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viernes, 5 de junio de 2015

“El inevitable futuro de los cuentos” (cuento)


Este es un cuento de terror, o de ciencia ficción distópica. Si verdaderamente este es el futuro de nuestros cuentos, no quiero vivir en ese futuro. Les comparto un nuevo relato de mi autoría, una mezcla extraña entre el policial y la parodia. Aunque de planteamiento sencillo, me pareció punzante e incisivo por la temáticamente que realmente expone. ¡Me gustaría conocer su opinión y comentarios!


***

“El inevitable futuro de los cuentos”


—Jamás puedo sentirme completamente feliz luego de resolver un asesinato —expresó Glandier, solemne, ante todos los presentes de la sala—. Los motivos se me presentan como banales, insípidos. El crimen carece de temas de importancia universal, el perpetrador acaba siendo un ser unidimensional, demasiado simplón.

El cuarto era grande, acompañado de un juego de sillones y una cama antigua con cabecera de bronce oscuro. Sobre ésta, cubierto con una sábana blanca, yacía el cuerpo sin vida de Verónica Corrado. Glandier recorrió el lugar posando su vista sobre cada uno de los asistentes. Finalmente, con una pausa de indudable teatralidad, lanzó:

—El asesino está en nosotros, y llegar al fin de este enigmático recorrido me provoca una angustia incontenible.


Un redoble de tambores comenzó a sentirse en la habitación. Bernal, el mayordomo, exhaló un suspiro en señal de sorpresa. La mucama, la Sra. Pérez, se sobresaltó. Leandro, el pibe que cortaba el pasto los martes por la mañana, cambió su postura a una más defensiva. Todos se miraron uno a otro.

—Repasemos los hechos —propuso Glandier y caminó en círculos—. Cuando el Sr. Corrado, aquí presente, ingresó a su propiedad, estaba a punto de colgar el saco en la entrada cuando escuchó un grito de auxilio. “¡No! ¡No la hagas!”. Hubo un disparo desde el interior de este mismo recinto. Inmediatamente, Corrado llamó al Sr. Bernal y se dirigió hacia acá.

El suspenso crecía. José Glandier se detuvo para recobrar el aliento. Su propia voz lo seducía.

—La puerta estaba cerrada desde adentro. Cuando ambos ingresaron, la inocente y dulce Verónica se encontraba fallecida. Había sido acuchillada y el asesino había escapado. Pero… ¿cómo había ingresado en un cuarto herméticamente sellado. Y más aún: ¿a qué se debió el disparo si, finalmente, la muerte fue provocada por un arma blanca?
—¡Exacto! —aportó Fernández, el comisionario—. ¿Quién disparó? ¿Y por qué? Ninguna bala apareció sobre las paredes.
—Hablando de eso —continuó Glandier—. Usted fue el primer oficial en llegar a la escena, convenientemente rápido, y sus pies estaban cubiertos de barro. Leandro, el jardinero, atestiguó haber visto a una silueta entre la maleza, cavando un hoyo minutos antes de oír el disparo. Cabe destacar, sin embargo, que el día del asesinato fue un jueves, y el pibe solo trabaja los martes.

Leandro se incómodo. Una música de suspenso empezó a sonar de fondo.

 

—¿Y usted, Sra. Pérez, que hacía rondando los pasillos de la planta superior en lugar de encontrarse preparando la cena como se le había indicado? Es conocido el hecho de que despreciaba a la Sra. Corrado por haber sido mejores amigas durante su infancia, y hoy ser una la servidora de la otra. ¡Señores! ¡Señoras! ¡Se ha cometido un crimen imposible! En un minúsculo espacio, en un pedazo de nada, un cuadrado rodeado de celos y remordimientos, de rencores y secretos. ¡El asesino tendría que haber caminado sobre nosotros o nosotros sobre él!

Glandier sonrió triunfante y miró directamente a los ojos del lector de este relato.

—¡Se ha cometido un crimen imposible… y sin embargo, perfectamente explicable! El motivo, el asesino y el método, todo te será revelado… ¡después de estos comerciales!

