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sábado, 2 de marzo de 2024

Mis días por San Rafael (Mendoza: parte 2)

  

San Rafael me sorprendió con mucho vino, senderos que se bifurcan, patitas en el río, vino, motoqueros, asado, ¿karaoke? y bodegas con más vino. Me detuvo la policía, ayudé a una santafesina a salir de su propio laberinto y gané una partida de truco con falta envido. ¿Qué más se puede pedir?




***


Lunes 26/2 – Falta envido y truco en Flow Hostel (#Día 4)

Me desperté con un toque de resaca y tomé el bondi para San Rafael de las 13 hs. Durante el viaje de ida (cuatro horitas, casi) aproveché a leer un poco más a Stephen King. Me está gustando muchísimo su antología El Umbral de la Noche. También aproveché a terminar de escribir mi nuevo cuento.

No tenía reserva, así que caí en el primer hostel que encontré. Un lugar malísimo llamado Hostel San Rafael. El lugar estaba abierto, sin llave. No me atendió nadie, era muy pequeño y bastante deprimente.

Luego de esperar un buen rato sin que nadie me atendiera, bajó las escaleras Fake James Franco, un droggie que estaba re pasado y me explicó que no había nadie en el hostel, sólo él, y que los dueños viven enfrente. Acá lo tienen:



Fake James Franco (A.K.A Fake Tucu)

Cualquiera. Me fui a la mierda. Como estoy en modo zen, no me preocupé demasiado y salí a buscar otro. Rápidamente me topé con Flow Hostel, que me hospedó por 8.000$ la noche. El lugar ya era otra cosa, mucho más de la onda youth hostel, con gente piola y paredes pintadas de colores.

Me recibió Mercurio, un pendejo piolón (y fumón, agreguemos) que me tiró un par de datas claves. La primera fue que me llegara hasta Finca La Abeja para aprovechar el poco día que me quedaba. Se trata de la primera bodega de San Rafael y está a unos 20 minutos caminando.

Aproveché para reservarle un lugar a Mar, una chica valenciana muy copada que había conocido en Clover Hostel el día anterior. Estaría llegando a San Rafael el día siguiente. Caminé hasta la Finca y ahí me tomé una tremenda copa de vino (llena hasta arriba) por 200$, un malbec riquísimo.

Caminando de regreso al hostel, paseé por el Parque de los Niños (¿el Disney sanrafaelino?). Amé ese lugar y me encantaría poder llevar a Benja y Matute ahí. Di vueltas por el centro pensando que San Rafael es un re lugar para ir con chicos y en familia. Tiene muchos espacios simpáticos para los más peques.


Mientras caminaba de regreso, organicé el alquiler de la bicicleta para el día siguiente. Mi plan era llegarme hasta el Laberinto de Borges. Me lo había recomendado alguien, no recuerdo quién, unos días atrás. Contraté a los chicos de Modo Mono (4 hs. 11.000$). Pasaría por la bici la mañana siguiente.

Caminaba sin prisa, tratando de saborearlo todo. A mitad de mi viaje, descubrí que viajar cansa. Estos días vengo al palo y, ocasionalmente, hacen falta pausas, dejar de prestar tanta atención al afuera para centrarse un poquito más en el adentro, como diría mi amiga Juli Mazzoni.

Luego de hacer algunas consultas en Información Turística, entendí que no tendría tiempo suficiente para hacer todo lo que quería.

Valle Grande y el Cañón del Atuel son excursiones de día entero. Y si uno quiere ir en transporte público, las frecuencias son malas porque ya estamos entrando en temporada baja, entonces no tenés demasiados horarios para combinar.

Regresé al hostel sin demasiados planes, sólo para descubrir que Mercurio y sus amigos (todos vagos) estaban organizando un asado para ellos y los huéspedes que quisieran sumarse. Estaban Alejandro y su novia Lorena (voluntarios), dos vaguitos motoqueros súper piolas, Edgardo, Cintia la rosarina (un personaje emblemático) y un par de flaquitos más.


