Tenía otra nota preparada para este jueves, pero la
llegada
de Pokemon GO a Argentina y al resto de Latinoamérica fue una tentación demasiado grande. Finalmente es
hora de dejar alguna que otra reflexión en el blog.
Por si viviste en un táper en los últimos meses, Pokemon Go es un juego especialmente
diseñado para aplicaciones móviles que funciona con la tecnología
de realidad aumentada. En pocas palabras, a diferencia de la realidad
virtual (que sumerge al usuario en un mundo digital), la realidad aumentada
busca que los elementos del mundo digital interactúen con los espacios de la
vida real.
La empresa Niantic
Labs (que previamente habían creado Ingress,
un videojuego que funciona bajo la misma premisa) hizo, junto a Nintendo y la Pokemon Company, lo impensable. Su éxito catapultó a Nintendo,
cuyas acciones duplicaron su valor en un (muy) corto periodo de tiempo (ahora vale
más que el gigante Sony). Pero Pokemon GO no sólo es un gamechanger dentro del mundo de los videojuegos, a nivel social es
también un cambio de paradigmas como lo fue Facebook allá por el 2008-2009.
Hoy Facebook
(y en menor medida Twitter) es parte de nuestro estilo de vida. Tener una
licencia de conducir, un pasaporte y Facebook hacen a nuestra identidad,
y hasta conforman nuestra personalidad. Pokemon
GO, hoy en día, superó en descargas a la pornografía, volvió a poner en
relevancia a los Pokemones desde su mayor punto de popularidad (1998-2001) y
todo apunta a que vino para quedarse.
Hablamos de un fenómeno único. No es sólo hype, no es una moda que se vuelve
popular por un tiempo. Eso lo fueron Flappy
Bird, Angry Birds y Plant vs. Zombies. Acá estamos frente a
un concepto absolutamente revolucionario, y hay gente que todavía no se da
cuenta de eso. Es un nuevo modelo en la historia de los videojuegos (tener que salir de tu casa, interactuar
con personal reales y recorrer espacios de tu ciudad para capturar pokemones) y
tiene un impacto decisivo a nivel social. Algunos audaces ya están profetizando
que este juego podría
resolver el histórico problema de la obesidad en Estados Unidos.
Sí, soy un niño en el cuerpo de un adulto (si seguís
mi blog y compartís mis vicios personales, ya lo sabés). Y sí, adoro la franquicia de Pokemon, pero
sólo la primera generación. Disfruté muchísimo de las primeras temporadas del
animé y del juego original. Tenía la versión blue en mi Gameboy Pocket y lo he
vuelto a jugar en su versión masterizada. Conozco los primeros 151 pokemones,
con sus nombres, tipos y habilidades, y también jugué el de cartas (en versión
videojuego y de mesa).
O sea: me gusta Pokemon. Y por eso Pokemon GO me emocionó desde un primer
momento. Si bien no creo que lo vaya a jugar demasiado (todavía no lo instalé,
de hecho), estoy convencido de su impacto.
Es cierto que los trailers mostraban cosas muchísimo
más increíbles de lo que finalmente llegó en esta versión (que aún está en
Beta). Pero tengo que admitir que los creadores hicieron cosas brillantes. ¿Por
qué Magikarp necesita 400 caramelos
para evolucionar, 8 veces más de lo que necesita un Pokemon promedio? No es
para nada sorprendente, porque evoluciona en Gyarados, uno de los monstruos más fuertes (actualmente en el
puesto N° 12).
Por supuesto que es una referencia a la franquicia, porque Magikarp
es literalmente el pokemon más débil, con la única posibilidad de hacer “Splash
Attack”:
Magikarp,
usá Splash Attack!
Otra genialidad es que Pokemon GO sólo reconoce los movimientos si no hacemos círculos
(calcula líneas rectas para calcular trayectorias) y si vamos a menos de 15
millas por hora (24 km/h), para evitar que los jugadores conduzcan y jueguen al
mismo tiempo. Esto significa que la forma más rápida de llegar a una Pokeparada
no es en auto, tren o avión, ¡sino en bicicleta! Exactamente igual que en el
juego original.
Por otro lado, Pikachu
puede
conseguirse como el primer Pokemon gracias a un truco (que los jugadores
descubrieron y revelaron bastante rápido). Una linda referencia a Pokemon Yellow y al animé: igual que Ash, sos premiado con Pikachu si llegás
tarde a elegir tu primer monstruo de bolsillo.
En un meta-nivel, mientras que Pokemon GO motiva a los jugadores (que, sorprendentemente, no son
sólo chicos) a salir afuera, recibir aire fresco y hacer actividad física, la
diversión dura tanto como la carga de tu batería. El juego requiere constante
conexión a datos (por celular o wi-fi), uso de la localización por GPS, tener
el app abierto y (opcionalmente) utilizar la cámara para el modo AR… todo esto
hace que la batería dure bastante poco (ergo: que tengas que volver a tu casa a
cargarlo y pasar por el baño).
