Este año estuve empapándome bastante de Nietzsche.
Entre las charlas de Dario
Sztajnszrajber para la Facultad Libre
Virtual y algunos textos que leí por mi cuenta, descubrí que el pensador
alemán comparte muchos de mis pensamientos ideológicos. (Aunque no tantos como
Sartre, el filósofo que más me representa).
Por eso hoy estreno Filosofía a la mano, esta nueva saga del
blog, con Nietzsche. El objetivo es lograr resumir, en la medida de lo
posible, sus ideas y pensamientos más importantes.
El origen de
la tragedia (1871): la pérdida del equilibrio
Leer a Nietzsche es bastante complicado, y más lo
es interpretarlo. Tiene una visión tan abierta a múltiples lecturas que ha sido
tomada (y adoptada) por grupos super extremos. Hay una lectura de Nietzsche
nazista y anti-nazista del mismo modo que hay una lectura de un Nietzsche
cristiano y anti-cristiano.
Si bien él ya había escrito algunas cosas antes, su
primer texto publicado es El origen de la
tragedia (en realidad, el título es bastante
más largo).
Nietzsche consideraba que la vida es cruel y
dolorosa, pero el arte nos puede dar la fuerza necesaria para afrontar el dolor
y decirle “Fuck you, life!”.
En El origen
de la tragedia principalmente busca demostrar que en la civilización griega
de antes de Sócrates existía cierto equilibrio entre dos elementos que él
representaba con dos dioses: Apolo,
el dios de la razón, el orden, la moderación y el equilibrio, y Dionisio, justamente todo lo contrario.
De Apolo surge el concepto, o la cualidad, de ser
“apolíneo”. Es la persona prudencial, contenida, que siempre se levanta a la
hora puntual y cumple con todas las normas y etiquetas sociales. Todos
conocemos a esa gente intachable que bebe con moderación, nunca habla mal del
resto y es siempre correcta. Ellos se acercan más a los valores que representa
el dios Apolo.
En el otro lado del ring está Dionisio,
representando a los que de moderados no tienen nada. Ya saben: los amantes de
las libertades, la fiesta, el descontrol, el desenfreno, caos, locura, etc,
etc. Estos son los “dionisíacos”, aquellos que traspasan un alambrado aunque
diga “prohibido pasar” o toman alcohol sin medirse porque “de eso se trata la
vida”.
Nietzsche creía que los elementos apolíneos y
dionisíacos estaban fusionados en el hombre de la Grecia antigua (lo cual, para
él, era genial, lo ideal). El pensador veía a la tragedia griega como un coro
dionisíaco que, una y otra vez, se descarga en un mundo apolíneo de imágenes.
El problema fue que esta fusión entre Apolo y
Dionisio se rompió. Y los culpables, al parecer, fueron los dos más grandes
filósofos de la antigüedad: Sócrates
y Platón, pensadores que, con su
intelectualismo, con su raciocinio, intentaron acabar con los elementos dionisíacos,
dejando sólo los apolíneos.
Dice Nietzsche:
«Sócrates fue una equivocación. Toda la moral del perfeccionamiento, incluida la cristiana, ha sido una equivocación.»
El filósofo
del martillo
Ya en su primer libro, el filósofo da muestras de una
de sus características principales. Va contra todo lo impuesto, viene a romper
lo establecido con un martillo. Toda su filosofía se basa en descreer de lo que
nos impusieron como verdades.
Él estaba convencido de que la realidad es caótica,
contradictoria, imprevisible, cambiante. Pero llegan dos fulanitos agrandados (Sócrates
y Platón) y se inventan que hay un mundo racional y ordenado.
Así, opina el alemán, comienza la decadencia del
mundo occidental. Luego llega el cristianismo, que intenta convencernos de que
el mundo en el que vivimos ni siquiera es el verdadero y que es necesario
sufrir y resignarnos. ¿Para qué? Para eventualmente ir a otro mundo extraño,
que nadie conoce.
Y es que Nietzsche fue un filósofo muy filoso (pun intended). Muy crítico. Sus
compañeros lo llamaron El Filósofo del
Martillo por esa misma razón. Llega decidido a romper con todo, a golpear
las teorías infundadas en las que se basa la cultura occidental.
El alemán nos invita a recuperar el instinto
dionisíaco, a amar la vida terrenal, disfrutarla. No se cree Jesús ni un
salvador, aunque trae un mensaje que rompe los esquemas de muchas personas: Dios
ha muerto. Pero tranquilos, que ya llegaremos a eso.
Sobre verdad
y mentira en sentido extramoral (1873)
Me encanta cómo inicia su segundo texto publicado:
«En algún apartado rincón del universo centelleante, desparramado en innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de la “Historia Universal”: pero, a fin de cuentas, sólo un minuto.»
