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lunes, 19 de febrero de 2018

Los cuatro tipos de héroes en la ficción


Cada vez con más frecuencia vengo sintiendo que los héroes de la ficción son poco interesantes. Pareciera que son creados específicamente para una audiencia que necesita conectarse con algún falso ideal de moralidad. Esto hace que los héroes protagonistas terminen siendo bastante superficiales y vacíos. Predecibles, incluso.


Por suerte, cada tanto aparece uno que hace que me cuestione todo lo que creo entender sobre lo que significa ser un héroe (no necesariamente un “súper” héroe, tema de debate para otro día).

¿Cuál es la línea que distingue a un héroe típico y estándar de uno más “imperfecto” y, por lo tanto, más creíble? Porque, al final del día, son estos personajes menos perfectos los que se quedan más en nuestra mente, al no funcionar únicamente como una fantasía utópica de moral intachable.

En otras palabras: ¿qué hace en un héroe se sienta “real”?



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La definición de un héroe

Para poder responder a ello, vale la pena primero ponernos un poco técnicos y definir qué entendemos por el término “héroe” (al menos, que entiendo yo).

Para los propósitos de esta nota, digamos que un héroe es un lente a través del cual experimentamos una historia (y la fuerza motivacional de la misma). 

Además de querer proteger al mundo y a sus personas por encima de su egoísmo e individualismo, tiene que ser alguien excepcional (Harry Potter es un mago, Neo es el elegido) o en busca de un objetivo excepcional (Frodo es un hobbit común y corriente, pero es el encargado de llevar el anillo hasta el Monte del Destino).


Esa última característica es la que separa a un protagonista de un héroe-protagonista. Nina Sayers, en El cisne negro, es una protagonista, mientras que La Novia de Kill Bill tiene más los rasgos de una heroína (si bien lejos del sentido tradicional).

Los cuatro tipos de héroes

Con esta definición en mente, podemos comenzar a pensar en los tipos de héroes que aparecen en las obras de ficción. Una forma sencilla de hacerlo es crear dos categorías extremas, que luego formarán una grilla 2x2. En una primera escala tenemos “identificable vs. poderoso” y en la otra “virtuoso vs. amoral”.


El héroe identificable es aquel que prácticamente no tiene poderes especiales y es bastante parecido a cada uno de nosotros. Una persona regular, corriente. Sus habilidades se acercan a las que puede tener cualquier ser humano. Me viene a la mente, una vez más, Frodo Bolsón (de El Señor de los Anillos), o Shinji Ikari, de Evangelion, y el protagonista de mi segunda novela, El Alma Dividida.

Del otro lado, y opuesto al héroe identificable, está el héroe poderoso. One-Punch Man, Superman, Goku, Dr. Manhatttan (de Watchmen). Son héroes que nos remontan a los mitos griegos, seres supremos que funcionan como ejército de una sola persona, con habilidades capaces de alterar drásticamente al mundo que los rodea.

Pero en este punto hay que hacer una aclaración importante. Un héroe es tan poderoso como su contexto lo permite. Dentro de su universo, Gregory House y Sherlock Holmes son todopoderosos porque su nivel de inteligencia y conocimientos técnicos les permiten estar por encima del resto para resolver los misterios más imposibles.


Ahora: si pusiéramos a Sherlock en Namek para enfrentarse a Freezer, no duraría ni un minuto. En el universo de Dragon Ball Z, Sherlock Holmes no es más que un civil más, sin ninguna habilidad especial que le asegure su supervivencia o superioridad.

Lo mismo pasa al revés. ¿Se imaginan a Goku insertado en un capítulo de Dr. House? Por más que sea capaz de elevar su ki para levantar piedras, volar y disparar rayos, no serviría para analizar síntomas, descubrir enfermedades extrañas y, al final del día, salvar una vida.

A eso me refiero con ser poderoso dentro del contexto del universo que nos están mostrando. Si Superman viviera rodeado de otros superhombres con sus mismos recursos, no sería un héroe poderoso. Pero, en la Tierra, es un Dios entre hombres.

Vamos con la otra escala, “virtuoso vs. amoral”.

El virtuoso es un héroe con la fibra moral más pura, son optimistas, perseguidores de la justicia y la paz: Superman, Capitán América, Deku de My Hero Academia.


Del otro lado tenemos a los héroes considerados amorales. Son justicieros y vengadores que puentean la cuestión moral cuando se interpone en sus objetivos. Uno de los ejemplos más clásicos es el Punisher, Frank Castle.

Entiendo que estos rasgos no son mutuamente excluyentes entre sí. Se puede ser todopoderoso y, aun así, identificable. Ser o no ser moral tampoco es lo contrario de ser virtuoso. Lo que quiero decir es que, a gran escala, podemos distinguir que un ser con infinitos poderosos no nos va a llegar del mismo modo que alguien ordinario como nosotros.

La grilla de héroes

Con esas cuatro características heroicas en mente, al combinarlas aparece todo el espectro de superhéroes que las ficción nos ha brindado a lo largo del tiempo. Goku y Superman son virtuosos y poderosos, mientras que Dr. Manhattan es tan poderoso como amoral.

