Lejos de la complejidad que suelo intentar colocar
en mis relatos, este es sencillo, cortito y al pie. Prima la ironía y el sabor
de lo cotidiano. Lo escribí inicialmente para la escena del mes de Literautas.com, que reúne a varios aspirantes
a escritores.
En su momento lo llamé La maldición. Lo cambié a Una sopa existencial cuando quise presentarlo a un concurso que resultó ganar. ¡Espero que les guste! (Y si no... a cuento regalado no se le mira la
trama).
► Este relato ganó el Primer Premio en la categoria de Narrativa Adulto en el XXX Certamen Literario del Club Mendoza de Regatas, el Segundo Premio en “Concurso de microrrelatos I+D: inclusión + diversidad” (UNS, Bahía Blanca) y una Mención de Honor en el Segundo Certamen Literario Nacional "Alma en Letras" 2021
***
“Una sopa existencial”
Luciano Sívori
Sucede una vez en un millón de veces.
La mosca y el
hombre compartieron una sopa sin que el otro se diera cuenta, justo en el
preciso momento en el que ambos estaban preocupados por la cotidianeidad de sus
vidas.
No sé bien cómo ocurrió –no soy médico, solo un
humilde narrador– pero durante el intercambio de fluidos, utilizando la sopa
como vaso comunicante, se produjo un reemplazo existencial a nivel neuronal. El
hombre empezó a vivir como una mosca, y la mosca como un ser humano.
Fue raro para ambos. (Creo que sería raro para
cualquiera.)
En principio, el hombre se sintió asqueado por su
reciente actitud revoltosa. Le molestó vomitar su propia comida para volverla a
comer, defecar cada cuatro minutos y que las personas intentaran sacárselo de
encima. Sin embargo, su ángulo de visión de 360° no le resultó desagradable en
lo absoluto. Veía todo a su alrededor, y además tenía más de 15.000 papilas
gustativas repartidas en sus patas. Veía y sentía todo. Aprovechó para volar
hacia lugares fascinantes.
Y así, por primera vez, se sintió realmente libre.
Vivió únicamente 30 días, como casi todas las moscas,
pero fueron los mejores de su vida.
Por su parte, la mosca llevó una vida de humano. Le
exigieron utilizar ropa incómoda para mostrarse en sociedad. Por la mañana se
levantaba temprano, trabajaba, volvía a su pequeño departamento para mirar algo
de televisión y cenaba; luego el día se repetía.
Tuvo que pertenecer a una
clase, a una sociedad, a un país, a un continente y a una civilización. Encontró
que el universo era misterioso y desconcertante. Se sintió desahuciada.
Necesitó amor y cuidados. Acumuló cosas
que luego tiró.
Vivió solo 30 años.
Un pico de estrés terminó con su existencia.
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Los que siguen mis críticas de cine en la
fan-page saben que tiendo a la benevolencia
con el cine. Una película tiene que ser realmente infumable para que
obtenga la peor de mis calificaciones.
En parte se debe a que suelo buscarle lo más
positivo, y creo que una cinta que tarda años en producirse tiene que poseer
algo rescatable. Pero también hago una preselección.
A veces elijo adrede ver
películas que sé que van a ser malas, solo
para poder confirmarlo. Lamentablemente, hoy en día tenemos demasiado para
ver y muy poco tiempo, por eso es fundamental conocer de qué va la película un
poco antos.
Este año se vienen grandes propuestas pochocleras que están resonando en todas partes.
¿Y saben qué? La gran mayoría de ellas no me interesan y quizás hasta ni las
vea. Todas son un ejemplo clarísimo de la supremacía del mercadeo y de la
búsqueda de regalías. Son propuestas llenas de efectos especiales y continuaciones
o reinicios de sagas que ya no dan para más.
Veamos:
► MENCIONES DE HONOR.
“The Hunger Games: Mockingjay – Part
2” (Noviembre,
2015)
La receta para todas las novelas dirigidas a los
jóvenes adultos estaba en la primera parte de The Hunger Games. Luego del éxito de esta saga, tuvimos varios
rip-offs: The Maze Runner, Divergente, etc. La premisa es
sencilla: tirar a un grupo de adolescentes con las hormonas revoloteadas en una
sociedad distópica de la cual tienen que escapar.
