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miércoles, 21 de marzo de 2018

“La iniciación” (cuento)


Mientras termino de confeccionar un post sobre la filosofía de Albert Camus y su novela El Extranjero (que me está llevando más tiempo del esperado) quería compartir este cuento que recibió Mención Especial en el “XXXI Concurso Literario FATSA”.

La Iniciación es un cuento especialmente experimental (y adrede desordenado) donde trabajo un tema muy recurrente en cualquier religión (o pseudo-religión) en su aspecto más místico: el siempre necesario un rito de iniciación.

Por acá está la versión narrada para el podcast.




***

Va el cuento. Originalmente lo publiqué en el Taller de Literautas y generó mucho debate y confusión entre los lectores. Por eso al final agrego un apartado adicional con mi interpretación de los hechos (que no es menos válida que la interpretación de cualquier otro lector).

“La iniciación” (cuento)

10. Soy uno de esos tipos que hizo toda su vida lo mismo. No es el mejor trabajo del mundo, pero paga las cuentas. Aprendí este oficio de tesorero a los once años (por la misma época en la que me adoptó mi tío) y me fui a vivir con él.

2. Se comenta que ellos creen en ídolos y supersticiones tontas. Los Luceros son gente muy cerrada. Pocos son dignos de entrar en la cofradía. Sin ir más lejos, Abelardo Gutiérrez, a quien conozco de tardes visitando a Pietro en casa, una vez mencionó que el número de electos es fijo y tiene que mantenerse constante, siempre en “43”. Ni uno más, ni uno menos.
En otras palabras: para que uno ingrese, alguien tiene que irse. Y nadie quiere hacerlo porque todos los miembros afirman estar bendecidos por la más envidiable fortuna. Ya saben: trabajos muy rentables, inmejorable salud y parejas estables.

4. Abelardo se me acercó, solemne.
—Necesito que escribas el nombre completo de Esteban y lo coloques en este sobre —explicó—. Bien. Ahora vamos.
El auto se detuvo en un descampado al costado de la ruta. Me dieron un té de boldo.
—Vas a caminar derechito durante tres horas. Usá aquella sierra como referencia —y se fueron. 
¡Qué ansiedad la mía! Caminé y caminé. Todo me pareció interminable, desconocido.

1. Mi tío Pietro –aquel que me crió luego de la inesperada muerte de mis padres– pertenecía al centro espiritista “Luz y Mente”. Los Luceros. Formaban una colectividad indescifrable que se reunía exclusivamente los martes, viernes y sábados.
Hacía un tiempo ya que Pietro quería iniciarme. Yo no podía negarme, me convenía estar bien con el viejo, que me daba techo y comida, y tampoco tenía un trabajo estable. Por esa época ya había pisado los 18 años. Era mayor de edad, quería contar con algo de dinero, poder comprarle algo decente a Ana.
Me convenció con sus últimas palabras:
—Esteban, nuestro tesorero, está robando plata. Vamos a tener que dejarlo ir. Estamos considerándote como su reemplazo.

8. Quizás fuera todo una broma, un rito de admisión para los novatos. Pidieron que fuera un domingo –día atípico para sus reuniones– sólo para ponerme nervioso. Me tuvieron días a puro arroz. ¡Y andá a saber qué tenía el té! Seguramente alguna sustancia lisérgica o psicotrópica. El pensamiento me irritó.  Encima caminar kilómetros y kilómetros de nada…
Era todo un montaje, una farsa para confundirme (o, a lo mejor, para ver si yo tenía el perfil que buscaban).

3. Mi tío me dio una lista de tareas: ayunar toda la semana y practicar mi caligrafía. El domingo me llevó a una quinta donde estaban Abelardo, quien me abrazó, y los otros cuarenta y un miembros.
—Veo que ayunaste y practicaste la escritura a mano —dijo el líder y luego agregó:— ahora viene la prueba más difícil.
Me hizo sentir magnánimo. Como si del resultado del examen pendiera, tal vez, la suerte del mundo entero. Yo sólo anhelaba un poco de estabilidad en mi vida.

6. La marcha fue un paseo por el carril de la memoria. Recordé la sangre hirviéndome el día que encontré a Ana encamada con Esteban. Los observé sin que ellos notaran mi presencia. Los odié en silencio y me fui.

7. Empecé a caminar con los ojos cerrados. Suspendí mis sentidos, intenté borrar de mi pensamiento toda imagen de las cosas corpóreas. Quise procurar ir conociéndome mejor, hacerme más familiar a mí mismo. Creo que de eso se trataba la peregrinación…

5. En un momento dado, un hombre descolorido comenzó a caminar a mi lado.
—¿Cuántos años creés que tiene el Planeta Tierra? —me dijo.
—Qué se yo. Millones.
—¿Qué te hace pensar que el mundo no podría haber aparecido hace diez minutos, exactamente como está, y con una población que recuerda un pasado completamente irreal? ¿Qué te hace pensar que no podría reiniciarse en cualquier momento?
Me hizo dudar.
—Me acuerdo de lo que hice ayer y antes de ayer. Tengo documentos, pruebas, testimonios de mi existencia. Abuelos, amigos, tíos. Fotos. Deudas. Historiales en Internet. Tickets. Cicatrices. Novia. (Una ex-novia, mejor dicho).
—¿Y dónde están?
Miré a mi alrededor.
—Por ahí…

9. Tropecé con algo en el piso. Me agaché. Toqué pelo con la mano. Toqué una nariz, una boca. Abrí los ojos. Esteban estaba pálido, desparramado por el suelo, tenía la boca toda babosa y ensangrentada. Lo palpé; estaba calentito, pero ya era un cadáver. No había nadie. A su lado observé un elemento que me resultó familiar. Lo levanté del suelo y miré su interior. El sobre estaba vacío.

