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viernes, 8 de enero de 2016

“Al sur de la frontera, al oeste del Sol”, una novela de Murakami


Son pocos los autores que simultáneamente escriben thrillers futurísticos (“El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas”), historias sobre la pérdida de un gato y un Edipo de 15 años (“Kafka en la orilla”), fantasías de realidades deformadas (“1Q84”) y pequeñas historias de japonenes comunes (“Tokio Blues”). Haruki Murakami es un autor que tiene tal abanico de obras.

Sus trabajos incluyen unas doce novelas, una autobiografía, una serie de ensayos y entrevistas sobre el ataque terrorista al subte de Tokio en 1995 y varias docenas de relatos cortos. Su fama mundial se disparó con la publicacion de Norwegian Wood (“Tokio Blues”, según la traducción en latinoamerica), pero la opinión en la comunidad literaria japoneasa está bastante dividida. Algunos opinan que es un genio descomunal y otros que no es más que un extravagante autor de ficción popular.

Hace poquito terminé “Al sur de la frontera, al oeste del Sol”, novela de 1992 que nos adentra en la vida de Hajime a medida que transita la infancia, juventud y adultez. Examina su complicada relación con su esposa y especialmente con Shimamoto, una antigua y misteriosa compañera de la infancia que reaparece en su vida décadas después.

Sus encuentros –resultado de insólitas cadenas de eventos– hacen que Hajime se cuestione si debería renunciar a su estilo de vida actual para intentar recuperar la magia de su pasado.

La coloqué en el puesto #8 de mi Lista TOP-15: Libros leídos en el 2015.

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#SpoilerAlert. Siempre me gusta avisar de antemano cuando voy a explayarme sobre cuestiones fundamentales de la trama. Me parece importante para aquellas personas que no tengan ganas de arruinarse la historia. Así que: están avisados.

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Tokio Blues y Al sur de la frontera tienen un tono muy similar y varios elementos en común. Ambas incluyen una reflexión sobre la nostalgia, un protagonista masculino que es calmado y más bien reflexivo, y mujeres inestables como leitmotivs de la narración (hasta con un final análogo).

No digo que con eso pueda extender una serie de características generales en la obra de Murakami, pero sí supongo que, en líneas generales, el autor se interesa por la melancolía, utiliza la música (el jazz en especial, pero también la música clásica y el rock de los Beatles) como parte de la trama, expone su amor por la literatura y el whisky (sus personajes están siempre haciendo estas cosas, muchas veces en simultáneo)  y presenta protagonistas tristones.

De hecho, la melancolía es el tema central de la novela. La melancolía como tono de la historia pero también como emoción predominante, casi como condición médica.  La melancolía es muy diferente a la depresión y se diferencia parcialmente de la tristeza. Es más bien una tristeza vaga, permanente y muy profunda. Y es justamente lo que siente Hajime.

Si el duelo es la reacción ante una pérdida (no necesariamente humana), la melancolía aparece cuando no puede aceptarse dicha pérdida. Hajime no puede aceptar que su infancia (donde él se consideraba feliz) terminó, que Shimamoto desapareció de su vida y la idea de que “todo tiempo pasado fue mejor”.

Trabajar narrativamente la melancolía es complicado porque es un sentimiento que oprime y absolutamente opuesto a lo divertido. Dicho de otra forma: nos deprime, y se prende al lector transfiriendo ese mismo estado. Muchas veces, incluso, los relatos melancólicos son muy aburridos y soporíferos (ejemplo clarísimo, “Melancholia” (2011) de Lars von Trier). Pero gracias al estilo envolvente y la prosa maravillosa que tiene Murakami, la historia se despliega con mucha soltura y ritmo.

El título de la obra también hace referencia a este estado de emoción (“South of the Border” es una canción de Nat King Cole). Simboliza la busqueda de un futuro más excitante y exótico que el que se nos presenta, básicamente lo que hace Hajime todo el tiempo. 

La segunda parte del título (Al oeste del Sol) es una referencia a la Histeria Ártica (o síndrome cultural), una psicosis social que parece estar sufriendo Shimamoto. 

Me pareció genial como el autor logró que las dos partes del título se unan con el contenido de la historia y representen a los dos personajes principales.

Hajime es una persona interesante porque no es especialmente querible. 

Sin embargo, cuando descubre que es capaz de hacer el mal y que sus acciones pueden tener consecuencias graves sobre el otro, y que es un ser humano fácilmente tentable, se vuelve muy identificable para nosotros.


Acá no hay elementos de ciencia ficción o surrealistas. Tampoco hay un realismo mágico. La historia avanza hacia el futuro con saltos temporales pero anclada en una hiperrealidad. El ritmo lo va llevando la ambieguedad moral de Hajime. 

Su nombre, por cierto, es también otro gran símbolo. Significa “comienzo” en japonés, y es aquel “nuevo comienzo” lo que él está buscando permanentemente (y que finalmente consigue, aunque con consecuencias graves).

La verdad es que el libro está muy bueno por la cantidad de elementos simbólicos y leitmotivs que acumula en una narración directa y relativamente corta: el “ser hijo único”, la cojera, la infidelidad, la lluvia, el sobre con el dinero, etc. 

Es una lectura deprimente (no voy a decir que no) pero muy disfrutable. Me molestó no llegar a conocer más sobre el pasado de Shimamoto. A lo largo de la obra se van tirando varios misterios que nunca se llegan a resolver. 

Hasta su destino final queda abierto a libre interpretación.

► Aunque es el segundo libro que leo de Haruki Murakami, por lo que he charlado con otras personas mantiene ese estilo tan inusual que lo hizo famoso: descripciones contemplativas, frases cortas y sencillas, una manera limpia y elegante de enganchar al lector, personajes cruelmente honestos y la ambientación cuasi-onírica. El final, un rarísimo final feliz, es inconcluso y no me convenció del todo; pero la obra es, sin duda, muy satisfactoria.


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11 comentarios:

  1. Tokio Blues no me gustó, lo terminé leyendo por inercia.
    Por como termina esta entrada, no creo que le de una segunda oportunidad a Murakami. Aunque veremos si el destino me sorprende y en unos años quizás puedo resistir el archivo.

    Abrazo!

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    1. Sí, igual ojo que tiene varios estilos. Un amigo me dijo que le gusto mucho "El fin del mundo y un despiadado...", que es onda ciencia ficción distópica. Qué sé yo...

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  2. mmm, a mi me encanta que te da elementos para imaguinar, no te da las cosas digeridas, invita a pensar y adoro sus finales, yo si he leido varios y es su estilo simplemente... me encanta.

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    1. Sin duda. Yo ahora estoy a mitad de "El fin del mundo..."
      ¡Saludos!

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  3. Personalmente me gusto que me de a pensar, a diferencia de muchos libros que leo y ya esta. No. En este caso, me quede pensando que "mas" me estaba contando el autor. Cuenta mucho mas de lo que escribe.
    saludos

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  4. ¿Shimamoto en realidad se suicido? Me hubiera gustado tanto que el final fuerá conclusivo,me moría de la curiosidad por qué era así.

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  5. Para mí shimamoto tenía una enfermedad terminal.

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  6. Para mi Shimamoto era un fantasma o solo una imaginacion de Hajime. Que aparezca solo con la lluvia, y desaparezca de forma caprichosa, que no explique su situacion. Yo creo que ella no es real. La desaparicion del sobre con el dinero me dio mas la pauta de esta situacion. Ese sobre nunca existio. Toda esta fantasia es creada por Hajime para poder tolerar el vacio que siente en su vida.

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