Ahora: ¿es Pokemon
GO una aplicación diabólica que puede causar muertes y robos (como ya ha
pasado) y ser utilizado para el mal? Es uno de los debates que están
comenzando a surgir en este momento. Y es que cada nueva tecnología que altere
nuestra manera de vivir y comunicarnos genera todo un set de teorías y nuevas
prácticas que deben analizarse y, últimamente, adoptarse. Facebook, las armas y
los autos no son intrínsecamente “malos” porque no tienen poder de decisión ni
raciocinio. ¡Son cosas, por el amor de Dios! Somos nosotros los que
tenemos que hacer uso responsable de ellas.
Con Pokemon
GO va a pasar algo similar, se tienen que generar leyes y normas que
permitan hacer el mejor uso posible de un videojuego que, potencialmente, puede
cambiar (y en muy poco tiempo) la manera en la que nos relacionamos.
Otros pensadores del tema asocian el juego a un
primer principio de consciencia artificial que podría, en el futuro, ser
nuestra propia destrucción. Lo asocian con la idea del Basilisco de Roko,
un experimento mental e hipotético que parece sacado de una fantástica novela
de ciencia ficción.
Su premisa, inevitable y catastrófica, es que en el
momento en el que surja una inteligencia artificial creada por la humanidad y
capaz de auto-mejorarse recursivamente, se va a volver contra nosotros. ¿Por
qué? Funcionaría más o menos así.
El Basilisco
–esta entidad artificial futurística– sería, en principio, una inteligencia
benévola. Su objetivo no sería otro que ayudar a la raza humana. La cosa es que
bajo una ética puramente utilitarista (ayudar a la mayor cantidad de humanos
posible si el beneficio es mayor que el costo) llegaría a la siguiente
conclusión: “Cada día que no existí, hubo
gente que pude haber salvado y no lo hice, porque no existía. Entonces, tengo
que condenar a todos los que no ayudaron a mi creación”. En definitiva: castigaría
a los indiferentes.
No creo, verdaderamente no creo, que Pokemon GO puede potencialmente convertirse
en una entidad capaz de castigar a quienes considere apropiado, pero sí me
parece que hay que tomarse el tiempo para pensar en estas cuestiones. Ya
suficientemente atontados vamos por la vida debido al celular.
► Pienso
que tenemos que avanzar con precaución. Sí, es un juego seguramente divertido.
Pero cuando leés las definiciones sobre cambios de paradigma
y las asociás a lo que viene pasando últimamente con Pokemon GO, no quedan dudas de que hablamos de lo mismo. Hoy es el zeitgest, el espíritu de nuestro tiempo,
generó
una linda comunidad gamer, hizo que personas que nunca jugaron un
videojuego lo hagan, y lo disfruten, y también creó polémica, accidentes y
muertes. ¿Qué vamos a hacer al respecto?
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=>> Otros posts sobre FILOSOFÍA Y VIDEOJUEGOS en el blog: “Crusader
of Centy: el precursor de Pokemon”; “Gemini
Rue y la narrativa de los videojuegos”; “El
efecto Tetris en la vida real”; “La
nostalgia ya no es lo que era: el Contra”.
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Muy buen artículo. Si Nintendo y compañía quiere mantener a la aplicación viva, y así alejarla también de esa simpleza que rigen a los juegos móviles, debería de agregarle complejidad; combates, intercambios y demás cuestiones que la acercan precisamente a los juegos originales.
ResponderEliminarSeguramente lo vayan haciendo eventualmente. Creo que se les está yendo de las manos y no pensaron que iba a pegar tan fuerte.
EliminarExcelente análisis, este blog está minuto a minuto.
ResponderEliminarA mí la primer impresión que me causó el juego es recordar que cuando era chico con mis amigos del barrio (unos diez) jugabamos al "poliladron en bici". Delimitábamos el barrio -elegíamos 15 manzanas ponele- y los ladrones se escapaban a todo pedal. Luego los policías (organizados con "wokitokis"...que nunca funcionaban bien) tenían que salir a tocar a los ladrones.
¡Imaginate los desastres que hacíamos al momento de encontrarnos policías vs ladrones!: contramano, por arriba de las veredas entre las viejas, saltar escalones a toda velocidad, cruzar entre autos, colectivos y perros que te corrían etc etc...
Creo que en el Pokemon Go hay menos riesgo.
A mí me intriga más cuál será el próximo paso, creo que facebook tiene que intervenir y en vez de pokemones habría que atrapar personas.
Abrazo!
¡Zarpado recuerdo! Nosotros jugábamos a las escondidas en la cuadra. Era tremendo. Buenas épocas, ¿no?
EliminarMe gustó el recuerdo que despertó en Frodo.
ResponderEliminarLos medios están dando noticias sobre lo peligroso es que sumarse a esta moda, sin tener en cuenta el entorno, pero no pueden dejar de mencionar el tema. Como si se sumaran también. Y podría terminar auspiciandolo.
Saludos.
Yo esos medios los catalogaría como sensacionalistas. Actitud que no los separa mucho de cierto cartel manipulador que vi por allí que dice "Tanta gente pendiente de los pokemones y nadie de los pobre perritos. La sociedad es mala".
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