Personalmente no me atrapa el género. Creo que está
repleto de personajes unidimensionales y tramas tontas, casi melodramáticas.
Entiendo que hay un público para estas películas, pero no soy yo. Por eso, el
“gran final” de esta saga de Jennifer Lawrence tirando flechas no me quita el
sueño.
“The Fantastic Four” (Agosto, 2015)
Sí, una nueva saga de los cuatro fantásticos. ¡Qué
sorpresa! Con actores más jóvenes, carilindos y populares: Milles Teller (Whiplash, The Spectacular Now), Kate Mara y Michael B. Jordan. El comienzo de
esta nueva franquicia se espera que pueda cruzarse con los X-Men en algún
futuro.
Lo extraño es que no hay tanto marketing para esta
película todavía, o por lo menos no está sonando tanto. Quizás si juega ese
perfil bajo le termine funcionando mejor. Para mí son superhéroes aburridos.
“Ant-Man”
(Julio, 2015)
Es posible que el pequeño Avenger tenga un impacto
en el Universo Cinemático de Marvel, ya que se espera que forme parte de la
tercera entrega de Capitán América.
Aun así, hay que decirlo, el concepto es risible. El trailer está muy bueno, y es interesante
el juego que pueden hacer al tener a un superhéroe diminuto batallando en un
mundo gigante. Sin embargo, no espero nada de Ant-Man, ni de Paul Rudd
a la cabeza.
Lo único que puede salvar a esta cinta del fracaso
comercial es que no se tome a sí misma en serio. Y por lo que se ve del trailer,
es exactamente lo que piensan hacer. Quién sabe, quizás nos sorprenda.
► PUESTO #5 – “The Avengers: Age of
Ultron” (Mayo,
2015)
La continuación de los Avengers está destinada a
ser la más taquillera de este año.
No voy a mentir: la primera me gustó. Joss Whedon presentó grandes momentos
de acción y mucho humor, aunque su guión no tenía de dónde agarrarse. El
problema es que MARVEL ya me cansó. Solo un puñado de sus últimas películas son
realmente memorables, y tiene mucho que agradecerle a Bryan Singer por su “X-Men:
Days of the Future Past”.
“Age of
Ultron” va a tener todas las explosiones que uno le puede pedir a una película
de este calibre, pero no creo que sorprenda más allá de lo técnico.
La trama,
de por sí, es bastante tonta.
Lo divertido va a ser contar con la presencia
de Scarlet Witch (Elizabeth Olsen) y
de Quicksilver, que brilló en aquella
épica escena de X-Men: DotFP.
► PUESTO #4 – “Spectre” (Noviembre, 2015)
Me cansé de comentar los motivos por los que odié la última de James Bond. Skyfall pecó de tener un guión sin
sentido, un bond sin carisma y un villano ridículo (Javier Bardem quiso ser
como el joker de Heath Ledger y no
le salió). Por eso la nueva entrega no me resulta para nada atractiva.
“Casino
Royale” fue la única de la saga de Daniel
Craig que me pareció recomendable.
El problema con Daniel Craig como Bond es que se
parece cada vez más a Jason Bourne.
El espionaje queda relegado a un costado. Sé que todo el mundo disfrutó
muchísimo de “Skyfall”, pero para mí fue terriblemente mala. Por su parte, Sam Mendes ha sadido hacer historias
realmente conmovedoras (American Beauty,
Road to Perdition) pero últimamente
se dejó llevar por el imperialismo hollywoodense y sus películas carecen de
alma, no emocionan.
► PUESTO
#3 – “Jurassic World” (Junio, 2015)
Jurassic
Park (y, en menor medida, sus continuaciones) son parte de nuestra
infancia. No me parece mal que quieran rebootear la serie para la nueva
generación de chicos, pero personalmente no quiero que me arruine el recuerdo.
La receta es sencilla, aunque les falta la magia de
Spielberg. Mucho CGI, contratar al
actor del momento (Chris Pratt) y a otros jóvenes carilindos (Bryce Dallas
Howard)… ah, y mostrar dinosaurios. Listo. Dinero asegurado.