Deku se encuentra en la esquina entre virtuoso e identificable y, como tenía que ser, Batman ocupa el lugar central, siendo un equilibrio entre la fortaleza y la moral.

Fíjense qué interesante resulta esta grilla con sólo algunos pocos ejemplos. Se vuelve evidente que el arquetipo de héroe es el estilo “Superman”, correspondiente al cuadrante superior derecho que es el de mayor concentración.

Gran parte de los héroes de nuestra ficción son muy similares, ya sea en películas de superhéroes, videojuegos, shonen japoneses o comics americanos (Marvel, DC, etc). Poderosos. Virtuosos. Semi-dioses. Comienza a aburrir un poco.

El motivo de esta concentración tiene mucho que ver con lo que teorizó Joseph Campbell en su obra El héroe de las mil caras (1949), un atemporal clásico que expone el sendero del héroe, un patrón narrativo que se ha encontrado en las historias y leyendas populares, y que luego evolucionó hacia la narrativa de ficción que conocemos hoy.


Para Campbell, el héroe suele atravesar aventuras muy parecidas en prácticamente todas las culturas, desde la antigua Grecia hasta las leyendas indígenas de América. La tríada argumental es: Separación, iniciación y retorno, cada parte con su buena cantidad de subfases.

Las más grandes historias de la ficción contemporánea han hecho uso de este camino narrativo que se ha convertido en un modelo a seguir. Star Wars, Matrix, El Señor de los Anillos, El Mago de Oz, el Universo Cinematográfico de Marvel y todas las películas de Disney siguen esta receta argumental.

Claro que el libro de Campbell nunca quiso ser una guía narrativa. No fue más que una observación de ciertos patrones que se iban repitiendo en cada mito y leyendo de la antigüedad: Hércules, Odiseo, Edipo, etc.

La necesidad de nuevos héroes

Hoy el universo de ficción está necesitando la llegada de nuevos héroes que se alejen de aquel paradigma clásico. Si volvemos a la gráfica, el cuadrante inferior izquierdo está, en esencia, vacío. Son muy pocos los héroes que podamos sentir tan mundanos y amorales como nosotros mismos.

Son pocos los héroes que sienten tan reales como el verdulero o el vecino, alejados del modelo de fantasía donde el héroe es siempre una buena persona haciendo buenas cosas porque es bueno. La vida, lo sabemos, es mucho más compleja. Y nosotros –espectadores y lectores cada vez más activos y exigentes– queremos que la ficción sea, también, mucho más compuesta.


Por eso cuando llegan los mal llamados “antihéroes” revolucionan tanto al mundo. Light de Death Note con el animé, Deadpool en el séptimo arte, Walter White en la televisión, con esa obra enorme que es Breaking Bad.

Son personajes liberados de las ataduras del héroe tradicional. Incluso en menor medida, Deku (de My Hero Academia) y Shinji en Evangelion son muchísimo más identificables, porque son débiles, frágiles y, en definitiva, más humanos. Son este tipo de protagonistas los que elevan una serie hacia otro nivel.

Ellos –como vos y como yo– no pueden resolver sus problemas con fuerza y habilidades dignas de un Dios. Sufren, los asedian cosas que no pueden controlar y tienen una capacidad muy limitada para afectar al mundo que los rodea (haciendo que, cuando realmente modifican al mundo gracias a su poder de voluntad y esfuerzo, sea mucho más significativo).

El problema de la imperfección

También queremos a un héroe que tenga fallas y debilidades. Pero esta cuestión ya es más enredada de lograr. Primero porque hay una falsa creencia de que un héroe imperfecto puede ser más identificable. Esto no es necesariamente cierto.

Volvamos a Superman, que siempre termina siendo el héroe modelo para golpear. ¿Cuál diríamos que es su gran debilidad? La kriptonita, claro, que lo deja sin poderes. Pero esa “falla” no es de su personaje, sino más bien un plot device, una herramienta argumental para darle algún desafío y riesgo a un personaje técnicamente invulnerable.

Superman no cambia su personalidad debido a la presencia de kriptonita. (Ok, esto técnicamente no es correcto. Algunos tipos de kriptonita sí cambian su personaldiad. La roja, por ejemplo lo deja sin inhibiciones.)


 Hoy en... "Comics are... weird!!"

Digamos que la kriptonita no cambia en Superman su forma de ver y entender al mundo, no altera si termómetro moral. A los ojos de cualquier lector promedio, sigue siendo un ser perfecto al que cualquiera querría aspirar.

Ahora comparemos a Superman con la versión alternativa creada por el genio de Alan Moore. En Watchmen, Dr. Manhattan era antes Jon Osterman, un científico simple que –luego de un accidente molecular– se convierte en un inmortal y omnipotente superhéroe sin ningún tipo de fallas aparente.

Su debilidad, sin embargo, es cómo los poderes le cambiaron su forma de ver al mundo. Sus ojos pueden detectar a los átomos vibrando. Experimenta presente, pasado y futuro al mismo tiempo. Conoce todos los misterios de la ciencia y el universo.

