El género fantástico es, innegablemente, uno de los
más difícil de definir. Fueron muchos los estudiosos literarios que buscaron precisarlo.
Una de sus concepciones más universalmente acreditadas es la de Tzvetan Todorov.
Todorov, como muchísimos otros rusos de la escuela
estructuralista, fue uno de los grandes
pioneros en el estudio de “lo literario”. En su célebre ensayo Introducción a la literatura fantástica
(1970) coloca a lo fantástico entre lo
insólito y lo maravilloso, y sólo se mantiene el efecto fantástico mientras el
lector duda entre una explicación racional, asombrosa pero lógica, y una
irracional.
Aunque más tarde Todorov fue criticado por su
enfoque cerrado, la esencia se mantiene. En el género fantástico el conflicto
se genera cuando los eventos anormales colisionan contra el orden de la
realidad.
Samanta
Schweblin es una de las autoras contemporáneas que más ha cultivado el
cuento fantástico argentino en los últimos años. Y ella, en entrevistas, ha
contado que la etiqueta de “género fantástico” la asusta. La razón es que sus
historias no contienen brujas, mundos parelelos, magia o princesas en peligro.
Son, de hecho, relatos donde –como Cortázar,
como Bioy Casares, como Horacio Quiroga– todo ocurre en un
plano realista (a veces hiper-realista) pero
“hay algo: un detalle, una sospecha, que abre la historia a la posiblidad de
otra cosa”.
A principios de 2015 ganó el IV Premio Internacional de Narrativa
Breve Ribera del Duero con su antología Siete casas vacías. Un
premio dotado en 50.000 euros.
Ya en 2002
se había llevado a su casa el primer premio
del Fondo Nacional de las Artes,
y de ahí no paró: el premio Haroldo Conti,
el Casa de las Américas en el 2009 (por su libro Pajaros en la boca) y el Juan
Rulfo (por el relato “Un hombre sin
suerte”), entre otros.
Yo, como escritor, le tengo un poquito de envidia (…
un poquito).
«Creo
que la literatura tiene mucho de esto.
De
acercarse al abismo, a los miedos y los odios más profundos
que
no reconoceríamos ni en nosotros mismos; de la posibilidad inaceptable de la
muerte, y de
regresar a la vida diaria lo más ilesos posibles.»
(Samanta
Schweblin)
Leí varios cuentitos de ella y, aunque no puedo
decir que quedé totalmente impresionado, sí puedo ameritar que llaman la
atención.
Muchos pueden encontrarse por Internet. El primero al que me le
acerqué fue Matar a un perro. En
este link pueden leerlo. Se trata de un relato crudísimo donde un aspirante
a matón tiene que demostrar sus nervios de acero dándole muerte a un canino. Es
tan real, tan visceral, que horroriza.
Hoy en día, “Matar
a un perro” (perteneciente a su antología El nucleo del disturbio) es un clásico de las antologías de cuentos
fantásticos argentinos.
Otro de sus textos es Mujeres desesperadas, y
éste viene con una serie de giros argumentales interesantes y un final
particularmente ingenioso. Acá
pueden leerlo online. El relato nos lleva hasta una desamparada ruta en la
cual las novias, recien casadas, son abandonadas de forma cruel por sus
maridos. La autora utilizó este cuento para comentar de dónde surge la
inspiración para escribir y cuáles suelen ser sus disparadores.
Schweblin comentó
–y acertadamente, agregaría– que al escritor muchas veces las ideas le llegan
como imágenes sueltas que quedan en la memoria mucho tiempo. Germinan hasta que
de pronto, como un flechazo, se manifiestan en una historia de principio a fin.
Algo así le sucedió cuando vio en la TV a una mujer sola en una noche lluviosa,
con el vestido de novia puesto y revisando el motor de su auto.
4 años más
tarde se convertiría en Felicidad, la protagonista de “Mujeres desesperadas”.
Un texto que sin dudas merece su mención es Un
hombre sin suerte, ganador del premio Juan Rulfo 2012. Hace un tiempo
reseñé en el blog “La
otra piedad”, un impresionante cuento de Laura Massolo que se llevó el Rulfo casi 10 años antes.
Acá
puede leer “Un hombre sin suerte” online. En sus textos de fantasía,
mayoritariamente siniestros, la autora suele dejar un lugar para pequeñas pinceladas
paródicas, como si el humor fuera una suerte de oxígeno para un relato oscuro y
asfixiante. Algo así sucede con este texto.
La historia es una inquietante ficción sobre la excursión
a un centro comercial de una niña de ocho años. Lo curioso, lo perturbador, es
que la niña no tiene bombacha y la acompaña un misterioso hombre adulto.
El
calificativo de “extraño” le queda chico.
Aparentemente hay mucho material autobiográfico
detrás de esta historia. Según comenta la misma autora: “hay lavandina, hospital y bombachas, y hay sobre todo, un hombre sin
suerte”.
► En
estos días, la argentina de 34 años vive en Berlín, donde realiza una residencia de escritura (beca otorgada
por el gobierno alemán). Bastante se ha hablado de su última antología (Siete
cajas vacías) que le valió el codiciado premio de 50.000 euros y un
reconocimiento literario más. Pero como todavía me tengo que hacer tiempo para
leerlo, quedará para un próximo post. ¡Bis
die nächste!
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=>> Otros posts sobre LITERATURA FANTÁSTICA en el blog: “El
mundo de afuera, fantasía y secuestro en Colombia”; “Un
planeta llamado Traición: la fantasía épica de Orson Scott Card”; “El
lapiz del carpintero, de Manuel Rivas”; “Dormir
al Sol, de Adolfo Bioy Casares”; “Casa
tomada, de Julio Cortázar”; “The
Wormworld Saga: una novela gráfica digital de Daniel Lieske”.
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Y éste es el tipo de relato fantástico que más me gustan :D No conocía a esta autora, cuando tenga tiempo voy a leerme los cuentos, gracias por compartirlos!
ResponderEliminar(y por cierto, yo también le tengo un poquitito de envidia :P)
La idea es un poco ésa: dar a conocer nuevos autores. Yo tampoco la conocía hasta hace un par de meses.
Eliminar(¡Envidia sana, espero!) =)
La desconozco por completo, esta entrada puede ser el puntapié para leer su obra.
ResponderEliminarEn la tapa de Pajaros en la boca (no se de que va el cuento) no puedo dejar de ver un conejo, tal vez por aquel famoso cuento de Cortázar
Le daremos una chance.
Abrazo!