“Jurassic
World” es una apuesta segura, va a ser un festín en el cine y es probable
que termine viéndola. Pero no por eso me emociona este regreso. Creo que si se
enfocan en la esencia de las originales y no hacen solo una “película de
monstruos” a lo Godzilla, puede
terminar siendo un buen producto. Será cuestión de confiar en el primerizo
director Colin Trevorrow (Safety not
Guaranteed, 2012).
Por cierto, el tráiler está intenso… pero, ¿por qué
tenían que revelar dos muertes de protagonistas?
► PUESTO
#2 – “Terminator: Genisys” (Julio, 2015)
Nunca fui fan de la saga Terminator, pero las primeras dos tienen su encanto. Después
tuvimos una serie cancelada (una lástima, estaba bastante bien) y dos películas
olvidables. Ahora quieren volver a rebootear la serie como se hizo en el 2009
con Star Trek. Terminator: Genisys va a repetir el argumento de la primera. Es
poco original, y una muestra más de que la rentabilidad está asociada a
reciclar viejas cosas que antes funcionaron. Vamos a tener a Arnie, y
básicamente eso es todo. El detalle quizás más interesante es contar con la Madre de los Dragones (Emilia Clarke)
en el mítico rol de Sarah Connor. ¡Ah, y J.K. Simmons también va a andar por
ahí!
Guste o no, viene para quedarse. Ya están
encaminadas otras dos películas para concretar la trilogía. Por mi parte: paso.
► PUESTO #1 – “Batman V Superman: Dawn of Justice” (2016)
EL HORROR. Podría armar un post entero de los
motivos por los cuales esta película va a apestar.
“Man of Steel” fue soporífera y no me enganchó para nada. No sé qué
intentó hacer Zack Snyder con ella,
pero es una película absolutamente olvidable.
Por otro lado, Ben Affleck es de madera actuando y
NADIE lo defiende en su nuevo rol. Ver a Affleck actuar es como ver a la
pintura secarse, y creo que esto es un insulto para la pintura. Sí, Affleck ha
hecho dos o tres cosas interesantes en el pasado, y es un buen director. ¿Pero
recuerdan Daredevil en el 2003? ¿EH?
La verdad es que es una lástima, porque DC viene
haciendo cosas muy copadas en sus cintas de animación. La trilogía de Nolan fue impecable y creo que esta
cinta va a arruinar nuestra imagen de Batman que nos dejó Christian Bale (quizás no la mejor, pero sí una respetable).
El otro gran problema con “Batman V Superman”, además de que Man of Steel tuvo gusto a chapa oxidada, es que Superman todavía no es Superman.
Estamos frente a un ser que está a años luz del verdadero superhéroe. Esencialmente, la película es un intento
desesperado de DC para alcanzar a MARVEL en su idea de unir a los grandes
superhéroes en una cinta crossover (como hizo estratégicamente con los
Avengers). A mi parecer, va a ser una gran decepción. El tiempo dirá.
Afortunadamente, ese mismo año va a salir “Suicide Squad”, que ya tiene cast
confirmado y a Jared Leto como el nuevo
Joker. Esta cinta, inspiradísima en “Batman:
Assault on Arkham” (2014) va a ser mi gran cinta esperaba del año que
viene.
► BONUS TRACK: las que sí espero.
Con tantas películas que NO tengo ganas de
ver en el 2015/2016, vale la pena mencionar las que sí. Ya hablé un poco de Suicide Squad (2016). Me parece que esa
cinta va a estar buenísima al reunir a un grupo de villanos en una suerte de
heist-movie. “The Hateful Eight”
(2015), lo nuevo de Tarantino, tiene
muy buena pinta y a un gran elenco. “Tomorrow
Land” creo que me va a gustar mucho.
Otra película que sale en julio de 2015 es Pixels, una disparata comedia sobre
alienígenas en forma de videojuegos antiguos atacando a la tierra. Como gamer
de la vieja escuela, a ésta la estoy aguardando con ganas. Además, en el 2016
sale “Warcraft” (dirigida por Duncan Jones) y este año, en diciembre,
sale “Star Wars: The Force Awakens”.
