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martes, 22 de septiembre de 2015

“El amante japonés”, una novela de Isabel Allende


Isabel Allende no es originariamente chilena. De hecho nació en Perú, en 1942, donde en esos tiempos se encontraba su padre, un diplomático chileno. Hoy vive en Estados Unidos. Y no es la hija del ex-presidente chileno Salvador Allende, como muchos creen, sino la hija de un primo de él. La confusión se agrava porque el mismo Salvador Allende tuvo una hija llamada Isabel. Típicas cuestiones de familia.

Se trata de una escritora que publica con increíble regularidad. Un año después de su última novela, sacó un nuevo trabajo: “El amante japonés”. Se lo compré de regalo a una amiga y después me lo prestó para leerlo.

La verdad es que lo único que había leído de Allende antes había sido “La casa de los espíritus” (y de chico). “El amante japonés” es una obra esencialmente de amor, de un amor que perdura por décadas, y la disfruté bastante.

Transcurre paralelamente en dos líneas temporales. En el presente, Irina Bazili –una chica de 23 años que viene escapando de algo– consigue un trabajo estable en un hogar de ancianos (Lark House) Ahí llama la atención de Alma Belasco, una anciana de clase alta de la cual no se sabe prácticamente nada.  Irina recibe una propuesta laboral de Alma para ser su secretaria personal. Junto al nieto de Alma (Seth) comienzan la ardua tarea de escribir un libro sobre la familia Belasco.
Acá arranca la parte más jugosa de la historia: el pasado.

Mientras Irina y Seth revisan papeles de Alma para el libro, descubren unas misteriosas cartas enviadas a lo largo del tiempo por Ichimei, un japonés que Alma conoció en la infancia y el jardinero de la mansión de sus tíos. A medida que avanza las historia, el pasado se va desentramando, los secretos salen a la luz y los personajes se acercan a verdades tremendas que estuvieron ocultas durante años.


El pasado y el presente se van fundiendo con mucha fluidez, gracias a una prosa fresca y llevadera que tiene al amor como leit motiv. Es genial como la autora te lleva con naturalidad desde la Polonia de la Segunda Guerra Mundial hasta un San Francisco en el presente, pasando por lugares tan exóticos como Japón.

Un momento impresionante es cuando la autora nos transporta a los campos de concentración para los japoneses que existieron en Estados Unidos. 

Personalmente no sabía de su existencia. Aunque se trate de ficción, las escenas forman parte de episodios reales que fueron silenciados por mucho tiempo por toda la comunidad japonesa, para quienes fue una gran humillación.

Apenas se mencionan estos campos de concentración en los libros de historia. Recién ahora los hijos y nietos están resucitando ese momento tan resguardado.

Creo que el mayor logro de Isabel Allende en esta novela es el tratamiento que le da a la relación entre jóvenes y ancianos. Ella parece entender bien las inquietudes y miedos de aquellos que transitan la temible tercera edad.

«Irina había comprobado que el proceso era el mismo:
se avanza paso a paso hacia el final, unos más rápidamente que otros, 
y por el camino se va perdiendo todo. 
No se puede llevar nada al otro lado de la muerte

("El amante japonés", Isabel Allende)


Más allá de que se nos va revelando poco a poco la fascinante vida de Alma Belasco, siempre volvemos a la actualidad. Y en esa actualidad irreversible, ella ya es una mujer de ochenta años que se está preparando para morir. Por momentos hasta parecería que la autora aprovechó a Alma para poner pensamientos propios sobre este tema.


«Trataba de comprender lo que significaba llevar el invierno en las espaldas, 
la inseguridad de cada paso, la confusión ante las palabras que no se escuchan bien, 
la impresión de que el resto de la humanidad anda muy apurado y habla muy rápido, el vacío, la fragilidad, la fatiga y la indiferencia por lo que no les atañe personalmente, incluso hijos y nietos, 
cuya ausencia no pesa como antes y hay que hacer un esfuerzo para recordarlos.»

El tema central es, indudablemente, la vejez, pero a su vez se tocan otras cuestiones: la homosexualidad, los padres ausentes, la eutanasia, las familias no convencionales, el temor a la muerte y la trata de mujeres.

El amante japonés” es un libro bastante triste. Y si no triste, por lo menos nostálgico. Hay momentos de felicidad, pero desde un principio  –y debido a que sabemos que Alma se quedó sola de vieja– la novela tiene un aire de melancolía que la rodea. Pero también es una hermosa historia de amor (de varios amores, de hecho) que es diferente a las que conocía hasta ahora, y que trasciende las barreras físicas, sociales y del tiempo.

Es muy interesante también cómo Allende dedica tiempo a sus personajes secundarios. En particular, Irina tiene una historia devastadora que comienza en Moldavia y tiene fin en San Francisco. Muchos personajes desfilan a lo largo de las páginas de esta obra, y todos son igualmente adorables.

La novela es absolutamente creíble y está cargada de realidad. A lo largo de la experiencia de vida de Alma Belasco, la autora nos muestra grandes momentos del siglo XX, escenas muy nítidas y sentimientos de sus personajes muy bien plasmados. 

Me doy cuenta de que una novela es buena cuando a mí mismo me gustaría haberla escrito, y ésta es una de ellas.

Allende conquista con una prosa irrefutable. Eso sí, aquellos que buscan en “El amante japonés” el realismo mágico que caracteriza a la autora, no lo van a encontrar. Quizás, sí, hay un pequeño detalle justo en el final. La novela es más bien de género romántico, pero que no empalaga, con buenos giros argumentales, momentos emocionantes y grandes personajes..

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4 comentarios:

  1. Interesante. Al igual que vos antes de este libro, el único que leí de ella es "La casa de los espíritus".
    En el primer párrafo me demostraste que no hay que dar nada por sentado.

    Abrazo!

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  2. Un libro muy recomendable. Me encantó leerlo y comprobar que Isabel Allende después de escribir EL JUEGO DE RIPPER, vuelve a su personal estilo de escritura.
    Efectivamente, el realismo mágico no está presente en este libro, pero como la autora dice: "no todo va a ser realismo mágico"...

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