(—10. Reinicio.)

FIN


***

¿Qué sucede en La Iniciación?

Este relato fue un experimento literario, ya saben, probar cosas nuevas, salir de lo convencional, buscar nuevas formas en los textos. La idea de que esté desordenada tiene dos sentidos. El primero es adaptar la forma al contenido. Al igual que los luceros intentaron “confundir” al protagonista, el cuento confunde al lector, presenta la información desordenada para generar ese efecto de “qué carajo está pasando” que vive el sobrino de Pietro.

Es lo que hace Nolan en Memento, donde la confusión es tanto para el protagonista (quien olvida todo su pasado cada algunos minutos) como para los espectadores (que ven las escenas llegar en reversa).


Por otra parte, este artilugio permite generar ciertos “giros argumentales” que solo funcionan con el texto de esa manera. Al principio leés ciertas cosas que solo tienen sentido después, o te enterás de quiénes son ciertos personajes. Al leerlo ordenado no sorprende tanto.

La clave de la interpretación estaría en el apartado #5 (no es casual que sea la mitad del #10). Ahí, el Hombre Descolorido presenta la idea de que esta peregrinación podría “resetear el mundo”, alternar las cosas de algún modo. Después de encontrar a Esteban muerto (en #9) en el #10 resulta que el protagonista fue siempre tesorero desde chico y parecería que Esteban nunca existió, se borró de la faz de la tierra. El capítulo #10 (que aparece al principio) cobra nuevo sentido solo en el final.

La iniciación era un ritual de la cofradía para ingresar al protagonista a Los Luceros, pero sólo puede haber 43 miembros, para que entre uno tiene que salir otro. Los Luceros aprovecharon que Esteban, el tesorero, robaba y lo eliminaron.

Mediante la peregrinación del protagonista, Esteban desaparece de la faz de la tierra y el mundo se resetea como uno en el que Esteban nunca existió (“el sobre estaba vacío”). Quizás Los Luceros supieron que, además, el protagonista tenía además un motivo especial, interior, para querer eliminar a Esteban y hacerse con un trabajo estable.

Eso sí: no sabemos demasiado sobre este culto: ¿qué hacen realmente? ¿por qué son 43 miembros? ¿quién es el Hombre Descolorido? Es posible que el Hombre Descolorido sea una entidad que maneja el culto, como una suerte de deidad o Dios. También pudo haber sido parte del sueño lisérgico del protagonista.

El texto es de tipo surrealista (al estilo David Lynch) y es tan ambiguo que abre las puertas a muchas interpretaciones, pero el argumento general, me parece a mí, es claro. Lo que sucede es que el texto no le grita las cosas al lector, sino que las desliza de forma más o menos sutil. (O, por lo menos, esa fue mi intención)

Como dijeron algunos lectores, creo que más allá de lo “loco” del cuento y su estructura desarmada, es posible entender qué paso y quienes eran cada uno de los personajes.


¿Qué opinan de mi interpretación de los hechos? ¿Les cambia un poco la forma de leerlo?

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5 comentarios:

  1. Interpretación propia, el personaje fue sometido a unas pruebas y falló por eso ha sido condenado al reinicio, pasar por lo mismo. Y fallar, volver al reinicio y...
    O tal vez la prueba sea escapar a un loop temporal.

    Saludos.

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  2. Pregunta: ¿Son una clase de sociedad secreta o son...demiurgos?

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  3. Sos un crack!
    Es muy bueno, pero hay que decir que no es de fácil interpretación. Tal vez por eso las controversias del taller.
    En eso es muy similar a Memento, película que considero de las mejores que vi. Me cambió la concepción de un relato tanto como lo hizo Rayuela en mi forma de leer literatura, y creo que tu cuento también tiene algo de esa novela.
    De algo estoy seguro, tus cuentos siempre llaman la atención por algo, puede ser un interés lúdico, el humor o simplemente detalles que a otros se les pasaría por alto.

    ah, me sorprendió ver la imagen de FATSA, laburo en un sanatorio, convivo con Fatsa y no sabía de este concurso, ja!

    Abrazo cráneo!

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    Respuestas
    1. Siento exactamente lo mismo por Memento y por Rayuela.
      Gracias, che. Disfruté mucho escribiendo esta pavada. La verdad que ese concursito de FATSA era bastante chiquito, de hecho. Creo que no lo conocía nadie, jaja.
      ¡Abrazo!

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