Como resultado, Dr. Manhattan se vuelve, progresivamente, menos humano. Llega un punto en el que ya no le es posible conectarse con los deseos y anhelos del hombre, y toda la vida terrestre deja de importarle porque es, lisa y llanamente, minúscula en escala.


We're all puppets, Laurie. I'm just a puppet who can see the strings.”
― Alan Moore, Watchmen.

Esto le brinda al personaje una perspectiva diferente. Un superhéroe con un concepto del bien y el mal completamente diferente a lo que se había visto antes.

Palabras finales

En los últimos años, mi tendencia ha sido la de engancharme con héroes más complejos que se alejan del estereotipo del mito griego. Cuanto más distanciados del muerto de Superman, mejor.

Por eso sigo recomendado Watchmen siempre (¡y atentos a Doomsday Clock, que viene muy bien!). Tampoco me canso de recomendar el animé My Hero Academia, que es relativamente nuevo pero que ya demostró, con sus dos temporadas, que es algo fresco y diferente.

Y, especialmente, sigo disfrutando muchísimo de Batman en los comics, el único superhéroe que encuentro perfectamente equilibrado entre los cuatro rasgos característicos que reflejan la moralidad y fortaleza. La corrida actual en DC Rebirth es muy disfrutable, al igual que lo fue su época de New 52.

***



Una última aclaración: esta nota intenta ser un acercamiento general hacia los tipos de héroes y no tiene que ser interpretada como algo universal y herméticamente sellado.

Ciertamente, Superman ha ido cambiando muchísimo a lo largo de los años. Quizás el Clark Kent de la época dorada encaja bien en esta grilla, pero el personaje fue evolucionando y volviéndose más complejo=humano con el tiempo. (ver “¿Qué la pasó al hombre del mañana?” para un ejemplo concreto).

Del mismo modo, en Dragon Ball Z Goku es más amoral de lo que aparenta al principio. Esto es especialmente cierto en el manga y el animé original japonés (mucho de ese aspecto de su personalidad se perdió con el doblaje latino). 

A Goku le importa poco la pérdida de vidas humanos o de universos completos si tiene la posibilidad de luchar con alguien más fuerte que él (algo que quedó bastante evidente en los últimos episodios de Dragon Ball Super).


"¿Todos los universos que pierdan van a desaparecer por completo? 
¡Joya! Mientras pueda pelear con Jiren, dale nomás..."

¡Hasta el próximo post!

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4 comentarios:

  1. Muy interesante.
    Como detalle cómico, Goku le teme a las inyecciones, así que huiría espantado de Dr. House y buscaría una pelea con Freezer.

    Es curioso que Sherlock Holmes podría ser un antecedente de Batman, por su habilidad deductiva. Incluso Batman ha usado una tercer personalidad para infiltrarse, como Holmes. El detective no es de los heroes impolutos, siendo sus metodos a veces criticados por Watson, como en Un escándalo en Bohemia.

    Batman es el heroe a quien piden ayuda heroes más poderosos.
    Y la clasificación se vuelve compleja cuando lo de poderoso depende de un elemnto externo, como el Anillo de Poder de Green Lantern. Curiosamente, Batman ha usado anillos de Espectro Emocional.
    Otro detalle curioso, en los inicios era más amoral, no respetaba la vida de los criminales. Ese detalle de amenazarlos sin matarlos era propio de la primera etapa de Superman, que era menos poderoso.

    Algunas ficciones proponen cierta dificultad en elegir lo moral. Holmes ha elegido no revelar al autor de un asesinato, por encontrar alguna justificación, como defender a una mujer de su esposo.

    Y también está el tema de los personajes que se alejan de la humanidad, para seguir a unos principios dificiles de entender, es el caso de los Guarianes del Universo, creadores del Green Lanter Corps.

    Interesante entrada.

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    1. Demiurgo, mucha información copada tiraste.
      Tenés mucha razón en todo, y especialmente en el hecho de que los superhéroes han ido cambiando muchísimo a lo largo del tiempo. Como decís vos, Batman al principio mataba a los criminales (lo hace en el primer número, de hecho) y Superman no era tan poderoso. De hecho, Superman no volaba en los primeros tomos, sólo saltaba muy alto (algo así como John Carter en aquella novela de Burroughs).
      Me hiciste reír con lo de Goku. Fue una analogía muy creativa. ¡Me había olvidado que le tiene miedo a las inyecciones!
      Un saludo grande.

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  2. Hoy en día me quedo con la revolución de los antihéroes. O de los héroes al estilo personajes de Soriano, o el Pereira de Tabucchi o incluyo el que estoy leyendo hoy, el Wallander de Mankell. Todos detectives con sobrepeso, con problemas de alcohol u otros vicios, quilombos familiares, etc... pero que en algún momento se la juegan

    Aguante Walter White
    Abrazo!

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    1. La nunca bien valorada "novela policial negra". Tenga algún cuentito escrito con ese tipo de detectives. Y he leído también algo de Raymond Chandler.
      Desde The New 52 (2011), Batman se viene convirtiendo en un detective un poco más cerca de Philip Marlowe que nunca.
      ¡Saludos!

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