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—¡Ahora sí estamos de vuelta! —dijo Glandier con un micrófono en la mano—. La situación está más pegajosa que nunca. Y cuando en casa me encuentro con esos platos llenos de grasa uso detergente Axxif, el único y mejor de todos. ¿Y vos, lector? ¿De quién desconfiás? ¿La misteriosa Sra. Perez? ¿El viejo y desdichado viudo Corrado? ¿Habrá sido el mayordomo? ¿Tu sospecha recae sobre el jardinero, o sobre Fernández, el misterioso comisario? Votá a tu asesino en nuestra fan-page y ganate MILES DE PREMIOS … Y ahora sí, LLEGÓ EL MOMENTO —Glandier aplaudió—, vamos a resolver este jugoso caso junto a Toyota, una marca líder, una marca de confianza…

Los tambores comenzaron a sonar.


FIN

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=>> Otros cuentos de mi autoría en el BLOG: “La maldición”; “¡Bang, bang!”; “Encuentro hipertextual”; “Una sonrisa torcida en la oscuridad”; “La distorsión del espejo”;  “No más de once”.

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10 comentarios:

  1. Jejeje buen giro del cuento, y lamentable pronóstico del arte de escribir ficción.
    Lo veo como una vuelta de tuerca a la idea de Les Luthiers
    https://www.youtube.com/watch?v=2kgzOdGC3pY
    Me parece que la idea de ellos viene por el lado de "la tanda publicitaria" y tu idea más por el "Reality show".

    Uno de los seguidores de mi blog, el Oso, también anda metido en los cuentos policiales, mezclándolos con comedia y sátiras de todo tipo. Fijate si te interesa, http://losapuntesdeloso.blogspot.com.ar/
    a él también le voy a recomendar tu blog.

    Como siempre, un gusto leerte
    Abrazo!

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    1. ¡Gracias, che! Les Luthiers es lo más grande que se hizo en materia de humor (soy fan y me los sé de memoria, jaja). Me agendo al oso para revisarlo en la semana.

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  2. Una buena crítica de antecedentes respetables (Alfred, Agatha) y tintes posmodernos. Mi hipótesis -aunque nadie me la haya pedido, jeje- es que se trata de un suicidio que, por esas casualidades de la vida, coincide con un intento de asesinato frustrado. El jardinero quería cargarse a la sirvienta, de quien estaba enamorado, porque esta le ponía "ojitos" al mayordomo.

    Hace unos meses escribí una trama policiaca con giro de 180º, aunque sin publicidad incluída. A ver qué os parece:
    http://laazoteademolina.blogspot.com.es/2014/11/el-almuerzo-de-casimiro.html

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    1. ¡Gracias por pasarte! Me leí tu cuento y deje un pequeño comentario. Creo que lo interesante del cuento es, justamente, que el asesinato (el crimen) pasa a un segundo plano. Lo verdaderamente importante queda relegado por la búsqueda de rating, de audiiencia y de un público especialmente consumista.

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    2. ¡Evidentemente! Te remití al mío porque usamos un recurso similar. Aunque su finalidad es distinta, más crítica la tuya, algo muy de aplaudir.

      Supongo que el incremento de tanta adulteración narrativa es imparable y, aunque parezca imposible, irá a más, por desgracia.

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  3. Falta que sea un suicidio, para echar un manto de sospecha contra los demás.
    Pero no es nuevo. A Conan Doyle no le dejaron matar a Sherlock Holmes.

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  4. Me a gustado mucho la mezcla ácida de los dos conceptos y la importancia que se le da a cada uno, en el relato.
    En un mundo donde lo que importa es el consumismo y ya no sorprende que alguien haga el agosto vendiendo cerveza o otras cosas, entre la muchedumbre que mira fascinada haber si se suicida o no el vecino, tirándose del tejado. No he podido evitar por eso, trasladarme al pasado. Jugaba con mi único coche, siguiendo las rayas de las valiosas, mientras mi madre escuchaba la novela de la radio por las distintas voces de los locutores, que de vez en cuando en los momentos mas críticos del dialogo, lo interrumpían para asegurarnos que" beber Soberano era cosa de hombres" o que "Quina San Clemente da ganas de comer""
    El pasado a veces vuelve, pero con una crueldad mejorada.

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    1. ¡Gracias por tan elegante aporte! Me encantó saber que te llevó a recordar nostálgicamente la infancia. Te espero de nuevo por este humilde espacio.

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    2. Disculpa mi simpleza pero quería decirte, además que me gustan tus cuentos, gracias!

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