Dogville
(2003), de Lars von Trier, es una de
las películas más complejas e innovadoras de los últimos tiempos, y
probablemente una que pocos han visto. Es ese tipo de películas a las que es
mejor entrar sin saber nada al respecto, y admito que no es fácil de ver. En
parte porque es larga y, por momentos, tediosa (tiene casi 3 hs de duración).
Pero además porque las situaciones que se viven son muy duras. No
especialmente violentas, ni macabras o asquerosas. Simplemente: duras.
Se trata de un drama minimalista inspirado,
parcialmente, en una canción contenida en la “Ópera de los Tres Centavos” (de Bertolt Brecht) llamada Jenny die Seeräuberbraut
(Pirate Jenny). De hecho, la película
tiene mucho de teatro brechtiano.
El teatro
brechtiano como artificio
La historia se centra en Grace (Nicole Kidman), una mujer escapando de la mafia, quien se
esconde en un pequeño y olvidado pueblo llamado Dogville. Tom (Paul Bettany) la encuentra y se la presenta al resto. Los
habitantes al principio no están de acuerdo en aceptarla, luego comienzan a hacer
uso de sus favores y, eventualmente, la convierten en su esclava.
La cinta tiene la particularidad de estar filmada
en un gran estudio de sonido, donde los sets están dibujados en el piso y sólo
se dispone de los mínimos accesorios necesarios. No hay paredes ni ventanas, y
la historia se divide en capítulos con títulos que describen exactamente lo que
se va a ver.
Ya hablé del teatro de Brecht en
otras oportunidades. Dogville
tiene mucho de su filosofía, por el aspecto minimalista y la idea de distanciar
al espectador de lo que está viendo. Todo el tiempo somos conscientes de que es
una película, una película que nos quiere decir algo en particular. Para
impedir la inmersión total, para evitar la catarsis, y para que la audiencia piense,
el teatro brechtiano propone que los actores se presenten como actores
representando una obra, y no pretendiendo “ser” las personas de esa obra.
***
#SpoilerAlert: En esta nota voy a revelar bastante sobre Dogville; así que si no la viste, primero hacelo y después volvete. O no, whatever…
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Dogville propone
abiertamente un singular juego con el espectador: la teatral puesta en escena es distante y fría. Las casas están dibujadas
en el suelo, se abren puertas que no se ven (pero se escuchan). Todo es un engaño
en el set, pero los actores trabajan con un realismo extremo. El director Lars von Trier hasta incluyó una
especie de confesionario en el set, donde ellos podían ir a desahogarse
hablándole a la cámara (las escenas luego se compilaron en la edición de DVD).
La cinta obliga al consumidor-espectador pasivo a tomar una posición y a reaccionar,
a tomar partido.
Norteamérica
es el pináculo del individualismo y, por ende, de la codicia y el egoísmo.
Por
lo menos a nivel de sistema económico, el capitalismo funciona bajo la premisa
de la competición y la avaricia. El punto de la película es ilustrar cómo las
comunidades que se jactan de funcionar como un equipo, como una unidad
indivisible, dentro de una sociedad individualista pueden sucumbir al egoísmo
y, en última instancia –cuando las circunstancias son las propicias– terminan
convirtiéndose en malvados.
Dogville
es un tour que nos lleva a ver a personas “buenas” y “honestas” cayendo en las
profundidades de la maldad humana, y justificándose a sí mismos. El artificio
de no disponer de paredes funciona amplificando esta idea.
Lo cierto es que Lars
von Trier deliberadamente elaboró una crítica hacia Norteamérica, pero que
puede perfectamente servir como una hacia el ser humano.
Fromm y la
sociedad enferma
En 1955,
el psicólogo social Erich Fromm se
preguntaba si puede estar enferma una sociedad. Sus ideas lo llevaron a
enunciar el concepto de “defecto socialmente modelado”. Se suele suponer,
ingenuamente, que el hecho de que la mayoría de la gente comparta ciertas ideas
y sentimientos demuestra la validez de esas ideas y sentimientos. Es una
falacia lógica. El hecho de que millones de personas compartan los mismos
vicios no convierte esos vicios en virtudes.
