseño del títere del pingüino, cuya confección estará a
cargo de Lucerito Juguetes Blandos.
Con ellos venimos trabajando desde hace un
par de años. Hicimos juntos varios otros títeres y también libros de tela para
bebés. Quedan muy lindos.
Estamos, por
otro lado, en proceso de traducción a inglés de estos telalibros, ilustrados
por Lucila Cardozo y traducidos por Darío Bard.
Queremos
hacer también con Lucerito un libro almohada, el cual ya terminé de escribir,
que sirva para que los chicos duerman o para los viajes en auto o en micro,
protagonizado por el pingüino Pascualito.
Tengo, en un
plano diferente, una novela para adultos en proceso de corrección, y un nuevo
libro de poesía. Muchas ganas de publicarlos, pero deberán esperar su turno.
En fin, más
proyectos de los que puedo materializar.
Por último: ¿algo más que nos quieras
contar? ¿De qué manera puede contactarte la gente?
Creo que dije
bastante, no sé si quedó algo por ahí. Hacer hincapié, quizá, en que los
límites para trabajar en lo que de verdad deseamos son una ilusión creada por
nosotros mismos, una manera de mantenernos confortables y a salvo de la mirada
y el juicio de los otros. Pura fantasía que no nos deja ser.
Puedo repetir
además algo que muchos emprendedores dicen y me parece muy cierto: lo
importante no son las ideas en sí, sino ponerlas en marcha, hacerlas realidad.
Una gran idea guardada en un cajón no tiene mérito, ahí se muere.
Si tienen
ganas, me pueden encontrar en mi blog “Aprendizaje Literario”, cuya dirección
es www.laurenza.com.ar. Allí hallarán
otros medios de contacto: Facebook, Twitter, e-Mail.
¡Gracias por
la entrevista!, muy buenas preguntas. Espero haber estado a la altura.
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=>> Otras ENTREVISTAS en el blog: “La
Patagonia Fusilada, entrevista a Guido Barsi”; “Con
el espíritu inquieto, un uruguayo en Irlanda”; “Los
relatos epistorales de No me olvidé de vos”; “Mariano
Pereyra: la sutileza de lo absurdo”.
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Una maravilla el haberte hallado
ResponderEliminarme has encantado
¿Yo o Alejandro? =P
EliminarMuy buena entrevista!! 👌😉
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