La promesa de asado en verdad terminó materializándose en unos chorizos para abaratar costos. Y eso estuvo bien también. Había vino, mucha birra, cartas de truco... Cintia se la jugó con ensalada y papas fritas.

Nos re cagamos de risa jugando al Truco (Ale y yo ganamos con un falta envido) y luego pintaron algunas charlas de borrachos donde la peleábamos bastante a Cintia. Como siempre, terminé acostándome tarde…

 

Martes 27/2 – Laberintos borgianos y un tour de vinos (#Día 5)

… Y, por supuesto, me levanté tarde también. Tendría que haber estado en el puesto de bicis a las 9 a.m y recién a esa hora me estaba levantado. Le escribí a mi contacto (Nicolás) que llegaría un poco más tarde, pero ahora ya había perdido una horita de bici.

Comencé la pedaleada luego de algunas indicaciones básicas. El Laberinto de Borges se encuentra a unos 10 km de San Rafael. La verdad es que es una travesía muy linda y renovadora, todo por ruta hasta unos dos kilómetros finales de ripio. Fiel a la naturaleza borgiana –y fundiendo forma y contenido– llegar hasta el lugar es medio un laberinto en sí mismo, todo bien señalizado por suerte.

La entrada general cuesta 3500$. Entré al laberinto confiado porque conozco el secreto para salir: aferrarse a la izquierda o la derecha de la pared y seguir esa pared siempre, no importa lo que pase.



Así, en unos minutos había podido salir sin problemas. En el medio me crucé con una piba santafecina que estaba RE perdida. Le di el tip y seguí mi camino (luego la crucé de vuelta en la parada de colectivo y me explicó que pudo salir gracias a mi consejo).

La verdad que el laberinto está buenísimo y re bien diseñado. Es una cosa increíble que, realmente, te vuela la tapa de los sesos. La sensación de estar perdido ahí dentro es mágica. Éramos varios adentro y era muy divertido cruzarte con alguien al lado tuyo que, en realidad, quizás estaba recontra lejos.

En el medio del laberinto hay diferentes quotes de Borges que funcionan como checkpoints. Finalizando el recorrido, boludeé un rato con un grupito de porteños y subí hasta la torre, donde puede verse la estructura desde arriba y desentramar toda su simbología.

También hay un museo, una laguna y un microcine dentro del complejo. El laberinto fue una experiencia zarpada que rankea alto en mi viaje, sin dudas.


Por cierto, me dieron muchas ganas de retomar mis lecturas de Borges. Lo venía leyendo muy intensamente allá por 2016-2017 y dejé varias notas sobre él en el blog para luego dedicarme a otros autores.

Mis posts favoritos sobre Borges son el del cine borgiano, mis análisis de El Sur y Tlön y las reflexiones sobre Las Ruinas Circulares, El Jardín de Senderos que se Bifurcan y Pierre Menard. Ah, y también armé este lindo reel sobre el laberinto. ¡No se olviden de seguirme en @viajarleyendo451! 

Fin del apartado de chivos. Sigamos.

Luego de la bicicleteada, compré unas empanadas (6 de carne, caseritas, en la calle, por 1800$) y me fui, una vez más, a Finca La Abeja a tomar una copita de vino con el almuerzo. Es que, che, por 200$ la copa, realmente da para aprovechar.

Justo arrancaba un tourcito y me sumé (hay reel, BTW). Los tours se arman ahí en el momento, cada 30 minutos, y salen 1000$. Re contra vale la pena considerando que, en Mendoza, no bajan de 20.000 pesos.