En su texto, “Psicoanálisis
de la sociedad contemporánea”, Fromm reprocha a la “sociedad occidental”
cimentada en el capitalismo, al cual considera como el responsable de los males
de nuestra cultura. Expresa lo siguiente:
1) Si una persona no alcanza los fines de espontaneidad,
la libertad y la expresión auténtica de sí mismo, entonces tiene un defecto
grave.
2) Cuando un defecto está presente en la mayoría de
los individuos de una sociedad, entonces se presenta un “defecto socialmente
modelado”.
3) Cuando los defectos de un individuo son más
graves que los de la mayoría de los integrantes de su sociedad, presenta una neurosis.
Es decir: si la mayoría de los individuos de una
sociedad dada no alcanza las metas que impone la sociedad del momento, estamos
ante el fenómeno de un defecto
‘socialmente modelado’. El individuo lo comparte con muchos otros, por eso
no lo considera un defecto, y su confianza no se ve amenazada por la
experiencia de ser diferente, siente la seguridad de estar adaptado al resto de
la humanidad. En realidad, su mismo defecto puede haber sido convertido en
virtud por su cultura, y puede, de esta manera, procurarle un sentimiento más
intenso de éxito.
En Argentina, por dar un caso local, lo vemos todo
el tiempo. Los dueños y monotributistas suelen no facturar todo lo que trabajan
(lo que se dice “trabajar en negro”). Esto es porque al no facturar un trabajo,
no tienen que pagarle al Estado la fracción de ingresos brutos y demás
impuestos. Su lógica es que un gobierno que siempre roba, que miente y
manipula, quiere llevarse más de lo que le corresponde. “Para llegar a fin de mes, es necesario no blanquear todo el trabajo”.
Todos lo hacemos, y todos compartimos las mismas ideas. Por eso, no nos
sentimos mal al hacerlo, hasta incluso lo vemos como algo moralmente correcto.
Veamos cómo se relaciona la idea del “defecto socialmente modelado” con Dogville (porque, créanme, tanta
filosofía barata tiene un objetivo).
En la película vemos a Grace, una extraña, una forastera, en resumen: una inmigrante, que
llega hacia una sociedad ya establecida, con su democracia, sus reglas, su idiosincrasia.
La lucha de Grace es por ser aceptada por un pueblo que la pone a trabajar y la
convierte en una esclava. Es fascinante ver qué tan fácil es poner a alguien de
esclavo cuando ves que todos los demás están haciendo lo mismo (y hasta se
jactan de ello).
El pueblo forma su propio sistema de justicia, un
microcosmo del moderno, híper-estructurado, sistema actual. La crítica se
extiende también a la forma en la que lo individual se funde con un proceso
político. Consideremos las instancias de democracia en la película. Cada
decisión que toma el pueblo está basada en el voto de cada persona. El código
moral se decide a través de lo colectivo.
Si suficientes personas deciden que algo es aceptable, no es moralmente
incorrecto.
Algo similar sucede en nuestros días: si hay una
ley que apruebe el aborto, la droga o la pena de muerte, lo vemos como algo
moralmente permisible. Von Trier lo
lleva hasta el extremo, donde todo un pequeño pueblo decide que es aceptable
tener a una forastera como sirvienta sin beneficios y esclava sexual.
Dogville
como una reinterpretación de Cristo
Lo genial de Dogville es cómo utiliza técnicas
teatrales, el escenario minimalista, su apariencia de cuento (narrado por la
acogedora voz de John Hurt) y todos
los demás artilugios en pos de que, como espectadores, odiemos al pueblo y su
manera en la que tratan a Grace.
En el final (luego de que a ella les hacen las mil
y una) su padre (un breve cameo de James
Caan, el mafioso de quien ella se escapaba) le da la opción de perdonarlos
o condenarlos. Acá es donde nos encontramos con el momento más exquisito de la
película.
Examinen este fragmento de diálogo:
«PADRE:
(…) los violadores y los asesinos puede que sean víctimas según tú, pero yo, yo
los llamo perros y si lamen sus propios vómitos el único modo de detenerlos es
con el látigo.
GRACE: ¡Los
perros sólo se guían por su instinto! ¿Por qué no íbamos a perdonarlos?
PADRE: A los
perros podemos enseñarles muchas cosas, pero no si les perdonamos cada vez que
se dejan llevar por su instinto.»