El hype con esta película es muy
alto, pero me parece que J.J. Abrams va a saber brindarnos un buen producto.
Sin duda alguna, esta es la cinta más anticipada del 2015 y los trailers están cada
vez mejores.
► ¿Y
USTEDES? ¿Qué película no les interesa para nada y cuál esperan con más ganas?
Dejen sus comentarios en la fan-page o en el blog. ¡HASTA LA PRÓXIMA!
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A la hora de encarar los vastos desafíos de la
vida, hay muchísimas formas de ver el problema. Pero si buscamos generalizar,
es probable que podamos dividir estas “filosofías de vida” en cuatro: la visión optimista, la realista, la
apática y la cínica. Moviéndose de izquierda a derecha, es algo así como
ver el cielo azul y soleado, parcialmente nublado, grisáceo y directamente
oscuro.
El observador casual puede notar cómo tenemos
diferentes percepciones y posturas respecto a
una misma situación. El optimista
tienden a sonreír y pensar: “La vida es
verdaderamente hermosa”. El realista
es un poco más objetivo y balanceado. Dice: “La vida tiene sus más y sus menos”. El apático tiende más hacia la indiferencia o la neutralidad, rozando el
desinterés: “No creo que la vida sea
mejor que lo que estamos viviendo ahora”. Por su parte, el cínico solo
frunce el ceño mientras acota: “No vale
la pena pensar en la vida. Todos nos vamos a morir”.
Estas cuatro filosofías de vida son interesantes
para estudiar las dinámicas de los
grupos. Es muy probable que, frente a un desafío, las personas tiendan a
tener más predisposición hacia una de ellas. A nivel narrativo, en una
película, una serie o un libro, esta es una base para generar conflictos atrapantes
entre los protagonistas, que hacen de la historia algo más rico.
Pensamos, por ejemplo, en los cuatro Fantásticos. Reed es el optimista (“La ciencia lo
puede arreglar”), Ben es el cínico
(“Eso nunca va a funcionar, Mr. Elástico”). El papel de realista le corresponde
a Sue (“¿Podrían dejar de
pelearse?”) y Johnny es el apático
(“Perdón, me perdí. ¿Qué decían?”). Por supuesto, en algunas ocasiones los
roles se intercambiaban, pero sus distintas formas de pensar un problema
generaba que la dinámica entre ellos resultara atractiva al espectador.
Las cuatro posturas filosóficas están presentes en
muchísimas historias. En la genial
novela gráfica Watchmen, por ejemplo, Night
Owl es el más optimista, El Comediante
y Rorschach son más bien cínicos, Dr. Manhattan es absolutamente apático
y Silk Spectre es realista. En el
grupo de Los Beatles se decía que John Lennon era apático, McCartney un
optimista, Harrison un cínico y Ringo Starr el más realista de todos.
El optimista en la narrativa suele estar asociado
al héroe ideal, al príncipe, al mesías de la historia o al héroe idiota. Se
sacrifica por el grupo, es testarudo, intenta hacer “lo correcto”, tiene
determinación y es leal a sus ideales. El realista es el arquetipo de mentor
del héroe o el soporte del líder del grupo. Sus principales atributos son la
meditación, la objetividad y la disciplina. No tiene problemas en doblar un
poco las reglas para alcanzar un objetivo.
El apático es ese personaje del grupo que se
inclina hacia la neutralidad o la falta de interés. Puede ser porque tenga
objetivos diferentes al grupo, por ser enigmático, misterioso o simplemente
demasiado tonto o loco para importarle el mundo exterior. En la narrativa hace
papel de soporte al protagonista, es tranquilo y, muchas veces, se convierte en
una carta sorpresa en la trama.
Los personajes cínicos, por su parte, tienden a ser
muy complejos y los disfruto bastante.
El cinismo es complejo de definir pero
en la narrativa se caracteriza por la hostilidad, el criticismo y la
precaución. El escepticismo y la falta de compasión también son atributos comunes. Y, por sobre
todo, su moralidad suele ser la más cuestionable del grupo. Es ese personaje al
que amás odiar, el antihéroe.