Este librito tiene dos cosas interesantes. La
primera es que es muy corto (20 páginas). Lo segundo es que es muy ameno y se
deja leer con facilidad. Nietzsche tenía, indudablemente, un costado literario,
y muchos de sus textos están adornados con fábulas, metáforas y ejemplos
concretos que facilitan la lectura.
Esto no implica que sean más “fáciles”,
pero sí bastante más llevaderos.
En “Sobre
verdad y mentira” Nietzsche reafirma algunos conceptos de su primer libro.
Por ejemplo, ataca al cientificismo,
una ciencia que pretende hacer pasar meras interpretaciones como conceptos
verdaderos, con el único fin de darle seguridad al hombre.
Vuelve la idea del caos en Nietzsche: la
naturaleza, el mundo, no es algo definido ni regular. Aunque esté definido por leyes físicas y matemáticas, estas leyes no rigen la vida del hombre, que
es impredecible y lleno de incertidumbres.
Así, para el autor el hombre tiene miedo a lo
desconocido y al cambio. Pero la vida es pasión, es movimiento, es un continuo
golpe de olas, una tras otra, que nos van arrimando a diferentes orillas. Está
llena de contradicciones.
Estas teorías iniciales son las que Nietzsche luego
utilizará para conformar el concepto de Übermensch
(el superhombre).
Zaratustra:
para todos y para nadie
Así habló
Zaratustra (1883) es considerado
el magnum opus del filósofo. La obra literaria, tan alegórica como filosófica,
integra las principales ideas de Nietzsche.
En esencia se trata de una parodía de la Biblia
cristiana, hechos y reflexiones de un profeta que resultó ser el primer creador
de una religión monoteísta, un mesias que viene a dar un nuevo mensaje:
«Muertos están todos los dioses, ahora queremos que viva el superhombre»
Según Zaratustra
(según Nietzsche) el cristianismo ha envenado a la humanidad ofreciéndonos una
moral de esclavos, de resentidos. Nos piden que suframos, pero él dice que no
hay razón para seguir sufriendo. La muerte de Dios nos libera, ya podemos
cortar las cadenas de lo sobrenatural, de las falsas ideas impuestas.
¿Qué hizo el cristianismo sino defender todo lo que
es nocivo para el ser humano?
Ojo con esto: Nietzsche no odiaba al personaje
histórico de Jesús, como algunos creen. Lo veía como un hombre noble que le indicó
al mundo cómo vivir. Pero cuando Jesús murió, el evangelio murió con él.
Una vez que logramos librarnos de las cadenas del
cristianismo, nos encontramos frente al abismo de la nada. Todo aquello que
creíamos verdad ha resultado ser falso. Entonces, dice Nietzsche, aparece en
nosotros un estado psicológico denominado nihilismo.
“Nil” quiere decir nada. Estamos solos,
perdidos, sin valores prestablecidos, sin valores absolutos, no hay ninguna
estructura racional y universal en la que podamos apoyarnos. Dios ha muerto, y fuimos
nosotros los que le dimos la muerte. ¿Cómo consolarnos? Para ello aparece el
superhombre.
Übermensch
es un concepto cuya traducción más digna es “bien superior” o “más allá”.
Y vale
aclarar que esta palabra no tiene marcas de género en su idioma alemán. Se
suele traducir como “superhombre” o incluso “ultrahumano”. (De acá es donde se
agarraron los nazis para decir que la filosofía nietzscheana es nazista).
Las tres
fases del superhombre
Para llegar al superhombre –aquel ser liberado de
las cadenas de lo impuesto– se tienen que atravesar tres fases que Nietzsche
simboliza (a partir de las enseñanzas de Zaratustra) con un camello, un león y
un niño.
El camello
es alguien que obedece ciegamente, que se encuentra arrodillado ante la ley
moral aunque aspira a algo más. Por eso eventualmente puede convertirse en león, aquel que se niega a los valores
impuestos, si bien es incapaz de crear valores nuevos.
Por último aparece la figura del niño, libre de las ataduras de las
creencias infundadas, con amor por la vida y voluntad fuerte.
Lo propio de
cualquier niño es estar embriagado de la naturaleza dionisíaca, mientras que
los camellos ignorantes inclinan su cabeza ante las crueles ilusiones de lo sobrenatural.
Así, el superhombre puede interpretar la realidad a
su manera. Es voluntad de poder que grita “sí” al eterno retorno. ¿Qué es el
eterno retorno de Nietzsche?
El eterno
retorno: la culminación de la filosofía nietzscheana
La
insorportable levedad del ser (novela de Milan Kundera que ya
analicé en el blog) es un texto literario de indudable sabor nietzscheano.