Nos guió Leonardo, un crack. El flaquito era muy copado para contar las locas, locas historias de Rodolfo Iselín, un inmigrante francés que terminó convirtiéndose en el fundador de la actual ciudad de San Rafael. Fundó la bodega, el frigorífico, el hospital, escuelas, y después de fundar todo eso, se iba de joda…

La verdad que su historia es digna de una adaptación de Netflix. Tiene de todo: drama, traiciones, sorpresas… es súper interesante.




Después pasé por el canal a meter las patitas al agua (en el Paseo Deán Funes) porque hacia demasiadooo calor (32 violentos grados). Mientras volvía al hostel, ya siendo casi las 17 hs, me detuvo la policía.

Al parecer las cámaras detectaron a alguien sospechoso por esa zona, un joven y sexy (?) muchachito de rulos que estaba metiendo los pies en el agua de deshielo. No es que esté prohibido, pero ellos querían verificar antecedentes porque, al parecer, está habiendo muchos hurtos por esa zona. Revisaron mi DNI, me hicieron unas preguntas y me dejaron ir.

Volví al hostel y –mientras tomaba unos mates y charlaba con la gente del lugar– llegó Mar, que es una trotamundos re divertida. Me bañé mientras ella acomodaba y sus cosas. Me propuso salir a tomar algo y, of course, yo le ofrecí ir a Finca La Abeja por un vinito. Mientras tanto nos charlamos todo y le indiqué todo sobre el Laberinto de Borges (terminaría yendo al día siguiente).



Mar es una genia. Tiene mil historias bizarras, se casó colocándose un tatuaje en lugar de un anillo, vivió en todas partes del mundo y ahora venía de hacer un voluntariado en Rada Tilly. Nos divertimos muchísimo.

A la vuelta nos agarró hambre y clavamos una pizza con birra en Guantánamo Bar mientras jugábamos un “Yo Nunca”. Volvimos al hostel como a las 22 de la noche, donde la gente recién estaba empezando a cocinar. Fumamos un poco en el patio mientras pintó un karaoke de canciones a dos voces. Tipo Alex Ubago o Amaral, cada uno haciendo la voz masculina o femenina respectivamente.

Un desastre, por supuesto. Mar también me recomendó algunos buenos temas de grupos musicales españoles que me agendé en Spotify.

Ella se acostó temprano (11 hs) y yo me quedé paveando un rato más con la gente del lugar hasta que me terminé yendo a dormir pasada la medianoche. El día siguiente tocaría regresar a Mendoza para los últimos días de mi vieja. Entre los planes se encontraba visitar a una familia amiga (Los Robles) y hacer un último gran trekking.

 


“Si en Mendoza no toma vino, ¿para qué ha venido?”

¡Hasta la próxima!

 Mendoza Parte 3 (Season Finale)


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=>> Otros posts sobre VIAJES en el blog: “Mis días por Mendoza (parte 1)”; “Mis días por San Luis (parte 1)”; “Mis días por San Luis (parte 2)”; “Mis días por San Lorenzo (agosto 2023)”; “Un paseo por San Nicolás de los Arroyos”; “Refugios del Bolsón: el ascenso a Los Laguitos”; “Mis días por el norte argentino: Salta, Tucumán y Jujuy”.


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3 comentarios:

  1. Muchas aventuras, dan ganas de visitar ya mismo. Alegrón que lo pasaras tan bien, a preparar el bolso y tratar de ir. Un saludo

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    1. La verdad que San Rafael está para meterle una semana entera para sacarle el jugo. Con 2 días y medio te quedás corto. =)

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  2. Estuve por ahí hace 10 años, pero si ir a Mendoza capital, tiré el ancla en San Rafael y ahí quedé, dando vuelta por los lugares cercanos, todos muy hermosos.
    Recuerdo que alquilé una bico y en esos senderos que se bifurcan, con viento a favor y bajada, le metí y le metí y le metí. Me distraje con los paisajes.
    Con viento en contra, subida y cansado, casi no llego a tiempo a devolverla, me estaban esperando con la peor cara.

    Tengo que volver.
    Abrazos!

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