El cine de animación tiene ejemplos mucho más
claros de estas posturas. Pensemos en “Shrek”. Tenemos a un cínico (Shrek), a un apático (El Gato con Botas), a una chica
realista (Fiona) y al más optimista
de todos: Burro. En “Madagascar”
pasa algo similar con los cuatro protagonistas: Alex (el realista), Gloria (la
cínica), Melman (el apático) y Marty (el optimista).
En la serie de Harry Potter se da un caso curioso.
Cada “casa” de Hogwarts tiene una debilidad hacia una estas posturas y, por lo
tanto, los alumnos de cada casa pueden generalizarse: Gryffindor (optimistas), Ravenclaw
(apáticos), Slytherin (cínicos) y Hufflepuff (realistas).
Algunos han notado que las Chicas Superpoderosas también pueden dividirse bajo estas posturas
generalizadas: Bombón (realista), Burbuja (la optimista), Bellota (la cínica) y
el Profesor Utonio (el apático).
Un último caso, que me pareció llamativo, es el de
los “James Bond” a lo largo del tiempo.
Está claro que el James Bond de Daniel Craig es muy diferente al de Moore, Connery o Brosnan.
Daniel Craig es más bien cínico. Roger Moore fue un Bond optimista y Lazenby,
apático. Sean Connery y Pierce Brosnan caerían en la categoría de “Bond´s
realistas”.
La presencia de estas cuatro posturas es efectiva
porque condimenta al grupo, lo vuelve enérgico. Las visiones de los
protagonistas contrastan, chocan, y ese choque vuelve interesante a la historia
que se está contando. Así que la próxima vez que vean un conjunto de héroes en
series, un montón de amigos en una novela o se encuentran reunidos con otros
tres amigos, vale la pena preguntarse: ¿qué postura tiene cada uno?
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Galeano
es de esos autores que te hacen leer obligado en la secundaria.
Por lo menos yo
tuve que leerlo en Fundamentos de la
Educación (una materia que me encantó). Afortunadamente me encanta leer,
así que no tuve problemas. Leímos Patas arriba:
Escuela del mundo al revés y Las
venas abiertas de América Latina.
Como muchos ya saben, el escritor falleció el 13 de abril del 2015 en su
país, Uruguay.
Los homenajes a él se
reprodujeron como un virus por la web, lo que muestra lo querido que fue por
todos en Latinoamérica. Hace muchísimo que no leo nada de este comprometido
autor, pero muy seguido me acordaba de algunos de sus textos cortos, y hasta he
llegado a contarlos en público.
Me parece que es la mejor manera de brindar
homenaje a un escritor: mostrando su obra.
Personalmente creo que Galeano fue un escritor con muchísimo ingenio.
Duro, ácido en sus
comentarios, pero siempre permitía que se entreviera una pizca de humor (de
sátira) entre sus palabras. Es una persona que nunca se cansó de luchar por sus
principios, pero sus textos siempre denotaron cierta picardía.
En este post rescato algunos de estos textos que
son mis preferidos. Ahí van.
“El peligro”
La A tiene las piernas abiertas.
La M es un sube y baja que va y viene entre el
cielo y el infierno.
La O es círculo cerrado te asfixia.
La R está notoriamente embarazada.
– Todas las letras de la palabra AMOR son
peligrosas– comprueba Romy Díaz Perera.
Cuando las palabras salen de la boca, ellas las ve
dibujadas en el aire.
“Es un chiste/2”
Se estrella un automóvil, a la salida de Moscú. El
conductor emerge del desastre y gime:
– Mi mercedes… Mi mercedes…
Alguien le dice:
– Pero señor… ¡Qué importa el auto! ¿No ve que ha
perdido un brazo?
Y mirándose el muñón sangrante, el hombre llora:
– ¡Mi Rolex! ¡Mi Rolex!
“La historia que pudo ser”
Cristóbal Colón no consiguió descubrir América, porque no tenía visa y ni
siquiera tenía pasaporte.
A Pedro Alvares Cabral le prohibieron desembarcar en Brasil, porque podía
contagiar la viruela, el sarampión, la gripe y otras pestes desconocidas
en el país.
Hernán Cortés y Francisco Pizarro se quedaron con las ganas de conquistar
México y Perú, porque carecían de permiso de trabajo.
