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viernes, 10 de abril de 2015

“El mundo de afuera”, fantasía y secuestro en Colombia


En una ciudad salvaje de 1971 (Medellín, Colombia) el excéntrico millonario don Diego ha sido secuestrado. El Mono es el cacique de los ladrones y tiene intención de cobrar un rescate que salve a toda la banda de sus problemas económicos. Sin embargo, el maleante tiene otras razones para haber secuestrado a Diego: la obsesión amorosa por la hija de este, Isolda, una rubia princesa a quien el padre mantiene encerrada en su castillo, lejos del mundo sucio y contagioso que los rodea.

De esto trata la novela de Jorge Franco, “El mundo de afuera”, que fue galardonada con el Premio Alfaguara de novela 2014

La obra tiene su atractivo. Ciertamente contiene todos los elementos necesarios para hacer una buena historia de suspenso y drama. No voy a decir que no la disfruté, porque no sería cierto, pero tampoco la habría leído de no ser porque me regalaron el libro.

El problema es que en el 2012 me decepcioné mucho con el premio Alfaguara de novela a una novela que me pareció horrible: “Una misma noche”, de Leopoldo Brizuela. En su momento la comenté en el blog.

El mundo de afuera” es una novela de lectura ágil, con ritmos casi cinematográficos (parece escrita con la intención de convertirse en una película). En ese sentido, se devora en poco tiempo, aunque no deja ningún sabor post-lectura. La edición de capítulos breves facilita mucho la lectura.

La trama está inspirada en un evento real que sucedió en Colombia. El secuestro ocurrió y fue muy mediático, pero Jorge Franco le encontró la manera de convertirlo en una historia de fantasía y simbólica.

En una entrevista el autor expone: 

"Yo era vecino de ese castillo, todavía está allí, es un centro cultural, aunque el entorno es diferente, está todo muy urbanizado, pero en el año 71 el secuestro fue algo estremecedor, vivíamos en una Medellín muy diferente, alejada de los hechos de barbarie del narcotráfico que estaban a punto de comenzar".

Un aspecto interesante es que la historia muestra ambos planos de la realidad del momento: la sociedad encarecida es representada por la banda de ladrones de medio pelo, sin cultura y con una visión cortoplacista. 

Dentro del castillo, la familia Echavarría, apartada del mundo real, hace el rol de la aristocracia europea: con abundancia de lujos y recursos. El enorme contraste se resalta y se pone de manifiesto a lo largo de toda la obra.

De esa manera, uno puede llegar a sentir compasión por el grupo de ladrones, personajes sumamente complejos y envueltos en la neblina que es Medellín, espiando con ojos cautivados a un castillo que se asoma en las afueras, de donde sale una niño rubia (una princesa) que se pierde en el bosque.

Por supuesto, el título es un gran acierto. “El mundo de afuera” es ese páramo de realidad que se encuentra más allá del castillo, el que Isolda anhela, del que Diego intenta escapar (aunque el libro nunca termina de aclarar el porqué).


Yo era vecino del castillo en el que se desarrolla la historia y para un niño ser vecino de un lugar en el que vive un hombre que paseaba en limusina, que tenía un mayordomo, que tenía una hija  a la que trataba como una princesa de un pequeño reino resultaba fascinante. Desde esa época quería contar esta historia, aunque añadí muchos elementos que pertenecen a la ficción y a la fantasía, para confrontar dos mundos opuestos”.

Como narrativa, es relativamente lineal y sencilla. Se nos relata el secuestro en el presente, y la extraña relación que se crea entre Diego y El Mono, mientras en flashbacks vemos el pasado de ambos y los planes para perpetrar el crimen. La trama está bien estructurada porque a través de todas estas subtramas comprendemos mejor a estos dos mundos.

Cuando terminé la novela me leí el discurso que dio Jorge Franco cuando recibió el premio, y algunas entrevistas de él. Su discurso es muy revelador porque amplia detalles de la trama y sus fuentes de inspiración. Me sorprendí al enterarme que el autor pensó mucho en Alicia en el país de las Maravillas a la hora de concebir su obra. En su momento no lo pensé, pero luego me di cuenta que tiene ciertos elementos en común.

También es interesante lo que cuenta sobre sus técnicas para meterse en el mundo encantado de Isolda, que representa la parte más fantasiosa de la novela. Él comenta que su hija de 8 años fue el detonante para contar la historia de ese modo. “Ese contacto directo con un niño te hace recuperar ese mundo perdido. Ella es la única que sabía de ese lado fantástico del libro, todos pensaban en el secuestro nada más”, expresa. Cuando uno tiene un hijo, quiere construir una burbuja alrededor de él, aislarlo de las amenazas del mundo exterior. Curiosamente igual que lo que hace don Diego.

El problema, claro, es que cuanto uno más busca proteger a su hijo, más lo debilita. Lo deja sin armas para enfrentar su contexto. Lo inhibe de la posibilidad de tomar decisiones.

El mundo de afuera” tiene otro plus. Los capítulos están floreados con “colombianismos”, con la jerga popular. Esto puede ser una complicación para leer, pero le agrega esa capa de realismo a la historia que le viene muy bien. Es un lenguaje muy rico.

La contratapa del libro comenta que es “un cuento de hadas que termina como una película de Tarantino”. Personalmente no lo creo tan así. Sí tiene esbozos de thriller, y por momentos hay algunas escenas de suspenso bien logradas, pero el final es más bien dramático y abierto, está lejos de ser algo tarantinesco.


Sin embargo, aunque la novela no te deje pensando demasiado luego de terminarla, es una lectura recomendable. No me voló la cabeza, pero me parece que balancea muy bien sus dos tipos de narraciones: la fantástica, por un lado, y otra más cruda y dura que implica el secuestro. Ambas se van entretejiendo con soltura e imprimiendo una atmósfera de rareza que cautiva. Sutil y a la vez brutal historia que recomiendo.

¡Hasta la próxima!

DE YAPA: Una reflexión acertada de Jorge Franco, tomada de su discurso de entrega del premio.


"Casi siempre en la escritura, y habría que decir que en la vida,
los hechos que en apariencia se percibían aislados, al cabo de un tiempo terminan revelando
los eslabones que, en algún momento, fueron invisibles a los ojos y a la razón.
Es curioso, pero he aprendido a definir mejor mis libros cuando hablo de ellos
que cuando los escribo."

(Jorge Franco)

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=>> Otras notas relacionadas en el BLOG: “Una misma noche” (de Leopoldo Brizuela), “Reflexiones a través del espejo”, “La otra piedad” (de Laura Massolo), “Implacablemente suyo” (cuento de mi autoría).

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2 comentarios:

  1. Interesante, desconocía esta historia. Apenas empecé a leer la reseña se me empezó a entrometer la historia de Pablo Escobar ¡cómo no si está ambientada en Medellín y hay un secuestro de por medio! Sobre los colombianismos recordemos "¡Me matan Limón!" de Los Redondos (de paso meto chivo http://www.frodorock.blogspot.com.ar/2015/03/por-los-techos-viene-el-bloque.html)
    Me interesa saber más sobre el secuestro real, veo que en intermet hay mucho.

    ¡Buena entrada! Me parece excelente que hagas reseñas sobre lo que te gusta, sobre lo que no y sobre lo que mas o menos te convence

    Abrazo!

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    Respuestas
    1. ¡Ningún drama con que metas chivo! Entre blogueros nos ayudamos.
      Mucha gente me recomendó la de Escobar, pero no la vi aún. Es una de las tantas pendientes.

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