Hay quienes ven todo un estudio teológico en
Dogville. Como si Grace (literalmente “gracia” en inglés) fuera una versión
moderna de Cristo. Una mujer que
llega para entender al hombre, que desafía al Dios-Padre y convive con sus creaciones.
Viéndola de esa forma, es el antiguo debate de “si Cristo volviera a la Tierra como un mendigo pidiendo en las calles,
¿lo ayudarías?”.
Grace llega a Dogville como una gracia caída del
cielo. Aun siendo maltratada, violada, explotada, traicionada, chantajeada y
humillada, quiere perdonar. Esto, por supuesto, sacude a cualquier espectador,
y hasta festejamos que ella haya decidido, finalmente, incendiarlos a todos (sólo
el perro sobrevive).
Pero me adelanté un poco.
La vida de Grace en Dogville es una suerte de vía crucis. Hay muchísima simbología al
respecto que parece apoyar esta idea. Pensemos, por ejemplo, en el esfuerzo que
hace por comprar las siete estatuillas (el siete es un número sagrado para la Biblia). Tom también intenta dirigir su
comunidad como lo haría una Iglesia.
Grace quiere, como Cristo, abandonar su naturaleza
humana para elevarse a lo divino. Sin embargo, el Dios-Padre-Mafioso ve un esbozo de arrogancia en esta decisión, relacionada
con la superioridad moral que siente su hija por sobre los demás.
Para el Padre, lo verdaderamente justo es que quien
se deja guiar por sus instintos más bajos, aprenda. Además, considera que su
hija es injusta al perdonar cosas que no se perdonaría a sí misma. La
contradicción racional de Grace
(entre cómo ella trata al resto y cómo la tratan) se define bajo el punto de
vista de hacer del mundo un lugar mejor. El mundo estaría mejor sin Dogville. Solución, si se quiere, un
poco extremista.
«PADRE:
Tienes que ser clemente cuando el momento lo exige, pero también tienes que
conservar tus valores, se lo debes a ellos. El castigo que mereces por tus
tropiezos, ellos los merecen por los suyos.
NARRADOR:
[describiendo la nueva idea de Grace] Si hubiera actuado como ellos, no habría
podido defender ninguno de sus actos, ni habría podido condenarlos con
suficiente dureza. [Pero] si uno tiene poder para enmendarlo, su deber es
hacerlo. Por el bien de otros pueblos, por el bien de la humanidad y, por si
fuera poco, por el bien del ser humano que era la propia Grace.
GRACE: (…)
quiero utilizar mi poder (…). Quiero hacer que el mundo sea mejor.»
Palabras
finales
A través de la humillación y el sufrimiento de la protagonista
—un recurso típico del cine de Lars Von
Trier— el director danés presenta su visión del mundo. Como Fromm, nos está hablando de los
peligros de los defectos socialmente modelados, los riesgos de que el código
moral sea guiado por lo que un grupo establece como bueno o malo.
Lo maravilloso de Dogville es que es tan compleja, de una composición tan múltiple,
que puede estudiarse desde muchísimos puntos de vista. El autor de este
blog, por ejemplo, investiga las estaciones del año, y la relación
simbólica entre los personajes y los pecados capitales. Otros analizan Dogville bajo los sueños de la
razón. Las numerosas intertextualidades y las referencias metafóricas de
los nombres y los personajes la hicieron una de las favoritas para las exploraciones
psicológicas y sociales.
Quienes quieran ilustrarse en la manera de llevar
las ideas del teatro de Brecht al cine,
Dogville es también el ejemplo
perfecto: inusual planteamiento de la puesta en escena, movimientos libres y caóticos,
uso de cámara en mano, etc. Intencionadamente te hace consciente de la
artificialidad del relato, y te obliga a reflexionar sobre el comportamiento de
cada persona (y su traslación hacia el mundo real).
A mí Dogville me cautivo desde lo social, un
experimento que muestra cómo la codicia, la hipocresía, el individualismo y el
egoísmo se extienden como un poderoso virus. Como le gusta decir a mi viejo: “todos nacemos con un lobo bueno y uno malo
en nuestro corazón. Se pelean por ser el único sobreviviente, y el ganador
siempre va a ser el que uno alimente”.
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para entender The Mirror, the Andrei Tarkovsky”; “El viaje
al inconsciente en Naked Lunch”; “The Sunset
Limited y el mito de Sísifo”.
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