Pedro de Alvarado rebotó en Guatemala y Pedro de Valdivia no pudo entrar
en Chile, porque no llevaban certificados policiales de buena conducta.
Los peregrinos del Mayflower fueron devueltos a la mar, porque en las
costas de Massachusetts no había cuotas abiertas de inmigración.
“Es un chiste /1”
En alguna gran avenida de alguna gran ciudad
latinoamericana, alguien espera para cruzar. Plantado al borde de la acera,
ante la ráfaga incesante de automóviles, el peatón espera diez minutos, veinte,
minutos, una hora. Entonces vuelve la cabeza y ve que hay un hombre recostado
en la pared, fumando. Y le pregunta:
– Oiga: ¿Cómo hago para pasar al otro lado?
– No sé. Yo nací en éste.
► BONUS TRACK: “LOS NADIES” no tiene humor, ni picardía,
ni te roba una sonrisa. Todo lo contrario. Es uno de los textos quizás más arriesgados
de Galeano, pero no podía dejar de compartirlo. Dice mucho, muchísimo.
“Los nadies”
Sueñan las pulgas con comprarse un perro
y sueñan los nadies con salir
de pobres,
que algún mágico día
llueva de pronto la buena suerte,
que llueva a cántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy,
ni mañana, ni nunca,
ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte,
por mucho que los nadies la llamen
y aunque les pique la mano izquierda,
o se levanten con el pie derecho,
o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie,
los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados,
corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos,
rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones,
sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos,
sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número. Que no figuran en la
historia universal,
sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies,
que cuestan menos
que la bala que los mata.
"Son
cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo,
no
socializan los medios de producción y de cambio, no expropian las cuevas de Alí
Babá.
Pero quizá desencadenan la alegría de hacer, y la traduzcan en actos.
Y
al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito,
es la única manera de probar que la realidad es transformable"
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En una ciudad salvaje de 1971 (Medellín, Colombia) el excéntrico millonario don Diego ha sido secuestrado. El Mono es el cacique de los ladrones y
tiene intención de cobrar un rescate que salve a toda la banda de sus problemas
económicos. Sin embargo, el maleante tiene otras razones para haber secuestrado
a Diego: la obsesión amorosa por la hija de este, Isolda, una rubia princesa a quien el padre mantiene encerrada en
su castillo, lejos del mundo sucio y contagioso que los rodea.
De esto trata la novela de Jorge Franco, “El mundo de afuera”, que fue
galardonada con el Premio Alfaguara de novela 2014.
La obra tiene su atractivo. Ciertamente contiene todos los
elementos necesarios para hacer una buena historia de suspenso y drama. No voy
a decir que no la disfruté, porque no sería cierto, pero tampoco la habría
leído de no ser porque me regalaron el libro.
El problema es que en el 2012 me decepcioné mucho con el premio Alfaguara de novela a una
novela que me pareció horrible: “Una
misma noche”, de Leopoldo Brizuela.
En
su momento la comenté en el blog.
“El mundo de
afuera” es una novela de lectura ágil, con ritmos casi cinematográficos
(parece escrita con la intención de convertirse en una película). En ese
sentido, se devora en poco tiempo, aunque no deja ningún sabor post-lectura. La
edición de capítulos breves facilita mucho la lectura.
La trama está inspirada en un evento real que
sucedió en Colombia. El secuestro
ocurrió y fue muy mediático, pero Jorge Franco le encontró la manera de
convertirlo en una historia de fantasía y simbólica.
En una entrevista el autor expone:
"Yo era vecino de ese castillo, todavía está
allí, es un centro cultural, aunque el entorno es diferente, está todo muy
urbanizado, pero en el año 71 el secuestro fue algo estremecedor, vivíamos en
una Medellín muy diferente, alejada de los hechos de barbarie del narcotráfico
que estaban a punto de comenzar".
Un aspecto interesante es que la historia muestra
ambos planos de la realidad del momento: la sociedad encarecida es representada
por la banda de ladrones de medio pelo, sin cultura y con una visión cortoplacista.
Dentro del castillo, la familia Echavarría, apartada del mundo real, hace el
rol de la aristocracia europea: con abundancia de lujos y recursos. El enorme
contraste se resalta y se pone de manifiesto a lo largo de toda la obra.
