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jueves, 15 de junio de 2017

Dragon Ball Super ya no apesta (y además es genial)


No pienso retractarme de la nota sobre Dragon Ball Super que escribí en el 2015 (5 motivos por los que Dragon Ball Super apesta).

En aquella época, la esperada continuación de los eventos de Dragon Ball Z estaba mal animada, repetía las mismas historias de las dos películas (La Batalla de los Dioses y La Resurrección de Freezer) e insultaba a los fans con relleno estúpido, personajes actuando muy lejos de sus contraparte en Z y.. ¿dije que estaba realmente muy mal animada?

Sin embargo, contra todo pronóstico ahora está acercándose a su tercero año en emisión (casi cien capítulos). 

Lo que es todavía más llamativo es que es una de las series de animé más populares y su más explosivo arco argumental (la Saga de la Supervivencia Universal) está por arrancar con todo.

Es el primer animé que veo los fines de semana cuando se estrenan los cuatro que estoy siguiendo en la actualidad.

Dragon Ball Super me genera tanto odio como amor. Pero cuando genera amor, genera mucho amor. El último episodio fue uno de los buenos: nos reunió nuevamente con Freezer, el Freezer villano que todos conocíamos (no el que habían masacrado con su resurrección) y brindo muchos encuentros memorables (Roshi y Karim, Piccolo y Androide N° 17, Freezer y Goku, etc).


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Estos son los motivos por los que creo que Dragon Ball Super no sólo ya no apesta (tanto), sino que además es bastante genial. Por cierto: #Spoilers.

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Los arcos argumentales hasta ahora

La comunidad en general está de acuerdo en que Dragon Ball Super comenzó a levantar (y mucho) cuando llegó el primer arco argumental completamente nuevo: El torneo del Universo 6.

Esto significa, en esencia, que puede comenzar a verse Dragon Ball Super desde el capítulo 28 (habiendo visto antes las dos películas predecesoras) y no te perdés de nada. Es más, hasta yo recomiendo hacerlo para no decepcionarse en demasía.


“El torneo del Universo 6” (19 episodios) tuvo sus momentos olvidables (hay que acostumbrarse a desenchufar completamente el cerebro con esta serie, o las desilusiones van a ser grandes) pero también brindó muy buenas peleas.

El climax de Goku contra Hit fue cuando, por primera vez, sentí que estaba reviviendo Dragon Ball Z en sus mejores momentos.

Además, Vegeta recuperó su estado de personaje cool, conocimos el multiverso, a otros dioses (¡el debut de Zen-Oh!) y a algunos personajes con habilidades interesantes.

Luego llegó la Saga de Black Goku, lo mejor que le pasó a Super hasta ahora.

Son 30 capítulos bien animados y, en general, muy satisfactorios. El regreso de Trunks del futuro, un misterio atractivo, nuevas transformaciones y peleas muy copadas: Vegito Vs. Zamasu, la pelea cooperativa de Goku y Trunks contra Zamasu, etc.



Post-Black Goku llegaron mini arcos y rellenos de todo tipo. Algunos son muy divertidos, otros son obras maestras de la comedia (¡el episodio de Baseball está al nivel del mítico capítulo donde Goku y Piccolo aprenden a manejar!) y unos tantos para el olvido.

El nuevo y venidero arco argumental, un torneo masivo donde 120 luchadores van a competir en una misma arena para asegurar la supervivencia de su universo, está por dar comienzo. ¿Qué mejor momento para hablar de lo que hace que Dragon Ball Super sea (ahora) una gran serie?

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Captura el espíritu del Dragon Ball original

Para aquellos que crecimos con Dragon Ball Z, el animé original que muestra la juventud de Goku está medio perdido en la memoria. Lo vi todo por Magic Kids, pero no está cerca de la cantidad de veces monstruosas que vi DBZ.

Una de las cosas que Dragon Ball Super hace muy bien es recuperar ese espíritu aventurero que tenía la original. Más allá del fanservice nostálgico (ya hablaremos de eso luego) acá nos brinda pequeñas aventuras que expanden el universo de la serie, mostrándonos más el día a día de cada personaje y sus conflictos.

Los episodios que le devuelven el status a Gohan o a Krillin son maravillosos. También lo son el encuentro entre Trunks del futuro y Gohan o los episodios enfocados en Piccolo y Vegeta. Si bien no todos estos rellenos son buenos, las peleas han tomado un lugar más secundario, y la fantasía y el humor subieron a la cabeza.

Sin ir más lejos, en Super volvieron también los torneos.

En el Dragon Ball original tenías un torneo zarpado luego de cada gran arco argumental, y eran excelentes. Los Tenkaichi Budōkai Tournaments generaban peleas entre compañeros, nuevos enemigos y diversión asegurada.

A partir del éxito de aquella clásica serie, meter torneos en un animé se volvió un tópico común. Lo hiieron Naruto, One Piece, Fairy Tail, The Seven Deadly Sins y My Hero Academia, entre tantos otros animés.

Dragon Ball Super recuperó estos torneos que estuvieron inexistentes en Dragon Ball Z (los juegos de Cell y el torneo N° 31 no cuentan realmente). De hecho, el torneo entre el Universo 6 y el Universo 7 marcó el momento en el que Super valió la pena en serio.

El fanservice (no del tipo que estás pensando)

Akira Toriyama y el resto del equipo entienden que le deben todo a sus fans, y por eso están dándonos exactamente los momentos que queremos ver.

Han deshecho todo lo desastroso de los primeros dos arcos, devolviéndonos la esperanza. ¿Gohan es un pelele que no quiere pelear? Ahora volvió a su forma más fuerte (la que tuvo al pelear con Magin Boo). ¿Krillin está con pelo y labura de policía? Ahora volvió a ser el buen Krillin de siempre.


 ¿Querías ver a Gohan y Piccolo contra Goku y Tien Shin Han? Tomá...

¿Qué me dicen de Yamcha? Nos encanta reírnos de él, así que Toei Animation hace exactamente eso. Le dan más duro que al abuelo de los Simpson. ¿Querían grandes encuentros? ¿Roshi volviendo a sus raíces de peleador? ¿La Super Saiyajin mujer? Ahí tienen todo.

Admito que no todo funciona, y que varias veces meten la pata bien hasta el fondo. Pero lo cierto es que le están metiendo pila para que la cosa funcione. Dragon Ball Super es un producto para fans, y los fans están respondiendo cada vez mejor. Honestamente, la serie ya es otra cosa en comparación con su desastroso comienzo.

El regreso de la diversión

Como resultado de todo lo anterior, tenemos un animé que es divertido, a veces sorprendentemente ingenioso y cada vez mejor animado. Además se ha vuelto muy metatextual, muy consciente de sí mismo.

En este momento, es un producto bueno porque está evolucionando y respondiendo a su audiencia. Se ríe de sí mismo, no se toma demasiado en serio y brinda buen entrenamiento semana a semana, exactamente como cuando éramos chicos.

Al final del día, Dragon Ball Super dejó de apestar porque se mejoró la calidad (desde aspectos técnicos) y especialmente porque reconoció sus errores y trabajó para mejorarlos.

Hoy me dan ganas de ver cada capítulo siguiente, aunque me enoje que la transformación en Super Saiyajin sea “sentir una picazón en la espalda”, que algunos rellenos sean un insulto a la inteligencia o que el diseño de personajes nuevos deje mucho que desear. 

Es el animé que amo odiar y odio amar.

Ojalá que la cosa siga así para la serie. Estoy con muchas expectativas de ver cómo trabajan con este nuevo arco argumental.

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Antes: animación hecha en Paint...

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