El concepto del “eterno retorno” se menciona en el
libro ya desde el primer capítulo:
«La idea del eterno retorno es misteriosa y con ella Nietzsche dejó perplejos a los demás filósofos: ¡pensar que alguna vez haya de repetirse todo tal como lo hemos vivido ya, y que incluso esa repetición haya de repetirse hasta el infinito! ¿Qué quiere decir ese mito demencial?»
El fascinante primer capítulo explica, de forma muy
didáctica y concreta, el concepto del eterno retorno. Es la culminación y el
final del camino de la filosofía de Nietzsche.
Generalmente concebimos el tiempo de forma lineal;
hubo un pasado, hay un presente y habrá un futuro. Hasta la gramática se ajusta
a esta estructura, y nos condiciona a pensar así.
Pero, ¿y si no aceptáramos este sistema lineal? Los
astros realizan movimientos circulares en el espacio, ¿cuál diríamos que es la
línea de salida, cuál la meta, cuál la entrada en esos casos? A lo mejor, en el tiempo circular no hay ni salidas
ni metas, simplemente se da vueltas y vueltas sobre lo mismo. Un movimiento que se repite una y otra vez
eternamente. Un eterno retorno.
Imaginemos que nuestra vida se fuera a repetir
durante toda la eternidad. Como una película que vuelve a comenzar cuando
arrancan los créditos finales. Un bucle infinito. ¿Valdría la pena las cosas
que hacemos? Nietzche dice que sí, si cada uno de los instantes de nuestra vida
se va a repetir infinitas veces, estamos clavados a la eternidad, y entonces
cada momento cuenta porque cada momento va a volver a repetirse.
Es la carga más pesada, insoportable incluso. ¿Cómo
te gustaría vivir, considerando que cada minuto se volverá a vivir por toda la
eternidad? Este experimento mental puede ser una poderosa manera de invitarnos
a vivir de tal modo que no nos intimiden los infinitos retornos. Que volver a
vivir cada momento sea memorable. En este contexto, la estupidez es
irreparable. Los momentos no sólo no se recuperan, sino que además se reviven
exactamente de la misma forma.
La idea del eterno retorno fue muy polémica y sigue
hoy siendo muy discutida por el circulo académico. Se cree (falsamente) que Nietzsche
lo consideraba como una concepción del tiempo real. Sin embargo, no es más que
un deseo del superhombre, y tiene una carga simbolica.
Por cierto, para introducirse un poco más a las ideas de Nietzche, La insorportable levedad del ser es una buena manera. La obra es super filosófica y toca, en algún punto, todos los elementos ideológicos del autor.
«Las preguntas verdaderamente serias son aquéllas que pueden ser formuladas hasta por un niño. Sólo las preguntas más ingenuas son verdaderamente serias. Son preguntas que no tienen respuesta. Una pregunta que no tiene respuesta es una barrera que no puede atravesarse. Dicho de otro modo: precisamente las preguntas que no tienen respuesta son las que determinan las posibilidades del ser humano, son las que trazan las fronteras de la existencia del hombre.»
(La
insorporable levedad del ser. Milan Kundera)
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=>> Otras notas filosóficas en el blog: “La
insoportable levedad del ser”; “Gritos
en el silencio”; “The
Sunset Limited y el mito de Sísifo”; “Las
cuatro filosofías de vida en el Cine y la Literatura”; “El
secreto y la filosofía new-age de Rhona Byrne”; “A
puerta cerrada, obra dramática de Jean Paul Sartre”.
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Interesante lo que que contás de este filosofo, aunque no sé si Apolo era moderado. A veces era tan vengativo, tan pasional como otros dioses.
ResponderEliminarPero es interesante la defensa de lo dionisiaco, su ataque al cristianismo, esa idea de que hay que sufrir.
Tal vez yo esté en la fase de león.
mierd.. carajo.. que difícil todo !
ResponderEliminarEstimado.., logras exponer a Nietzsche de manera clara y jovial... y te lo digo humildemente.. No sigues el criterio de exposición que planteas al principio, pero eso va con N. pues rompes el esquema... Luego, termina abruptamente, y te deja con ganas de seguir leyendo, por lo que, en ese sentido sería más un punto fuerte que débil... muy inteligente... (Me faltó que incursionaras algo más en la voluntad de poder..., lo espero en otro texto!!!) Saludos!
ResponderEliminarLa idea, Gabrielle, es un poco esa. Que sea informativo pero, por sobre todo, entretenido. Como si le estuvieras contando sobre este filósofo a un amigo con un café de por medio. Ya salió la segunda parte, en este caso sobre Sartre.
Eliminar¡Saludos!
http://viajarleyendo451.blogspot.com.ar/2017/10/filosofia-la-mano-ii-sartre-existencialismo.html