De esa manera, uno puede llegar a sentir compasión
por el grupo de ladrones, personajes sumamente complejos y envueltos en la
neblina que es Medellín, espiando
con ojos cautivados a un castillo que se asoma en las afueras, de donde sale
una niño rubia (una princesa) que se pierde en el bosque.
Por supuesto, el título es un gran acierto. “El
mundo de afuera” es ese páramo de realidad que se encuentra más allá del
castillo, el que Isolda anhela, del
que Diego intenta escapar (aunque el
libro nunca termina de aclarar el porqué).
“Yo
era vecino del castillo en el que se desarrolla la historia y para un niño ser
vecino de un lugar en el que vive un hombre que paseaba en limusina, que
tenía un mayordomo, que tenía una hija a la que trataba como una princesa
de un pequeño reino resultaba fascinante. Desde esa época quería contar esta
historia, aunque añadí muchos elementos que pertenecen a la ficción y a la
fantasía, para confrontar dos mundos opuestos”.
Como narrativa, es relativamente lineal y sencilla.
Se nos relata el secuestro en el presente, y la extraña relación que se crea
entre Diego y El Mono, mientras en flashbacks vemos el pasado de ambos y los
planes para perpetrar el crimen. La trama está bien estructurada porque a través
de todas estas subtramas comprendemos mejor a estos dos mundos.
Cuando terminé la novela me leí el discurso que dio
Jorge Franco cuando recibió el premio, y algunas entrevistas de él. Su discurso
es muy revelador porque amplia detalles de la trama y sus fuentes de
inspiración. Me sorprendí al enterarme que el autor pensó
mucho en Alicia en el país de las Maravillas a la hora de concebir su obra.
En su momento no lo pensé, pero luego me di cuenta que tiene ciertos elementos
en común.
También es interesante lo que cuenta sobre sus
técnicas para meterse en el mundo encantado de Isolda, que representa la parte más fantasiosa de la novela. Él comenta
que su hija de 8 años fue el detonante para contar la historia de ese modo. “Ese contacto directo con un niño te hace
recuperar ese mundo perdido. Ella es la única que sabía de ese lado
fantástico del libro, todos pensaban en el secuestro nada más”, expresa.
Cuando uno tiene un hijo, quiere construir una burbuja alrededor de él, aislarlo
de las amenazas del mundo exterior. Curiosamente igual que lo que hace don
Diego.
El problema, claro, es que cuanto uno más busca
proteger a su hijo, más lo debilita. Lo deja sin armas para enfrentar su contexto.
Lo inhibe de la posibilidad de tomar decisiones.
“El mundo de
afuera” tiene otro plus. Los capítulos están floreados con
“colombianismos”, con la jerga popular. Esto puede ser una complicación para
leer, pero le agrega esa capa de realismo a la historia que le viene muy bien.
Es un lenguaje muy rico.
La contratapa del libro comenta que es “un cuento
de hadas que termina como una película de Tarantino”.
Personalmente no lo creo tan así. Sí tiene esbozos de thriller, y por momentos
hay algunas escenas de suspenso bien logradas, pero el final es más bien
dramático y abierto, está lejos de ser algo tarantinesco.
Sin embargo, aunque la novela no te deje pensando
demasiado luego de terminarla, es una lectura recomendable. No me voló la
cabeza, pero me parece que balancea muy bien sus dos tipos de narraciones: la
fantástica, por un lado, y otra más cruda y dura que implica el secuestro.
Ambas se van entretejiendo con soltura e imprimiendo una atmósfera de rareza
que cautiva. Sutil y a la vez brutal historia que recomiendo.
¡Hasta la próxima!
► DE YAPA: Una reflexión acertada de Jorge Franco, tomada de su discurso de entrega del premio.
"Casi
siempre en la escritura, y habría que decir que en la vida,
los
hechos que en apariencia se percibían aislados, al cabo de un tiempo terminan
revelando
los
eslabones que, en algún momento, fueron invisibles a los ojos y a la razón.
Es
curioso, pero he aprendido a definir mejor mis libros cuando hablo de ellos
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