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martes, 2 de mayo de 2017

Limbo: un terrorífico universo de luces y sombras

Hay belleza en la oscuridad, en las sombras y en la insondable soledad. Por lo menos, el monocromático videojuego Limbo así lo demuestra. 

Este pequeño juego independiente del 2010 se convirtió rápidamente en uno de los favoritos de muchos debido a la sencillez de sus controles, los ingeniosos rompecabezas que presenta y una narrativa ambigua que nos sumerge en un universo tenebroso.
  
Limbo es el juego ideal para quienes (ya) no tienen mucho tiempo para jugar videojuegos. Es relativamente corto (unas tres horas y media para completar el modo historia principal) y puede jugarse de a ratos sin problemas.

La trama nos pone en los zapatos de un personaje sin nombre, un niño que comienza una odisea por un mundo gris y peligroso en busca de su hermana.

Este juego de plataformas y rompecabezas en 2-D llama especialmente la atención por su estética de luces y el ambiente de terror que presenta. Se trató del primer videojuego independiente creado por Playdead, un estudio independiente en Dinamarca.

La mecánica de juego es de tipo “prueba y error”, aunque los desarrolladores la describieron más bien como de “prueba y muerte”. Esto es porque, de hecho, las chances son que uno muera con bastante frecuencia, y de las formas más horribles posibles.

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En Limbo se lidia constantemente con la muerte, y el juego pretende que aprendamos una lección importante cada vez, sin llegar a ser frustrante. Un reto que se consigue de forma admirable.


En general no hay demasiadas indicaciones de la solución a cada rompecabezas más que mandarse a ver qué pasa. Consta de 24 niveles y, como en la mayoría de los plataformeros de dos dimensiones, el protagonista puede desplazarse hacia la izquierda o a la derecha, saltar, trepar, subir y bajar escaleras, y empujar o jalar ciertos objetos. 

La primera mitad del juego tiene lugar en un bosque tenebroso y la segunda en una especie de ciudad/fábrica abandonada.

Los gráficos minimalistas le confieren una atmósfera de misterio que inquieta, y representan el aspecto más original. Acompañan pequeños efectos de sonido que aportan a un ambiente oscuro y gris.

Otro aspecto interesante es que su sistema de capítulos se traduce en un videojuego que puede recorrerse de principio a fin sin las molestas interrupciones de tiempos de carga e interludios. Si a esto le sumamos la posibilidad de hacer diferentes “retos” (pasarlo sin morir, recuperar todos los 11 huevos, realizar ciertos “achievements”), no es raro que Limbo se haya convertido rápidamente en un favorito de los speedrunners (jugadores cuyo objetivo principal es acabar un videojuego lo más rápido posible, aprovechando las bondades del juego, sus bugs, glitches y atajos).

En cuanto a los puzzles, es destacable que apenas se repitan entre sí. 

Cada sección tiene formas de resolverse distintas, asegurando que el juego nunca se vuelva repetitivo. Sí me parece que la primera mitad es superior a la segunda, que se torna un poco más convencional del género de plataformas e incluso nos dirige hacia un final que es, a mi parecer, muy anticlimático.

Sin embargo, hay pocos juegos que sean tan originales, atmosféricos y consistentemente brillantes como Limbo. Gracias a su elegante sencillez, ofrece un sinnúmero de posibilidades.

En resumen: Limbo es una hermosa pesadilla que recomiendo para quienes –como yo– buscan juegos cortos, desafiantes e ingeniosos. Es brillantemente crudo, y detrás del infantil aspecto de su protagonista se esconde una oscuridad tan amenazadora como la del propio universo que nos rodea en esta enigmática aventura. 

Muy recomendable.


LIMBO está disponible en varias consoles, en versión mobile y en Steam.

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2 comentarios:

  1. Una hermosa pesadilla, un oximoron, que puede describir un juego con esa historia.
    Creo que hay una influencia de la historieta en blanco y negro.
    Interesante.

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    Respuestas
    1. Qué linda palabra "oxímoron". Como decía Baudelaire: "Placeres espantosos y dulzuras horrendas".

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